La hora de revisar el rol de la Justicia

Hay 272 civiles involucrados en causas que tuvieron un movimiento significativo el año que terminó y seguirán avanzando en el que empieza. Cincuenta y tres entre esos acusados están vinculados con el Poder Judicial.


Por Alejandra Dandan

El 2013 concluyó con varios datos significativos en las causas de lesa humanidad. Hubo un aumento de 144 detenidos: pasaron de 593 en 2011 a 813 en 2012 y ahora son 927 en 2013. Y no hay en este momento constancias de detenidos en dependencias del personal militar. El año terminó con 520 condenados: 142 más que en 2012, que representa un aumento del 27 por ciento. Los números pertenecen a las últimas estadísticas de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad. Pero el año tuvo otros datos significativos. Hay 272 civiles involucrados en distintas causas, sobre un universo de 2335 imputados. La información surge de un relevamiento hecho por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y muestra otro de los efectos de las políticas de persecución penal de este año. Entre los civiles acusados –conjunto que incluye a hombres de la Iglesia y empresarios– sobresalen los funcionarios del Poder Judicial: son 53 casos, 32 de ellos son jueces. El número es elocuente si se tiene en cuenta que hasta aquí hay un solo juez condenado.


Los civiles y el Poder Judicial

Según datos del CELS, a diciembre de 2013 son 272 los civiles registrados en distintas causas, lo que representa el 12 por ciento de los 2335 imputados. Es significativa la presencia del personal civil de Inteligencia, de sacerdotes o profesionales de salud, entre los que hay médicos, varios de los cuales están afectados a causas de robo de niños. Pero el dato más relevante es el del Poder Judicial. Hay 53 personas mencionadas en distintos procesos. Entre ellas hay fiscales, asesores de menores, defensores, secretarios y jueces.
Los datos de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, que encabezan Jorge Auat y Carolina Varsky, indican que las causas en la que estas personas están involucradas tuvieron movimientos importantes durante este año. En esta línea, Varsky destaca que este año quedó firme la condena impuesta al ex juez Víctor Hermes Brusa. Brusa es hasta ahora el único juez condenado –la sentencia fue en 2009–, aunque cuando cometió los crímenes era secretario de juzgado.
Este año también se elevaron a juicio dos causas que involucran a seis ex funcionarios judiciales: Rolando Evaristo Carrizo Elst, Gabriel Francisco Guzzo, Luis Francisco Miret, Guillermo Max Petra Recabarren y Otilio Ireneo Roque Romano Ruiz en Mendoza y Luis María Vera Candioti en Santa Fe. Y distintas Cámaras Federales confirmaron procesamientos de cinco imputados: Roberto Catalán (La Rioja), Roberto Mazzoni (Resistencia), Luis Angel Córdoba (Resistencia), Gustavo Modesto Demarchi (Mar del Plata) y Manlio Torcuato Martínez (Tucumán).


Detrás de los datos

El movimiento en torno de los funcionarios judiciales implica una revisión sobre el rol de la Justicia durante la última dictadura. Un rol que durante años se vio como “inactivo” y ahora se lo entiende como “activo”, aun en su supuesta inactividad. Dos resoluciones consolidaron esa línea de interpretación. Una de Omar Palermo, ahora integrante de la Corte Suprema de Justicia de Mendoza, cuando era fiscal y tuvo que pensar responsabilidades de imputados en una provincia paradigmática en ese sentido. Y otra de la Cámara de Casación en marzo de 2013, en la que se revocó el sobreseimiento del ex juez salteño Ricardo Lona. Allí se señaló: “Con tristeza estamos descubriendo que esos abogados fueron nombrados jueces federales para cumplir el rol de denegar justicia a cualquiera que mediante su reclamo cuestionara o revelara el plan sistemático de eliminación de oponentes políticos”.
Lorena Balardini, coordinadora del área Memoria, Verdad y Justicia del CELS, sostiene: “Las responsabilidades empresariales y judiciales están tematizadas desde la época de la Conadep. Siempre hubo menciones a los distintos poderes del Estado, pero eso no se había traducido en persecución penal. La hipótesis que tenemos es evidentemente que toda la cuestión civil estuvo presente en la transición democrática, pero lógicamente no hubo un foco en esa cuestión, salvo en el tema de la Iglesia. Ese tema estuvo muy presente, y sigue estando. Lo trabajó desde Emilio Mignone a Horacio Verbitsky. Pero sin embargo no tuvo su correlato en la persecución penal. Con los jueces existe un solo caso hasta ahora de una persona condenada. En ese sentido está todo por venir.”
Brusa visitaba los centros clandestinos de detención. Su caso es paradigmático, pero “no todos los jueces fueron Brusa”, dice Balardini. El juicio que comenzará en febrero en Mendoza va a ser importante, entre otras cosas, porque permitirá ver las distintas dimensiones en las que se está pensando la intervención de la Justicia. “No todo accionar fue visitar centros clandestinos. También son ejemplos de aquello no investigar, cajonear, no citar testigos, rechazar sistemáticamente hábeas corpus o dar la espalda a familiares”, señala. “Durante mucho tiempo se discutió este tema y se decía que los jueces estaban atados de pies y manos. O que estuvieron ‘inactivos’. Lo que ahora se ve es que los jueces o integrantes del Poder Judicial tuvieron un rol ‘activo’ a su modo. Porque su rol no era picanear, sino, por ejemplo, impedir el acceso a la justicia.”


Juan Pablo Bohoslavsky trabaja en la edición de un libro de varios expertos sobre la complicidad de funcionarios judiciales y abogados durante la dictadura. “Contra lo que sugiere la literatura comparada en la ciencia política, el Poder Judicial durante la dictadura en Argentina fue activo –no sólo complaciente o apolítico– en su colaboración con el régimen, cubriendo una amplia y variada gama de conductas”, dice uno de los párrafos de presentación del proyecto. “Desde la denegación sistemática (tanto de la Corte Suprema como de tribunales inferiores) de hábeas corpus interpuestos por los familiares de las víctimas, la confirmación de la validez de las normas de facto represivas, la participación en maniobras de ocultamiento de cadáveres y las razones de esas muertes, así como en la apropiación ilegal de niños, la intervención en tribunales militares para juzgar civiles, la ayuda prestada para interrogar e incluso torturar a detenidos ilegalmente, y la delación de abogados comprometidos con los reclamos de las víctimas a fin de que fueran disciplinados por las fuerzas represivas –señala–. Se debe tener en cuenta que al día de la fecha ha habido, por lo menos, 129 acusaciones contra funcionarios judiciales por su complicidad durante la dictadura. La mitad se desvinculó voluntariamente de sus cargos, otros fueron destituidos y una tercera parte aún continúa en funciones”.
Auat reflexiona sobre este movimiento en un año en el que estuvo de fondo el debate de Justicia Legítima. Dice que después de la caída de las leyes de impunidad, el avance de estos expedientes se vio trabado por un segundo cerco de impunidad promovido por los propios jueces y operadores que debían investigar. Unos eran jueces, fiscales y operadores del sistema judicial que habían cumplido funciones durante la dictadura y aún ocupaban puestos. Otros habían ingresado después, pero estaban imbuidos por una misma matriz cultural. “Al no haber sido alcanzado por la democracia, ese Poder Judicial siguió funcionando con los mismos paradigmas y los mismos operadores de entonces, así se retroalimentó hacia adentro. Esos nuevos funcionarios ingresaron al abrigo de los viejos paradigmas con apoyo y padrinazgos, familiares o de amistad y evidentemente se generaron anticuerpos para investigar a sus propios miembros y no sólo los de esa época. Ellos encontraban el manto de impunidad porque las propias estructuras se encargaban de generar esa situación. El hecho de que pertenezcan a la misma comunidad, en ciudades chicas, hace que se inhiban de actuar por distintas razones, se excusan, en un trámite que lleva muchísimo tiempo. Y la demora se paga con monedas de impunidad, no hay otro costo y es el costo más grave que tenemos”.
Aunque estos 53 casos no son todos, ni muchos, en ellos puede verse cierto quiebre de esa lógica de clan. Las razones son muchas. Los juicios orales, por ejemplo, suelen hacerse con jueces que se movilizan desde otras provincias porque no hay magistrados del lugar disponibles. Eso llevó jueces de Tucumán a Santiago del Estero, de Buenos Aires a Santiago o Jujuy, de Santiago a Salta y de Catamarca a La Rioja. A la vez, eso impide la consolidación en cada lugar de una estructura judicial que se haga cargo de avanzar con estos ejes y lentifica las causas con audiencias que se hacen una o dos veces por semana. Pero mirados en conjunto generaron algunas sacudidas interesantes en los principados territoriales.

55 aniversario de la Revolución Cubana

Escrito por Itobé

A lo largo de la historia de la humanidad, muchos son los ejemplos de heroicidad y lucha por conseguir el ansiado sueño de la libertad. En el Siglo XX hubo varios de ellos, uno destacable es el que cumple hoy 55 años: la Revolución Cubana, una de las mayores gestas de la humanidad.
Después de varios meses de preparativos en México, el 23 de noviembre de 1956, el grupo formado por 82 combatientes –entre los que se encuentran Fidel Castro, Raúl Castro, Ernesto Che Guevara…- se reúne en el pueblo petrolero de Pozo Rico, al sur de Tuxpan, en el Golfo de México. Dos días después, el 25, a la 1:30 a.m. parten a bordo del yate Granma (comprado de segunda mano) con destino Cuba.

Fidel había dado el aviso al oriente cubano de que todo estaba listo, la clave una escueta nota donde se leía “obra pedida agotada”. Frank País, el dirigente del Movimiento en Santiago, ya lo tenía todo previsto para esperar a los combatientes en la Playa de Las Coloradas el día 30, pero el temporal y el mal estado del yate hacen que se retrasen. El día 2 de diciembre, después de 172 horas de travesía, encallan frente a la Costa de Los Cayuelos, a 2 Km. de la playa de Las Coloradas.
En 1952 se celebraban elecciones presidenciales en Cuba pero se vieron frustradas por un golpe militar dado el 10 de marzo, cuatro meses antes, por el coronel Fulgencio Batista, viendo que no sería elegido presidente por el pueblo. Suspendió el congreso, eliminó la constitución de 1940, abolió la libertad de expresión, de reunión, de huelga y eliminó la autonomía universitaria. Restableció la pena de muerte. Batista instauró una dictadura militar. Subió el salario de la policía y las fuerzas armadas y su propio salario (de 26.400 a 144.000 dólares superior al del presidente de EE.UU. Truman con 100.000 dólares).
Respetó los derechos de la industria estadounidense pero redujo la zafra provocando un crecimiento del desempleo. La corrupción y el soborno se generalizaron y florecieron como nunca. Las clases altas norteamericanas se divertían en pubs, clubes y casinos que abrían y controlaban las mafias cubanoamericanas. Mientras, la población se sumía en la mas absoluta pobreza y analfabetismo.
En 1957, el desempleo era del 35% (650.000 personas de las que 450.000 eran desempleados permanentes). Cerca del 62% de los trabajadores percibía un salario inferior a 75 pesos/mes. Los ingresos anuales del jornalero no superaban los 300 dólares. El 60% del campesinado vivía en barracones de techo de guano y suelo de tierra, sin sanitarios ni agua corriente. Cerca del 90% no tenían electricidad. El 43% eran analfabetos
La gran mayoría de los ingenios azucareros estaban en manos de terratenientes estadounidenses o amparados por estos, además la United Fruit Co. poseía grandes extensiones de tierra. El campesinado vivía en condiciones de pseudo esclavitud, los pueblos se encontraban mayoritariamente incomunicados, el acceso a la sanidad y a la educación era privilegio de unos pocos.
Por orden de Washington, en 1955 se crea el Buró de Represión de las Actividades Comunistas (BRAC) que se encargaba de reprimir todas las actividades subversivas y que pudieran afectar a EE.UU.

Este es el panorama de la isla al inicio de la guerra revolucionaria iniciada por el Movimiento 26 de julio.
El 5 de diciembre de 1956, en las cercanías del Niquero, los guerrilleros son sorprendidos por el ejército de Batista; el Che debe elegir en ese momento entre la mochila de los medicamentos y una caja de municiones, escogiendo lo segundo el médico da paso al combatiente.
Ya en la Sierra Maestra, los rebeldes libran duros combates durante meses con los batistianos. Campesinos se van sumando a la lucha.


El 21 de julio de 1957 Fidel dirige una carta a Frank País explicándole la composición de dos columnas guerrilleras; todos la firman y al Che le dice que ponga Comandante en la segunda columna. Así es como el Che adquiere el grado de Comandante de la columna que posteriormente se llamará nº 4.
El la Sierra nacen, impulsados por el Che, el periódico “El Cubano Libre” (1 de diciembre de 1957) y la emisora “Radio Rebelde” (24 de febrero de 1958).
El 21 de agosto de 1958, Fidel toma la decisión mas importante de la guerra: dividir la isla en dos mandando al Comandante Che Guevara a Las Villas –al frente de la columna 8 Ciro Redondo- y al Comandante Camilo Cienfuegos a Pinar del Río –al frente de la columna 2 Antonio Maceo-.
Después de 47 días, tras caminar 554 Km. y superar 2 ciclones, Radio Rebelde anuncia la llegada a la provincia de Las Villas del Comandante Guevara.
Tras innumerables acciones de valentía y estrategia, el Ejército Rebelde domina el 80% de Cuba, en cada pueblo liberado la multitud sale a la calle a festejarlo, el régimen dictatorial está agonizando. En un último intento llevado a cabo por las tropas de Batista, este ordena que se envíe a Santa Clara un tren blindado cargado de armamento y soldados. El Che lo prevé todo y levanta las vías.
El 29 de diciembre, el tren blindado se encuentra emboscado por el pelotón de Alfonso Zayas, Guile y parte de la vanguardia. A las 3:00 p.m. el tren se pone en marcha en sentido contrario y donde el Che había levantado las vías el tren descarrila. 16 rebeldes dominan a 350 soldados de la dictadura.
El 31 de diciembre el coronel batistiano Casillas Lumpuy se dirige a sus soldados y oficiales: “Os exijo en nombre de la Patria que resistáis de modo heroico y noble”. Poco después escapa disfrazado de civil con el jefe de operaciones Fernández Suero.
A la 3:15 a.m. del 1 de enero de 1959, el dictador General Fulgencio Batista huye hacia Santo Domingo, al amparo del tirano Leónidas Trujillo.


A las 12:20 p.m. se ha liberado Santa Clara de Las Villas. Fidel se encuentra en el liberado Santiago de Cuba, ordena al Che y a Camilo marchar hacia La Habana y tomar la fortaleza de La Cabaña por el Che y la guarnición militar de Columbia por Camilo; además, para evitar un golpe militar orquestado por EE.UU, da a Santiago la capitalidad de la república y toma juramento al magistrado Manuel Urrutia como presidente y a Miró Cardona como primer ministro. Y emprende la marcha hacia La Habana al frente de la “Caravana de la Libertad”.
El 8 de enero de 1959, la Caravana de la Libertad entra en La Habana. Se escribe, así, una de las páginas más sobresaliente de la historia de Cuba y una de las más importantes y emotivas de la humanidad.
55 años después, con más de medio siglo de bloqueo económico, político y comercial impuesto unilateralmente por EE.UU; y sin poseer riquezas ni recursos importantes, la Revolución Cubana es un ejemplo y modelo de justicia, solidaridad, altruismo, entrega, derechos, humanismo…
Como dijera el eterno Nelson Mandela: “La Revolución Cubana ha sido una inspiración para todos los pueblos amantes de la libertad”, “Nos hemos beneficiado mucho con las enseñanzas de la Revolución Cubana”
¡Felicidades al pueblo cubano y a su Revolución!¡Larga vida a la Revolución Cubana!

Fuentes y documentación:
- Castro, Fidel y Ramonet, Ignacio, Biografía a dos voces, Debate, Barcelona, 2006.
- Guevara, Ernesto Che, Obras Completas, Ed. Legasa, Buenos Aires, 1996.
- Ansoldi, Waldo, Historia de América Latina, Pastín ed., Madrid, 2006.
- Franqui, Carlos, Diario de la Revolución Cubana, Ed. R Torres, Barcelona, 1976.
- Cuba. Caminos de Revolución –Antes del 59- (Rebeca Chávez, 2004).

De Ayacucho a Santa Clara

El 9 de diciembre de 1824, en las alturas peruanas, una espada liberaba a América del dominio español. En la hora máxima, confluían, en espíritu, los libertadores en Ayacucho. Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Bernardo O’Higgins, José de San Martín. La victoria en la Batalla de Ayacucho, que en quechua significa “el lugar del alma”, se transformó en el punto de inflexión de la revolución americana, la primera independencia. América era libre.
Fue la culminación de un conjunto de sucesos que no fueron resultado del azar. Antes había nacido un grupo de hombres que adquirió el sentimiento criollo y, por sobre todo, la conciencia de que la patria era su bandera. Se armó de una ideología que universalizara su posición. Se organizaron bajo la forma de una logia, o como diríamos hoy, un partido, para planificar la toma del poder. Aprendieron el arte militar para no ser aniquilados. Unificaron su lucha, y declararon que eran un solo pueblo. Supieron escoger el momento específico para comenzar la Revolución, con la aurora de 1810. Y eligieron al mejor de ellos, Simón Bolívar, para conducir la lucha continental.

                                              los libertadores
La revolución americana no podría haber triunfado sin la constante, frenética, exaltación de los valores de los Libertadores: para ser patriota, había que amar a la patria; para ser patriota, había que morir por la patria. En ese momento, se jugaba no sólo la libertad de un territorio, de hombres, de un continente, sino de toda la humanidad.
Esa disposición subjetiva incondicional nacía, no de un temperamento, sino de un pensamiento, una convicción. La revolución americana mandaba a cambiarlo todo, a trastocar el mundo conocido por uno mejor, aún no concebido, donde todo era creación. La bandera era el futuro de sus hijos, pero con el sacrificio y la sangre que les debía costar a quienes la guiaran. Desde el sur y del norte avanzaron estos Padres de América. Consolidaron sus posiciones hasta obligar al enemigo a la batalla decisiva.
Hoy, el significado de la revolución independentista ha sido oscurecido por elogios oficiales y por historiadores de diversas tendencias. Quienes han dominado el discurso sobre la independencia buscan encuadrar a las Libertadores en sus parámetros. Y no ven que el propósito de los revolucionarios se adelantaba a su tiempo, a sus condiciones sociales y el pensamiento de la época. No comprenden el carácter especial de esa revolución, centrada en el hombre y la humanidad; es decir, materialista. No entienden la conexión de la gesta americana con una lucha emancipadora universal.

                            José de San Martín, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.

                   Manuel Belgrano, Bernardo de Monteagudo y Bernardo O'Higgins


Lo que se quiso lograr, principalmente, no fue derrocar al régimen existente, sino cambiarlo por uno mejor, cuyos contornos no se habían definido. Ese fue el objetivo revolucionario. No expulsar a los españoles, sino mostrarles la posibilidad de un mundo mejor.
El camino que se saldó en las cumbres de Ayacucho, alumbró como un faro los designios futuros de la trayectoria americana. Una y otra vez, durante los 135 años posteriores, hombres y mujeres de nuestra América trataron de cumplir con el sueño de Bolívar.
                                            la revolución cubana
El 1 de enero de 1959, en la ciudad cubana de Santa Clara, termina la fase final de otra batalla. Se constituye otro punto de inflexión. Ahora, es el inicio de la Segunda Independencia de América.
En golpes sucesivos va cayendo el ejército del gobierno de Fulgencio Batista, derrotada por los combatientes del Movimiento 26 de Julio. A su cabeza, Ernesto Guevara, que rompe la columna vertebral de su fuerza militar en esa zona. Siguiendo las órdenes de Fidel Castro, precipita así una definición estratégica. Con la victoria de Santa Clara, se abre el camino a La Habana. Ese mismo día, los triunfadores ingresan a la capital.
                                       aprender de las victorias
Las similitudes de este acontecimiento con la Primera Independencia son evidentes. Pero ahora, la lucha se fortalece. En Santa Clara, los Libertadores ya no son un puñado de visionarios. Son hombres y mujeres comunes, es el pueblo. La convicción de vencer está concentrada en una ideología, en el desarrollo del materialismo, el marxismo, que conduce aquel anhelo natural del ser humano de avanzar. El partido es fundamental, porque organiza y dirige a los trabajadores a cumplir con el cometido de alcanzar su liberación. Indefectiblemente, la lucha del pueblo es ofensiva; es de supervivencia y de defensa de sus familias.
Las normas y el poder del régimen dominante ya no son válidos, pues representan lo caduco, a la clase explotadora, la hipocresía y la maldad. Frente a ello, surge el poder popular desde las entrañas de los oprimidos.
                               

Estas luchas nacionales y patrióticas son la semilla de la segunda revolución americana.
El Ché será el brazo justiciero del pueblo, el hombre hecho hombre en el combate contra la desigualdad y la injusticia. Fidel se transforma en el adalid de América, en encarnación de la moral de nuestro pueblo, en el pensamiento emancipador de la humanidad.
Marcan ellos, también, el fin de lo viejo y el nacimiento de una nueva época.
Son los triunfos de Ayacucho y Santa Clara las lecciones más valiosas para los pueblos de la América irredenta. Nosotros, los trabajadores, estamos habituados a levantarnos una y otra vez tras derrotas sucesivas e interminables, y comenzar de nuevo. La experiencia extraída de los reveses, contrario a la sabiduría convencional, encierra escasa utilidad. Pero esas glorias de Ayacucho y Santa Clara, esa afirmación de la vida, de lo nuevo, contienen las enseñanzas indispensables sobre la posibilidad y el sentido de nuestra victoria.
Se puede vencer, debemos vencer. La Segunda Independencia de nuestra América, la revolución de nuestros días, para ser efectiva, deberá reunir la visión y el desinterés de los Libertadores; la conducción y la organización revolucionarias; la ideología de la emancipación de la humanidad; y la decisión y la esperanza de los hombres y mujeres comunes.
Un día, Bolívar y Sucre vencieron en Ayacucho y nos hicieron americanos. Otro día, Fidel y el Che vencieron en Santa Clara y señalaron el camino. Y hoy, nosotros comenzamos a cambiarlo todo, avanzamos a la victoria.

“Las heridas duelen y más cuando no se tratan con ternura”



El papa Francisco envió un mensaje para las familias de las víctimas de Cromañón en un nuevo aniversario de la tragedia, en el que alentó a renovar la esperanza y aseguró que "las heridas duelen y más todavía cuando no se tratan con ternura" y no pueden "esconderse ni ocultarse". 



El mensaje fue leído por el obispo Jorge Lozano, quien por mandato de Jorge Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, acompañó espiritualmente a las familias desde el momento de la tragedia que provocó 194 muertos. 


En dicha ceremonia, el presidente de la Conferencia Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, leyó una carta enviada por el Papa Francisco, en la que afirma que "en estos días en que se renueva la esperanza no puedo olvidar a los chicos de Cromañon, a sus padres y a sus familiares", comenzaba el escrito.
"Las heridas duelen y más todavía cuando no se tratan con ternura. Mirando al Jesús niño, todo ternura, pido que sepamos tratar con cuidado y ternura todas las heridas. Están allí, no es posible esconderlas ni negarlas. Sólo una tierna caricia desde nuestro corazón, con silencio y respeto puede aliviar", continuó leyendo Lozano.



"No puedo olvidar a los chicos de Cromañón, a sus padres y a sus familiares", dijo el Papa, y pidió a monseñor Lozano que les haga llegar su "recuerdo y cercanía". 
Francisco rogó a Dios que les acerque a todos "su consuelo cálido de padre y nos enseñe a todos a no quedarnos solos sino a seguir buscando la compañía de los hermanos" y les deseó una "santa Navidad" y que "Jesús los bendiga y la Virgen los cuide"



"Por favor, no se olviden de rezar por mí", cerró su mensaje en medio de aplausos en la catedral metropolitana, donde el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, presidió la misa en memoria de las víctimas de la tragedia del 30 de diciembre de 2004. 
En el marco de la eucaristía, los familiares acercaron al altar 194 velas, una por cada una de las víctimas mortales del incendio en el local de Once durante un recital del grupo Callejeros. 






Para recordar

Inmediatamente después de la tragedia, las iglesias fueron las primeras en reaccionar en forma institucional frente a quienes exigían respuestas y buscaban consuelo. El siniestro, según denunciaron en los días siguientes, puso al descubierto la corrupción, impericia y omisiones del poder político de la ciudad. 




Algunas horas después del hecho, el entonces papa Juan Pablo II envió un telegrama en el que expresó su "profundo pesar" por las numerosas muertes jóvenes. En la madrugada del 31 de diciembre de 2004 Bergoglio, hoy papa Francisco, visitó a heridos en hospitales y cada tanto presidió misas durante el aniversario. Bergoglio también expresó su cercanía con el líder de Callejeros, Patricio Fontanet, a quien escribió en varias oportunidades o llamó al penal de Ezeiza, aún después de ser proclamado Papa. 


Cómo repensar la ciudad

Antropología. El célebre autor de la noción de “no lugar” propone recrear lo urbano: trazar nuevas fronteras , “zurcir” lo desgarrado y fortalecer lo local.


POR MARC AUGE


El lenguaje corriente depara sorpresas. Hoy a menudo recurrimos al uso de la preposición “sin”, que indica privación. Hablamos de “sin domicilio fijo” o de los “sin papeles”. Y, como sabemos sin duda alguna que su situación es muy problemática, nos vemos indirectamente impulsados a creer, como si fuera algo evidente, que tener domicilio fijo y papeles es condición suficiente de la felicidad.
Otros ejemplos podrían convencernos fácilmente de lo contrario. Los más afortunados de este mundo acumulan domicilios. Tienen residencias secundarias en distintos continentes, yates, se alojan en hoteles de lujo del mundo entero. Tienen papeles, por supuesto, pero están tan seguros de sí y de su identidad que apenas tienen conciencia de mostrarlos si deben hacerlo. Me dirán que, justamente, acumulan ventajas: tanto domicilios fijos como pruebas de identidad o tarjetas de crédito.
Tienen razón pero me permito insistir: el cúmulo de residencias y la seguridad de los más acomodados demuestran que el ideal de la vida individual no necesariamente radica en estar aferrado a un lugar fijo, como el mejillón a su roca, ni en el hecho de poder dar a conocer la identidad cuando la piden, mostrando los documentos, sino por el contrario en la libertad efectiva de circular y permanecer relativamente anónimo.
La atracción que ejercían las ciudades en el siglo XIX en aquellos que huían del campo y que ejercen hoy las grandes ciudades del norte en los inmigrantes venidos del sur, nace de la misma representación. El carácter en gran medida ilusorio de esto es indudable pero, para quien se pregunta sobre el ideal de la vida urbana de nuestra época, es fundamental tomarlo en cuenta.
La ciudad no deja de extenderse. La mayoría de la población mundial vive en una ciudad y la tendencia es irreversible. ¿Pero de qué ciudad se trata?
He propuesto algunas nociones para describir lo que podríamos llamar urbanización del planeta, que más o menos se corresponde con lo que llamamos globalización para designar la generalización del mercado, la interdependencia económica y financiera, la extensión de las vías de tránsito y el desarrollo de los medios de comunicación electrónicos.
Desde este punto de vista, podríamos decir que el mundo es como una gran ciudad. Paul Virilio utilizó a este respecto la expresión de “metaciudad virtual”. El “mundo ciudad”, como lo llamo yo, se caracteriza por la movilidad y la uniformización.
Por otro lado, las grandes metrópolis se extienden y en ellas encontramos toda la diversidad (étnica, religiosa, social, económica), pero también todos los compartimientos del mundo. De este modo podemos oponer la “ciudad mundo” –sus divisiones, sus puntos de fijación y sus contrastes– al “mundo ciudad” que constituye su contexto global y que aplica de manera espectacular en algunos puntos fuertes del paisaje urbano su marca estética y funcional: torres, aeropuertos, centros comerciales o parques de atracciones.
Cuanto más se extiende la gran ciudad, más se “descentra”. Los “centros históricos” se convierten en museos visitados por los turistas llegados de otras partes y en sitios destacados de consumo de todo tipo. Allí los precios son altos y el centro de las ciudades cada vez más es habitado por una población acomodada, a menudo de origen extranjero. La actividad productiva se desplaza “extra muros”. Los transportes son el problema principal de la concentración urbana. Las distancias a menudo son considerables entre el lugar donde se vive y el lugar de trabajo. El tejido urbano se extiende a lo largo de las vías de tránsito, los ríos y las costas. En Europa, las “periferias” urbanas se tocan, se sueldan, se confunden, y puede surgir el sentimiento de que con la generalización de “lo urbano” estamos perdiendo la “ciudad”.


Vuelvo por un momento a la oposición que tracé hace años entre lugar y no-lugar. Ella se basa en una definición teórica; un lugar es un espacio en el cual se pueden descifrar las relaciones sociales que están inscriptas allí (por ejemplo, en ciertos pueblos tradicionales, a partir de la división en barrios, las reglas de residencia y el emplazamiento de los símbolos visibles de la historia y la cultura compartidas); un no-lugar es un espacio en el cual ese desciframiento es imposible.
Empíricamente, nunca hay lugares y no-lugares en el sentido absoluto del término, pero se puede caracterizar el mundo global actual por la multiplicación de los espacios de tránsito, consumo y comunicación, “lugares de paso” donde ese desciframiento por regla general es menos evidente, “no-lugares” en esa medida.
Ahora bien, el lugar no se opone al no-lugar como el bien al mal o el buen vivir al mal vivir. El lugar absoluto sería un espacio donde todos estarían obligados a residir en un sitio determinado en función de su edad, su sexo, su lugar en la filiación y las reglas de unión matrimonial: un espacio donde el sentido social, entendido como el conjunto de las relaciones sociales autorizadas o prescriptas, estaría en su apogeo, la soledad sería imposible y la libertad individual impensable.


El no-lugar absoluto sería un espacio sin reglas ni restricción colectiva de ningún tipo: un espacio sin alteridad, un espacio de soledad infinita. El absoluto del lugar es totalitario, el absoluto del no-lugar es la muerte. Mencionar estos dos extremos es definir al mismo tiempo la apuesta de toda política democrática: ¿cómo salvar el sentido (social) sin matar la libertad (individual) y viceversa?
En el mundo global, la respuesta se impone en términos espaciales: repensar lo local. Pese a las ilusiones que difunden las tecnologías de la comunicación, de la televisión a Internet, vivimos donde vivimos. La ubicuidad y la instantaneidad siguen siendo metáforas. Lo importante con los medios de comunicación es tomarlos como lo que son: medios susceptibles de facilitar la vida pero no de reemplazarla. Desde este punto de vista, la tarea que se debe realizar es inmensa. Consiste en evitar que la sobreabundancia de imágenes y mensajes lleve a nuevas formas de aislamiento. Para frenar esta desviación ya observable, las soluciones serán necesariamente espaciales, locales y, en suma, en el sentido amplio del término, políticas.


¿Cómo conciliar en el espacio urbano el sentido del lugar y la libertad del no-lugar? ¿Es posible repensar la ciudad en su conjunto y la vivienda en sus detalles?
Una ciudad no es un archipiélago. La ilusión creada por Le Corbusier de una vida centrada en la casa y la unidad de la habitación colectiva llevó a los conjuntos de monoblocks de nuestros suburbios, muy rápidamente abandonados por los comercios y los servicios que debían hacerlos esencialmente habitables. Allí se ha descuidado la necesidad de la relación social y el contacto con el exterior; es eso lo que expresan a su manera los “jóvenes de los suburbios” cuando, por ejemplo, en París, se desplazan regularmente desde lo más recóndito de sus ciudades hacia los barrios que son a la vez el corazón de la ciudad histórica y símbolos de la sociedad de consumo: los Campos Elíseos o el barrio de Châtelet–Les Halles.
En las ciudades reales, ¿qué es lo que evoca algo de lo que podríamos considerar como la ciudad ideal? Me vienen a la mente dos ejemplos. Sin duda, los idealizo, pero es precisamente de esto de lo que se trata en este ejercicio: identificar los rastros de lo ideal. El primer ejemplo, por lejos el más convincente, es el de las ciudades medianas del norte de Italia, como Parma y Módena. En el centro de estas ciudades, la vida es intensa, la plaza pública sigue siendo un lugar de encuentro, se circula en bicicleta, uno entra en contacto de manera natural con los lugares emblemáticos de la historia.
El visitante de paso siente que podría deslizarse en la intimidad de este mundo amable sin hacerse notar, establecer relaciones sin verse coaccionado y pasar de una ciudad a otra por el simple placer de mirar. Pero, se objetará, precisamente hay que cerrar los ojos para pasar por alto todo lo que contraría esa visión de turista miope: la pobreza, la migración, las actitudes de rechazo… Una vez más, me quedo en lo ideal, que exige una forma de miopía. Otro ejemplo: la vida de barrio en un distrito de París. Se podrían citar muchos otros ejemplos y sabemos bien que en las metrópolis más grandes del mundo (México, Chicago) hay formas de vida local que son intensamente activas. La vida de barrio es la que se puede observar en la calle, en los comercios, en los cafés… En París, ciudad en la que desde hace varios años la vida es más difícil, sólo en muy pequeña escala se puede ver cómo los lazos frágiles resisten al desencanto: las conversaciones en el mostrador del bar, las bromas que intercambia una persona mayor con la joven cajera del supermercado, las charlas en lo del almacenero tunecino: formas modestas de resistencia al aislamiento que parecerían demostrar que la exclusión, el repliegue sobre sí y el rechazo de la imaginación no son una fatalidad.


¿Pero qué conclusión práctica se puede sacar de estos signos dispersos?
Que todo programa de conjunto y todo proyecto de detalle deberían asociar varios tipos de reflexiones: una reflexión de urbanista sobre las fronteras y los equilibrios internos del cuerpo de la ciudad; una reflexión de arquitecto sobre las continuidades y las rupturas de estilo; una reflexión antropológica sobre la vivienda hoy, que debe conciliar la necesidad de aberturas múltiples hacia el exterior y la necesidad de una intimidad privada.
Un gran taller de “zurcido” (en el sentido en que antiguamente las costureras y las “remalladoras” zurcían las prendas desgarradas y las medias corridas). En la medida de lo posible haría falta volver a trazar las fronteras entre los lugares, entre lo urbano y lo rural, entre el centro y las periferias. Fronteras, es decir pasos, puertas oficiales, para hacer saltar las barreras invisibles de la exclusión implícita. Hay que devolverle la palabra al paisaje. El paisaje es la combinación del espacio y las relaciones sociales. No existe el paisaje exclusivamente natural, sin cultura. La verdadera ecología es la que invita a respetar al hombre en singular y en plural, al individuo libre y las relaciones sociales.
Uno podría encomendarse a largo plazo la tarea de remodelar un paisaje urbano moderno, en el sentido de Baudelaire, en el que los estilos y las épocas se mezclarían conscientemente, como las clases sociales: las comunas y los distritos de las ciudades en Francia tienen obligación de tener cierto porcentaje de “viviendas sociales”, pero, además de que esta obligación a menudo se elude, las más de las veces ocurre que se produce un efecto de estigmatización por el estilo y el material. Otro esfuerzo hacia el ideal… Este ideal debería encontrarse en la disposición interior de los departamentos más modestos, donde deberían combinarse en pequeña escala las tres dimensiones esenciales de la vida humana: lo privado individual, eventualmente lo público (en este caso familiar) y la relación con el exterior.
Formulado así, el ideal es utópico y evidentemente no sólo de la incumbencia del arquitecto. Pero la materia del ideal o de la utopía ya está allí. Para concluir, vuelvo a la imagen de la costurera y la remalladora. Ella no es exclusiva de los grandes proyectos que pueden ofrecer la belleza a todas las miradas ni de la remodelación de los grandes paisajes donde todos pueden perderse y encontrarse. Sólo quiere recordar que todo comienza y todo termina con el individuo más modesto y que las más grandes empresas son vanas si no lo toman en cuenta por poco que sea.
Quizá algún día el mundo se presente como un conjunto urbano único y acabado. Hoy comenzamos a percibirlo así desde que prestamos atención a las obras de algunos grandes nombres de la arquitectura que se hacen eco de una punta a otra del planeta o al desarrollo de medios de comunicación electrónica que sugieren ya la existencia de lo que Paul Virilio llamaba una “metaciudad virtual”. Es de esperar que entonces hayamos encontrado el medio de suministrar a esta inmensa ciudad, a este mundo-ciudad por fin concretado, la energía necesaria para su funcionamiento armonioso.
Pero también hay que decir que es en la organización de las relaciones entre los seres humanos donde se medirá el éxito o el fracaso de esta empresa, utopía realizada o fin del mundo programado, y por lo tanto en nuestra capacidad para revertir el proceso actual de profundización de la brecha entre ricos y pobres, cultos e ignorantes. La energía necesaria para esta empresa gigantesca, que es la única que vale la pena porque inscribe en todo individuo el ideal de conocimiento propio del hombre genérico, es esencialmente mental y apela a las cualidades fundamentales del individuo humano: la inteligencia, la voluntad y la imaginación.

La voz de todas

En los últimos cinco años una mujer fue asesinada por ser mujer cada 35 horas, según los datos recopilados por La Casa del Encuentro. Fabiana Tuñez es la coordinadora de la asociación que dimensionó la magnitud de los femicidios en la Argentina.

Por Luciana Peker



Mujeres sentadas, mujeres riendo, mujeres gozando, mujeres hablando, mujeres desnudas, mujeres soportando gritos, mujeres sangrando. Las mujeres rodean las paredes de la sede, en Almagro, de La Casa del Encuentro que, desde su puerta, propone “Una vida sin violencia es posible”. Pero no son sólo imágenes. Las mujeres alzan su voz. Las mujeres que rompen con el silencio, en un grupo de autoayuda, son algunas de las que tocan su puerta para salir adelante. Aunque, sin dudas, el gran salto de La Casa del Encuentro fue dimensionar los femicidios en la Argentina que, según sus conteos, en base a los casos publicados en los medios de comunicación, llegan –sólo en el 2013– a 209 hasta el 30 de septiembre.

En total, en los últimos cinco años, una mujer es asesinada cada 35 horas por ser mujer. La violencia machista que no cuenta con cifras oficiales encontró precisión en Fabiana Tuñez, la coordinadora de La Casa del Encuentro y la voz de la asociación civil que nació el 4 de octubre del 2003 con un puñado de ahorros personales y un contrato de alquiler de apenas seis meses. El sueño lo impulsó con su compañera y pareja –desde hace once años– Ada Beatriz Rico, ojos enormes, pasión inamovible y sensibilidad fina para escuchar cada historia con coraje y paciencia.
El objetivo era luchar contra la violencia de género y bucear en nuevas formas –y más efectivas– de comunicación feminista, una ideología que le cambió la vida –y la abrazó para siempre– desde el Encuentro de San Bernardo en 1986. Pero que tuvo su mayor hito en el 2008, cuando la construcción del listado de víctimas se convirtió en una herramienta para alertar sobre la pérdida de vidas que genera el machismo. Otro de sus logros fue la pelea, en el Congreso, por la inclusión de la figura de femicidio en el Código Penal.


Actualmente, la organización se extiende como una enredadera. Tan literalmente que ahora van a construir un nuevo espacio en su techo (que no será de cristal pero lo rompen). Tienen casi treinta voluntarias, un convenio firmado con la Universidad Tecnológica Nacional para capacitar a las mujeres que necesitan autonomía económica y pueden recibirse de plomeras, electricistas o soldadoras, llegan a los camioneros con un video que deben ver obligatoriamente –para rendir o renovar registro– sobre la ruta de la trata realizado con la Fundación María de los Angeles y una salita para que los/as chicos/as jueguen mientras sus mamás se atienden. Pero pretenden más. “Vamos a ir por la pérdida automática de la patria potestad del femicida, por el cuestionamiento a los juicios abreviados en casos de femicidio y por la asignación económica temporal para las víctimas de violencia y trata de personas, equivalente, por lo menos, a un salario mínimo vital y móvil”, enumera Fabiana.

Sus discursos se detienen cuando escucha a la hija pequeña de Adriana Marisel Zambrano, la mujer que le da el nombre al Observatorio de Femicidios porque su familia las buscó para decirles que ella había sido asesinada en Palpalá, Jujuy, aunque no había salido en ningún diario. Adriana representa a muchas. Y su hija a las chicas y chicos que es necesario defender para que no caigan en los vericuetos judiciales que pueden darle la tenencia al asesino de su madre. Fabiana escuchó el pedido de su boca.
Ella también conoce el sabor de la maternidad. Su hijo es del corazón, se llama Dante y tiene treinta años. “Es mi familia”, reafirma en su construcción singular, colectiva y política. Por ellas, se llama el libro sobre las víctimas de la violencia machista. Aunque su mirada es más amplia. En los cinco años de recopilación de datos también se fijaron en los 1520 hijos e hijas que son víctimas colaterales de los femicidios y se quedaron sin madres.

Fabiana habla con la boca brillante. Viene de maquillarse en el auto y los rasgos se le acentúan con los colores sobre el rostro. Tiene una garra que traspasa las buenas intenciones. Ella se convirtió en la voz de la enumeración de la violencia. Y su voz también es, letra por letra, un efecto de su propia lucha. Nació, en Barracas, hace cincuenta años con labio leporino. Tuvo que enfrentar discriminación y –lo que hoy reconoce– como una de las formas de la violencia de género: no tener la misma imagen que las demás, no ser normal si la normalidad es norma. “Sufrí la violencia estética imperante por el sistema”, desnuda. Pero esa batalla que la llevó a pasar por catorce operaciones estéticas entre el paladar y la cara también la impulsó a fortalecerse. “Desde muy chica, mi madre (Beatriz) –que es una feminista sin saberlo– me inculcó que cada obstáculo había que enfrentarlo con actitud y transformarlo en un desafío”, recuenta.

Pero el problema no era sólo visual. También le costaba pronunciar cada letra. Trabajó con una fonoaudióloga durante meses. Aprendió a hablar no por naturaleza sino por deseo y motivación. Por eso resalta: “Con los años lo que hubiese sido mi principal dificultad, que era la comunicación, se transformó en mi herramienta más fuerte, y cuando nació la casita todas me dijeron que tenía que ser la comunicadora”. Todavía le queda una deuda pendiente: la erre. Pero se toma la revancha de hacer una revolución. Una palabra que puede cambiar por evolución.
En la entrevista se cuelan los aplausos que vienen de la habitación contigua. Las mujeres que vinieron para apoyarse a salir de la violencia retumban su esperanza. “Hay mucho por hacer. Se necesita dinero y decisión política. Pero también hay que tener ganas, amor y convicción”, cuenta sobre eso, eso que a ella le sobra.

Los actores del bullying

El acoso en edad escolar es un fenómeno de violencia entre pares y tiene más responsables de los que se visualizan. El autor de la nota propone analizarlo en el contexto local.

POR FERNANDO OSORIO




BULLYING. Se trata de violencia entre pares, dentro del ámbito escolar.

Es necesario hacer una adaptación local y regional de la problemática del bullying porque la explicación que se propone habitualmente viene impuesta desde países con otra realidad social y cultural. Pretendo limitar el bullying sólo a determinados cuadros, generalmente vinculados a un problema psicopatológico previo intrafamiliar, y no a cualquier conflicto escolar.
El fenómeno del bullying viene a sumarse, como una nueva categoría, al listado de las llamadas violencias institucionales. En este caso se trata de violencia entre pares, dentro del ámbito escolar. El grupo de alumnos puede llegar a detonar en alguno de sus integrantes un perfil patológico, alterando su mapa emocional. Del mismo modo la enfermedad mental de un miembro del grupo puede llegar a encontrar un terreno fértil en el espacio grupal para hacer su despliegue, a veces macabro, alterando el mapa emocional del grupo. Bullying es un término que se utiliza actualmente para nombrar un tipo de dinámica grupal que, en épocas pasadas, se conocía como maltrato entre compañeros de escuela. Tiene ciertas características que permiten distinguirlo de otras problemáticas sociales alteradas; incluso de un simple “maltrato” por discrepancias.
Para diferenciar la concepción europea o norteamericana propongo una adaptación local y regional de los protocolos de evaluación para hacerlos coincidir con nuestras realidades sociales y culturales. Por lo tanto señalo que esta dinámica se desarrolla si, al menos, hay cuatro personajes involucrados, a saber: un sujeto maltratador o victimario; un sujeto sometido o víctima; un sujeto colaborador o encubridor y un sujeto testigo no participante. Y también propongo la necesidad de encontrar los cuatro tipos de violencia integrados: la física (golpes y maltrato corporal), la verbal (insultos, amenazas e intimidación), la psicológica (acoso y persecución) y la simbólica (segregación y discriminación negativa). Todos estos componentes permiten diferenciarlo claramente de cualquier otro fenómeno de tensión entre fuertes y débiles y permite lograr que no se estigmaticen ni situaciones ni personas. El bullying no es un simple maltrato o insulto sino un problema psicopatológico que sobrelleva una persona y que hay que atender. Lo puede sufrir porque lo padece o porque lo ejecuta. La posición de víctima o victimario está signada desde la personalidad y el carácter, los que se forjaron en el vínculo con los padres. Para poder estar en alguno de estos lugares hay que tener una personalidad previa.
Personalidad de los protagonistas del bullying 1) El maltratador o victimario, es el autor intelectual de las estrategias de maltrato y sólo se involucra si su participación lo deja como un líder. Suele tener una personalidad dominante (posiblemente desde muy pequeño) y en quien la fuerza y la capacidad de control, sobre los demás, parece ser un valor y una característica destacada. Se trata en general de personalidades impulsivas con un muy bajo umbral para tolerar la frustración. Logra, durante largos períodos, mantenerse como referente popular de otros que ven en él un líder con prestigio social que imitar. Goza con la desgracia ajena y le provoca mucha satisfacción desarrollar acciones que induzcan malestar, daño o sufrimiento. Se advierte que suele estar a cargo de adultos más bien negligentes que carecen de autoridad y que no hacen un seguimiento adecuado ni imponen una disciplina.
2) El sometido o víctima, es el objeto de maltrato. Tiene baja autoestima y una predisposición a victimizarse; con una personalidad introvertida y con tendencia al aislamiento. Se muestra sensible y con habituales estados de ansiedad y angustia que pueden derivar en episodios de llanto y crisis nerviosas. Se expone inseguro frente a la toma de decisiones y frente a los planteos que lo conminan a enfrentarse con sus deseos. Suele permanecer en la periferia de los grupos y no logra buenas amistades. En general se acerca a otros que muestran características de indefensión similares a las que experimenta él habitualmente. Su actitud es temerosa y prefiere el aislamiento. Suele tener conductas reactivas de defensa anticipadas, porque siempre tiene una suposición de ataque permanente. Su actitud de ansiedad, depresión e introversión suele ser blanco de la acción de los acosadores. En algunas oportunidades el sujeto en posición de víctima también puede ser un agresor y su justificación frente al maltrato es que a su vez lo han maltratado. Suelen ser personajes pueriles, irritables y tiranos. Los adultos que rodean a este tipo de sujetos suelen ser inseguros, no ponen límites, no sostienen la normativa parental y suelen ser sujetos muy arbitrarios que pasan del maltrato a la compasión.
3) El colaborador o encubridor, es el ejecutor de las acciones de maltrato perpetradas por el matón. Es quien habitualmente no tiene el coraje ni la autoestima suficiente para enfrentar directamente situaciones adversas. Se identifica con el agresor o con un rasgo que muestra el matón y que él desea para sí. Suelen motivarlo sentimientos de impotencia y venganza por defectos propios o por intensos procesos de inhibición que dominan su vida y que aparecen atenuados en el marco de una dinámica social de bullying. Esta participación implica un protagonismo que no tendrían en otros contextos de su vida; y esto en definitiva es una identidad. Siempre es mejor ser algo, aunque sea una “mala persona”, que no ser nada.
4) El testigo no participante, es una persona con poca iniciativa, temeroso de denunciar las injusticias que otros cometen por temor a ingresar en el listado de las potenciales víctimas; incluso de dar una opinión aunque su integridad no esté en juego. Generalmente no se involucra activamente en este tipo de situaciones de maltrato o agresiones entre pares. Sin embargo y paradójicamente no advierte que están absolutamente incluidos como observadores no participantes.