Antonio Mamerto Gil Nuñez, más conocido como “El Gauchito Gil” o como
“Curuzú Gil” (del guaraní curuzú=cruz)
Desde hace más de cien años tiene vigencia en su provincia, pero en los
últimos años ha trascendido primero al litoral en especial Misiones y Formosa y
luego al resto del país. Comprobamos la existencia de lugares de culto desde
Salta a Ushuaia.
La Historia
Existen diferentes versiones acerca de la época y el motivo de su
muerte. Se sabe que fue durante el siglo XIX, algunos sitúan estos hechos en
1890, para otros ocurrieron entre 1840 y 1848. Todos coinciden que su muerte
aconteció el 8 de enero, que ocurrió en medio de las constantes luchas
fratricidas entre los Liberales (o Celestes) y los Autonomistas (o Colorados),
que el Gauchito era inocente y que fue muerto injustamente.
Era oriundo de la zona de Pay-Ubre, hoy Mercedes, Corrientes. Había sido
tomado prisionero por el Coronel Zalazar acusado injustamente de desertor y
cobarde. Fue trasladado a Mercedes y de allí sería enviado a Goya donde se
encontraban los tribunales. Era sabido que los prisioneros que tenían ese
destino jamás llegaban a Goya, siempre “habían intentado escapar en el camino, se producía un tiroteo y el preso
irremediablemente moría“. El pueblo se entera de la
prisión de Gil y se moviliza buscando apoyo en el Coronel Velázquez, quien
junta una serie de firmas y se presenta ante Zalazar para interceder. Este hace
una nota dejando al Gauchito en libertad que fue remitida a Mercedes pero ya
había sido llevado hacia los tribunales.
La tropa integrada por el prisionero, un sargento y tres soldados se
detiene en un cruce de caminos. El Gauchito sabía que lo iban a ajusticiar y le
dice al sargento: “no me matés
porque la orden de perdón viene en camino” a lo que
el soldado replica “De esta no
te salvás“. Antonio Gil le responde que sabía que finalmente
lo iban a degollar pero que cuando el regresara a Mercedes le iban a informar
que su hijo se estaba muriendo y como él iba a derramar sangre inocente que lo
invocara para que él intercediera ante Dios por la vida de su hijo. Era sabido
que la sangre de inocentes servía para hacer milagros. El sargento se burló y
lo ejecutó.
Con respecto a la forma de morir existen varias versiones:
1) Lo ataron a un poste o un árbol y le dispararon con armas de fuego
pero ninguna de esas balas entró en el cuerpo ya que la creencia popular dice
que quien lleva el amuleto de San la Muerte no le entran las balas y se supone
que el Gauchito era devoto del “Santito”. Entonces el sargento ordenó que le
colgaran de los pies y allí lo degolló.
2) Murió luego de varios intentos de disparos con armas, porque una bala
finalmente entró en el corazón.
3)
Fue colgado de un algarrobo, cabeza abajo y luego degollado, porque tenía el
poder de hipnotizar a las personas “con sólo mirarlas a los ojos”.
La
partida volvió a Mercedes y allí el sargento se entera del perdón y, recordando
las últimas palabras del Gauchito, se dirigió a su casa donde entera que su
pequeño hijo está muy grave, con fiebre altísima y el médico lo había
desahuciado. Entonces se arrodilla y le pide al Gauchito que interceda ante
Dios para salvar la vida de su hijo. Al llegar la madrugada el milagro se había
hecho y el niño se había salvado. Entonces el sargento construyó con sus
propias manos una cruz con ramas de ñandubay, la cargó sobre sus hombres y la
llevó al lugar donde había matado al gauchito. Colocó la cruz, pidió perdón y
agradeció.
La
cruz dio el nombre al cruce de caminos y, con el transcurso del tiempo, se
convirtió en un lugar de peregrinación.
Leyendas sobre el Gauchito Gil
Se cuentan dos historias acerca del paraje donde se levantó el santuario y del deseo del Gauchito de seguir permaneciendo en ese lugar:
1) Con los años era tanta la cantidad de promesantes que iban a visitar al santo y le encendían velas, que el dueño de la estancia sintió temor que le incendiaran el campo y hace llevar el cuerpo al cementerio local. Dicen que este estanciero era un hombre rico, con una familia sana y bien constituida. Pero desde el momento que decide sacar de allí el oratorio comenzó a tener problemas económicos, muere uno de sus hijos de una extraña enfermedad, la hacienda se enferma y los campos se iban secando. Él mismo cae en cama y los médicos no aciertan con el diagnóstico. Un día una mujer que habían llamado para que lo curara le dice que iba a mejorar cuando volviera a traer el oratorio del Gauchito a su lugar. El estanciero construyó un mausoleo junto con una cruz tallada en fina madera en el sitio donde murió y cedió además un amplio espacio. A partir de ese momento todo mejoró para el dueño del campo. El Gauchito siguió enterrado en el cementerio local pero el lugar de su muerte se convirtió en centro de culto.
2) Algunos hechos sorprendentes comenzaron a suceder cuando se asfaltaba la ruta y los ingenieros decidieron que lo más práctico era trazar una línea recta para acortar distancias a pesar que ésta pasaría por encima del oratorio del Gauchito, y por lo tanto, era necesario moverlo.
Los operarios dijeron que “no era bueno pasar por arriba de tierra sagrada para los correntinos” pero los empresarios ignoraron esa advertencia. Muchos peones se negaron a cumplir la orden y renunciaron. Cuando estaban cerca de la zona en cuestión las máquinas se negaban a avanzar, ni los operarios, ni los mecánicos ni los jefes lograban ponerla en funcionamiento si la dirección era hacia el santuario. Los operarios comenzaron a desertar porque pensaban que todo era obra del Gauchito que se negaba a que lo sacaran de ese lugar. Ante tantas dificultades deciden respetar el recodo y que el camino haga una curva. Se respeta así el Oratorio y los ingenieros piden perdón y protección para la obra.
El culto
El Santuario principal se encuentra en el cruce de las rutas Nº 123 y 119, a 8 km de la ciudad de Mercedes (antigua Pay-Ubre). Desde lejos se observa el centenar de tacuaras con banderas rojas, el mausoleo con las placas de agradecimiento y una enorme cantidad de ofrendas similares a lo que ocurre en el santuario de Vallecito de la Difunta Correa: muletas, vestidos de novia, juguetes, casas hechas en miniatura, autitos. Estampitas del santo con los pedidos escritos detrás o con expresiones de agradecimiento.
Santuario al Gauchito Gil al costado de la ruta. Las tacuaras con banderas coloradas son indicadores de los lugares de culto ubicados a la vera de rutas y caminos.
El color rojo es el distintivo del Gauchito Gil que se manifiesta en velas y fundamentalmente en cintas con el pedido o agradecimiento escrito. Es costumbre dejar una cinta atada a las miles de cintas que hay, y se retirar otra ya “bendecida” por el santo que se coloca en la muñeca, en el espejo del auto o en algún lugar privilegiado de la casa para que proteja o ayude.
Varios días antes del 8 de enero, fecha del aniversario de su muerte, comienza a congregarse la gente y pasar la noche en carpas. Se improvisan negocios, bailantas la compás del chamamé, kioscos que venden bebidas y recuerdos. Los jinetes se acercan llevando banderas y estandartes en tacuaras para dejar en el lugar, que también se cubre de flores rojas. El cura de Mercedes oficia una Misa por el alma del Gauchito. En el terreno donado por el estanciero se construyó un tinglado donde se acumulan las ofrendas, sitios para encender velas y edificios con baños, duchas, bares y otras comodidades para aquellos que se acercan a orar.
Los otros santuarios del Gauchito Gil se levantan principalmente en el litoral aunque su culto se va extendiendo paulatinamente al resto del país como lo certifican los oratorios que existe en los Valles Calchaquíes, Salta y en Ushuaia, Tierra del Fuego. Sus estampas se reparten en los subtes porteños y se venden en las santerías de Buenos Aires y en los negocios de Luján junto a la Virgen. También se agrega su imagen como ofrenda en los santuarios de otros santos populares como la Difunta Correa. Las cintas rojas con su nombre y el pedido de protección para quien la posea, cuelgan de los espejos de cientos automóviles y son atadas en lugares visibles de los comercios.
Los lugares elegidos son los cruces de caminos, donde se atan en la rama de un árbol o en una tacuara clavada en tierra las cintas rojas. Son lugares de parada obligada de todo viajante. Los ómnibus y los caminantes se detienen un momento a saludar al Gauchito. En la provincia de Formosa, donde existen oratorios muy próximos, los automovilistas tocan su bocina al pasar. Si esto no se hiciese no contaría con la protección del santo en el resto del viaje y podría ocurrirle una desgracia.
Santuario al gauchito Gil en el interior de una vivienda de Curuz’u Cuatia (Corrientes, Argentina)
El límite de lo que se le pide al Gauchito lo pone la persona que solicita: salud, dinero, trabajo, amor, en casos que se necesite valor para enfrentar una situación y fundamentalmente protección a los viajeros.
Homenajes
Existen poemas en su honor como el que escribió Florencio Godoy Cruz y un chamamé con música del compositor Roberto Galarza titulado “Injusta Condena”.
La fe se viste de rojo
el ocho de enero:
pañuelo, bandera, vinchas,
en todo el pueblo;
ofrendas para el Gauchito
de los milagros.
Toda la gente
le está rezando
y un acordeón
le está tocando
este cumbión.
Para el niño enfermo,
el desamparado;
para que el abuelo,
que queda olvidado;
por el que trabaja,
el desocupado;
por el que padece,
por el inundado.
Gauchito Gil,
escuchamé;
lo que te pido
concedemé.
Gauchito Gil,
te juro que
para agradecerte
yo volveré.
¡Para vos, Gauchito Gil!
¡Te pido salud, paz y trabajo ¡para toda mi gente!
Para el niño enfermo,
el desamparado;
para que el abuelo,
que queda olvidado;
por el que trabaja,
el desocupado;
por el que padece,
por el inundado.
Gauchito Gil,
escuchamé;
lo que te pido
concedemé.
Gauchito Gil,
te juro que
para agradecerte
yo volveré.
Florencio Godoy Cruz, un poeta, escribió
“A la muerte de Antonio Gil”
No asomarán a sus ojos el fuego de los luceros
ni el payé de su mirada su enemigo detuvieron.
Le dio su propio cuchillo al fin su fiel compañero
Y hubo un silencio profundo en el monte espinillero.
Yo te perdono, chamigo, y en señal de compañero
cuando llegues a tu casa el hijo no estará muerto.
Callaron pájaro y viento en el monte espinillero.
Colgado está de los pies degollado el pai ubrero.
Y está la cruz que trajera quien dio el tajo al prisionero
cuando halló al hijo ya muerto, resucitado en Enero.