Alta en el cielo...


Si bien el 2010 fue el año del bicentenario del nacimiento de la patria, tras los días de la Revolución de Mayo y el comienzo de la identidad para nuestra Nación, este germen del ser nacional se inició con varias decenas de ciudadanos porteños de la jurisdicción del cabildo de Buenos Aires. Ellos fueron quienes originaron el primer gobierno patrio, la “Primera Junta”, y quienes a posteriori, convocarían a la conformación de la “Junta Grande”, para garantizar la representación (del interior) y afianzar la identidad de la Provincias Unidas del Río de la Plata. En los sucesivos años, se produjeron las importantes batallas entre Españoles Peninsulares (Representantes de la Corona Hispana) y Españoles Americanos. (Representantes de las Provincias Unidas del Río de la Plata) y la derivación del surgimiento de nuevos Gobiernos Patrios como el Primer y Segundo Triunvirato, o la Asamblea del año XIII y el Congreso de Tucumán, de 1816.
 
La bandera celeste y blanca señala la pertenencia al suelo argentino; y todos nosotros, desde el ingreso a la escuela, asociamos este conjunto de colores determinada una bandera en particular que nos convoca e identifica con la idea de nación; a modo de ejemplo: En la Argentina existen cerca de cincuenta mil escuelas, y en todas ellas, los alumnos izan y arrían todos los días la misma bandera.

Esa misma bandera blanca y celeste, fue  enarbolada por Belgrano el 27 de febrero de 1812 en las barrancas del río Paraná, en Rosario; y a partir de ese momento, el único distintivo que llevaban los soldados patriotas para diferenciarse del ejército realista era una escarapela con los colores celeste y blanco.

Según algunos relatos históricos, señalan que el Gral. Manuel Belgrano; en plena  misión de preparar a la tropa para defender los pasos del río Paraná de cualquier ataque realista; ordeno la confección de la insignia patria; con objetivo de entusiasmar a los soldados era contar con una bandera propia, y realizar el juramento, para honrarla y defenderla, como a la Patria misma.

Cuando la nueva bandera flameó frente al Paraná, Belgrano dijo a los soldados: "Esta será la divisa con que marcharán al combate los defensores de la patria".  En esa misma fecha notificó a las máximas autoridades de la Provincias unidas, con asiento en Buenos Aires,   en una carta expresa: "[...] siendo preciso enarbolar bandera, y no teniendo la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela, espero que sea de la aprobación de V. E.".

La bandera Nacional, fue aprobada por el Congreso de Tucumán en 1816. Como insignia que reemplazaría a la bandera española; y mediante un decreto fechado el 25 de julio de 1816: "Las Provincias Unidas, después de la declaración solemne de su independencia, tomarán como peculiar distintivo la bandera celeste y blanca".


Han transcurrido, 200 años, historia de aquel lejano 27 de febrero, de una acción política, tan emblemática, que no puede pasar desapercibida, y que derivo, en la reacción Independentista de Patriotas, hombres y mujeres, algunos reconocidos como José de San Martín y Manuel Belgrano. Otros algo olvidado como Martín Miguel de Güemes y varios que perduran en total anonimato.

La “Bandera Nacional” es el símbolo, autentico nos une en acto patrio, nos agrupa ante un evento deportivo, nos representa como emblema de Nación.

Gracias,  Gral. Manuel Belgrano, su objetivo se ha cumplido, todos los ciudadanos honraremos su creación, en cada centímetro de la Nación, y consolidaremos esa Patria por la que usted lucho, en cada minuto de su vida.  

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