¿Las elites van a la escuela?

Estamos acostumbrados a asociar deserción escolar con pobreza y poblaciones vulnerables
Por Luciana Vázquez  

   
La cuestión es: en la Argentina, ¿sólo los pobres económicamente hablando son pobres educativamente hablando mientras que los más ricos en capital socio económico, con más fácil acceso a la cultura, brillan con sus indicadores educativos y, por ejemplo, terminan el secundario, todos ellos, entusiastas, en tiempo y forma para correr hacia la universidad o el mundo del trabajo? La respuesta es, taxativamente, no.
Estamos acostumbrados a asociar deserción escolar con pobreza y poblaciones vulnerables. La evidencia inicial induce esa asociación: entre los jóvenes de 20 años de niveles socio económico más bajo, que en teoría ya deberían haber terminado el secundario, sólo el 48,4 por ciento lo terminó efectivamente. Es decir: más de la mitad de los chicos vulnerables argentinos de 20 años no tiene título secundario.
Pero hay que decirlo: los pobres no son los únicos con bajos porcentajes de terminación del secundario. Los sectores de nivel socioeconómico más alto en términos de ingresos también abandonan la secundaria o, por lo menos, alcanzan el título bien pasado los 20 años.

El tema es entender cuánta fe depositan en la educación los sectores socioeconómicamente más altos en la Argentina, y especialmente las elites. Y no me refiero a los apoyos generales al sistema educativo, enunciados de buena voluntad, por parte de las clases dirigentes políticas, empresariales, civiles, intelectuales, con mayor visibilidad pública. Tampoco a la preocupación retórica que gana a las capas medias y altas ante el estado de la educación argentina.
La cuestión es otra: ¿cuánto pesa realmente la educación formal entre aquellos sectores de ingresos altos y muy altos, los más altos, cuando se juega algo verdaderamente personal, a la hora de construir sus propios destinos y los destinos de sus hijos por ejemplo? En principio, no lo suficiente.
El dato es éste y es preocupante: el 25 por ciento de los jóvenes de 20 años de los sectores socioeconómicos mejor posicionados en la Argentina -el 33 por ciento de mayores ingresos, que en 2012 concentraba el 58 por ciento de la masa de ingresos- no tiene título secundario. En ese grupo, a 2010, el porcentaje que efectivamente terminó el secundario era del 75,5 por ciento.


La evidencia surge del trabajo "La educación en América Latina: logros y desafíos pendientes", de la investigadora Margarita Poggi, Directora del IIPE Unesco, patrocinado por Fundación Santillanay presentado en el X Foro Latinoamericano de Educación, organizado por la Fundación este año. Las cifras corresponden a 2010.
Se trata de ver la cantidad de jóvenes de 20 años que alcanzó el título secundario, una vez cumplido el tiempo correspondiente y transcurridos dos años.
Para entender bien la seriedad del problema: el porcentaje de jóvenes de 20 años con mejores ingresos que terminó la secundaria es el más bajo entre los jóvenes de 20 años del mismo tercil en 9 países latinoamericanos. Las comparaciones siempre son útiles: establecen el límite de lo posible y nos confrontan con nuestras propias imposibilidades, que no son universales ni inexorables sino bien locales y eventualmente evitables.
Sabemos, contra Chile siempre perdemos: los sectores chilenos más acomodados están mucho mejor educados que los mismos sectores en la Argentina. Los veinteañeros del 30 por ciento con mejores ingresos en Chile que tienen título secundario se acercan al 100 por ciento, con el 91,6 de jóvenes con secundaria terminada.
Y vale la pena subrayarlo: las capas altas chilenas del tercer tercil no "se enriquecen" educativamente a expensas de las clases vulnerables. Entre los sectores bajos en Chile, a los 20 años, el 72,1 por ciento terminó el secundario contra el 48 por ciento de la Argentina. Nada menos.

Contra Brasil, tampoco hay suerte. Los sectores de mejores ingresos brasileros muestran, en 2010, un 80,7 por ciento de jóvenes de 20 años con secundaria terminada. Pero hay otros países más impensados para la lógica del orgullo educativo argentino cuyos terciles de mayores ingresos están más escolarizados que los argentinos.
Entre los jóvenes de 20 años de mejor nivel socioeconómico, en Perú, el porcentaje con título secundario es del 93,6 por ciento; en Paraguay, del 87,5 por ciento, y en Ecuador, del 86,9 por ciento. En Colombia, los jóvenes de 20 años de ese sector que terminaron el secundario alcanzan un porcentaje del 83,4 por ciento; en Panamá, del 83,3; en El Salvador, del 76,3, y en Bolivia, del 76,1 por ciento.
El panorama es todavía más preocupante. De la comparación de 2000 con 2010 que propone el informe de Fundación Santillana, surge que el porcentaje de jóvenes de 20 años de los sectores altos de la Argentina quedó completamente estancado, sin mejora alguna. Para ser clara: una década después, un cuarto de los sectores de mejor pasar socioeconómico a los 20 años sigue sin poder alcanzar el título secundario.
Los sectores altos de los vecinos latinoamericanos mencionados, por el contrario, no pararon de mejorar sus indicadores. En Chile, por ejemplo, en 2000, la cantidad de jóvenes de 20 años del sector de mejores ingresos con título secundario alcanzaba el 78,1 por ciento, que en 10 años creció 13,5 puntos porcentuales. Los veinteañeros brasileros de mejor situación socioeconómica llegaban al 67,5 por ciento en 2000 y una década después mostraron un aumento de 13,2 puntos. Y el porcentaje de los jóvenes de 20 años de la población de mejores ingresos en Ecuador creció en 37,6 puntos llegado 2010. Así resulta del informe de Santillana.


Hay más evidencia que refuerza esa misma lectura. Si el microscopio sobre los sectores de mayores ingresos de la Argentina se acerca todavía más y se concentra no ya en el 33 por ciento de mejores ingresos sino en el 20 por ciento más rico, el resultado sigue siendo igualmente desalentador.
Se trata ahora de ver el compromiso de la elite socioeconómica de la Argentina, el quinto quintil, el 20 por ciento de mayores ingresos que en 2012 concentraba más del 45 por ciento de la masa de ingresos. Al año 2011, la tasa de graduación de secundaria del los jóvenes de entre 20 y 24 años del quintil de mayores ingresos de la Argentina era del el 80,6 por ciento. Otra vez, el dato encuentra su peso real en la comparación con el quinto quintil más rico de Chile, donde el la tasa de graduación es del 94 por ciento en jóvenes de hasta 24 años, o de Brasil, con una tasa del 85 por ciento.

Así queda claro en un trabajo de Marcelo Cabrol, Gádor Manzano y Lauren Conn para Proyecto Graduate XXI y auspiciado por el BID.
Es importante la aclaración: no se trata solamente de una cuestión de "cantidad" de educación secundaria. Los sectores mejor posicionados en la Argentina también corren con desventaja en cuanto a la calidad de sus aprendizajes. Por eso no vale el argumento que pretende minimizar la cantidad de egresados del secundario de las clases acomodadas de los otros países a partir de una supuesta falta de calidad y facilismo de todo esos sistemas educativos. La evidencia desmiente esa presunción. Y no deja bien parada a la Argentina.
Lo sabemos: el sector socioeconómico más alto de la Argentina, según las pruebas PISA que se toman a chicos de 15 años, tiene un desempeño en matemática peor que el de la elite chilena, la brasilera, la mexicana, la uruguaya y la costarricense. Eltrabajo del investigador Alejandro Ganimian para el Proyecto Educar 2050 lo expuso con precisión.
Lo que está claro es que casi un 20 por ciento de los chicos de entre 20 y 24 años más ricos de la Argentina, que en la práctica no enfrentan las inclemencias del destino que afrontan los sectores vulnerables a la hora de concretar sus destinos educativos, no tiene título secundario mientras que en Chile, los jóvenes veinteañeros más ricos que no terminaron el secundario representaron en 2009 apenas el 6 por ciento de ese sector.

No hay respuestas fáciles ni obvias a la hora de analizar el bajo porcentaje de jóvenes de 20 años de los sectores altos argentinos, y especialmente de las elites, que no tiene el título secundario.
Tampoco se trata de demonizar a los adolescentes de las elites socioeconómicas. En tal caso siguen siendo adolescentes desconcertados en un universo de mejor, o plena, disponibilidad de recursos -económicos, culturales, de entretenimiento, de contactos, de tiempo, de oportunidades, de posibilidades futuras-, que contrasta con las demandas escolares de esfuerzo, foco y concentración en saberes, y actitudes, ajenos a su rutina diaria. Abundancia y libertad versus disciplina, austeridad y aislamiento escolar.
Pero lo que es más evidente es que los desafíos que deben sortear los sectores bajos y las elites socioeconómicas, las del quinto quintil, son bien diferentes a la hora de terminar o no el secundario. Y sus niveles de responsabilidad, también.
Las políticas públicas se orientan a socorrer educativamente a los sectores bajos: los sectores vulnerables se topan con desafíos que escapan a su voluntad o a la de la escuela, y allí interviene el Estado. Tiene sentido. En el caso de los sectores medios y altos, y de las elites, el panorama es otro: no les queda otra opción que asumir la mejora educativa bajo su propia responsabilidad.
Porque algo, o mucho, de responsabilidad parece caberle a esos sectores en su propio destino educativo. Las escuelas privadas argentinas, a la que asiste en masa la elite local, son de las pocas de América latina que logran aportar diferencias marginales a sus alumnos una vez controlado el efecto socioeconómico de origen. Es decir, a los chicos de escuela privada les va mejor y no sólo por el capital social, económico y cultural que arrastran desde sus hogares. También porque sus escuelas, parece, están haciendo algo bien. Lo plantea el informe de Proyecto Educar 2050.
Si el contexto socioeconómico familiar es de algo más de tranquilidad económica o, en un extremo de esas capas altas, de abundancia y la escuela está aportando lo suyo, ¿por qué los sectores mejor instalados en lo social y económico no están rindiendo al mismo nivel que sus pares de Chile o Brasil?
Se me ocurre una respuesta posible. Las percepciones y creencias con las que los adolescentes de las elites socioeconómicas de la Argentina llegan a la escuela condiciona en buena medida su compromiso con la escuela.

Es una cuestión de herencia, pero no económica, sino de herencia valorativa traída desde el hogar. Es el modo de ver el mundo construido en familia y en el contacto con otras familias de su sector social el que permite darle sentido, cada día, a la asistencia a la escuela, al esfuerzo y la continuidad en el esfuerzo educativo, hasta alcanzar el título secundario. Y eventualmente usarlo como llave para seguir la vida universitaria. Pero es precisamente esa concepción la que trastabilla en ciertos sectores de las elites argentinas.
Es el "efecto cuna" -tal como se llama al modo en que las privaciones socioeconómicas del hogar condicionan el desempeño educativo futuro- pero en otro sentido. No a partir de la carencia de recursos materiales sino de la falta de una escala valorativa que ponga a la educación en el centro.
¿Qué sistema de creencias, y entonces de motivación, llevan consigo a la escuela los sectores socioeconómicos que están en la cúspide de la pirámide social que los condiciona en su camino hacia el título secundario? Es una pregunta que queda picando en la mesa familiar de las elites argentinas.


Dia de la Pachamama!

La Pachamama es la diosa suprema honrada por los pueblos aborígenes que habitan el Noroeste Argentino, Bolivia y Perú. Se celebra el 1° de agosto aunque sus fiestas se extienden durante todo el mes, que está consagrado enteramente a Ella.

El 1° de agosto es cuando se alimenta a la Pachamama.











Ella es considerada la madre (Mama) que engendra la vida, la nutre y la protege. Su nombre es popularmente traducido como "Madre Tierra", aunque el significado arcaico de "Pacha" no estaba solamente referido a la tierra, sino al universo y al tiempo.
La Pachamama, o Madre Tierra, es la diosa femenina de la tierra y la fertilidad, una divinidad agrícola benigna concebida como la madre que nutre, protege y sustenta a los seres humanos. En la tradición incaica, es la deidad de la agricultura comunal, fundamento de toda civilización y el Estado Andino. Es la más popular de las creencias mitológicas del ámbito incaico que aún sobrevive con fuerza en las provincias del noroeste argentino.
 
El 1° de agosto es cuando se alimenta a la Pachamama, para lo cual se entierra una olla de barro con comida cocida, junto a hojas de coca, alcohol, vino, cigarros y chicha, entre otras cosas.
 
El rito supone que ese día debemos entregarle a la Madre Tierra todo lo que no quisiéramos que a nuestra familia le faltara durante el año y agradecerle por los favores recibidos durante el año pasado. Familias y vecinos se reúnen para abrir un pozo en la tierra, el cual será adornado con serpentina y papel picado. A continuación, se alimenta a la Tierra con maíz, quinoa, chalona, cordero, cabrito, distintas papas, habas, mazorcas, vino, cerveza, gaseosas, coca y otras comidas típicas. Luego se cierra el pozo con las manos y se le da de fumar.
 
Varias localidades del noroeste son sede de esta celebración. Entre ellas se destaca San Antonio de los Cobres, en Salta, donde desde 1995 se organiza la Fiesta Nacional de la Pachamama de los Pueblos Originarios.  Aquí la festividad incluye, además de la ceremonia central del entierro de ofrendas a las 15 hs., ferias artesanales, comidas de diferentes comunidades collas, festival de música y danza. Durante todo agosto, San Antonio de los Cobres cuenta con un circuito turístico para conocer el poblado, visitar el increíble Museo de Arqueología de Alta Montaña y asistir a otros rituales de la Pachamama.
 
Jujuy es un importante centro de adoración a la Pachamama. En toda la provincia se le rinde culto mediante la realización de una ceremonia milenaria, en la que se dan ofrendas a la tierra, de comidas, bebidas y hojas de coca. La celebración adquiere mayor relevancia en Purmamarca, Tumbaya, Valle Grande y en toda la Puna jujeña.
  

PLEGARIA A LA PACHAMAMA


pachamama

Querida pachamama, tú que reinas en el universo con la inteligencia del sano equilibrio, escucha a tus hijos, intercede por nosotros con los grandes vientos, habla con el agua, con el fuego y con la tierra.
Hoy te pedimos dibujar la fe en nuestros rostros, dános la gracia de tu aliento eterno, cobíjanos con tu brillante Sol, guíanos en la noche de nuestras vidas con la luz de las estrellas y la sabia luna, acompáñanos en nuestro viaje visionario por medio del sueño sagrado y los tambores de luz.
Hoy te pedimos regresar las fuerzas de tempestad a su sitio, te pedimos calmar las aguas turbias, aquietar el fuego interno. Que tu sabia inteligencia se lleve muy dentro nosotros aquello que pulula y exacerba en exceso creando caos.
Hoy te pedimos que nos acompañes en la curación de nuestro cuerpo y espíritu. Tú que eres sabia haz de nosotros tus hijos instrumento de salvación, hoy te pedimos que tu manto de luz nos purifique y sane las heridas y errores de nuestro pasado, te pedimos que nos ayudes a limpiar nuestro sendero de luz.
Querida pachamama te glorificamos por tus flores, tus fragancias, la abundancia de tus alimentos y las aguas que hemos de beber. En agradecimiento te brindo mis sensibles prédicas, te rindo culto, te hablo en meditación y silencio, siempre muy presente estás en mis plegarias.
Querida pachamama, me comprometo a limpiar mis pasos errados, mis equivocados pensamientos y desleales actitudes, me comprometo en beber del río sano, en curar mis hermanos los animales y proteger los bosques, hoy me comprometo a dar alimento al pobre y quién estira la mano.
En ti nuestra vida nace, crece y reposa, en ti nuestra vida se enciende y se apaga. Somos tu luz, somos tu cuerpo, tu espíritu. Con solemnidad llegaré a ti convertido en polvo cuando mejor lo decidas. Munay pachamama, munay, ¡MUNAY!.
A. Quispe.

¿Cuántas leyendas griegas son ciertas?


La cultura y las legendas de la antigua Grecia han dejado un extenso y destacado legado en el lenguaje moderno de la educación, la política, la filosofía, el arte y la ciencia

Foto: BBC
La cultura y las legendas de la antigua Grecia han dejado un extenso y destacado legado en el lenguaje moderno de la educación, la política, la filosofía, el arte y la ciencia.
Referencias clásicas continúan apareciendo aunque hagan referencias a sucesos que ocurrieron -o no- hace miles de años.
¿Pero cuál es el origen de algunas de estas ideas?

1. ¿EXISTIÓ UN CABALLO DE TROYA?

La historia del Caballo de Troya es mencionada por primera vez en la Odisea de Homero, una canción épica compuesta a mediados del siglo VIII antes de Cristo, que describe lo ocurrido después de la guerra de Troya, que supuestamente tuvo lugar 500 años antes.
El caballo de Troya. Foto: BBC
Luego de sitiar Troya (la actual Hisarlik en Turquía) durante 10 años sin derrotarla, el ejército griego que acampaba fuera de la ciudad simula abandonar el lugar para regresar a casa, pero antes de irse dejan un inmenso caballo de madera como ofrenda para la diosa Atenea.
Los troyanos, triunfantes, llevan el caballo al interior de la ciudad y cuando la noche cae, guerreros griegos escondidos en su interior salen de la estructura y destruyen Troya.
Evidencia arqueológica indica que Troya fue, sin dudarlo, incendiada; pero el caballo de madera es una fábula muy creativa, quizás inspirada en que las máquinas para sitiar ciudades en la antigüedad eran cubiertas con cuero de caballo mojado para evitar que se prendieran en llamas cuando les cayeran flechas con fuego.

2. HOMERO ES UNO DE LOS GRANDES POETAS DE LAS LEYENDAS GRIEGAS PERO, ¿REALMENTE EXISTIÓ?

No solo es el Caballo de Troya una colorida historia de ficción; la existencia de Homero en sí ha sido puesta en duda.
Generalmente se asume que los grandes relatos épicos que se le atribuyen, la Ilíada y la Odisea, fueron compuestos oralmente, sin la ayuda de la escritura, en algún momento del siglo VIII antes de Cristo, producto de una tradición de juglares que se practicaba desde hacía siglos.
Mientras los antiguos no tenían duda de que Homero había sido un bardo real que compuso esos poemas monumentales, nada se sabe con certeza acerca de él.
Todo lo que sabemos es que, aunque los poemas pudieron haber sido compuestos sin recurrir a la escritura y transmitidos oralmente, en algún momento fueron llevados al papel, porque es así como sobrevivieron.

3. ¿HUBO UN SOLO INVENTOR DEL ALFABETO?

La época a la que se le atribuye la redacción de los poemas épicos de Homero está conectada con las primeras evidencias de la existencia de un alfabeto griego.
Los griegos eran conscientes de que su alfabeto (luego adoptado por los romanos y convertido en el alfabeto occidental) se había originado del alfabeto fenicio, una nación cercana a ellos, en el oriente del Mar Mediterráneo, cuya secuencia comenzaba con las letras "aleph" y "bet".
El hecho de que la adaptación de la creación fenicia fue uniforme en el territorio griego sugiere que hubo una sola persona a cargo del proceso, en lugar de muchos.
La tradición griega llama a esta persona Palamedes, que puede significar también "hombre inteligente de edad avanzada".
También se atribuye a Palamedes el haber inventado la moneda, los juegos de mesa y las cuentas.
Las letras del alfabeto griego se diferenciaron visualmente de sus antecesores fenicios, y se atribuye la forma de las letras griegas al matemático Pitágoras, que vivió en el siglo VI antes de Cristo.

4. ¿INVENTÓ PITÁGORAS EL TEOREMA DE PITÁGORAS O COPIÓ EL TRABAJO DE OTRO?

Existen dudas de si Pitágoras (570-495 AC) fue un matemático en el sentido moderno.
Los alumnos de escuela todavía aprenden "su" teorema sobre el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos, pero los babilonios conocían esta ecuación siglos antes de los griegos, y no existe evidencia de que Pitágoras lo haya descubierto o probado.
De hecho, aunque ciertas investigaciones genuinamente matemáticas fueron desarrolladas por seguidores de Pitágoras, la evidencia sugiere que él fue un místico que creía que los números eran la base de todo.
Él entendió, por ejemplo, que un intervalo musical perfecto podría ser expresado con simples indicadores.

5. ¿QUÉ HIZO QUE LOS GRIEGOS INVENTARAN EL DINERO? ¿SU COMERCIO O SU "PSIQUIS"?

Podría ser obvio para nosotros que hayan sido imperativos económicos los que llevaron a la invención del dinero.
Pero los seres humanos comerciaron por cientos de años sin una moneda, y tampoco está probado que la primera economía monetarizada en el mundo haya surgido en la Antigua Grecia para facilitar esas transacciones.
El estudioso de la época clásica, Richard Seaford, ha argumentado que la invención del dinero emergió de las profundidades de la psiquis griega.
Está vinculado a las nociones de intercambio recíproco y el sentido de la obligación que caracterizó a sus sociedades, y refleja además las distinciones filosóficas entre el valor real y el valor intrínseco.
Es, por último, un instrumento político, ya que el Estado debe actuar como garantía del valor monetario.
Los instrumentos y las instituciones financieras -monedas, contratos, bancos, créditos y deudas- habían sido desarrollados en muchas ciudades griegas para el siglo V antes de Cristo, siendo Atenas la principal en esta área.
Pero un estado griego mantuvo un fuerte rechazo a la idea del dinero y se resistió a su utilización: Esparta.

6. ¿CUÁN ESPARTANOS ERAN LOS ESPARTANOS?

El legendario abogado espartano Licurgo decretó que los espartanos sólo podían usar hierro como moneda de cambio, haciendo todo tan engorroso, que incluso una suma menor tenía que ser transportada por una yunta de bueyes.
Esta historia puede ser parte de la idealización de los antiguos espartanos como una sociedad guerrera dedicada solo a la educación militar.
Pero aunque la clásica Esparta no acuñaba sus propias monedas, sí utilizaba plata extranjera y algunos de sus líderes fueron notorios por cobrar sobornos.
Sin embargo, puede ser que hayan sido aprobadas leyes para evitar que los espartanos importaran lujos de otros lugares que amenazaran su conocida resistencia.
Cuando el general y playboy ateniense Alcibíades desertó a Esparta durante la guerra entre estas dos ciudades, a fines del siglo V antes de Cristo, adoptó una dieta magra, duras rutinas de entrenamiento, ropa ordinaria y expresiones lacónicas.
No obstante, eventualmente su carácter apasionado lo terminó llevando a la cama de la esposa del rey espartano, Timaea, dejándola embarazada.
Al final, Alcibíades regresó a su ciudad de origen, de la que había huído ocho años antes para evitar cargos de sacrilegio, entre ellos, haberse burlado de los misterios sagrados de Atenas.

7. ¿CUÁLES ERAN LOS SECRETOS DE LOS MISTERIOSOS CULTOS GRIEGOS?

Si se los cuento, tengo que matarlos.
Los secretos estaban fieramente guardados y severas penas se aplicaban a quien los divulgara o a aquel, como Alcibíades, que los profanara.
Los iniciados debían pasar por ritos de preparación que podían incluir trasvestismo, objetos secretos (quizás falos) y contraseñas.
El objetivo era brindar a los devotos un vistazo de lo que había "del otro lado", así podían regresar a sus vidas bendecidos con el conocimiento de que al morir podrían asegurar la supervivencia de su alma en el Mundo Subterráneo.
En excavaciones se han encontrado tumbas que contenían contraseñas e instrucciones escritas en delgadas láminas de oro como ayuda memoria para los devotos fallecidos.
El principal culto misterioso griego era el de Demeter, diosa de la agricultura, y Dionisio (también conocido como Baco), dios del vino, la alegría y el teatro.

8. ¿QUIÉN FUE EL PRIMERO QUE SE INSPIRÓ EN UNA CRISIS PARA HACER UN DRAMA? ¿CÓMO NACIÓ EL TEATRO?

En el siglo V antes de Cristo, el teatro estaba unido íntimamente al culto de Dionisio, en cuyo teatro -en la cuesta sur de la Acrópolis- se representaban dramas y comedias en un festival anual.
Pero el origen del teatro es un tema muy discutido.
Una tradición habla del actor Tespis parado en un carro e interpretando un drama por primera vez allá por el año 532 antes de Cristo; otra dice que el drama comenzó con coros rituales que gradualmente introdujeron partes para actores.
Aristóteles (384-322 AC) pensaba que los coros en las tragedias eran originalmente canciones rituales entonadas y danzadas en honor a Dionisio, y que las comedias habían nacido de actuaciones procaces que involucraban modelos de falos.
Como una divinidad asociada con cambios de roles y apariciones, Diniosio parece ser la elección ideal de un dios para haber dado origen al teatro.
Pero desde la primera tragedia, "Persas" de Esquilo en 472 antes de Cristo, pocas obras tienen alguna relación con este dios.
La comedia estuvo básicamente dedicada a burlarse de los contemporáneos, incluyendo Sócrates (la sátira más famosa contra este filósofo fue "Nubes" de Aristófanes).

9. ¿QUÉ HIZO QUE SÓCRATES PENSARA QUE PODRÍA SER UN FILÓSOFO?

Sócrates (469-399 AC) pudo haber tenido su cabeza en las nubes y fue retratado en la comedia de Aristófanes como alguien que podía elaborar ideas científicamente absurdas ("¿Cómo mido el salto de una pulga?") con otras socialmente subversivas ("Puedo enseñarle a cualquiera a ganar una discusión, incluso si está equivocado").
Esa imagen no coincide con las principales fuentes biográficas sobre Sócrates, sus pupilos Platón y Xenofón. Ambos lo tratan con gran respeto y lo consideran un guía moral, pero no cuentan mucho de cómo empezó el filósofo.
En realidad, la primera descripción que tenemos de Sócrates, en sus 30s, es de un hombre de acción.
Sirvió en una campaña militar en el norte de Grecia en el 432 A.C. y durante una brutal batalla le salvó la vida a su amado y joven amigo Alcibíades.
Después no volvió a dejar Atenas y pasó su tiempo tratando de que sus compatriotas examinaran su propia vida y sus pensamientos.
Podemos especular con que Sócrates coqueteó con las ciencias y la política en su juventud, hasta que una experiencia de vida o muerte en el campo de batalla lo transformó en un devoto buscador de la sabiduría y la verdad.
Como no escribió nada, las enseñanzas de Sócrates como filósofo nos vienen de los diálogos escritos por su pupilo Platón. Platón tuvo también su pupilo, Aristóteles, que fue tutor de Alejandro, príncipe de Macedonia.

10. ¿FUE ALEJANDRO REALMENTE MAGNO?

Alejandro (356-323 AC) se convirtió en uno de los más grandes generales que el mundo ha visto.
Según fuentes antiguas, sin embargo, su apariencia física no era muy atractiva. Bajo de estatura y fornido, era un gran bebedor de complexión ruda, voz rasposa y un temperamento impulsivo que en una ocasión lo llevó a matar a su compañero de batallas Clito en un ataque de ira.
A medida que pasaron los años, Alejandro se volvió más paranoico y megalómano.
Sin embargo, en 10 breves años, desde sus 20s, forjó un imperio que se extendió desde Egipto hasta India. Nunca derrotado en batalla, utilizó máquinas de guerra innovadoras y tan efectivas como el imaginario Caballo de Troya.
Su éxito militar fue casi milagroso y en los ojos del mundo antiguo, no ajeno a las guerras y las conquistas, se ganó el título de "Magno".

A propósito de Gaza, por Eric Hobsbawm

El historiador marxista Eric Hobsbawn publicó este artículo sobre el conflicto entre Israel y Gaza en el año 2009.
A 5 años de su publicación y a dos años de la muerte de su autor, las palabras del británico de origen judío siguen más vigentes que nunca ante la nueva ofensiva israelí, que ha dejado ya ás de 800 muertos y 5.000 heridos.
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“Durante tres semanas la barbarie ha sido mostrada ante un público universal, que ha observado, juzgado y, con pocas excepciones, rechazado el uso del terror militar por parte Israel contra un millón y medio de habitantes bloqueados desde 2006 en la Franja de Gaza. Nunca antes las justificaciones oficiales de la invasión han quedado tan claramente refutadas como ahora, con la combinación de cámaras y aritmética; ni el lenguaje de las “objetivos militares” con las imágenes ensangrentadas de niños y la quema de escuelas. Trece muertos de un lado, 1.360 de otro: no es difícil establecer dónde está la víctima. No hay mucho más que decir acerca de la terrible operación de Israel en Gaza.
Excepto para aquellos de nosotros que somos judíos. En una larga e insegura historia como pueblo en la diáspora, nuestra reacción natural a los actos públicos ha incluido inevitablemente la pregunta: “¿Es bueno o malo para los judíos?” En este caso, la respuesta es inequívoca: “Malo para los judíos”.
Es claramente malo para los cinco millones y medio de judíos que viven en Israel y los territorios ocupados desde 1967, cuya seguridad se ve amenazada por las acciones militares israelíes que sus gobiernos adopten en Gaza y en Líbano, acciones que demuestran su incapacidad para lograr sus objetivos declarados y que perpetuan e intensifican el aislamiento de Israel en un Oriente Medio hostil. Desde el genocidio o la expulsión masiva de palestinos de lo que queda de su tierra natal no ha habido otro programa práctico que la destrucción del Estado de Israel, y sólo una coexistencia negociada en igualdad de condiciones entre los dos grupos puede proporcionar un futuro estable. Cada nueva aventura militar, como las de Gaza y el Líbano, hará que esa solución más difícil y fortalecerá al ala derecha israelí y a los colonos de Cisjordania, que encabezan el rechazo a la solución negociada.
Al igual que la guerra del Líbano en 2006, Gaza ha oscurecido las perspectivas de futuro para Israel. También ha oscurecido las perspectivas de los nueve millones de judíos que viven en la diáspora. Permítanme que no me ande con rodeos: la crítica de Israel no implica antisemitismo, pero las acciones del gobierno de Israel causan vergüenza entre los judíos y, sobre todo, dan pie al acutal antisemitismo. Desde 1945, los judíos, dentro y fuera de Israel, se han beneficiado enormemente de la mala conciencia de un mundo occidental, que se había negado a la inmigración judía en la década de 1930, unos años antes de que se permitiera o no se opusiera al genocidio. ¿Cuánta de esa mala conciencia, que prácticamente eliminó el antisemitismo en Occidente durante sesenta años y produjo una época dorada para su diáspora, queda en la izquierda hoy?
La acción de Israel en Gaza no es la de un pueblo que es una víctima de la historia, ni siquiera es el “pequeño valiente” Israel de la mitología de 1948-67, con un David derrotando a todos los Goliaths de su entorno. Israel está perdiendo la buena voluntad tan rápidamente como los EE.UU. de George W. Bush, y por razones similares: la ceguera nacionalista y la megalomanía del poder militar. Lo que es bueno para Israel y lo que es bueno para los judíos como pueblo son cosas que están evidentemente vinculadas, pero mientras no haya una respuesta a la cuestión de Palestina no son y no pueden ser idénticas. Y es esencial para judíos que se diga.”
Eric Hobsbwan

Gaza: el genocidio y sus (sin)razones


(Por Atilio A. Boron)

En medio del espanto y del baño de sangre que inunda Gaza se oye una voz, metálica, glacial. Pronuncia un soliloquio similar al que en su obra Enrique VI William Shakespeare puso en boca de Ricardo, un ser deforme, monstruoso, pero aguijoneado por una ambición ilimitada y orgulloso de su villanía: “Soy el espíritu del estado de Israel. Sí, agredo, destruyo y asesino a mansalva: a niños, ancianos, mujeres, hombres. Porque en Gaza todos son terroristas, más allá de sus apariencias. Uno de los jerarcas de la dictadura genocida en la Argentina, el General Ibérico Saint Jean, dijo que ‘Primero vamos a matar a todos los subversivos, después a sus colaboradores; después a los indiferentes y por último a los tímidos’. Nosotros invertimos esa secuencia y comenzamos por la población civil, gente cuyo crimen es vivir en Gaza. En el proceso caerán centenares de inocentes, gente que simplemente trataba de sobrevivir en ese encierro nauseabundo; luego iremos por los tímidos, los indiferentes y después de este brutal y aleccionador escarmiento llegaremos a los colaboradores y los terroristas. Sé muy bien que el rudimentario y escaso armamento de Hamas apenas puede ocasionarnos un rasguño, como lo demuestran las luctuosas estadísticas de nuestros periódicos ataques a las poblaciones palestinas. Sus amenazas de destruir al estado de Israel son bravuconadas sin sentido porque no tienen la menor capacidad de llevarlas a la práctica. Pero nos son de enorme utilidad en la guerra psicológica y en la propaganda: nos sirven para aterrorizar a nuestra propia población y así obtener su consentimiento para el genocidio y nuestra política de ocupación militar de los territorios palestinos. Y también sirven para que Estados Unidos y los países europeos, embarcados en la ‘lucha contra el terrorismo’ nos faciliten todo tipo de armamentos y nos amparen políticamente.

En Gaza no me enfrento a ningún ejército, porque no le hemos permitido que lo tenga. Yo, en cambio, tengo uno de los mejores del mundo, pertrechado con la más sofisticada tecnología bélica que me proporcionan mis protectores: Washington y las viejas potencias coloniales europeas, y la que he podido desarrollar, gracias a ellos, dentro de Israel. Tampoco tienen los palestinos una aviación para vigilar su espacio aéreo, y una flota que custodie su mar y sus playas. Mis drones y helicópteros sobrevuelan Gaza sin temor y disparan sus misiles sin preocuparse por el fuego enemigo, porque no hay fuego enemigo. Hemos perfeccionado, con las nuevas tecnologías bélicas, lo que hizo Hitler en Guernica. Soy amo y señor de vidas y haciendas. Hago lo que quiero: puedo bombardear casas, escuelas, hospitales, lo que se me antoje. Mis poderosos amigos (y, seamos honestos, cómplices de todos mis crímenes) convalidarán cualquier atrocidad que decida perpetrar. Ya lo hicieron antes, en innumerables ocasiones y no sólo con nosotros: lo harán conmigo cuantas veces sea necesario. Su mala conciencia me ayuda: callaron desvergonzadamente durante la Shoá, el sistemático genocidio perpetrado contra los judíos por Hitler ante la vista y paciencia de todo el mundo, desde el Papa Pío XII hasta Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill. Callarán también ante el genocidio que metódicamente y en etapas estoy realizando en Gaza, porque matar palestinos a mansalva es eso, genocidio. Como lo hacía Hitler cuando alguien de su tropa de ocupación era hecho prisionero o matado por los maquís de la resistencia francesa o los partisanos italianos: juntaban a diez o quince personas al azar, que tuvieran la desgracia de pasar por el lugar, y las ametrallaban en el acto, como escarmiento y como didáctica advertencia para que sus vecinos no cooperasen con los patriotas. Nosotros ni siquiera esperamos que maten a uno de los nuestros para hacer lo mismo, y lo hacemos de modo más cobarde. Al menos los nazis veían los rostros de las víctimas cuyas vidas cegarían en un segundo; nosotros no, porque disparamos misiles desde aviones o navíos, o proyectiles desde nuestros tanques. Nos intranquiliza recordar que tanta crueldad, tanto horror, fue en vano. Seis millones de judíos sacrificados en los hornos crematorios y millones más que cayeron por toda Europa no fueron suficientes para evitar la derrota de Hitler. ¿Será diferente esta vez, será que ahora nuestro horror nos abrirá el camino a la victoria.

Eufórica por ver tanta sangre árabe derramada una de mis diputadas se fue de boca, y dijo lo que pienso: que hay que matar a las madres palestinas porque engendran serpientes terroristas. Desgraciadamente no todos en Israel piensan así; hay algunos judíos, románticos incurables, que creen que podemos convivir con los árabes y que la paz no sólo es posible sino necesaria. Nos dicen que eso fue lo que hicimos por siglos. No entienden al mundo de hoy, mortalmente amenazado por el terrorismo islámico, y se dejan llevar por la nostalgia de una época definitivamente superada. No son pocos en Israel los que caen en este equívoco y nos preocupa que sus números estén creciendo. Pero desde el gobierno trabajamos activamente para contrarrestar esa sensiblería pacifista y, para colmo, laica. ¡Laica, en un estado en el que para ser ciudadano se debe ser judío (y tenemos cerca de un 20 % de árabes, que han vivido por siglos en la región y no son ciudadanos) y dónde no existe el matrimonio civil, sólo el religioso! Para combatir estas actitudes contamos con los grandes medios de comunicación (de Israel y los de afuera) y nuestras escuelas le enseñan a nuestros niños a odiar a nuestros indeseables vecinos, una raza despreciable. Para involucrarlos en nuestro esfuerzo militar los invitamos a que escriban mensajes de muerte en los misiles que, poco después, lanzaremos contra ese gentío amontonado en Gaza. Otros niños serán los que caerán muertos por esos misiles amorosamente dedicados por los nuestros. No ignoro que con mis acciones arrojo un asqueroso escupitajo a la gran tradición humanista del pueblo judío, que arranca con los profetas bíblicos, sigue con Moisés, Abraham, Jesucristo y pasa por Avicena, Maimónides, Baruch Spinoza, Sigmund Freud, Albert Einstein, Martin Buber hasta llegar a Erich Fromm, Claude Levy-Strauss, Hannah Arendt y Noam Chomsky. O con extraordinarios judíos que enriquecieron el acervo cultural de la Argentina como León Rozitchner, Juan Gelman, Alberto Szpunberg y Daniel Barenboim, entre tantos otros que sería muy largo nombrar aquí. Pero ese romanticismo ya no cuenta. Dejamos de ser un pueblo perseguido y oprimido; ahora somos opresores y perseguidores.


Duras palabras y frases se utilizan para calificar lo que estamos haciendo. Criminal cobardía, delito de lesa humanidad, por agredir con armas mortíferas a una población indefensa, día y noche, hora tras hora. Pero, ¿no merece acaso la misma calificación lo que hizo Estados Unidos al arrojar sendas bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki? Y quién se lo reprocha? ¿Terrorismo de Estado? Mejor digamos realpolitik, porque ¿desde cuándo a mis amigos y protectores de Occidente les ha preocupado el Terrorismo de Estado o las violaciones a los Derechos Humanos que cometen ellos mismos, un aliado, o un peón? Apoyaron por décadas a cuantos déspotas y tiranos poblaron esta tierra, siempre que fueran funcionales a sus intereses: a Saddam Hussein, al Sha de Persia, a Mubarak, a Alí, a Mobutu, a Osama Bin Laden, y, en Latinoamérica, a Videla, Pinochet, Geisel, Garrastazú, Stroessner, “Papá Doc” Duvallier, antes a Somoza, Trujillo, Batista y tantísimos más. Asesinaron a centenares de líderes políticos antiimperialistas, y Obama lo sigue haciendo hoy, donde todos los martes decide quién de la lista de enemigos de Estados Unidos que le proporciona la NSA debe ser eliminado con un cohetazo disparado desde un dron o mediante una operación de comandos. ¿Por qué habrían de escandalizarse ante lo que está ocurriendo en Gaza? Además me necesitan como gendarme regional y base de operaciones militares y de espionaje en una región del mundo con tanto petróleo como Medio Oriente, y saben que para cumplir con esa misión no sólo no deben maniatarme sino que es preciso contar con su inquebrantable respaldo, lo que hasta ahora jamás me ha sido negado. Sé también que estoy violando la legalidad internacional, que estoy desobedeciendo la resolución Nº 242, de Noviembre de 1967, del Consejo de Seguridad de la ONU, que por unanimidad me exige retirarme de los territorios ocupados durante la Guerra de los Seis Días de 1967. Incumplí esa resolución durante casi medio siglo, sin tener que enfrentar sanciones de ningún tipo como las que arbitrariamente se le imponen a otros, o las que aplican a Cuba, a Venezuela, a Irán y, antes, a Irak después de la primera guerra del Golfo. ¿Razones de tanta tolerancia? Mis lobbistas en Estados Unidos son poderosísimos y tienen a la Casa Blanca, al Congreso y a la Justicia en un puño. Según Norman Finkelstein (un mal judío, enemigo del estado de Israel) la ‘industria del holocausto’ goza de tal eficacia extorsiva que impide percibir que quienes ahora estamos produciendo un nuevo holocausto somos nosotros, los hijos y nietos de aquellos que lo padecieron bajo los nazis. Por eso pese a que las víctimas mortales en Gaza ya superan los 500 palestinos (contra 25 soldados de nuestro ejército, uno de los cuales fue muerto por error por nuestras propias fuerzas, según informara este lunes 22 de Julio a medio día el New York Times) el presidente Obama hizo un estúpido llamado a evitar que israelíes y palestinos quedasen atrapados en el ‘fuego cruzado’ de este enfrentamiento. ¡Pobre de él si hubiera dicho que aquí no hay ‘fuego cruzado’ ni enfrentamiento alguno sino una masacre indiscriminada de palestinos, una horrible ‘limpieza étnica’ practicada contra una población indefensa! ¡Nuestro lobby lo crucificaría en cuestión de horas! Ahora que nuestras tropas entraron en Gaza tendremos que sufrir algunas bajas, pero la desproporción seguirá siendo enorme.


Claro, no puedo evitar que me califiquen técnicamente como un “estado canalla”, porque así se denominan los que no acatan las resoluciones de la ONU y persisten en cometer crímenes de lesa humanidad. Pero como Estados Unidos y el Reino Unido son violadores seriales de las resoluciones de la ONU, y por lo tanto ‘estados canallas’ también ellos, sus gobiernos han sido invariablemente solidarios con Israel. Más allá de la turbación que por momentos puedan ocasionar estas reflexiones necesitamos completar la tarea iniciada en 1948 y apoderarnos de la totalidad de los territorios palestinos: los iremos desplazando periódicamente, aterrorizándolos, empujándolos fuera de sus tierras ancestrales, convirtiéndolos en eternos ocupantes de infectos campos de refugiados en Jordania, en Siria, en Irak, en Egipto, donde sea. Y si se resisten los aniquilaremos. Podemos hacer eso por nuestra apabullante fuerza militar, el apoyo político de Occidente y la degradación y putrefacción de los corruptos y reaccionarios gobiernos del mundo árabe, que como era previsible (y así nos lo habían asegurado nuestros amigos en Washington y Londres) no les importa en lo más mínimo la suerte de los palestinos. A tal extremo llega nuestra barbarie que inclusive un amigo nuestro, Mario Vargas Llosa, se escandalizó cuando en 2005 visitó Gaza y nos sorprendió con unas críticas de insólita ferocidad. Llegó a decir, por ejemplo, que ‘me pregunto si algún país en el mundo hubiera podido progresar y modernizarse en las condiciones atroces de existencia de la gente de Gaza. Nadie me lo ha contado, no soy víctima de ningún prejuicio contra Israel, un país que siempre defendí … Yo lo he visto con mis propios ojos. Y me he sentido asqueado y sublevado por la miseria atroz, indescriptible, en que languidecen, sin trabajo, sin futuro, sin espacio vital, en las cuevas estrechas e inmundas de los campos de refugiados o en esas ciudades atestadas y cubiertas por las basuras, donde se pasean las ratas a la vista y paciencia de los transeúntes, esas familias palestinas condenadas sólo a vegetar, a esperar que la muerte venga a poner fin a esa existencia sin esperanza, de absoluta inhumanidad, que es la suya. Son esos pobres infelices, niños y viejos y jóvenes, privados ya de todo lo que hace humana la vida, condenados a una agonía tan injusta y tan larval como la de los judíos en los guetos de la Europa nazi, los que ahora están siendo masacrados por los cazas y los tanques de Israel, sin que ello sirva para acercar un milímetro la ansiada paz. Por el contrario, los cadáveres y ríos de sangre de estos días sólo servirán para alejarla y levantar nuevos obstáculos y sembrar más resentimiento y rabia en el camino de la negociación.’ [1]


Pero nada de lo que diga Vargas Llosa, y tantos otros, nos hará mella: somos el pueblo elegido por Dios (aunque los ilusos estadounidenses también creen en eso), una raza superior y los árabes son una pestilencia que debe ser removida de la faz de la tierra. Por eso construimos ese gigantesco muro en Cisjordania, peor aún del que erigieran en Berlín y que fuera apropiadamente caracterizado como el ‘muro de la infamia’. Nuestros lobbies han sido muy eficaces en invisibilizar esta monstruosidad y nadie habla de nuestro ‘muro de la infamia’. Reconozco que nuestra traición a los ideales del judaísmo nos inquieta. No era esto lo que querían los padres fundadores. Nos hemos convertido en una máquina de usurpación y despojo colonial que ya no guarda ninguna relación con nuestra venerable tradición cultural. Algunos dicen que Israel es al judaísmo como Hitler lo era al cristianismo. Por eso es que a veces nuestro sueño se perturba y las muertes y sufrimientos que hemos causado durante tantos años –y que para ser sinceros, comenzaron mucho antes de que naciera Hamas- nos acosan como el fantasma de Hamlet. Pero retrocedemos horrorizados ante la posibilidad de una paz que no queremos porque perderíamos los territorios arrebatados durante tantos años, envalentonaríamos a la turbamulta árabe que nos rodea y le haríamos perder miles de millones de dólares a nuestros amigos del complejo militar-industrial estadounidense, que es el verdadero poder en ese país, y a sus socios israelíes que también lucran con este estado de hostilidades permanentes. Por eso seguiremos en esta guerra hasta el final, aun a riesgo de que esta actitud pueda desencadenar un cataclismo universal. El horror padecido bajo el nazismo justifica todo lo que estamos haciendo.”
[1] Mario Vargas Llosa, “Morir en Gaza”, El País (Madrid), 11 Enero 2009, en:http://elpais.com/diario/2009/01/11/opinion/1231628411_850215.html


Del modelo Auschwitz al modelo Gaza

Raúl Zibechi



En poco menos de una semana Israel desencadenó sobre la Franja de Gaza una lluvia de bombas que han matado ya a más de 200 personas, 80 por ciento de ellas civiles y una quinta parte niños.
 
La excusa para los ataques son los misilazos que del otro lado lanzan los milicianos de Hamas sobre Israel, que acaban de causar la primera víctima mortal en Israel. Pero la disparidad no es sólo en cuanto a víctimas: Gaza es un menguado territorio de poco más de 350 quilómetros cuadrados que vive bajo el acoso sistemático de la potencia militar de la zona. Cada tanto, sobre su millón y medio de habitantes caen las bombas, según una repetida lógica de larga data, ante la indiferencia de las potencias occidentales, que por menos de eso ya estarían preparando una “intervención militar humanitaria” para frenar al agresor. Al final de la Segunda Guerra Mundial, señala el filósofo español Santiago Alba Rico, se produjeron en Europa varios acontecimientos que marcaron la historia posterior. El primero, dice, es que durante los procesos de Nuremberg se registra el rechazo del abominable “modelo Auschwitz”, signado por “la deshumanización y exterminio horizontal del otro”; pero antes la principal potencia vencedora, Estados Unidos, había impuesto “la legalización de facto de los bombardeos aéreos” sobre población civil.
 
El “modelo Hiroshima” se vuelve entonces aceptable y “la deshumanización y exterminio vertical del otro se asume como rutinaria o como no penalizable” (1).  El bombardeo a Dresde, semanas antes de la rendición de Alemania, en marzo de 1945, en el que las fuerzas aéreas estadounidense y británica provocaron la muerte de entre 25 y 35 mil personas, es considerado por Donald Bloxham, editor del Journal of Holocaust Education, como un “crimen de guerra”. Apenas derrotados los nazis, Francia bombardeaba Argelia y Siria, provocando masacres sin que los capitostes del nuevo orden mundial emitieran la menor protesta.
 
Los bombardeos aéreos desde entonces han sido cosa común, incluyendo el horror de Vietnam. “Ahora mismo los drones estadounidenses bombardean Pakistán o Yemen, los aviones de Bashar al Assad a su propio pueblo y los F-16 de Israel a los palestinos de Gaza. Todos esos bombardeos nos impresionan tanto como una tormenta de verano y, desde luego, mucho menos que una cuchillada en el metro”, remata Alba Rico.
 
Si de Gaza se trata, los ataques aéreos contra ese territorio palestino tienen una larga historia, con su secuela de miles de muertos, entre ellos cientos de niños, que representan entre el 25 y el 30 por ciento de las víctimas.
 
El periodista y analista británico Robert Fisk, especialista en los conflictos de Oriente Medio, reproduce en una columna que publicó esta semana en el diario The Independent de Londres un diálogo a propósito de los bombardeos de 2008 que mataron a más de 1.400 palestinos: “‘¿Y si Dublín fuera atacada con cohetes?’, preguntó entonces el embajador israelí. Pero en la década de 1970 la ciudad británica de Crossmaglen, en Irlanda del Norte, fue atacada con cohetes por la república de Irlanda, y sin embargo la Real Fuerza Aérea no bombardeó Dublín en venganza ni mató mujeres y niños irlandeses”.
 
El periodista israelí Gideon Levy insiste en que para Israel no se trata de combatir el terrorismo sino de matar árabes: “Desde la primera guerra del Líbano, hace más de 30 años, matar a los árabes se convirtió en el principal medio de la estrategia israelí. El ejército israelí ya no pelea contra otros ejércitos, el objetivo principal es la población civil” (Haaretz, domingo 13). Prueba de ello es la utilización de armas prohibidas en los bombardeos. “Doctores y personal médico han encontrado en los cuerpos de fallecidos o heridos restos de armas de destrucción masiva ilegales para el derecho internacional”, aseguran médicos desde el hospital Shifa, de Gaza. El cardiólogo noruego Erik Fosse, que lleva años trabajando en la Franja, dijo a la prensa que Israel estaría empleando armas que provocan cáncer. “Los médicos apuntan que podría tratarse de los denominados explosivos de metal inerte denso (dime, por su sigla en inglés), un arma de tipo experimental cuyo radio de acción es relativamente pequeño, pero cuya explosión resulta extremadamente potente” (Russia Today, lunes 13).
 
En contra de lo que asegura la propaganda israelí, los bombardeos no son una respuesta a los ataques de Hamas sino un cálculo político para bloquear cambios en la región, una obsesión del establishment de ese país: impedir la reconciliación entre Hamas y Fatah y evitar la toma de distancia de la Unión Europea respecto de Estados Unidos. Para cumplir sus objetivos políticos, los dirigentes israelíes no dudan en perpetrar masacres cada vez que lo consideran oportuno. Al hacerlo revelan un estilo “claramente fascista”, apunta el israelí Uri Avnery. Avnery es una de las personalidades israelíes más destacadas. A sus 90 años no pronuncia la palabra “fascista” a la ligera, menos aun tratándose de un judío. Repasando una realidad que le duele, llega al fondo del problema: al revés de lo que debería ser, su país es “un ejército dotado de Estado”, dice.
 
Nota
 
1.     (1) Alba Rico no lo menciona, pero antes de la Segunda Guerra Mundial –probablemente como ensayo para el futuro–, durante la guerra civil española, la aviación nazi había lanzado operaciones de “exterminio vertical” de población civil en zonas resistentes del País Vasco, como en Guernica.
 
Raúl Zibechi, periodista uruguayo, escribe en Brecha y La Jornada y es colaborador de ALAI.