Por Jorge Espinoza Morales |
La profunda preocupación por los efectos del calentamiento global ha
promovido muchas acciones, entre ellas el Protocolo de Kioto sobre el cambio
climático (11/12/97), un acuerdo internacional para reducir las emisiones de
seis gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global (entre
ellos el más nocivo el dióxido de carbono CO2) en el período 2008-2012, en un
promedio de al menos 5% (unos países y otros menos), con relación a las
emisiones de 1990. Entró en vigor el 16/02/06. En noviembre de 2009 fue
ratificado por 187 países, pero no lo hizo Estados Unidos. El protocolo no fue
cumplido. El segundo período de vigencia de este protocolo desde el 01/01/13
hasta el 31/12/20 fue ratificado, pero Estados Unidos, Japón, Rusia y Canadá
decidieron no respaldar la prórroga.
A la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático (Copenhague,
7 al 18/12/09), que preparó futuros objetivos para reemplazar a los de Kioto
que terminó el 2012, asistieron 34.000 personas de 192 países. El acuerdo fue
tomado por cuatro países emergentes (China, India, Brasil y Sudáfrica) y
Estados Unidos y aceptado posteriormente por la Unión Europea. El objetivo
fundamental fue la fijación de tasas de descarbonización, de manera que el
aumento de temperatura hasta 2050 se limite a 2oC con relación a
1990, para evitar disrupciones graves en el sistema climático del planeta.
Causa principal del calentamiento
La causa principal para el calentamiento global es la incontrolada
emisión a la atmósfera de dióxido de carbono, producido por la combustión de
combustibles fósiles utilizados para la generación de energía eléctrica y para
el accionamiento de automóviles y maquinarias.
El alarmante incremento de la población mundial en millones (M) de
habitantes (1.000 M en 1804, 2.000 M en 1927, 3.000 M en 1959, 4.000 M en 1974,
5.000 M en 1987, 6.000 M en 1999 y 7.000 M en 2011) y el mejoramiento del nivel
de vida, especialmente en los países en desarrollo de Asia y Medio Oriente,
hicieron que el consumo de energía eléctrica fuera aumentando sostenidamente
(entre 1999 y 2009 creció en promedio anual 3,3% subiendo en 2009 a 17.764
Terawatts-hora). Se estima que para el 2015 el 60% de la generación de energía
eléctrica provendrá de combustibles fósiles (carbón 35%, gas natural 21% y petróleo
4%), el 27% de las energías renovables y el 13% de la energía nuclear,
totalizando 23.961 Tw-h. Para el 2035 el 58% provendría de combustibles
fósiles, el 29% de energías renovables y el 13% de la energía nuclear
totalizando 37.787 Tw-h, vale decir se utilizarán más combustibles fósiles,
incrementándose el calentamiento global.
Además como los requerimientos de transporte también han crecido
significativamente y la mayor parte del mismo depende de los combustibles
fósiles, cuyo reemplazo es muy lento, habrá también un incremento en la
utilización del petróleo y del gas natural y de la emisión de CO2. Se estima
que en 2010 existían 1.015 millones de automóviles en el mundo.
La combustión de una tonelada de gas natural, gasolina, diesel y carbón
producen 2,75 (1,00), 3,09 (1,12), 3,11 (1,13) y 3,67 (1,33) toneladas de CO2
respectivamente, de modo que el gas natural no es tan limpio como se cree; pues
el mayor contaminante, el carbón, produce un 33% más de CO2 que el gas natural.
Los millones de vehículos y las miles de plantas geotérmicas, para
abastecer de energía eléctrica a la creciente industria mundial provocaron que
Brasil, Rusia, India y China (BRIC) en 2011 echen a la atmósfera 12.934
millones de toneladas (M tons), de los que China, el mayor contaminador arrojó
8.979 M tons (entre 2010 y 2011 descarbonizó solo -1,4%, por lo que entre 2012
y 2050 debería hacerlo en -6,4%).
Estados Unidos, 15 países de la Unión Europea, Japón y Reino Unido
echaron a la atmósfera 11.112 M tons CO2, de los que Estados Unidos el segundo
contaminador contribuyó con 6.017 M tons (entre 2010 y 2011 descarbonizó en
-2,1% por lo que entre 2012 y 2050 debería hacerlo en -5,2%). Para que hasta
2050 la temperatura suba en solo 2oC, la tasa mundial anual de
descarbonización entre 2012 y 2050 debería ser de -5,1%, mientras que entre
2000 y 2011 la tasa real fue de apenas -0,8%. En 2011 la mayor
contaminación por habitante correspondió a Estados Unidos con 19,2 M tons CO2,
seguido de China con 6,7 M tons CO2.
Como se aprecia, dada la creciente industrialización y la reticencia de
los países industrializados a disminuir sus emanaciones, el cumplimiento de las
tasas de descarbonización se ve muy difícil; las consecuencias que ya las
estamos sintiendo, continuarán agravándose.
Algunos efectos
Debido al calentamiento global, hacia 2050 América Latina podría perder
el 50% de sus tierras agrícolas. Antes del año 2080 hasta 3.200 millones de
seres humanos estarían expuestos a una severa escasez de agua y 600 millones al
hambre debido a las sequías, la degradación y la salinización del suelo. El cambio climático impactará la productividad y rentabilidad de la
agricultura, salud, pesca y demanda de energía y pondrá en peligro la
supervivencia de algunos países. Destruiría ecosistemas como la selva amazónica
Uno de los más ricos del mundo) que anualmente absorbe cerca de 1.500 M tons de
CO2.
Si la temperatura aumenta más de 2 o 3 grados con relación a 1990,
entonces habrá impactos negativos en todas las regiones del mundo, lo que
conllevará la extinción de entre 20% y 30% de las especies animales y
vegetales. Además no existe ninguna garantía de que la adaptación a un mundo
4°C más caliente (el doble de la cifra oficialmente aceptada como zona de
peligro) sea posible. Lo peor, aun doblando la presente tasa de
descarbonización, a fines del siglo la temperatura subiría en 6ºC.
El aumento del derretimiento del hielo ártico causará un incremento del
nivel del mar (el área derretida en el ártico aumenta cerca de 17.000 km cuadrados
cada año), lo que amenazaría a numerosas ciudades costeras (Nueva York, Miami,
Buenos Aires etc.), obligando a cientos de millones de personas a abandonar sus
hogares, buscando lugares más altos, otras hacia los extremos norte o sur, o al
menos donde haya agua. Las industrias buscarían lugares más fríos. La
degradación continua de cinturones de manglares y arrecifes de coral tendrá
consecuencias negativas para la pesca, que se reducirá en los grandes mares.
El derretimiento de los glaciares causará una escasez de agua en algunas
de las regiones más pobladas de la Tierra. En Bolivia Chacaltaya prácticamente
ha desaparecido y los volúmenes del Illimani, Mururata etc. están disminuyendo
notablemente y sus efectos ya se dejan sentir. En el país el clima ha cambiado
notablemente; en las zonas secas se incrementó la sequía y en las zonas
lluviosas las inundaciones son cada vez más fuertes, anegando las viviendas de
decenas de miles de familias, inutilizando en muchos casos viviendas y enseres,
provocando enfermedades y muertes y destruyendo tramos camineros y grandes
áreas de cultivo.
La acidificación del océano o descenso en el grado del pH de los océanos
de la tierra, causado por la toma de dióxido de carbono desde la atmósfera,
puede ocasionar daños como la destrucción de arrecifes de coral.
En el caso específico de dos ciudades latinoamericanas, se estima que en
Santiago para 2071 a 2100 la temperatura subiría de 3 a 4oC,
mientras que las lluvias entre marzo y mayo serían 40 a 60% menores; horrible
panorama de calor y falta de agua. En cambio en Buenos Aires sobrará agua
porque las la precipitación pluvial aumenta 49 milímetros por década.
Lamentablemente existe una estrecha correlación entre los sistemas
energéticos e hídricos. Se necesita agua para la generación de energía
hidroeléctrica, para la refrigeración y otros fines en las centrales térmicas y
para la extracción y procesamiento de combustibles. A la inversa, el agua
necesita de energía eléctrica para su extracción, tratamiento y transporte.
Expertos estiman que antes del 2080 hasta 3.200 millones de seres
humanos estarán expuestos a una severa escasez de agua y 600 millones al hambre
debido a las sequías, la degradación y la salinización del suelo.
Fuentes de energía alternativas
La generación de energía eléctrica a través de las contaminantes plantas
térmicas está siendo parcialmente reemplazada por plantas eólicas y solares,
cuyos costos podrían necesitar subsidios y cuyas capacidades están en duda, por
lo que las plantas nucleares a las que están apostando muchos países es una
alternativa, siempre que se operen y se dispongan sus residuos en forma más
segura. Suficientes son las secuelas de los grandes accidentes nucleares de
escala 7 ocurridos en Chernóbil (Ucrania, 1986), Fukushima (Japón, 2011),
aparte de otros de menor escala.
Por el momento la mejor alternativa para reemplazar a los combustibles
fósiles en el accionamiento de automóviles, por lo menos los más livianos, es
la utilización de baterías de litio, que aunque mejoraron su rendimiento,
todavía requieren mejorar mucho más para masificar su consumo. En el futuro el
uso del hidrógeno puede ser una posibilidad.
Conclusión
Los pésimos resultados de los intentos de alcanzar las tasas fijadas de
descarbonización mueven al pesimismo. La situación es clara: en la misma medida
en que el hombre continúe la agresión al equilibrio medioambiental, la
naturaleza a través de catástrofes restituirá dicho equilibrio, como ya empezó
a hacerlo y nosotros a sentirlo.
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