Nieta #110

Las Abuelas de Plaza de Mayo tenemos la enorme alegría de informar que hemos encontrado a la hija de Oscar Rómulo Gutiérrez y Liliana Isabel Acuña, desaparecidos el 26 de agosto de 1976. Liliana cursaba entonces el quinto mes de embarazo.
El 31 de octubre de 2013, una joven se acercó a Abuelas con dudas sobre su identidad y fue recibida por el equipo de Presentación Espontánea de nuestra institución. Ante los fuertes indicios de que podría tratarse de una hija de desaparecidos, fue derivada inmediatamente a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) para que se ordenara la realización del examen de ADN.
Felizmente, los resultados del análisis efectuado en el Banco Nacional de Datos Genéticos indicaron que la joven es la hija de Liliana y Oscar.






                                                                 Sus padres

Liliana Acuña nació en la ciudad de Buenos Aires el 30 de mayo de 1952. Oscar Rómulo Gutiérrez nació el 17 de abril de 1951 en La Tablada, provincia de Buenos Aires. Ambos eran militantes de la organización Montoneros. Oscar era hincha de Independiente, sociólogo, se había inscripto en la carrera de Ciencias Económicas y trabajaba como empleado administrativo en una empresa metalúrgica. Liliana estudió algunos años la carrera de Veterinaria y luego se pasó a Agronomía. Trabajaba dando clases particulares de Matemáticas.




El 26 de agosto de 1976, aproximadamente a las 6.30 de la mañana, el matrimonio fue secuestrado en su domicilio de la localidad de San Justo, en el partido bonaerense de La Matanza. El operativo fue llevado a cabo por doce hombres vestidos de civil que portaban armas largas e irrumpieron bajo amenazas de muerte en la vivienda. Ese mismo día, en ese operativo, también secuestraron a la hermana de Liliana, Elba Eva Acuña, y su esposo Hugo Alberto Saez.

Oscar y Liliana, embarazada de cinco meses, fueron introducidos por la fuerza en un automóvil. Posteriormente, un grupo de hombres de civil saqueó los bienes del matrimonio. Fueron trasladados a la Comisaría 4º del partido de San Isidro, denominada “Las Barrancas”, provenientes de otro sitio con evidentes signos de haber sido torturados. 
La pareja fue alojada junto a otras doce personas en el sótano de esa comisaría, en un sector especial con acceso restringido al personal policial. Dependían directamente del Área 420 del Ejército Argentino, bajo jurisdicción de la Escuela de Comunicaciones de Campo de Mayo.

A través de un agente de esa comisaría, los familiares de Liliana y Oscar pudieron saber que los jóvenes estaban con vida, aunque en pésimas condiciones, y que el embarazo seguía adelante. El mismo agente, tiempo después, les contó que Liliana había dado a luz a una nena en San Martín, en diciembre de 1976 o enero de 1977. 
Luego de que las autoridades de la Comisaría tomaran nota del contacto de este agente con los familiares de los detenidos, Oscar, Liliana, Elba, Hugo y el resto de sus compañeros de cautiverio fueron trasladados hacia un lugar desconocido. Toda la familia permanece desaparecida. Sin embargo, gracias a los avances de la justicia el caso de Oscar y Liliana permitió que Santiago Omar Riveros fuera condenado en 2013 durante el juicio por los crímenes de Campo de Mayo.

                                                          Sus abuelos

La Abuela Vilma Delinda Sesarego de Gutiérrez nació en Arenasa, un pueblo cercano a Lincoln, provincia de Buenos Aires. Era maestra. Su marido, Oscar Rómulo Gutiérrez, era un médico de origen boliviano, nacido en Santa Cruz de la Sierra. 
Ante la desaparición de su hijo y su nuera embarazada, Vilma salió a buscarlos. Junto a otras once mujeres fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo.
Sus compañeras la recuerdan como muy lúcida y suspicaz, dicen que era difícil engañarla con datos o denuncias falsas. Cuando las primeras reuniones de las Abuelas se realizaban en la provincia de Buenos Aires, muchas veces se hacían en su casa de San Justo.
Entre las innumerables gestiones que realizaron para intentar encontrar a sus familiares desaparecidos, el abuelo Oscar llegó a entrevistarse con el genocida Jorge Rafael Videla en Bolivia.
La Abuela Vilma falleció hace solo dos años sin poder abrazar a su nieta. Sin embargo, la nueva nieta tiene dos tíos que podrán contarle sobre su luchadora Abuela.
La Abuela Rosa González era cordobesa y su marido, Fredervindo Acuña, correntino. Ella era peluquera y modista y llegó a ser delegada gremial en una fábrica textil. Su esposo trabajaba en la Marina Mercante, en un puesto menor. La familia siempre vivió en el partido de San Martín.
Junto a Vilma, Rosa se sumó a la búsqueda de su nieta nacida en cautiverio, pero también falleció antes del encuentro. 

                                                                El caso

El 31 de octubre de 2013, una joven se acercó a Abuelas de Plaza de Mayo con dudas sobre su identidad. Durante la entrevista con el equipo Presentación Espontánea, relató que quien figuraba como su madre en la partida de nacimiento le había contado que el 31 de diciembre de 1976 había sido entregada por personal de la Policía Bonaerense a quien figuraba como su padre, también miembro de esa fuerza. La historia que le narraban decía que había sido encontrada abandonada en la Ruta 2, en Florencio Varela, por policías que, como sabían que el matrimonio apropiador tenía otro hijo no biológico, le ofrecieron a la beba.

Por otra parte, desde 2011 existía también una denuncia, con sospechas de que podía ser hija de desaparecidos.
Luego de su acercamiento a Abuelas, la joven fue derivada prontamente a la Conadi y, el 8 de noviembre de 2013, el BNDG realizó el análisis de ADN. Ayer, ese organismo informó el resultado: es hija de Liliana Acuña y Oscar Gutiérrez.

Una vez más, a pesar del tiempo transcurrido y las huellas que intentaron borrar, la verdad triunfa sobre la mentira. Sin embargo, no deja de dolernos que las Abuelas Vilma y Rosa no hayan podido conocer a su nieta. 
El tiempo corre, los familiares quisiéramos tener la posibilidad de abrazar a nuestros nietos y nietas que desde hace más de 36 años estamos buscando. 
Ya son hombres y mujeres, muchos tienen hijos, trabajo, amigos. Las Abuelas deseamos con la urgencia del tiempo que corre que se animen a enfrentarse con su historia. Les ofrecemos certezas, respeto a sus necesidades. A ellos y ellas les repetimos que no están solos, que los espera la libertad.


Rosas en las horas previas a la derrota de Caseros

Autor: Felipe Pigna


El muchacho llegaba de un viaje alucinante que, a diferencia del de los dandys de la época, además del imprescindible París, incluyó el Oriente. A poco de llegar a lo que por entonces la gente llamaba sin mucho fundamento el puerto de Buenos Aires -unas pobres costas sin embarcadero en las que encallaban los botecitos que llevaban y traían a la gente de los barcos- el muchacho no podía con su ansiedad de contarle a todo el mundo sus aventuras y esto incluía por supuesto a su notable tío. Así que una mañana rumbeó para Palermo, saludó a su querida prima y esperó como todos su turno para ser recibido por la persona más importante del país.  No había mucho para entretenerse en aquella sala de espera tan austera más que  mirar a la decena de personas que se acercaban con los más diversos pedidos para que la niña de la casa les diera algún tipo de satisfacción. El paisaje era multicolor, mulatas y negras con sus chiquillos a cuestas que pedían un puesto de trabajo, mujeres elegantemente vestidas que pedían la libertad de su marido y negociantes ingleses y franceses que solicitaban audiencias con el hombre fuerte de Palermo. A aquel joven, que se llamaba Lucio Víctor Mansilla le maravillaba la habilidad de Manuelita para despachar a todo el mundo y asumir de hecho el cargo de primera ministra y secretaria del “Restaurador”.
Finalmente aquel día de fines de enero de 1852 por la tarde Lucio fue recibido por su tío Don Juan Manuel de Rosas. Lo recibió paternalmente, le preguntó brevemente por su viaje, le reprochó que no pasara a saludarlo antes de marcharse por casi dos años y sin darle tiempo a unas disculpas que incluían las seis veces que Lucio había ido a verlo antes de zarpar sin ser recibido, Don Juan Manuel comenzó a leerle a su dilecto sobrino su mensaje a la legislatura de Buenos Aires que, ambos sabían, sería el último. Lucio cuenta asombrado como aquel hombre “en vísperas de perder su poderío, así perdía el tiempo con un muchacho insubstancial”.


La lectura se hacía interminable pero no tediosa porque su tío la interrumpía para preguntarle sobre la oportunidad y conveniencia de ciertos giros ortográficos y gramaticales y el joven se sentía halagado ante la consulta. Lo que le preocupaba a Lucio era el hambre producto de estar más de seis horas sin probar bocado. Su tío, entusiasmado ni se había detenido en el asunto hasta que lanzó la pregunta esperada “¿tiene hambre?” a lo que el muchacho contestó con un entusiasmado “¡si!”. La encargada de calmarlo fue la propia Manuelita que apareció con un enorme plato sopero de arroz con leche. A partir de entonces Mansilla midió el transcurrir del tiempo que duraba la lectura del discurso de su tío por la cantidad de platos de arroz con leche aportados por Manuelita que fueron siete.
Cuenta Mansilla: “me había hinchado; ya tenía la consabida cavidad solevantada y tirante como caja de guerra templada; pero no hubo más; siguieron los platos - yo comía maquinalmente, obedecía a una fuerza superior a mi voluntad... La lectura continuaba. 
Ya yo tenía la cabeza como un bombo - y lo otro tan duro, que no sé cómo aguantaba. El, satisfecho de mi embarazo, que lo era por activa y por pasiva, y poniéndome el mamotreto en las manos, me dijo, despidiéndome: -Bueno, sobrino, vaya nomás y acabe de leer eso en su casa -agregando en voz más alta-: Manuelita, Lucio se va. 
Eran las tres de la mañana. 
Mi padre, que, mientras yo hablaba con mi madre, se paseaba meditabundo viendo el mamotreto que tenía debajo del brazo, me dijo: 
-¿Qué libro es ése? 
-Es el Mensaje que me ha estado leyendo mi tío... -¿Leyéndotelo?. . . -Y esto diciendo, se encaró con mi madre y prorrumpió con visible desesperación-: ¡No te digo que está loco tu hermano!” 1


Así transcurrían las horas previas a la derrota definitiva de Rosas  en la batalla de Caseros. Urquiza ya estaba en marcha al mando del “Ejército Grande” compuesto por entrerrianos, correntinos, porteños, uruguayos y brasileños.
El emperador de Brasil, Pedro II proveería infantería, caballería, artillería y todo lo necesario, incluso la escuadra. El tratado firmado entre Urquiza y los brasileños  decía en una de sus partes:
“Para poner a los estados de Entre Ríos y Corrientes en situación de sufragar los gastos extraordinarios que tendrá que hacer con el movimiento de su ejército, Su Majestad el Emperador de Brasil les proveerá en calidad de préstamo la suma mensual de cien mil patacones por el término de cuatro meses contados desde la fecha en que dichos estados ratifiquen el presente convenio. S.E. el señor Gobernador de Entre Ríos se obliga a obtener del gobierno que suceda inmediatamente al del general Rosas, el reconocimiento de aquel empréstito como deuda de la Confederación Argentina y que efectúe su propio pago con el interés del 6% por año. En el caso, no probable, de que esto no pueda obtenerse, la deuda quedará a cargo de los estados de Entre Ríos y Corrientes, y para garantía de su pago, con los intereses estipulados, SS.EE los señores gobernadores de Entre Ríos y Corrientes, hipotecan desde ya las rentas y los terrenos de propiedad pública de los referidos estados.”
Sin desconocer los errores y horrores de Rosas, en las provincias la actitud de Urquiza despertó diversas reacciones. Córdoba declaró que era una infame traición a la patria y su gobernador dijo que “Urquiza se había prostituido a servir de avanzada al gobierno brasileño”. Otras se pronunciaron en sentido similar e intentaron formar una coalición militar para defender a Rosas, pero ya era demasiado tarde.
Urquiza avanzó sobre Buenos Aires, derrotando a Rosas en la Batalla de Caseros, el 3 de Febrero de 1852.
Vencido, el Gobernador de Buenos Aires se embarcó en el buque de guerra “Conflict”  hacia  Inglaterra. Allí se instaló en la chacra de Burguess, cerca de Southampton acompañado por peones y criados ingleses. El gobierno porteño, instalado el 11 de septiembre de 1852, confiscó todos su bienes y dependía para vivir de los recursos que le enviaban sus amigos desde Buenos Aires. Volvió a dedicarse a las tareas rurales hasta su muerte ocurrida el 14 de marzo de 1877, a los ochenta y cuatro años.
Unos años antes había escrito una especie de testamento político.
“Durante el tiempo en que presidí el gobierno de Buenos Aires, encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, con la suma del poder por la ley, goberné según mi conciencia. Soy pues, el único responsable de todos mis actos, de mis hechos buenos como los malos, de mis errores y de mis actos.
Las circunstancias durante los años de mi administración fueron siempre extraordinarias, y no es justo que durante ellas se me juzgue como en tiempos tranquilos y serenos.”
La casa de Rosas fue demolida y convertida por Sarmiento en el Parque 3 de febrero, en honor a Caseros. En el lugar que ocupaba el dormitorio del Restaurador se levanta hoy el monumento al padre del aula.
Referencias:
1 Lucio V. Mansilla, Los siete platos de arroz con leche, Buenos Aires, EUDEBA, 1963
Fuente: www.elhistoriador.com.ar

"La cigarra y la hormiga... otras disquisiciones "


por María Amelia Irastorza

La realidad sociopolítica argentina está muy bien representada en la fábula de “La cigarra y la hormiga”. Allí, la hormiga -mientras trabaja incansablemente durante el verano para guardar para el invierno-  sufre la burla y las críticas de la cigarra quien aprovecha el buen tiempo para disfrutar. Pero el verano llega a su fin...

...“Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte, y al llegar el invierno se encontró sin nada: ni una mosca, ni un gusano.
Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina, pidiéndole que le prestara de su grano hasta la llegada de la próxima estación.

Mas la hormiga le preguntó a la cigarra:
- ¿Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello?
- Cantaba noche y día libremente -- respondió la despreocupada cigarra.
- ¿Conque cantabas? ¡Me gusta tu frescura! Pues entonces ponte ahora a bailar, amiga mía.”
Jean de la Fontaine

En estos tiempos difíciles en los que el derroche y la imprevisibilidad de los gobernantes se hace visible, rodeados de estadísticas inventadas para que “los números cierren”, agobiados por impuestos y por el desparpajo con el que los “elegidos por el Pueblo” regalan el dinero que no les pertenece a aquellos que los aplauden, surge la tentación de expresiones como: “¡te lo dije!”
En épocas de “vacas gordas”, hay quienes ven las cosas con anticipación y saben que lo que ocurre es desacertado, aún cuando quienes los rodean los tratan de locos, los silban.  Y a pesar de ello, estos “impopulares” son los que generalmente terminan pagando las cuentas de quienes no supieron guardar. Sin duda, no es fácil objetar cuando la marea va hacia el lado contrario. 
Se necesita valentía para compensar la sordera de los tontos y el oportunismo de los vivos, por lo que la única posibilidad es confiar en que el tiempo dirá….

Y como el derroche no puede durar para siempre, cuando madura la crisis, seguramente los buenos ciudadanos intentan recoger los platos rotos y salen a organizar ollas populares para los que recibían subsidios para que se manifestaran pero no trabajaran. Mientras tanto, los académicos que explicaban los modelos sagrados y los dirigentes populares que saludaban desde las tarimas y, de ser posible, desde los balcones, hacen un prudente silencio o bien echan la culpa hacia otro lado, a la espera de que el sol vuelva a calentar y ellos puedan tomar el avión de regreso. La vida está llena de oportunidades.
No es fácil seguir levantándose temprano mientras otros sólo trabajan desde una foto; seguir cosechando sabiendo que el 80% se lo llevará el Estado, o, mejor dicho, los “okupas” del Estado. Y, probablemente, todo esto se vuelve más insoportable cuando estos veraneantes (estas verdaderas cigarras) demonizan a quien, inevitablemente, paga el precio de la fiesta.

Y aunque nos enseñaron que está mal sentir rencor, resulta tentador no invitar a estos charlatanes de feria a que, ya que somos tan imprescindibles y malignos, prescindan del agro y se animen a ALIMENTAR al amado pueblo mediante bicicletas financieras, estampillas de correo con los logros del Gobierno, y remeras de la juventud maravillosa. La verdad es que si me preguntan con quien me quedaría en una isla desierta elegiría un agricultor, y no a un dirigente nacional y popular.
Pero, claro, mientras que en Australia hay calcomanías que rezan “Agradezca a un agricultor por su próxima comida”, en nuestro país parece ser que los agricultores son desestabilizadores y golpistas, aunque ya no sé bien qué significan estos términos porque también nos han reinventado el lenguaje para vaciarlo de sentido –igual que a los bolsillos.
Se han cansado de robar.
Han logrado tergiversar las palabras.
Han mentido con las estadísticas.
Han generado división y discordia.
Han propiciado la vagancia.
Aún así, lo único que pareciera estar mal es decir esto en voz alta.
Sin embargo, poco bien nos hace pensarnos como víctimas, ya que desde muchas instituciones y desde muchas actitudes personales hemos avalado y propiciado lo que hoy ocurre. Tenemos el mal hábito de rasgarnos las vestiduras… mientras aprovechamos la ocasión e intentamos hacer un “negocito” o lograr algún puesto, algún reconocimiento o, simplemente, alguna foto junto a los amigos del poder. Eso sí, ni hablemos de sentirnos responsables… Cada uno hace lo que le conviene, y así nos va.

Los pueblos tienen los dirigentes que se merecen. Sería infantil decir que el Pueblo es bueno y que vota con buena intención pero luego que los votados son malos.
El Pueblo no es más un conjunto de individuos, muchos de los cuales son tan ventajeros y oportunistas como sus representantes, quienes no llegan a los cargos por casualidad. Tenemos presidentes de instituciones reconocidas que están en su silla a los efectos de hacer negocios personales, rodeados de séquitos de incompetentes que no quieren meterse en problemas y avalan con su actitud los desaguisados que critican. Ni mencionar que, a la hora de quedar bien con el poderoso de turno, organizaciones intermedias, en las que incluyo las sindicales, que deberían ser independientes de lo partidario, se regodean en apoyar públicamente al poderoso de turno. Y, una vez más, así nos va…
Por eso, amigos, como en “la cigarra y la hormiga”, ya que “cantamos y bailamos” durante el verano, ahora que ya pasó... nos toca bailar...
Mucha suerte, para todos y todas.

La hormiga y la cigarra.


La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante. Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno. La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando. Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera. La cigarra tiritando, sin comida y sin cobijo,..muere de frío
Moralejas:

  • El trabajo y el ahorro son la fuente de riqueza.
  • Nadie se debe preocupar de su futuro, si actua bien en el presente.
  • Quien no trabaja en el presente, no come en el futuro.

Paulo Freire: Escuela y TIC

Por Mario Morant * y Gerardo Alzamora **


La metodología de Paulo Freire resultó inédita: la enseñanza partía de la propia situación de marginalidad y opresión de los educandos, suponiendo –acertadamente– que si se tomaba conciencia de la situación de explotación que vivían, se alfabetizarían más rápidamente y, sobre todo, eso les ayudaría a enfrentar la opresión de manera más efectiva. Una metodología de enseñanza útil para la alfabetización, y una pedagogía que, como tal, comprendería también una filosofía sobre el ser humano y la sociedad.
Freire fue desarrollando la idea de que el oprimido debía dejar de serlo sin volverse opresor, aunque sí debía recuperar su palabra y dejar de lado la palabra ajena, a la que lo condenaba una enseñanza tradicional vertical de arriba hacia abajo, que suponía que el maestro era el único que sabía y su saber debía ser transmitido o trasplantado al alumno. Llamó a esa enseñanza tradicional “bancaria”, y generó la idea de una enseñanza horizontal, en la que maestro y alumno emprenden la búsqueda de los conocimientos desde los que ya poseen, en forma dialógica, es decir, a través de un diálogo donde se crucen las experiencias de vida de ambos.

En el inicio del siglo XXI no sólo nos encontramos con las dificultades que nos presenta la relación Educación y Comunicación y Escuela-Medios Masivos. También aparece una situación inédita en cuanto al caudal de información que alumnos y maestros conllevan, con la amenaza de una posible renovación de la verticalidad en el proceso de enseñanza, esta vez de abajo hacia arriba, donde las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) transgreden tanto lo metodológico como la “adquisición” de conocimientos.
Sin embargo, tenemos claro que ese torrente informativo carece de una brújula que apunte hacia el crecimiento sensorial-cognitivo de los chicos. Entonces, se vuelve fundamental comprender el espacio mediático y el manejo simbólico que implica, ya no como un obstáculo o antagonista en la labor educacional, sino para fomentar el espíritu crítico de los alumnos. Crítico en cuanto a los contenidos. Crítico en cuanto a las ideas y conocimientos. Crítico en cuanto a la masificación, el consumo y el mercado. Una renovación de la pedagogía de Freire, a la que se la definió como “crítica” porque establecía el hecho de no aceptar mansamente las enseñanzas supuestas, sino analizarlas y diseccionarlas hasta encontrar el verdadero sentido y el fin al que estaban destinadas. Para Freire era esencial al método, que la praxis acompañe a la reflexión. La una sin la otra hace que pierdan sentido las dos. Se trata de construir un mundo, no sólo de pensarlo o actuarlo con espontaneísmo y sin reflexión. En tiempos de hipertextos, Internet y redes sociales, las ideas de Freire continúan vigentes.
Con la escuela tratando de lidiar –en desigualdad de condiciones– con la televisión e Internet, entre otros dispositivos mediáticos, resulta vital hacernos cargo de sus influencias en el aprendizaje y en la sociedad. Tenemos que participar y confrontar con un modelo de dependencia cultural, e influir en nuestra sociedad y comunidad educativa, en dirección a construir espacios alternativos de comunicación, canales de distribución y mensajes que nos expresen con identidad propia, en una sociedad más justa. Así, la Pedagogía de la Esperanza de Freire es, más que en el sentido de la espera, en el sentido del Proyecto, y sirve para que los Pueblos Oprimidos generen críticamente una respuesta liberadora y constructora de otra sociedad sin opresores ni oprimidos.
* Secretario de Relaciones Internacionales de Sadop.
** Secretario de Comunicación y Prensa de Sadop.

Ante la ofensiva de los oligopolios, ¡estatizar el comercio exterior!

Por Atilio Boron

La Argentina enfrenta una grave crisis cuyas dos principales manifestaciones son la trepada del dólar –que refleja una peculiar anomalía argentina, porque esa moneda se está devaluando en todo el mundo, incluyendo por supuesto América Latina y el Caribe- y la resultante escalada inflacionaria que la insólita devaluación de la divisa estadounidense produce en la economía argentina.


 
 La devaluación del peso y el impulso inflacionario son, en realidad, dos caras de una misma moneda. Pero la gran paradoja es que desplome sufrido por el peso no guarda correspondencia con la situación imperante en la economía real. Esta no tiene la solidez y el dinamismo del período 2003-2008, pero está lejos de verse reflejada en los desquiciantes movimientos que se registran en el tipo de cambio. Veamos: la producción agropecuaria se mantiene en niveles comparativamente muy elevados, aun cuando la “sojización” de la agricultura plantea numerosos problemas (económicos, sociales y ecológicos) que no podemos examinar aquí; algunas ramas del sector industrial (automóviles, motocicletas, electrónicos diversos, etcétera) marcan nuevos records a pesar de las restricciones para la importación de algunos insumos cruciales; la gran minería prosigue su marcha, más allá de lo ocurrido con Pascua Lama producto de un fallo de la justicia chilena; la explotación de hidrocarburos, estimulada por las perspectivas de Vaca Muerta retoma un ritmo ascendente; los bancos y las entidades financieras registran significativas ganancias y según un reciente estudio de la CEPAL las exportaciones argentinas crecen por encima del promedio regional.


 
Si esto es así, ¿qué es lo que está ocurriendo? Más allá de abrir una discusión seria sobre “el modelo”, misma que no hicieron los economistas de la oposición adscriptos férreamente al neoliberalismo de los años noventa, ni tampoco los del oficialismo, para quienes lo único que había que hacer era “profundizar” un esquema económico cuyos límites, inconsistencias y deformaciones eran evidentes por lo menos desde el 2010 y acerca de los cuáles más de una vez nos referimos en nuestro blog. Pero más allá de esta necesaria discusión, decíamos, se impone actuar con urgencia sobre la coyuntura cortando de un tajo el nudo gordiano que está asfixiando a la economía argentina con la estampida del dólar y la peligrosa escalada inflacionaria. Para ello el estado deberá recuperar, sin más dilaciones, el control del comercio exterior, fuente insustituible de las divisas que necesita el país.
 
Es absurdo, y a estas alturas demencial, que cinco o seis grandes oligopolios manejen el grueso de la divisas que ingresan por la vía de las exportaciones agropecuarias. En una economía tan dolarizada como la Argentina, en donde los componentes importados afectan a casi todas, por no decir todas, las actividades económicas del país, dejar que la disponibilidad de dólares quede en manos de un puñado de oligopolios es un acto de soberana insensatez. En Chile, sin ir más lejos, los ingresos de su riqueza principal, el cobre, los controla exclusivamente el estado. En nuestro país, en cambio, un 80 por ciento de lo producido por las exportaciones cerealeras lo retienen grandes oligopolios transnacionales, y especialmente Cargill y Bunge, seguidos de cerca por Continental y Dreyfus; a su vez un par de grandes empresas controlan los ingresos que producen las exportaciones de manufacturas de origen agropecuario, principalmente aceite de soja; en la gran minería quienes lo hacen son las transnacionales del sector; y en el área de hidrocarburos (petróleo y gas) las propias empresas, con el agregado ahora de YPF pero sin perder de vista que ésta es una sociedad anónima y no una empresa del estado. Todas estas corporaciones están fuertemente articuladas con la banca extranjera, predominante en la Argentina, y mantienen fluidos contactos con los paraísos fiscales que proliferan sobre todo en el capitalismo desarrollado. En suma: un puñado de 100 empresas controlan aproximadamente el 80 por ciento del total de las exportaciones de la Argentina, y son ellas las que retienen los dólares que surgen de este comercio y que son requeridos por distintos sectores de la economía nacional.


 
De lo anterior se infiere una conclusión tan simple como contundente: quien controla la disponibilidad de dólares termina teniendo la capacidad de fijar su precio en el mercado local, especialmente ante un Banco Central debilitado y cuyas reservas cayeron de 52.190 millones de dólares en el 2010 a 28.700 millones de dólares al finalizar enero del 2014. Esta debilidad del BCRA le impide desbaratar las maniobras de la cúpula empresarial más concentrada, fuertemente orientada hacia los mercados internacionales, y para la cual el dólar “recontra alto” (uno de los pilares del menemismo) significa pingües ganancias porque desvaloriza el salario de los trabajadores y les permite alentar la carrera inflacionaria con la seguridad de que su disponibilidad de dólares la sitúa a refugio de cualquier contingencia. En consecuencia, el control de las divisas por parte de ese puñado de grandes oligopolios le permite ser el verdadero autor de las políticas económicas de un país tan dolarizado como la Argentina y, además, extorsionar a cualquier gobierno que no se someta a sus mandatos. Pueden aterrorizar a la población agitando el fantasma de la hiperinflación, que este país padeció a tan brutal costo en 1989 o el espectro del “corralito” de finales del 2001, y de ese modo desestabilizar a un gobierno que debe jugar partidas simultáneas de ajedrez (en el frente fiscal, tributario, monetario, cambiario, productivo) con enemigos que no sólo procuran derrotarlo en una puja puntual sino sobre todo derrocarlo. Y el gobierno actual comete el error de pensar que con concesiones varias podrá apaciguar el “instinto asesino”, como le llaman admirativamente los ideólogos neoliberales, de esos enormes conglomerados para las cuales la ganancia y el ganar -sobre todo el ganar, como recordaba Marx- es una verdadera religión cuyos preceptos son respetados escrupulosamente. Por ejemplo, el carácter sacrosanto de la propiedad privada y, por extraño que parezca, la convicción de que la lucha de clases es algo tan natural y omnipresente como el aire que respiramos, y libra esa batalla con todas sus fuerzas. Ante cada concesión de un gobierno satanizado como su enemigo la única respuesta que tiene es la de atacarlo con más ferocidad que antes, exigiendo, como Shylock a Antonio, más y más concesiones: ¡pague la deuda, acuda al CIADI, arregle con el Club de París, abra Vaca Muerta para empresas fugitivas de la justicia como Chevron, indemnice a Repsol, deje que la gran minería trabaje sin interferencias!, mientras persiste en su ataque en todos los frentes con el apoyo de la prensa hegemónica que maneja a su antojo. La crisis actual demuestra, de paso, lo ilusoria que fueron aquellas expectativas del kirchnerismo de crear una burguesía nacional, patriótica y solidaria con los intereses de las mayorías. Ya lo había dicho el Che, hace cincuenta años, y la historia le volvió a dar la razón por enésima vez: la burguesía nacional no existe.
 
Ahora bien: ¿cómo debería producirse la estatización del comercio exterior? Primero, no puede ser una medida aislada porque se necesita un enfoque integral que:
 
 (a) abarque a toda la cadena de comercialización del sistema agroalimentario, hoy controlado por las multinacionales, lo que debería rematar en la creación de una Junta Nacional Agroalimentaria, con las salvedades que plantearemos más abajo;
 
 (b) aumente las alícuotas impositivas a la gran propiedad rural e implemente un eficaz sistema de control que evite las sobre y sub facturaciones de las cerealeras, hoy cómplices necesarias de la corrida cambiaria; y, finalmente,
 
(c) que re-estatice los puertos del sistema de la Hidrovía Paraná-Paraguay, privatizados en los años noventa y que son las puertas de salida de gran parte de las exportaciones agropecuarias.


 
Estas medidas deben ser puestas en práctica con la mayor celeridad, porque el ritmo de la crisis no tolera dilaciones. Segundo, se requiere imaginación y experiencia práctica, porque no se trata de resucitar la antigua Junta Nacional de Granos o al Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio, el IAPI de la época del primer peronismo, porque el capital ha creado nuevos instrumentos financieros (compraventa a futuro, swaps, derivativos, etcétera) y la tecnología importantes innovaciones, (como el silo bolsa, que independiza al productor del riesgo que se le arruine la cosecha) lo que le permite postergar su venta hasta que el precio sea aproxime a sus expectativas, todo lo cual torna más difícil el control del comercio exterior por parte de los gobiernos.
 
De lo anterior se desprende la necesidad de concebir una agencia estatal que regule a la totalidad del sistema agroalimentario del país, desde su origen hasta su comercialización minorista, algo bien diferente a la JNG o el IAPI. Tercero, y decisivo, esto solo será viable si se constituye un gran movimiento popular capaz de construir un instrumento político que respalde esas iniciativas y otras más encaminadas a redefinir por izquierda el rumbo de la economía argentina: la largamente demorada reforma tributaria y la elaboración de una efectiva política anti-inflacionaria que resguarde los ingresos de los asalariados, para comenzar.


 
 Una convocatoria popular sin sectarismos ni soberbias burocráticas; sin verticalismos ni verdades establecidas, porque de lo contrario la respuesta de las clases y capas populares será una mezcla de impotencia, miedo paralizante ante la clara percepción del escarmiento que se cierne sobre ellas y, en algunos casos, indiferencia, mezcla que mucho tuvo que ver con el funesto desenlace sufrido por los gobiernos peronistas en 1955 y en 1976. Una decisión tan crucial e impostergable como la estatización del comercio exterior, cualquiera que sea su forma legal y jurídica, es antes que nada un hecho político que no puede ser producido por un decreto o una resolución firmada por un funcionario instalado en las “alturas” del aparato estatal. Resta ver si el gobierno es consciente de la gravedad de la situación y decide actuar en consecuencia. La experiencia pasada no permite abrigar demasiadas expectativas pero, como tantas veces lo recordaran las Madres de Plaza de Mayo, no hay peor lucha que la que no se libra.
 

 
- Dr. Atilio Boron, director del Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales (PLED), Buenos Aires, Argentina. Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2013. 

Un fallo que debe tranquilizar

Por Luis Varese

La Corte Internacional de La Haya ha emitido un fallo sopesado que en el marco del Derecho Internacional ha contribuido a enfriar malos nacionalismos y falsos patriotismos. Aquellos febriles, que en Chile ya pensaban en perseguir migrantes peruanos o prepararse para una guerra (para la cual están muy bien armados) por ahora no tienen excusa. Las 80 millas pegadas a la costa norte de Chile, garantizan la pesca artesanal y parte de la pesca de profundidad. La empresa Angelini, propietaria del monopolio de extracción y procesamiento de ese sector, se debe sentir bastante satisfecha de mantener el usufructo de esa parte del mar aunque no descartemos su posibilidad de agitar a pescadores de Arica en beneficio propio.
 

Según informó el Presidente Ollanta Humala, al Perú se le reconoce casi el 70% de lo requerido en la demanda y un espíritu de triunfo recorre el palacio de Gobierno en Lima, aunque los pescadores artesanales de Tacna hubieran preferido tener acceso a esas 80 millas que quedan en manos de la mega empresa chilena.
 
Ni grupos de grandes ganadores, ni grupos de grandes perdedores. Debe tomarse como un solo triunfo, el de sentar las bases para una paz que los pueblos deseamos duradera, sin temas limítrofes pendientes. Una contribución a fortalecer UNASUR y CELAC, si esa fuera la voluntad de ambos gobiernos.
 
Pierden los falsos patriotas que reclaman mar afuera y venden tierra adentro
 
Aquellos nacionalistas que quieren exaltar a los pueblos, mientras que venden la Patria al mejor postor extranjero y esto es válido para ambos países. Ese nacionalismo barato que se rasga las vestiduras y clama justicia, cuando lo que hace es entregar y concesionar el territorio nacional directamente a las empresas e inversionistas extranjeros (sean chilenos o no, en el caso del Perú) con retribuciones mínimas y beneficios precarios para ambos pueblos. Sea a través de los TLC o  concesiones directas, estos personajes siguen acumulando riquezas e hipotecando a sus países sin ningún pudor, profundizando las desigualdades y excluyendo aún más a los marginados, aunque maquillen cifras de disminución de pobreza.
 
Los vientos de la Espada de Bolívar aún no llegan a las decisiones del gobierno del Perú que sigue gobernado por las políticas neoliberales. Es de esperar que Bachelet se aproxime a UNASUR y se aleje del acuerdo Asia Pacífico, por lo menos en aquello que lo define como un eje ideológico del libre mercado.
 
Hoy en la CELAC hay la oportunidad de crear un espacio mayor que compita seriamente en el mundo contribuyendo de manera unificada, junto con los BRIC, en crear un nuevo orden económico mundial. La vocación de paz y la lucha contra el hambre y las desigualdades son el camino, pero solamente en la unidad regional se puede generar una verdadera diferencia. Si no avanzamos en esa ruta el riesgo de sufrir guerras fratricidas por límites territoriales o por demandas populares manipuladas, aparece como una amenaza real y en eso la derecha es eficaz y el Imperio ni se diga.


 
Este fallo de la Corte Internacional de Justicia, casi salomónico, contribuye para avanzar en el camino de la unidad. Luchemos ahora, por encontrar soluciones dignas para Bolivia y su reclamo de salida al mar y busquemos generar esa unidad en la diversidad, que a todos nos conviene, incluso, si fueran inteligentes, a los capitalistas más ambiciosos. Así alejaríamos en serio los tambores de guerra y las oportunidades de “revueltas” financiadas y armadas como se ha tratado de hacer en Venezuela o como se hace en Siria.
 

Luis Varese ha sido representante adjunto del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados en Ecuador y funcionario de la ONU por 20 años.



La devaluación del peso argentino

Por Julio C. Gambina

Hace un año el dólar se cotizaba a menos de $5. Hoy con la devaluación se necesitan $8 por dólar, convalidando un incremento del 60% en el precio de la divisa.
 

Hasta hace poco se sostenía que la política oficial no contemplaba devaluar la moneda nacional. Sin embargo, la aceleración de la depreciación monetaria se apresuró durante el 2013 y más aún sobre fines del año, especialmente con el cambio de autoridades en el Gabinete de Ministros y en la Presidencia del Banco Central en noviembre pasado.
 
El comienzo del 2014 evidenció un mayor nivel de depreciación monetaria, agudizada en esta semana con la deliberada retirada del Banco Central del mercado cambiario el miércoles 22/1, que apenas pudo sostener por un día, y ya el jueves 23/4 tuvo que vender 100 millones de dólares para bajar la cotización de los $8,40 por dólar a $7,75 por unidad de moneda estadounidense. El viernes 24/1 el precio de la divisa osciló por encima de los $8.
 
Complementariamente, el gobierno dispuso flexibilizar las restricciones a la compra de divisas para atesoramiento, lo que estaba prohibido hasta ahora, lo que podrá realizarse previa autorización de la AFIP, el ente de recaudación, con un adicional de 20% a cuenta del impuesto a las ganancias, que a la cotización del día, cada dólar se obtendrá contra $9,60.
 
Hasta aquí los hechos. Las incertidumbres a futuro continúan, especialmente el impacto sobre los precios, ya que la devaluación incide en la importación de insumos y bienes intermedios necesarios para la producción en el país, tal el caso de automotores o electrodomésticos entre otros, sin perjuicio de un conjunto de bienes y servicios que ajustan precios sobre costos dolarizados, e incluso expectativas.
 
Es un dato que las devaluaciones favorecen a los grandes productores y exportadores y de hecho, era la demanda de los sectores hegemónicos de la producción local, buena parte asociada a la transnacionalización capitalista de la economía argentina. La contracara es el perjuicio para quienes perciben ingresos fijos, los trabajadores, regulares e irregulares, activos o pasivos, a tiempo completo, flexibilizados o tercerizados, los que reciben planes sociales e incluso productores y empresarios que asocian sus ventas a este importante sector de la sociedad. Son pocos los beneficiados, el poder económico más concentrado, y son millones los que verán afectados su capacidad de compra. Las devaluaciones no generan equidad, y aun mejorando competitividad, algo que no es seguro, supone la transferencia de recursos de los trabajadores a los propietarios concentrados del capital.

 
¿Por qué la devaluación? ¿Hay otras posibilidades?
 
Desde el gobierno se explican maniobras especulativas del titular de Shell en connivencia con bancos extranjeros, el Citi, el Francés y el HSBC. Más allá de las acciones legales que se impulsen bien vale considerar la necesidad de mantener a la banca extranjera en la Argentina y consultarnos, a esta altura, por qué continuar con la legislación financiera de la dictadura genocida. Asociado a ello se requiere un estricto control del comercio exterior, el que se concentra en un puñado de empresas extranjeras y un conjunto reducido de bienes que explican el comercio exterior.
 
Claro que estamos remitiendo a la nacionalización de la banca y del comercio exterior, y que ello supone un enfrentamiento con el poder económico y político, que se requiere constituir sujeto social y político para sostener la confrontación. Ello necesita asumir un nuevo rumbo modificando la ecuación de beneficiarios y perjudicados del orden económico y social en el país. Lo que ha fallado en la Argentina de este tiempo es la concepción de la posibilidad de un “capitalismo nacional” al que convocó a construir Néstor Kirchner en mayo del 2003. En la era de la transnacionalización es un imposible, como inútil es buscar una “burguesía nacional” que asuma ese proyecto, salvo la gestación de nuevos sectores de burguesía local, los que acumulan en el marco de un proceso continuo de extranjerización y dependencia de la economía local al sistema mundial del capitalismo.
 
La realidad es que las divisa tienen precio y la pelea por su cotización enfrentó a los sectores hegemónicos privados de la economía argentina con el gobierno, demandante de dólares, principalmente para la cancelación de la deuda pública. Eso explica la perdida de reservas en el último tiempo, solamente 12.000 millones de dólares durante el 2013, entre fuga de capitales y pagos de la deuda, según datos oficiales.
 
El precio de la divisa, de los bienes y servicios, o de la fuerza de trabajo se dirime en el capitalismo en un mercado monopolizado por grandes capitales altamente concentrados y centralizados. Los Estados pueden convalidar la situación o enfrentarla, lo que supone romper la lógica del capital para intentar organizar un orden diferente, anticapitalista, incluso socialista.
 
Es un debate que trasciende la realidad nacional y se presenta en toda la región Nuestramericana, ya que el cambio político emergente a comienzos de siglo puede agotarse si no se profundizan políticas independientes y soberanas en la región. Aludo a la soberanía alimentaria, energética, financiera, que contribuya a una modificación del modelo productivo depredador y a un nuevo modelo de desarrollo para la región.
 
Falta poco para la cumbre de la CELAC y se discute un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea. ¿Ese es el rumbo de la inserción internacional de Nuestramérica? La inserción subordinada de la región fortalece la dependencia del orden capitalista en las condiciones actuales de transnacionalización, generalización de la especulación y el delito. ¿Hay solución fortaleciendo la inserción en el orden capitalista mundial, ese que gerencia el FMI, el Banco Mundial, la OMC? ¿Por qué libre cambio con Europa, luego de haber rechazado el ALCA? ¿Es mejor el capitalismo europeo que el estadounidense? El interrogante es aún más válido cuando pensamos la hegemonía alemana en Europa y las políticas de austeridad generalizadas en el viejo continente.

 
Argentina y la región están urgidas por cambios estructurales, los que deben realizarse integradamente. Existen novedosos mecanismos e instrumentos en funcionamiento, junto a avanzadas ideas que pueden facilitar el proceso. Aludo al ALBA, incluso UNASUR y la CELAC, pese a los matices en su seno. También al sistema múltiple de pagos con monedas locales entre Brasil y Argentina, escasamente usado, o el SUCRE entre los países del ALBA, al que adhirió Uruguay. Mucho se escribió sobre la nueva arquitectura financiera, expresión de ello es el Banco del ALBA. Bolivia acaba de anunciar que dispone de la cuota asignada para hacer funcionar un Banco del Sur que puede ser depositario de las reservas internacionales, cuantiosas entre los países que adhieren a la iniciativa.
 
No constituye una utopía hacer realidad el otro mundo posible a que nos convocó el Foro Social Mundial a comienzos del presente siglo. El capitalismo no ofrece soluciones a los pueblos de la región y del mundo. Fue en esencia el mensaje de Hugo Chávez cuando a fines del 2004 formuló su proyecto del socialismo del Siglo XXI. Ante la debacle de la URSS y el socialismo en el este de Europa y el rumbo e inserción de China en el capitalismo global, existen voces que nos acusan de anacrónicos y cuando mucho de utópicos. Los utópicos son los que imaginan una salida dentro del capitalismo y aún, aquellos que se contienen en el límite de lo posible, intentando reformar al capitalismo.
 
Los límites de la heterodoxia, el neo-desarrollismo o neo-keynesianismo, según como se asuma, en la Argentina, da cuenta de los debates, en la región y en el mundo, por superar la crisis del capitalismo, la dependencia, pensando y construyendo un orden económico, social, político y cultural de emancipación, sin explotación y armonioso con la naturaleza.
 
 
Julio C. Gambina es profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP. www.juliogambina.blogspot.com

Otros tiempos "Sartre y Guevara"

Qué encierra una foto de Sartre y Guevara, guardada en una caja de recuerdos.

Por Juan Martini .

Sartre y el che

Jean-Paul Sartre y Ernesto Che Guevara (La Habana, 1960). Foto: Alberto Korda

Es así: a veces no hay más remedio que ponerse a buscar y a buscar en cajas donde se guardan infinidad de cosas que ya no se necesitan a mano, incluso de las que uno no se acuerda… Entonces, por ejemplo, buscando una agenda en la que uno copió en otro tiempo un poema de Rilke salta, de golpe, el zarpazo: una foto de 1984, en un bar de Buenos Aires, que reunió a ocho escritores todavía jóvenes que no se reunían habitualmente. 

Por eso el segundo no tarda en arañarte el alma. Otra foto. Ahí está. Fue sacada hace 50 años. Algunos jóvenes de 35 para abajo que la vieron en estos días no sabían quién era o había sido el hombre que parece inclinarse para besar la mano del Che Guevara. Es Jean-Paul Sartre y en realidad está encendiendo un habano con el fuego de un encendedor de mesa que le da el Che.

Sartre viajó a Cuba cuando la Revolución todavía no había cumplido un año. Fue con Simone de Beauvoir y juntos entrevistaron al Che en su despacho de la presidencia del Banco Central. Eran más de las 12 de la noche porque Guevara trabajaba hasta muy tarde. En los días siguientes, Sartre y Simone recorrieron toda la isla, asistieron al estreno en el Teatro Nacional de La puta respetuosa, obra de Sartre, invitados por Fidel Castro, y escribieron sobre sus experiencias y observaciones en Cuba. El Che Guevara tenía 32 años, Sartre 55 y Simone de Beauvoir 52.

“Puesto que era necesaria una revolución -escribió Sartre-, las circunstancias designaron a la juventud para hacerla. Solo la juventud experimentaba suficiente cólera y angustia para emprenderla y tenía suficiente pureza para llevarla a cabo”. El libro se llamó Huracán sobre el azúcar y conmovió a las juventudes de América Latina y del mundo entero.
El Che Guevara moriría asesinado en Bolivia apenas siete años más tarde. Sartre moriría casi veinte años después en París. Antes, sólo cuatro años después de aquel viaje y esta foto, recibiría el Premio Nobel de Literatura y lo rechazaría: una prueba de independencia económica y de soberanía intelectual nunca homologada.

A su manera, mucho antes de morir, Guevara y Sartre habían alcanzado la dimensión del mito. Uno por su coraje revolucionario. El otro por su entereza intelectual. Comprometerse con una causa, en aquellos años, no sólo era natural y una marca de época. Era una forma de estar vivos. De creer en el futuro y en la posibilidad de imaginar un mundo justo.

Hoy, 50 años después, no sólo está mal visto creer en la justicia y en la igualdad: ni hablar del respeto a los muertos y desaparecidos, ni de condenar a golpistas fusiladores. Posiciones de esta naturaleza son acusadas con frecuencia de bien pensantes de izquierda o progresistas, y condenadas por ingenuas.

Ignoran, los liberales, los que viven todo el tiempo de condenar las ilusiones y los deseos de vivir en una sociedad equilibrada, que la justicia social es un bien irrenunciable salvo para quienes no respetan a las mayorías. 
Pero no se los ve más felices. Más bien todo lo contrario. Están siempre contrariados, ofendidos, aferrados a sus lugarcitos privilegiados y sobornables.
¿Será porque, más allá de alzarse contra gobiernos constitucionales, desestabilizar y poner palos en las ruedas, no tienen en qué creer?
Es así.

Es el problema de abrir cajas con archivos, cartas, agendas, radiografías, postales, cositas que alguien te trajo de un viaje, regalos cargados de recuerdos, fotos…

El tiempo se te viene encima y la memoria de las ilusiones perdidas es la garra que de un golpe te dice que a pesar de todo todavía estás vivo. Y entonces uno tiene que atreverse a confesar que no hay nada como tener ilusiones y que siempre estaremos del lado de la utopía.