La población que se afincó a comienzo de 1880 en la actual jurisdicción de Ingeniero White fue el efecto de un asentamiento de trabajadores que colaboraron en la infraestructura del trazado ferroviario y, a posteriori, en la construcción del nuevo muelle portuario; en forma conjunta, se produjo el arribo de los primeros inmigrantes europeos, quienes actuarían como mano de obra calificada. Estos hombres, ante la seguridad de poseer un trabajo que aseguraba su sustento, comunicaron, carta mediante, esta buena nueva a sus familiares, para los mismos emigraran a esta tierra prometedora.
Con este flujo de hombres, mujeres y niños, se originaron nuevas actividades productivas y mercantiles; este fue en comienzo de la pesca artesanal, labor realizada, primordialmente, por inmigrantes italianos de las regiones Puglia y Lazio.
Las generaciones pasadas de pescadores supieron de años de bonanza y calamidades, por acción cíclica de la naturaleza; es decir, con temporadas muy productivas, otras razonables y algunas para olvidar. Por estos días, también debemos adicionar la imprudencia o negligencia de la actividad humana, incluyendo la depredación ictícola, el vertido de efluentes y sustancias orgánicas e inorgánicas, de actividades particulares, institucionales y empresariales; y la ausencia o inacción de organismos gubernamentales de control, sanción e implementación de acciones reparatorias a los daños causados.
Esta amalgama de acciones individuales o de estamentos públicos y privados produce el resultado que se advierte en el estuario de Bahía Blanca, con la presencia de un sinnúmero de elementos en diversos niveles de concentración, que conjugan los sólidos y líquidos cloacales, de sendas plantas de tratamiento (con funcionamiento deficiente) pertenecientes a ABSA; la presencia de canales clandestinos, para el vertido de desechos industriales; los constantes venteos de empresas cerealeras y petroquímicas, cuyas partículas decantan en el cuerpo acuático, siendo incorporadas por algunos peces y persistiendo en los sedimentos del fondo marino; otra causa del ocaso de la pesca artesanal son los permanente embates provocado por barcos denominados de altura, mediante la captura con redes de arrastre, que ocasionan la depredación de las especies y evitando que las mismas puedan ingresar a los sectores costeros para su reproducción.
De no mediar una acción inmediata y adecuada, a través de los organismos de contralor y fiscalización, de competencia nacional, provincial y municipal, lamentablemente, este conflicto se agudizará y, en breve, la pesca artesanal whitense, los botecitos o canoas y las lanchitas amarillas, sólo engrosaran la nostalgia de un pueblo con ansias de ciudad, y condenando a los pescadores a relatar sus anécdotas, tal como, por estos días, puede escucharse a ex empleados de Junta Nacional de Granos, YPF, Gas del Estado y Ferrocarriles Argentinos.
¿Será que nuestro presente y su realidad nos condenan a rememorar un pasado glorioso y nos niega un futuro próspero y con esperanzas?
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