Por Gerardo Szalkowicz
Se cumplieron 20 años del alzamiento zapatista, aquel primer grito de rebeldía organizado contra el paradigma neoliberal. Acciones, devenires, traspiés y lecciones de un inédito proceso de autoorganización que, en silencio, ratifica su plena vigencia.
La lluvia y el frío que acompañó la noche del último día del año en el sureste mexicano no lograron empañar el festejo de miles de indígenas que, junto a decenas de simpatizantes llegados desde varios rincones del planeta, celebraron los 20 años del levantamiento y aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
El evento se dio simultáneamente en los cinco Caracoles (Oventik, Morelia, Roberto Barrios, La Garrucha y la Realidad), donde están ubicadas las Juntas de Buen Gobierno que articulan los 27 Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, en el estado de Chiapas.
Actividades deportivas, una gran variedad de presentaciones musicales, mucho baile y, por supuesto, el mensaje político de ocasión amenizaron la jornada. En el Caracol de Oventic, la Comandanta Hortensia encabezó los discursos: "Estamos cumpliendo 20 años de estar en guerra en contra de un sistema social injusto, representado por los tres niveles de gobierno".
"Hace 20 años los botamos a la basura a todos los partidos políticos y ahora son los pueblos los que deciden y analizan quién ha de ser su autoridad y quién ha de gobernar de acuerdo a sus propias leyes. Ahora nuestros pueblos cuentan con su gobierno autónomo, es la voluntad del pueblo de elegir a sus autoridades", destacó.
Precisamente, en el grado de autonomía respecto al Estado y el desarrollo de un inédito proceso de autogobierno –junto a la construcción de nuevas relaciones sociales- radica quizá el capital político más significativo que ofrece hoy el zapatismo.
En estos 20 años, ha construido una extensa red de infraestructuras comunes en educación, salud, agricultura agroecológica, legislación, comunicación comunitaria y justicia al margen de las instituciones estatales, que funcionan con su propia lógica y bajo la premisa del "mandar obedeciendo". Todo esto en medio del hostigamiento permanente de 51 destacamentos militares y de programas asistencialistas que buscan dividir a las comunidades.
Entre sus recientes iniciativas se destaca la Escuela Zapatista, que ha convocado entre agosto y diciembre de 2013 a unos dos mil activistas de México y de distintas partes del mundo y que desarrolla por estos días su tercera experiencia.
El ¡Ya basta! que retumbó en el mundo
El 1º de enero de 1994 entraba en vigencia el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), incorporándose México al acuerdo ya implementado por Estados Unidos y Canadá. Era la entrada al primer mundo y las élites gobernantes brindaban con champagne sin imaginar que desde las recónditas comunidades chiapanecas les arruinarían la fiesta.
En las primeras horas del día, miles de indígenas mayas se levantaron en armas y tomaron por asalto las siete principales cabeceras municipales del estado. Ante la sorpresa del mundo entero, difundieron la Primera Declaración de la Selva Lacandona, mediante la cual declaraban la guerra al gobierno federal encabezado por el presidente Carlos Salinas de Gortari. Allí asumían ser "producto de 500 años de lucha" y entregaban sus demandas por "trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz".
El alzamiento, lejos de ser espontáneo, estuvo preparándose en total silencio durante 10 años; había logrado organizarse y crecer en el más absoluto secreto en las profundidades de la Selva Lacandona: el acta de nacimiento del EZLN lleva la fecha del 17 de noviembre de 1983.
Luego vendrían 12 días de combate en los que murieron decenas de indígenas; los acuerdos logrados en San Andrés en 1996 posteriormente incumplidos por el gobierno; la histórica "Marcha del color de la tierra" de marzo del 2001 ("la más importante manifestación antirracista en la historia de México", según Carlos Monsivais); la conformación en 2003 de los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno, la forma organizativa mediante la cual opera el autogobierno zapatista; la "Otra Campaña" iniciada en 2005 y los desencuentros con parte de la izquierda mexicana a partir del rechazo al candidato progresista Andrés Manuel López Obrador; y grandes períodos de silencio.
La última gran demostración de fuerzas se dio el 21 de diciembre de 2012, cuando se movilizaron, en silencio, unas 40 mil bases zapatistas, lo que desmintió las campañas mediáticas que propagaban su extinción.
Otro elemento rupturista que planteó el zapatismo tiene que ver con sus formas discursivas. La pluma y retórica del subcomandante Marcos destrozaron los moldes y manuales de la izquierda tradicional y le agregaron elementos literarios que aportaron originalidad y despertaron simpatía en los seguidores del movimiento.
El vocero del EZLN -filósofo y exprofesor de la Universidad Autónoma Metropolitana- ha dejado frases como "Disculpen las molestias, esto es una revolución", "No importa lo que está detrás de la máscara, sino lo que simboliza", "La lucha es como un círculo, se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina", "No necesitamos permiso para ser libres".
Para todos, todo
La irrupción del zapatismo, retomando las históricas tradiciones de lucha campesina en tierra mexicana, significó un punto inflexión trascendental en la vida política de América Latina y el Caribe. Al margen del Caracazo venezolano de 1989 (de carácter más espontáneo), se erigió en el primer grito de rebeldía organizado contra las políticas neoliberales, en momentos donde estaban frescas las heridas por la desintegración del campo socialista y el auge de los pregoneros del "fin de la historia".
Se convirtió así en un laboratorio de transformación política emancipadora, plena de dignidad y creatividad, y en referencia indiscutible para buena parte de las organizaciones populares de la región que fueron naciendo a fines de siglo pasado.
Más allá de cierta limitación a la hora de articularse con otros sectores en lucha y del bajo crecimiento en incidencia política nacional, en su vigésimo aniversario la experiencia zapatista demuestra que sigue vivita y coleando, haciendo aportes concretos, aquí y ahora, a la idea de que "otro mundo es posible"..
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