POR JUAN CARLOS ALGAÑARAZ
Este es el momento de evocar la enorme tarea de Juan Gelman como periodista, la profesión de toda su vida. Algunos de sus trabajos más valiosos están recopilados en tres libros que conviene buscar y atesorar. Estos dos centenares de artículos constituyen una de las más importantes aportes al periodismo en lengua española por la profunda erudición del autor al abordar una vasta galería de personajes reveladores y temas, que Gelman convoca desde los cuatro puntos del planeta, y trata con una mirada siempre original, implacablemente alejada de tópicos empobrecedores.
* "La integridad moral separa a dos grandes talentos, amigos entrañables. Pese a todas las presiones, el dramaturgo Arthur Miller se niega a dar nombres para engrosar la lista negra del anticomunismo delirante. Pero el escritor, director de cine y teatro, Elia Kazán salta la barricada de la decencia y delata a sus amigos ante el macartismo neofascista."
* "El héroe de la Revolución Mexicana, Pancho Villa, dirige con mano maestra las históricas gestas de la División del Norte mientras controla con la misma energía a un equipo de cine norteamericano que filma la guerra y registra al general a caballo, con su sombrero tejano y el pecho cruzado por cananas, de frente y de perfil. Es la estrella de la película sin abandonar un instante el combate."
Parte esencial en la serie de artículos son las masacres del terrorismo de estado, los desaparecidos y la impunidad. Y el escándalo del tormento siempre presente, cada vez más cruel y legalizado como sucede ahora mismo en Guantánamo. Gelman proclama que “la tortura es un ejercicio preferido del poder” cuando revisa el cuento “La colonia penal” de Kafka y cita a un ejecutor que asegura: “Me rijo por el principio de que siempre la culpa es indudable”. Otros verdugos semejantes atormentaron niños, ancianos, mujeres y jóvenes en una Argentina donde los protegían las vergonzosas leyes de la impunidad.
Como un doloroso invitado de honor, llegan a las páginas del periodista las familias que buscan con un inmenso coraje a sus seres queridos y la infamia de los bebes robados. Gelman resume ese calvario: “Está claro que ni las Fuerzas Armadas ni el gobierno ni los jueces argentinos muestran la menor disposición a dar cuenta de lo ocurrido o indagarlo. Es una crueldad suplementaria: al horror del terrorismo de Estado se suma el horror de ese silencio. Bajo su durísima tiniebla, el dolor vaga y busca”. Mil veces Juan Gelman aborda esta plena realidad de lo inhumano para descubrir, exponer y denunciar a los genocidas e instalarlos en la picota como previo paso al tribunal y la prisión.
Nada expresa mejor estos espantos que el poema escrito por Ana María Ponce (que Juan publica en su totalidad), prisionera en el campo de exterminio de la ESMA en 1977 junto con su hijito, “El Piri”, de tres años. Los dos desaparecieron. Ana María cuando adivinó su hora final “se fue caminando como una reina”, según el testimonio que recogió el periodista Gelman y registro en su artículo “Reinas”.
El Holocausto, la Shoa, es otro de los grandes momentos dramáticos de este conjunto tan valioso de artículos enfocado en historias y personajes con un interés trascendental, como Primo Levi, superviviente de Auschwitz, un ser humano inolvidable por sus testimonios que han conmovido y alertado al mundo entero contra la barbarie totalitaria que siempre acecha. “Los que se lían a golpes con todo el mundo alcanzan la dignidad porque están seguros de ser derrotados”, escribió Primo Levi quien se suicidó nueve años después.
Las columnas de Gelman se despliegan en un espacio acotado que obliga condensar las historias, un desafío que el periodista convierte en su mejor arma para desarrollar los párrafos con un ritmo que atrapa al lector. Como ejemplo este adiós por la muerte de nuestro inolvidable Osvaldo Soriano:
"No puedo. Se amontonan veinticinco años de amistad en la garganta. Voy a tardar mucho tiempo en decirle adiós. Si es que alcanzo a decírselo. Voy a creer que alguno que pasa es él porque camina como él. El dolor finge distracciones para golpear de nuevo con la pérdida. El conoció esa historia, muchos fantasmas pisaron las calles de su exilio. Viven extrañamente en su escritura. Afrontó lo que era, un narrador nato que practicaba la difícil sencillez. Ahora verá el otro lado, la hora sin sombra que le mostraba el padre. Ya no habrá de molestarle el día. Por fin tiene toda la noche para seguir escribiéndonos."
Un testimonio personal. Cada día, los periodistas amasamos precipitadamente un pastel, a veces un bodrio, de celulosa y anilina que se sirve por la mañana a millones de lectores angurrientos. El olvido purifica la golosina porque sólo dura una jornada. Después sólo quedan papel viejo y tinta seca. Además, sabemos que escribir una crónica o artículo es decantar materiales y destilarlos, para forjar un relato con el gusto y a la manera de cada uno. Pero, para un hombre de la entereza moral de Juan Gelman hay un recóndito momento anterior donde elige o rechaza determinado tema. ¿Y qué determina esa preferencia? Juan alguna vez contó que ciertos compañeros comunistas le reprocharon a Paul Eluard que no hubiera escrito un poema sobre la guerra de Corea, y él respondió: "Yo escribo sobre esos temas solamente cuando la circunstancia exterior coincide con la circunstancia del corazón".
El corazón, la convicción, la honestidad son las la claves de los temas y del talante de Juan Gelman, periodista.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario