Sunitas y chiitas: el conflicto que tiene en vilo al mundo

Viejas rivalidades económicas y territoriales se superponen con la amenaza terrorista, en una espiral de violencia difícil de modificar

Por Lorena Oliva


Ilustración: Iker Ayestaran


Es cuestión de desandar la espiral de violencia que conmueve a Medio Oriente, una de las regiones menos pacíficas del planeta, para que el camino nos lleve hasta un acontecimiento religioso ocurrido en el año 632 de nuestra era. La muerte del profeta Mahoma, sin un claro sucesor, marcó el inicio de una rivalidad dentro del islam entre dos grandes corrientes-los chiitas y los sunitas- que se extiende hasta nuestros días.


Ilustración: Iker Ayestaran

La falta de acuerdo sobre quién sería el nuevo sucesor espiritual del Profeta acabó convirtiéndose en una grieta dentro del islam que fue profundizándose con el correr de los siglos. Y lo que nació como una confrontación de tipo religioso se fue transformando, con el paso del tiempo, en una disputa geopolítica tan compleja como peligrosa, así como también en la causa que muy a menudo agita el terrorismo para justificar su razón de ser.

Con más de 1500 millones de fieles, el islam es la religión oficial de muchísimos países, cuyas constituciones y fuentes jurídicas se basan o se inspiran en gran medida en el Corán. En este contexto, si bien ambas ramas tienen puntos de acuerdo -todos adhieren a los pilares básicos del islam-, una de sus diferencias es que para los chiitas el imán es intermediario entre Alá y la comunidad, y para los sunitas sólo dirige la oración y vela por la comunidad.

En consonancia con su superioridad numérica, los sunitas son mayoría en Arabia Saudita Afganistán, Pakistán, Jordania, Kuwait, Yemen, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Túnez, Qatar, Libia, Turquía y Siria; mientras que hay mayoría chiita en Irán, Azerbaijan, Bahréin, Irak y El Líbano. Basta mirar la multiplicidad de alianzas y enfrentamientos que hoy se dan entre éstas y otras naciones para detectar, con bastante frecuencia, conexiones con este enfrentamiento histórico. Sin embargo, no todo lo que allí acontece puede explicarlo el conflicto entre sunitas y chiitas. Es, en todo caso, un factor que se combina con otros, de tipo político, económico, territorial o estratégico.Se estima que los chiitas representan al 15% de los musulmanes, mientras que los sunitas comprenden el 85% restante, según el Pew Center Research. Más allá de las similitudes y diferencias entre ambas corrientes, es la pregnancia de lo religioso sobre lo político -un rasgo común entre ambas- lo que hace difícil separar lo sagrado de lo profano a la hora de analizar el alto nivel de conflictividad de la región.





Sin ir más lejos, la histórica rivalidad ideológica entre Arabia Saudita e Irán también se replica en el plano geopolítico. Ambos países cuentan con enormes recursos en materia de gas y petróleo, y el reciente levantamiento de las sanciones económicas contra Irán le devuelven su estatus de jugador de primera línea en el mercado mundial. ¿En qué medida la novedad será disparadora de nuevas tensiones entre ambos países? Difícil saberlo. Lo cierto es que no soplan vientos de paz. Basta recordar la reciente ejecución de un predicador chiita por parte de Arabia Saudita y la posterior quema de la embajada saudita en Teherán. Actualmente ambas naciones han roto sus relaciones diplomáticas.



"Es cierto que Irán y Arabia Saudita han intensificado sus rivalidades. No obstante, explicar todas las disputas geopolíticas contemporáneas remitiendo la comprensión a la diferenciación doctrinal sunitas vs. chiitas puede sonar didáctico pero es un tanto simplificador. Las cuestiones geopolíticas pueden coincidir con líneas divisorias de pertenencia identitaria a distintos modos de comprender la religión, pero su dinámica está marcada por procesos contemporáneos de alianzas, estrategias, influencias políticas y modos de construir el poder, como en cualquier arena de negociación o de tensión internacional", admite la investigadora del Conicet Silvia Montenegro.
Con ella coincide Javier Martín, delegado de la agencia de noticias EFE en el norte de África y autor del libro Estado Islámico, geopolítica del caos, publicado el año pasado, que ya va por su quinta edición: "Aunque tiene raíces religiosas, el actual conflicto entre chiitas y sunitas es esencialmente político. Tanto Irán, único Estado chiita del mundo, como Arabia Saudita, que se atribuye el liderazgo ideológico e incluso político del universo sunita, así como también los movimientos radicales como Al Qaeda y la organización yihadista Estado Islámico manipulan las diferentes sensibilidades sectarias para forzar y azuzar el conflicto en función de sus intereses políticos, económicos y geoestratégicos en la región."
Sin embargo, Federico Gaon, analista internacional especializado en islamismo y Medio Oriente, no desestima el rol que juega la fe en el tejido de alianzas y conflictos en la región. "Lo religioso juega un papel fundamental. Para los occidentales, esto es un concepto difícil de digerir por el simple hecho de que no estamos acostumbrados a que la religión tenga semejante peso en nuestros días, o por lo menos no en nuestras latitudes."



A pesar de la profusa cobertura mediática de los conflictos en Medio Oriente, así como el estupendo papel que han sabido jugar las redes sociales a la hora de sortear cualquier cerco informativo, la visión estereotipada que suele circular sobre la región permanece vigente.
"Los estereotipos son más fáciles de digerir que la complejidad y la diversidad de la realidad, y todas las regiones subdesarrolladas del globo padecen ese tipo de simplificaciones. Así, África es la región de las hambrunas, las enfermedades y las guerras civiles; Latinoamérica, de los narcos, el fútbol y los carnavales; y Medio Oriente, del terrorismo, el fanatismo y el atraso. Pero las raíces de estos prejuicios no son inocentes. En lo que respecta a Medio Oriente, la desinformación y la distorsión han sido sistemáticas desde tiempos del colonialismo europeo, que dividió al mundo en dos entidades imaginarias e irreconciliables: una avanzada y otra salvaje; una regida por los valores de la Ilustración, la otra por una 'religión violenta' llamada islam. Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos tomó la posta que dejaron allí Francia y Gran Bretaña, y esas distorsiones no han hecho más que profundizarse, llegando a aplanar la historia en la burda ecuación 'democracia versus terrorismo'", considera la licenciada en comunicación Ana Prieto, también autora del libro Todo lo que necesitás saber sobre terrorismo (Paidós).
Pese a la miopía occidental, la violencia tiene efectos devastadores a nivel planetario, como bien pudimos comprobar con los recientes atentados en París. De acuerdo con el último informe del Institute for Economics and Peace (Instituto para la Economía y la Paz), un organismo no gubernamental que creó en 2008 el Índice Global de Paz, los principales actores de Medio Oriente se cuentan entre los doce países menos pacíficos del planeta. La organización, que releva a 162 países, también estima que el costo de la violencia global, fuertemente concentrada en esa zona, equivale al 13,4% del producto bruto mundial. En otro trabajo, el Índice Global sobre Terrorismo, se señala que, en 2014, Estado Islámico y Boko Haram habían sido los responsables del 51% de las muertes por terrorismo que, durante ese año, totalizaron unas 32.658, un 80% más que el año anterior.









Las principales organizaciones terroristas que operan en la región, como por ejemplo Estado Islámico, Al Qaeda (que se identifican con los elementos más militantes y radicales del sunismo) o Hezbollá (ligada a los chiitas) respaldan su accionar criminal en las enseñanzas del Corán, con una noción de yihad global que apela a una lucha armada en defensa del islam y en su conquista. Lo cierto es que, si bien la mayoría de los musulmanes adhieren a la yihad, existen serios matices interpretativos.
"La mayoría de los musulmanes adhieren al significado de yihad como esfuerzo, esforzarse en el camino de Dios, y rechazan la equiparación con la idea de "guerra santa" como un elemento de difamación mediática, construido por los medios occidentales, que funcionaría para producir una asociación instantánea entre islam y violencia. De hecho, muchos pensadores y líderes musulmanes no dejan de aclarar este aspecto ante los medios o escribir sobre el tema", puntualiza Montenegro.



"Otra es la concepción de los llamados grupos 'yihadistas', y su idea de yihad global -continúa la especialista-, que se consolida con la diáspora de combatientes que lucharon en Afganistán contra la invasión de la Unión Soviética en 1979. A partir de ahí surgen organizaciones (como Al Qaeda) o actualmente Estado Islámico, que apelan a la idea de yihad e instrumentalizan o son instrumentalizadas por determinados intereses. En ese contexto, y en la acepción que esos grupos le otorgan, se forja la idea del yihadista. Éste aparece como un combatiente de un ejército global que responde a un llamado y se moviliza a un territorio de origen distinto del suyo, donde se entiende que es necesario el combate o incluso actúa como cuentapropista para acciones que pueden, al modo de una franquicia, ser luego reivindicadas por organizaciones."
Pero, en cualquier caso, hay quienes creen que, más allá del fundamento ideológico de estas organizaciones, vale la pena mirarlas también como un reflejo de las contradicciones que se dan en nuestro mundo globalizado.
"Creo que, en el caso de Estado Islámico, se trata de una agrupación profundamente contemporánea: no sólo explota todas las herramientas digitales y comunicacionales a su alcance sino también porque es un hijo violento de las contradicciones de la globalización. La mayoría de sus jóvenes reclutas no están ahí por razones colectivas o religiosas (la devoción, si llega, llega después), sino para darles sentido a sus vidas, para canalizar sus propios impulsos violentos o para perseguir lo que les han vendido como una utopía. No hay que desestimar las motivaciones ni ambiciones personales de las personas que se unen a Estado Islámico", reflexiona Prieto.


Un poco de historia

La reinterpretación de los mandatos religiosos no es nueva en una religión que carga con siglos de fracturas. Basta recordar que fue la muerte de Mahoma la que enfrentó a la comunidad musulmana de entonces con el desafío de designar un sucesor. Para un sector (los luego llamados chiitas), el líder espiritual debía ser un descendiente directo del profeta, mientras que para el otro (representado por quienes después serían los sunitas) debía ser elegido por la comunidad y no necesariamente tenía que ser un descendiente directo del Profeta. La que se impuso fue esta última posición.
Tras aquella primera derrota, el chiismo, habiendo quedado en minoría y a los efectos de preservar sus formas frente a la mayoría, se abstendría de inmiscuirse en la búsqueda activa por el poder político. "Refugiándose en la creencia de que al final de cuentas todas las injusticias serían saldadas por la figura mesiánica del mahdi, 'el imán oculto', los chiitas encontraban consuelo espiritual a los agravios cometidos por el establecimiento sunita. Dicho sucintamente, había que esperar a la venida del redentor para poner las cosas en orden. Las circunstancias cambian en forma decisiva cuando se establece la dinastía safávida en 1501 en Irán. Con ella la mayoría de la población persa sería convertida al chiismo. Éste es un hito fundamental para entender lo que sucede hoy en día", explica Gaon.
Pero, si de hitos se trata, todas las fuentes consultadas concuerdan en señalar la Revolución islámica de 1979. "La Revolución islámica puede ser vista como la consagración del activismo político chiita. Representa la trasformación final del chiismo. De ser una corriente políticamente 'pasiva', resignada a su posición de inferioridad, pasó a ser un movimiento 'activo' en el plano político. Esto es algo insufrible para el establecimiento religioso sunita", agrega Gaon.





Con él coincide Khatchik DerGhougassian, doctor en Estudios Internacionales y profesor en la Universidad de San Andrés. "Históricamente los sunitas dominaron a partir de la dinastización del califato y por muchos siglos los chiitas fueron los perseguidos, los pasivos en la política, pues esperaban el regreso del último imán ocultado para establecer justicia en el mundo. Pero cuando con los fatímidas en Egipto, los safávidas en Irán y, sobre todo, con la emergencia de la República Islámica de Irán el chiismo llegó al poder, la controversia con los sunitas adquirió una dimensión geopolítica. A falta de secularización política en el islam, y mientras siga el conflicto en Medio Oriente, es muy difícil distinguir la pelea por el liderazgo de la comunidad musulmana de la lucha por el poder expresado en claves de razón estatal."



A la par de la Revolución iraní, se produjeron otros incidentes que despertaron los fuegos del radicalismo sunita. "Primero, la toma de la Gran Mezquita (Al-Masjid al-Haram) en La Meca por parte de extremistas adversos al de ya de por sí rígido y conservador régimen de los sauditas. Segundo, se produjo la invasión soviética de Afganistán, la cual inspiraría a miles de musulmanes de todo el mundo a librar una guerra santa, una yihad, contra el 'imperio ateo' invasor. La eventual derrota de los rusos daría paso a la creación de Al-Qaeda y a la usanza yihadista que estamos acostumbrados a ver en las noticias", agrega Gaon, quien compara la actual tensión entre Arabia Saudita e Irán tras el levantamiento de las sanciones con una debacle entre sunitas y chiitas que no tenía lugar desde la guerra entre Irak e Irán en los años ochenta.



Las perspectivas de paz en la región requieren de una serie de condiciones previas. "Mucho depende de la voluntad política y capacidad de cooperación de los actores regionales (Irán, Arabia Saudí y Turquía). En menor medida, de un acuerdo entre, por un lado, Estados Unidos y sus aliados europeos y, por el otro, Rusia. De hecho, este acuerdo existe pero no se puede implementar ni siquiera en el contexto de las negociaciones bajo el auspicio de la ONU entre el régimen de al-Asad y los opositores", aporta DerGhougassian.

Para Martín, en cambio, la paz sólo será posible siempre que se obligue a los actores regionales a cumplir con los derechos humanos y se trate con igual contundencia a todos los países. "Desde hace años, se ha denunciado el régimen dictatorial de Irán y sus prácticas mafiosas en la región, y debe seguir haciéndose dentro de la nueva era que se ha abierto tras el necesario acuerdo nuclear. Pero no se puede mantener el silencio y permitir que Arabia Saudita siga aplicando las mismas políticas mafiosas, violando los derechos de su pueblo y de los pueblos de la zona con impunidad. Igual que era necesario el retorno condicionado de Irán a la mesa de Oriente Medio por la influencia que tiene en muchos de los actores, es necesario frenar a Arabia Saudita para que el diálogo pueda funcionar."
Resolver la puja que dio origen a esta fractura es todavía mucho más complejo. Así lo cree Federico Gaon: "Estamos hablando de intereses irreconciliables, tanto religiosos como estratégicos. Es un juego de suma cero. Por ello, algunos comentaristas sugieren que la guerra es inevitable, y que sólo después de un conflicto decisorio como atroz, podrá alcanzarse, puertas adentro del islam, una solución religiosa que incite a darle al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios. Por lo menos esto fue lo que necesitó Europa para que, al cabo de pocos siglos y luego de un sangriento enfrentamiento entre católicos y protestantes, se consagrara el secularismo".

Carnaval, entre la condena y la reinvención

SIN TIEMPO. Diversas miradas para abordar un festejo enigmático, que persiste en la práctica contemporánea




"Con el carnaval me ocurre como a Borges con el infierno, cuando dijo que, al revés de los católicos, le interesaba pero no creía -dice Alejandro García Schnetzer, novelista argentino radicado en España desde 2001 y autor de tres novelas publicadas por Entropía-. Más que la fiesta y su exaltación, me atraen sus símbolos y convenciones: la máscara, la noche, la inconsciencia, la fuga de la razón y del tiempo. Su melancolía. Viví eso de chico en Brasil, en los carnavales de rúa de Paraty y de Ilha Grande; pero lo entendí recién con Bioy y cierta música que evoca al carnaval sin celebrarlo. Me sorprende su impronta en los viejos, que suelen referirlo con nostalgia casi unánime, y me extraña igualmente la contracara de la fiesta, sus fisuras de tristeza y realidad." Los carnavales figuran en Requena y en Andrade, y de nuevo en Quiroga, de 2015, transfigurados por un remoto antecedente dionisíaco. Schnetzer formula una genealogía literaria del carnaval porteño: "El de tiempos fundacionales, que describe José Wilde en sus Memorias; el de los umbrales del siglo XX, visto por Rubén Darío; y el de los clubes de barrio, que según el dictamen de los abuelos no tuvo igual y agotó sus posibilidades".

¿Transgresión limitada?

Desde hace unos años, la mirada social sobre el festejo del carnaval se halla en una situación "preartliana". En una de sus célebres aguafuertes para el diario El Mundo, Roberto Arlt reaccionaba frente a las críticas de la crónica costumbrista sobre ese festejo. Al parecer, según aquellos cronistas, la cultura local había barbarizado el carnaval. Mientras denostaban a la mersa bulliciosa, soñaban con bailes de máscaras y corsos venecianos, como si las calles de Boedo se hubieran podido transformar mágicamente en canales y las viviendas populares en palacios. "Voy a escribir para alacranear perfectamente, para sacarme la bilis que me baila en el hígado y en el píloro", advertía en las primeras líneas de "Fiestas de Carnaval".

¿Por qué la fuerza transgresora de un festejo popular que, por pocos días, ponía el mundo cabeza abajo y suspendía las jerarquías sociales perdió vigor? Las jerarquías prevalecen; sin embargo, el carnaval sólo perdura en consignas cómicas, murgas o shows a los que se puede asistir con ticket en mano. "El carnaval sólo puede existir como una transgresión autorizada", escribía en 1999 Umberto Eco para mitigar las consignas de Mijail Bajtin, cuya obra sobre François Rabelais y la cultura popular medieval fue clave para una nueva mirada sobre un viejo ritual. "Si bien el carnaval antiguo religioso estaba limitado en el tiempo, el carnaval moderno multitudinario está limitado en el espacio: está reservado a ciertos lugares, ciertas calles, o enmarcado en la pantalla de televisión", señala Eco con ironía.
"Desde mediados de los años 60, la literatura y el arte latinoamericanos empezaron a ser interpretados, a partir de la lectura que hizo Julia Kristeva de Bajtin, con las lentes de la carnavalización literaria -dice Mario Castells, autor de la novela corta El mosto y la queresa y del libro de crónicas Trópico de Villa Diego (EMR)?. Con Gilda de Mello e Souza y su lectura de Macunaíma, el concepto se convirtió en un recurso que la crítica no ha parado de usar, y eso de que lo carnavalesco se aparta de la tradición y el desarrollo cultural dominante en una sociedad, para burlarse de las instituciones y estructuras que esta cultura propone, ha sido uno de los conjuros que han hallado esos sectores de la intelligentsia para aplacar otras lecturas políticas de la novela y pasivizar lo revulsivo del humor popular." De esas lecturas aplacadas, Castells rescata la cultura africana en América. "La referencia al negro estalla en el inconsciente colectivo en momentos de festividad y teatralidad burlesca. Los kambaraangáes, disfrazados de negros, con trapos y ropas viejas, a veces con vestidos femeninos y el rostro cubierto con una máscara, en la representación de una especie teatral semejante a los autos sacramentales del Medioevo, son esos agentes del pueblo que tienen vía libre para acometer contra el statu quo, el comisario, la catequista, el intendente y las autoridades con la invectiva que les otorga el humor."


En 2011, la antropóloga Alicia Martín, docente e investigadora de la UBA, publicó Fiesta en la calle. Carnaval, murgas e identidad en Buenos Aires (Colihue)Allí estudia el lazo entre el retorno de la democracia en los años 80 y la organización de los vecinos en murgas. Ella acerca otra posición sobre el carnaval: "Detrás de eso se movían valores y estructuras organizativas informales muy interesantes y poderosas, grupos autogestivos que se asentaban en redes barriales territoriales y familiares". Martín considera que el carnaval porteño y la murga son espacios de resistencia.
Ricardo Talento dirige el Circuito Cultural Barracas y es uno de los fundadores del Grupo Catalinas Sur, que impulsó el desarrollo del teatro comunitario en la Argentina. "El carnaval es parte de la teatralidad humana. El teatro comunitario recupera su esencia, sus lenguajes, y esa vocación de encuentro, comunicación y transgresión." Las temáticas surgen de la territorialidad y se construyen con el aporte de los integrantes. "Además de crear una profunda empatía con el espectador, legitima lo abordado, ya que es parte de la voz del barrio. En la obra Barracas al fondo se habla con ironía de la exclusión y la xenofobia de los sectores medios hacia las nuevas inmigraciones; eso adquiere legitimidad porque es el mismo barrio que vive el tema el que le da valor poético y lo transmite."
"Siempre intuí que la función del carnaval, más bien festiva, no era sólo la de ser una zona indefinida entre los arcanos rituales y la razón. Su fuerza está en ser una zona donde el hombre es, nada más", comenta Nicolás Correa, investigador y autor de ÍncuboSúcubo, novelas de terror ambientadas en el conurbano bonaerense. En sus ficciones el carnaval aparece como una fuerza ambigua. "El carnaval le da a la escritura la posibilidad de fugarse de sí y, a la vez, de ser pura potencia poética. En mi caso, los carnavales son amargos, más parecidos a procesiones trágicas donde exponer, como en la Pasión, el drama personal o el colectivo, el cielo propio al alcance de la mano, hecho de carne y barro." La narradora Liliana Bodoc, autora de la novela Presagio de carnaval, dice: "El carnaval es una interrupción del orden establecido, un espacio-tiempo liberado que nos permite desordenar los paradigmas. Disputado por la tradición católica y la pagana, tironeado desde su etimología, el carnaval no tiene dueños. Y si acaso lo tuviera, serían los demonios". Para Bodoc, el carnaval desata una fiebre de control: "Pero por mucho que nos esforcemos en ponerle riendas, el carnaval es una fiesta desmadrada, caliente, habitada por seres ambiguos". Por último, quien imagina una relación vital y nómada con el carnaval como universal de la cultura es la autora deDiario de máscaras (Capital Intelectual), la escritora Luisa Valenzuela: "El carnaval es un tiempo de transformaciones y transgresiones. De tirar todo por la borda y saber que en esos días fastos podemos llegar a ser quienes siempre quisimos. ¡Carne vale! Después vendrán los cuarenta días de ayuno. Pero por ahora la cocinera será reina y el ladrón, una piadosa monjita. Al menos allí donde quienes tienen la manija (Iglesia o Gobierno) entienden que el desahogo estacional es imprescindible para mantener la armonía. Río de Janeiro, Venecia, Niza, Nueva Orleans, Oruro... Y yo ¿iré a festejar con las alegres murgas en los barrios? ¿O vuelo a Tartagal y encaro la canícula junto a los chané que celebrarán su pin-pin o areté guazú mientras dure al chicha? Los chané saben que las máscaras bailadas absorben el mal, por eso después las queman. El fuego purificador forma parte del carnaval. Es decir, de la vida".

Luciano Arruga, a siete años de su desaparición


Nuestro recorrido

Hace siete años, la policía bonaerense secuestraba, torturaba, asesinaba y desaparecía a Luciano Arruga. Sus familiares, amigos, organismos de derechos humanos, organizaciones, partidos de izquierda y medios alternativos nos encontramos a defender nuestras reivindicaciones en esta plaza que lleva su nombre. Hemos demostrado que con la militancia organizada no sólo pueden prosperar las causas particulares de cada familia, sino que también pueden transformarse las leyes, asentarse la jurisprudencia en los Tribunales, condenar pública y políticamente a funcionarios de gobierno e instituciones que integran alguna de las fases de la desaparición forzada de personas.
Cuando empezamos a buscar a Luciano, La desesperante pérdida, falta de conocimiento, sometimiento de clase, el miedo y la soledad estratégica posterior a la desaparición retardaron aún más los tiempos habituales para cualquier investigación, pero -sobretodo- fueron la justificación para la amenaza, la agresión y la persecución. Por eso, porque el Estado está organizado para encubrir y esto es manifestado por sus funcionarios indistintamente por complicidad o por inercia, cuando buscamos a Luciano aquel 31 de enero de 2009 dos veces en el hospital Santojanni, la respuesta fue no. Ningún NN coincidía con la descripción y no podíamos pasar a reconocer a nadie. Luego nos enteramos de que estaba ahí, por eso también pasó meses en una morgue judicial de la Ciudad de Buenos Aires con la nómina administrativa de una persona sin identidad mientras exigíamos su aparición con vida.

El poder judicial es indispensable para completar el círculo de impunidad. Con la desaparición de Luciano nos enfrentamos a una fiscal, Roxana Castelli, que entregó la investigación a la propia fuerza sospechada. También soportamos ser los principales sospechosos por nuestra condición de pobres: el juez Gustavo Banco aceptó en quince oportunidades a lo largo de un año y medio todos los pedidos de la segunda fiscal, Celia Cejas, para pinchar nuestros teléfonos a escondidas. Ante semejante maltrato, nos dispusimos llevar hasta las últimas consecuencias un jury de enjuiciamento que condenara a los funcionarios que se comportaron como si nuestra condición de clase pudiera demostrar una culpabilidad irrevocable. El procedimiento establecido para sancionar a un funcionario de la justicia es una trampa, son sus propios compañeros quienes resuelven las denuncias realizadas.
Por ese motivo es evidente el cajoneo a esta investigación que debería desarrollarse a partir de nuestra denuncia contra Roxana Castelli, Celia Cejas y Gustavo Banco.

Para encarar la búsqueda de una persona desaparecida cuando están sospechadas las fuerzas de seguridad, las amenazas son el punto de partida. Autos de civil que nos vigilaban, patrulleros que encendían las sirenas a la madrugada en la puerta de nuestra casa o personas desconocidas que caminaban cuadras detrás de nosotros.


La policía no sólo tiene la estructura estatal para torturar, asesinar y desaparecer: también el encubrimiento político de todos los estamentos del poder para garantizarse la impunidad. Sólo luchando con absoluta independencia de cualquier gobierno de turno puede quebrantarse ese poder, y por eso logramos encarcelar y condenar por el delito de torturas al policía Julio Diego Torales, que mantuvo encerrado e incomunicado en la cocina del destacamento a Luciano Arruga durante más de diez horas en septiembre de 2008. La jurisprudencia asentada con ese juicio que se desarrolló en marzo de 2015 es histórica: no sólo por la dificultad que implica conseguir las condenas por torturas sino también porque acreditamos con contundencia el hostigamiento sistemático previo al desenlace. La detención juzgada fue crucial por lo traumática, porque allí comenzó la cuenta regresiva. Luciano soportó y sobrevivió a los meses posteriores con pánico a la policía porque sabía que tenía los días contados. Los abogados defensores del torturador Torales son viejos conocidos en La Matanza. Se dedican hace años a defender a la Bonaerense, tienen vínculos directos con el Pro a nivel local y son quienes comandaron la embestida judicial contra nuestro compañero Pablo Pimentel. El presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de nuestro distrito tuvo que enfrentarse a una imputación por extorsión cuando los defensores de la policía asesina de Gabriel Blanco, asesinado en la comisaría de San Carlos en Isidro Casanova, lo acusaron de ofrecer beneficios a los presos a cambio de declaraciones contra los efectivos.
La misma lucha organizada nos permitió caratular esta causa como desaparición forzada y sostener esa figura aún después del hallazgo de Luciano y del intento del entonces gobierno de Daniel Scioli de hacer pasar este asesinato por un accidente de tránsito. El delito de desaparición forzada es de lesa humanidad, no prescribe y se sigue cometiendo a cada momento que la persona no está. En el país no hay un solo funcionario público condenado con esa figura que se tipificó en 2011. La perversa metodología de ocultar los cuerpos data de la última dictadura militar, pero se practica en democracia con la misma impunidad. El caso de Julio López, doblemente secuestrado y desaparecido, es muestra cabal. Las empresas periodísticas cumplen un rol central para garantizar la impunidad sembrando dudas sobre las víctimas, relativizando infundadamente las denuncias de las familias y silenciando explícitamente su voz.

Encontramos a Luciano gracias a la presentación de un hábeas corpus a comienzos de 2014. El poder judicial rechazó el pedido en dos instancias y nosotros apelamos esas decisiones hasta llegar a la Cámara Federal de Casación Penal, que terminó dándole curso. Las medidas tomadas en consecuencia fueron las que permitieron el hallazgo: la reapertura de los archivos de la Policía Científica de la noche del 31 de enero de 2009 arrojó que un NN había sido atropellado en General Paz y Emilio Castro, trasladado por el SAME e internado en el Santojanni hasta que murió luego de una operación y permaneció meses en la morgue judicial de la Capital Federal para ser enterrado en mayo de 2009 “sin identidad”.
Nuestra lucha nos llevó al hallazgo histórico, pero también nos permitió sobreponernos a la versión oficial, “que parezca un accidente”, y demostrar de forma contundente que sí, lo había matado la policía bonaerense y lo había desaparecido el Estado argentino con la perversa colaboración de instituciones de toda índole.

Haberlo encontrado generó medidas probatorias irrevocables: Luciano corría por la General Paz en una zona en que ésta se encuentra a metros de altura y sin acceso peatonal. Para llegar allí, tuvo que trepar un terraplén empinado y saltar una baranda o ser arrojado de un auto. La persona que lo embistió asegura que lo vio desesperado, escapando de algo y que no cruzaba normalmente, sino que corría en diagonal por la vía rápida. Otro testigo declaró que tiene la seguridad de que, en la colectora de General Paz, del lado de Provincia, había un patrullero doble cabina detenido y con las luces bajas. Luciano llevaba puesta ropa que no era suya y toda la evidencia que hoy serviría para demostrar cómo llegó allí, como sus zapatillas y elementos personales, se esfumó. . No es la primera vez que, como método de tortura y forma de exculparse, las fuerzas de seguridad someten a los jóvenes asesinados a situaciones en las que la muerte es ocasionada por algún factor externo. El caso de Ezequiel Demonty sobrevuela esta causa. El joven que fue arrojado al Riachuelo y murió ahogado también fue asesinado por la policía. A Luciano Arruga, en cambio, lo obligaron a correr por la vía rápida de General Paz.
Nuestra Lucha también fue por el cierre del destacamento de Lomas del Mirador, donde Luciano fue visto con vida por última vez, pero también porque en ese mismo lugar se llevaban adelante detenciones ilegales de menores de edad. A fines de 2011, luego de un acampe frente al municipio de La Matanza, conseguimos cerrar el destacamento de Lomas del Mirador. Desde octubre de 2013, gracias a tomar el lugar durante 68 días, nos pertenece absolutamente. Cuando encontramos a Luciano se votó en Senadores la ley de expropiación que cede definitivamente el ex destacamento a la personería jurídica de nuestros compañeros de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de La Matanza. Hasta el último día de su gestión esperamos con ansias que el ex gobernador Daniel Scioli pusiera la firma que necesitábamos para reglamentar la ley. Scioli, siendo coherente con su habitual comportamiento, nos ignoró sin mediar comunicación. La misma reacción tuvo cuando desde un medio le pidieron explicaciones por el hallazgo tardío del cuerpo de Luciano. Su séquito lo imitó. Ricardo Casal, a quien postulaba como ministro de Justicia si ganaba el balotaje, no tuvo reparo en atacar a esta familia afirmando que la desaparición fue un simple caso hospitalario. Jorge Telerman, entonces vocero del gobierno de la Provincia, también hizo el ridículo emitiendo un comunicado pretendiendo hacernos llegar una solidaridad cínica y dando por sentado que su jurisdicción no tenía incidencia en lo sucedido, aludiendo a “los hechos ocurridos en la Ciudad de Buenos Aires”, para negar implícitamente la barbarie cometida por su propia policía. Ahora pesa sobre María Eugenia Vidal nuestra exigencia de reglamentar la ley de expropiación y lucharemos hasta conseguirlo. Nosotros luchamos por una sociedad en la que Luciano Arruga jamás hubiese desaparecido y nuestra denuncia jamás podría ser silenciada. Por ese motivo anunciamos antes de terminar esta jornada que el próximo 17 de octubre, a dos años del hallazgo de Luciano, nos encontrarán nuevamente en la calle en una enorme marcha para continuar exigiendo memoria, verdad y justicia.

Nuestra posición

El Estado volvió a demostrar que la maquinaria que funcionó en la última dictadura cívico-militar nunca se desmanteló con el retorno de la democracia: sus instituciones sostienen la misma perversidad de forma selectiva e invisibilizada.
El municipio de La Matanza fue una de las primeras instancias del Estado en rechazar todo tipo de acompañamiento o búsqueda de la verdad en la desaparición de Luciano: el entonces intendente Fernando Espinoza decidió no sólo desoír por nuestros pedidos sino fortalecer a su policía creando una patrulla municipal. El recambio actual de gestión no nos depara algo diferente: la intendenta Verónica Magario trajo a los más importantes líderes de su partido en la provincia de Buenos Aires, que formaron parte de la gestión paupérrima de Daniel Scioli. Las políticas de seguridad tan festejadas por los medios masivos de comunicación son las que nos dejan como consecuencia los 4644 asesinados por las fuerzas del Estado y más de 200 desaparecidos en democracia.

La política llevada a cabo con los NN es ilegal e irregular. Las fuerzas de seguridad, las morgues, el Registro Nacional de las Personas, los médicos que son cómplices, el poder judicial y los cementerios son la maquinaria mafiosa que ejecuta la desaparición forzada de personas en democracia. En el caso de Luciano el encubrimiento en los procedimientos posteriores a su muerte queda manifestado. La política estatal para manipular a los cuerpos “sin identidad” es siniestra, basta recordar las denuncias realizadas por los familiares de la inundación de abril de 2013 en La Plata: personas enterradas dos veces, cuerpos identificados en fosas comunes, junto a cadáveres de perros o fetos. La única excepción estatal en este crimen fue haber encontrado a Luciano.
El nuevo gobierno asume con una intencionalidad más que clara, la emergencia en seguridad a nivel nacional sólo puede explicarse comprendiendo la impronta represiva que se gesta para los próximos cuatro años, junto al intento de imponer un protocolo antipiquetes que no es más que la vía libre para deslegitimar y reprimir las protestas de los trabajadores. El crecimiento del aparato represivo y todas las fuerzas provinciales junto a la creación por decreto de las policías locales en “la década ganada”, es la herencia que necesitaba el macrismo para incrementar los operativos de saturación que para la juventud pobre no son más que control, verdugueo, golpizas, detenciones ilegales y torturas. El gobierno saliente dejó servida en bandeja la estructura para ejecutar la violencia que garantiza el disciplinamiento de los trabajadores: 45 mil policías bonaerenses a los que se sumaron más de 25 mil locales. La formación de la represión en las casas de estudios de nuestra juventud no es casualidad, buscan cooptar a esos mismos jóvenes pobres víctimas de la violencia del Estado y enfrentarlos con su propia clase. El caso de Lucas Cabello, joven baleado por un efectivo de la Policía Metropolitana en La Boca, es muestra contundente de la inclinación del presidente Macri, pero las ya conocidas represiones al hospital Borda, a los terrenos tomados del parque Indoamericano, a la Sala Alberdi o al barrio Papa Francisco, o el funcionamiento durante su primera gestión de la patota de la UCEP son la muestra cabal de que a la organización y las exigencias por necesidades básicas se responderá con palos y violencia.

La impronta del gobierno macrista ya se tradujo en la represión ordenada por Patricia Bulrich a los trabajadores de Cresta Roja y a los de la municipalidad de La Plata que reclamaban por el despido de 4500 compañeros. No es casualidad que, en la misma semana en que el Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de Buenos Aires emitió un fallo permitiendo que, sin motivos, la policía pueda solicitar DNI a cualquier ciudadano, se ejecute de manera inédita el traspaso de 18 mil policías federales a la órbita de la Metropolitana en Capital Federal. No podría ser de otra manera si hay que someter al silencio y la represión violenta a más de 23 mil trabajadores estatales despedidos. La contracara de esta embestida es el violento ajuste que buscan imponer por la fuerza.
No podría ser posible, si no, que el presupuesto votado en la provincia de Buenos Aires con el aval de los bloques del Pro, el Frente Renovador y el Frente para la Victoria, incremente un 54% la inversión en “Seguridad” restando en áreas como salud y educación. La intencionalidad es sobradamente clara. La arbitraria detención de la militante Milagro Sala, acusada de incitación a cometer delitos y tumulto es un precedente inaceptable para todos los luchadores: cortar calles y hacer acampes y vigilias es la única alternativa que nos queda para reclamar el cumplimiento de nuestros derechos. Exigimos la liberación inmediata.

No se quedan atrás los prontuarios de los funcionarios a cargo de las Fuerzas: el nuevo jefe de la Bonaerense designado por María Eugenia Vidal, Pablo Bressi, es un ex oficial del Grupo Halcón, responsable de la Masacre de Ramallo. Fernando Díaz, el nuevo jefe del Servicio Penitenciario Bonaerense, es el mismo que gestionaba a la institución durante 2005, cuando ocurrió el motín en la cárcel de Magdalena en el que murieron incendiados 32 reclusos en un estado de abandono criminal. La decisión política en materia penitenciaria es que los presos deben ser tratados como escoria y que las cárceles deben estar pobladas de pobres. Los institutos de menores, las cárceles para niños siempre nombradas con eufemismos, se encuentran en un estado de hacinamiento, falta de higiene, violencia y abandono que pocas veces puede ser denunciado ya que los organismos de derechos humanos no consiguen entrar. Las personas alojadas en instituciones de encierro en la Argentina se mueren, además de asesinadas por las fuerzas penitenciarias, por enfermedades medievales.
La noticia de la triple fuga desmanteló una situación de podredumbre feroz hacia adentro de los uniformados: las instituciones represivas son mafias organizadas.

Hasta el último día de la gestión de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, los militantes de izquierda junto a organizaciones y organismos de derechos humanos pedimos que la mandataria derogara la ley antiterrorista que denunciamos y que fue impuesta por el gobierno de los Estados Unidos. También exigimos el cese de la judicialización con esa u otras leyes represivas y la persecución a los luchadores populares.



Nosotros seguiremos luchando por alcanzar nuestras reivindicaciones cualquiera sea el gobierno de turno, porque estamos convencidos de que la represión es una característica inherente a cualquier gestión, y como elemento intrínseco para la gobernabilidad es que la repudiamos de plano y la combatimos en unidad con organizaciones y partidos de izquierda y organismos de derechos humanos que conserven la misma independencia. Nosotros luchamos por una sociedad en la que Luciano Arruga jamás hubiese desaparecido y nuestra denuncia jamás podría ser silenciada. Por ese motivo anunciamos antes de terminar esta jornada que el próximo 17 de octubre, a dos años del hallazgo de Luciano, nos encontrarán nuevamente en la calle en una enorme marcha para continuar exigiendo memoria, verdad y justicia. En el marco de este contexto tan adverso y con la imperiosa necesidad de dar muestras contundentes de nuestra capacidad de movilización para frenar los ataques, los familiares y amigos de Luciano tanto como las decenas de organizaciones que firman este documento convocamos a todos sindicatos, centros de estudiantes, organismos de derechos humanos, trabajadores, coordinadoras de estudiantes secundarios, familiares de víctimas de la represión estatal, agrupaciones y partidos de izquierda a la más amplia unidad para salir a la calle con la espalda más ancha que nunca.

EXIGIMOS
- REGLAMENTACIÓN YA DE LA LEY DE EXPROPIACIÓN DEL ESPACIO PARA LA MEMORIA LUCIANO ARRUGA
- LO MATÓ LA POLICÍA Y LO DESAPARECIÓ EL ESTADO
- BASTA DE REPRESIÓN POLICIAL
- BASTA DE PERSEGUIR LA PROTESTA
- DEROGACIÓN DE LAS LEYES ANTITERRORISTAS Y DE TODA LEGISLACIÓN REPRESIVA
- LIBERTAD A MILAGRO SALA
- BASTA DE GATILLO FÁCIL
- BASTA DE DESAPARICIONES FORZADAS
- NI UNA FAMILIA EN LA CALLE, NI UN PUESTO DE TRABAJO MENOS
- JUSTICIA PARA LUCIANO ARRUGA