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Malestar en Las Fiestas

 Por Sergio Zabalza *
Contradictorias sensaciones experimentamos cuando se acercan esas fechas a las que se las suele denominar Las Fiestas. Expectativa, malestar, angustia, anhelos, fobias son algunas de las delicias que conforman la traumática previa al momento de alzar las copas y decir: ¡Felicidades!
Las Fiestas, como su nombre lo indica, son celebraciones, pero se distinguen por muy precisas particularidades. Por lo pronto, Las Fiestas ponen al descubierto, a través de los más ínfimos detalles, las diferencias que abrigan muchas familias: si ensalada rusa o si vitel toné; si te paso a buscar o si vamos en remís; si la Navidad con mamá y Año Nuevo con papá; si llamaste a Fulano o si Menganita se acordó de saludarnos. Citas en que la demanda del Otro exacerba la cuerda emocional de los lazos inconscientes. A veces las discusiones comienzan meses antes, como si esas dos o tres horas de celebración coronaran la posición que cada sujeto adopta frente a su núcleo familiar y amical.


Por cierto, la Navidad reviste un carácter más íntimo y familiar, y Año Nuevo es más expansivo y desbordante. Pero ambas Fiestas cargan con el balance –explícito o implícito– de todo un año. Es como si las cosas cobraran un valor absoluto. La clínica atestigua los sinsabores y amarguras que esas escasas horas arrastran consigo: desde disimulados desplantes hasta feroces discusiones donde la política, o cualquier otro tema, sirve de pretexto para enrostrar al otro su forma de ser, su pasado, lo que cumplió o dejó de cumplir. El malestar se abre también al ámbito de lo público: accidentes, incendios, heridos por fuegos artificiales y hasta saqueos llegan a formar parte del cambio de año.
El Año Nuevo nos ubica ante nuestra esencial finitud: crece la angustia mientras el reloj marca que un ciclo ha terminado y que –en el mejor de los casos– aún quedan cosas por hacer. Aspecto que la sexualidad navideña ilustra con el nacimiento del Niño que, tal como sucede en el puerperio, no conforma a nadie, por lo menos hasta el año (y el Niño) que viene.
Freud, en su texto “Un cuento de Navidad” (comunicación a W. Fliess, 1896), formula: “Mi opinión es que dentro de la vida sexual tiene que existir una fuente independiente de desprendimiento de displacer”, esto es: más allá de toda injerencia causal y puntual, algo no anda. Muchos años después, Lacan traduce el mismo desencuentro esencial cuando postula la No Relación Sexual. Aquí encontramos el quid que sostiene a la institución de la fiesta, cualquiera sea el motivo que la anime: toda fiesta celebra a la vez un duelo y un pacto. El primero es por algo perdido: los que no están, lo que no se logró. Y el pacto es un nuevo arreglo con la divinidad, sea Dios, la vida, la contingencia, el estado de cosas, lo irremediable, lo imposible, etcétera. Entonces, es probable que Las Fiestas actualicen esa mirada que atestigua nuestra frágil y contingente condición existencial. La respuesta que cada sujeto adopta ante esta falta constitutiva traza un arco que va desde quien construye con lo que hay hasta quien –sumido en la queja o el resentimiento– predica acerca de cómo tendrían que haber sido las cosas “en este año de mierda que pasó”: ¿vitel toné o ensalada rusa?

* Psicoanalista. Hospital Alvarez.

Agustín Tosco y el Cordobazo




Escrito por Valeria Flesia
El recuerdo del Cordobazo remite a la vida de Agustín Tosco, su alma inclaudicable es el alma del alzamiento de los obreros cordobeses contra quienes les negaban sus derechos.
La vida de Tosco está tachonada de intentos desesperados por silenciarlo: enjuiciamiento, cárcel, proscripción, persecución. Es increíble que tanta saña se concentre en un solo hombre y no haya conseguido, a pesar de todo, opacar su fama internacional y el amor incondicional de su pueblo que lo sostuvo y lo rescató de todo lo que pudo, que no lo olvidó en la prisión sino que siguió eligiéndolo como su líder. 
Un sindicalista que resulta extraño hoy en día por el fuego de su pensamiento y sus acciones que no admitían dobleces, Agustín Tosco había nacido en el año 1930 en Moldes, Provincia de Córdoba. A los 18 años comienza a trabajar en EPEC, un año después es elegido subdelegado y a los 20 ya es delegado de los trabajadores.
En 1954 es Secretario General del gremio de Luz y Fuerza de Córdoba, cargo que mantendrá, con las interrupciones impuestas por las intervenciones, hasta el fin de su vida. Integrará las comisiones de lucha en la resistencia posterior al golpe de Estado de 1955, y antes del Cordobazo ya había sufrido varias veces la cárcel y la persecución.
Un día como hoy lo encontramos en 1969 como impulsor de la huelga general que copó las calles de Córdoba durante tres días. La represión fue terrible: hubo 34 muertos por la policía y más de 1000 detenidos. Tras el Cordobazo, Agustín Tosco es detenido junto con la dirección del sindicato y se le hace un Consejo de Guerra, donde es condenado a 8 años y 6 meses de cárcel.
Su gente lo trae de vuelta con movilizaciones permanentes. Al llegar a su ciudad grita el histórico: “¡Abajo la dictadura, el pueblo es quien nos ha liberado!”. 

Cuando Tosco habla del Cordobazo a la distancia, en una entrevista para aclarar su significado afirma: “era la toma de conciencia de un pueblo expresado en el más alto nivel, en los grados cuantitativos y cualitativos de sentirse oprimidos, de saber que se puede vivir dignamente y que hay todo un complejo sistema instrumentado, que por la fuerza, nos impide ese nivel de dignidad, ese sentido de argentinidad, esa realización de hombres, de trabajadores, de argentinos. Porque el “Cordobazo” fue la desembocadura de una serie de luchas cuyo arranque, podríamos decir de carácter heroico, fue o sucedió el 7 de setiembre cuando ese herido de muerte Santiago Pampillón. Y luego la política de Onganía, de Salimei, de Martínez Paz, que hace de la racionalización, de la denominada racionalización administrativa, un pretexto para las cesantías, para la violación de los contratos colectivos de trabajo...”
En marzo de 1971 se produce un nuevo alzamiento popular en Córdoba, conocido popularmente como el Viborazo, la respuesta del movimiento obrero cordobés a la orden de detención de sus principales dirigentes sindicales y políticos ya que el interventor provincial, había afirmado su “deseo de cortar de un solo tajo la cabeza de la serpiente marxista infiltrada entre los cordobeses que perturban la Revolución Argentina”.
Un mes más tarde, es nuevamente encarcelado, esta vez será por 17 meses y está en el penal de Rawson. Ese año se levanta la intervención del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba y Agustín Tosco se presenta, ganando las elecciones sindicales desde la cárcel.. Debido nuevamente a la presión popular, Tosco es liberado a fin de ese año.
A la muerte del presidente Perón su sucesora interviene nuevamente el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba. Esta intervención provoca que Agustín Tosco, constantemente amenazado, se viera obligado a vivir en la clandestinidad. Apoyado por los trabajadores de Luz y Fuerza, que aportan plata y lo esconden en diversas casas de militantes, no dejó de dirigir la actividad política del sindicato.
En estas terribles condiciones, se enfermó gravemente a causa de una infección, y a pesar de los esfuerzos de sus compañeros y que fue trasladado a Buenos Aires, la infección se había extendido y muere de septicemia. Tenía 45 años.
El 6 de noviembre de 1975, la naturaleza desatada en lluvia y granizo acompañó a la multitud que lo despedía en el Cementerio San Jerónimo, custodiada por el gobierno cordobés que seguía intentado reprimirlo, aún muerto, con balas y golpes.



Recomendamos ver este excelente documental realizado por Daniel Ribetti: Agustín Tosco - Grito de Piedra.

82% móvil y su recorrido historico

Los aumentos a los trabajadores activos fue siempre una reivindicación de la clase trabajadora, reconocida con rango constitucional por primera vez en 1949 y reafirmada en la reforma de 1957. Desde entonces, forma parte del conjunto de los derechos sociales contemplados en el artículo 14 bis.
El monto de 82% móvil se estableció en 1958, a partir de ese momento va a ser defendido tanto por los jubilados como por los trabajadores activos, era el número que expresaba, en concreto, qué se entendía por una jubilación “digna”, capaz de cubrir el costo de vida del trabajador pasivo.
Pero siempre los gobiernos miraron con ojos de rapiña las cajas de jubilaciones; compuestas por descuentos de los propios trabajadores y aportes patronales, muchas veces fueron utilizados para fines distintos que solventar jubilaciones y pensiones. Así, ya en 1962, entró en déficit por primera vez el sistema previsional.

El gobierno de facto de entonces, dejó de cumplir con el 82%, la dictadura militar de Onganía dio el segundo zarpazo: aumentó la edad jubilatoria a 60 años para las mujeres y 65 para los hombres y estableció que el 82% sólo sería para aquellos que tuvieran más de 30 años de aporte.


Luego en otros periodos de gobiernos “de la democracia” les robaron lo suyo a los viejos.
El gobierno peronista de 1973 estableció el haber previsional en el 70% del cargo en actividad, pero ni aún ese valor se cumplió.
Alfonsín, que claramente optó por priorizar el pago de la deuda externa antes que cumplir con los jubilados, declaró la “emergencia previsional” en 1986, ya de ahí en adelante lo que se pagó en concepto de jubilaciones no tuvo nada que ver con ningún porcentaje ni con ninguna movilidad.

Miles de jubilados afectados iniciaron y ganaron innumerables juicios, pero, como si fuera una broma de humor negro, se le abonó a personas de más de 80 años con bonos a 10 años. Con Menem y la privatización del sistema, directamente se eliminó cualquier actualización de haberes, y De la Rúa marcaría un nuevo récord: directamente redujo las jubilaciones un 13% en julio de 2001.
El Kirchnerismo, y aun en la bonanza económica, nunca los haberes de los pasivos se actualizaron como correspondía a pesar de la estatización de las AFJP; y mucho menos con la reaparición de la inflación. El índice de movilidad, se activo dos veces al año, en una formula porcentual.
Siempre permanecieron por debajo de la línea de pobreza. Peor aún: se acható la pirámide y cada día más jubilados cobran la mínima. Ni el 82 ni el 70%, y mucho menos “móvil”: las jubilaciones en promedio hoy son el 34% del sueldo de un trabajador en actividad (el porcentaje más bajo de toda la historia argentina).
En todas estas décadas, varias generaciones de jubilados salieron a la calle y se movilizaron reclamando lo que les pertenece: una jubilación digna, materializada en el 82% móvil real, que no tiene nada que ver con el actual proyecto de la oposición patronal.
¿Cuándo será el gran día que dignifiquemos a los Jubilados y Pensionados?