Mostrando las entradas con la etiqueta Jubilados y pensionados. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Jubilados y pensionados. Mostrar todas las entradas

"La cigarra y la hormiga... otras disquisiciones "


por María Amelia Irastorza

La realidad sociopolítica argentina está muy bien representada en la fábula de “La cigarra y la hormiga”. Allí, la hormiga -mientras trabaja incansablemente durante el verano para guardar para el invierno-  sufre la burla y las críticas de la cigarra quien aprovecha el buen tiempo para disfrutar. Pero el verano llega a su fin...

...“Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte, y al llegar el invierno se encontró sin nada: ni una mosca, ni un gusano.
Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina, pidiéndole que le prestara de su grano hasta la llegada de la próxima estación.

Mas la hormiga le preguntó a la cigarra:
- ¿Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello?
- Cantaba noche y día libremente -- respondió la despreocupada cigarra.
- ¿Conque cantabas? ¡Me gusta tu frescura! Pues entonces ponte ahora a bailar, amiga mía.”
Jean de la Fontaine

En estos tiempos difíciles en los que el derroche y la imprevisibilidad de los gobernantes se hace visible, rodeados de estadísticas inventadas para que “los números cierren”, agobiados por impuestos y por el desparpajo con el que los “elegidos por el Pueblo” regalan el dinero que no les pertenece a aquellos que los aplauden, surge la tentación de expresiones como: “¡te lo dije!”
En épocas de “vacas gordas”, hay quienes ven las cosas con anticipación y saben que lo que ocurre es desacertado, aún cuando quienes los rodean los tratan de locos, los silban.  Y a pesar de ello, estos “impopulares” son los que generalmente terminan pagando las cuentas de quienes no supieron guardar. Sin duda, no es fácil objetar cuando la marea va hacia el lado contrario. 
Se necesita valentía para compensar la sordera de los tontos y el oportunismo de los vivos, por lo que la única posibilidad es confiar en que el tiempo dirá….

Y como el derroche no puede durar para siempre, cuando madura la crisis, seguramente los buenos ciudadanos intentan recoger los platos rotos y salen a organizar ollas populares para los que recibían subsidios para que se manifestaran pero no trabajaran. Mientras tanto, los académicos que explicaban los modelos sagrados y los dirigentes populares que saludaban desde las tarimas y, de ser posible, desde los balcones, hacen un prudente silencio o bien echan la culpa hacia otro lado, a la espera de que el sol vuelva a calentar y ellos puedan tomar el avión de regreso. La vida está llena de oportunidades.
No es fácil seguir levantándose temprano mientras otros sólo trabajan desde una foto; seguir cosechando sabiendo que el 80% se lo llevará el Estado, o, mejor dicho, los “okupas” del Estado. Y, probablemente, todo esto se vuelve más insoportable cuando estos veraneantes (estas verdaderas cigarras) demonizan a quien, inevitablemente, paga el precio de la fiesta.

Y aunque nos enseñaron que está mal sentir rencor, resulta tentador no invitar a estos charlatanes de feria a que, ya que somos tan imprescindibles y malignos, prescindan del agro y se animen a ALIMENTAR al amado pueblo mediante bicicletas financieras, estampillas de correo con los logros del Gobierno, y remeras de la juventud maravillosa. La verdad es que si me preguntan con quien me quedaría en una isla desierta elegiría un agricultor, y no a un dirigente nacional y popular.
Pero, claro, mientras que en Australia hay calcomanías que rezan “Agradezca a un agricultor por su próxima comida”, en nuestro país parece ser que los agricultores son desestabilizadores y golpistas, aunque ya no sé bien qué significan estos términos porque también nos han reinventado el lenguaje para vaciarlo de sentido –igual que a los bolsillos.
Se han cansado de robar.
Han logrado tergiversar las palabras.
Han mentido con las estadísticas.
Han generado división y discordia.
Han propiciado la vagancia.
Aún así, lo único que pareciera estar mal es decir esto en voz alta.
Sin embargo, poco bien nos hace pensarnos como víctimas, ya que desde muchas instituciones y desde muchas actitudes personales hemos avalado y propiciado lo que hoy ocurre. Tenemos el mal hábito de rasgarnos las vestiduras… mientras aprovechamos la ocasión e intentamos hacer un “negocito” o lograr algún puesto, algún reconocimiento o, simplemente, alguna foto junto a los amigos del poder. Eso sí, ni hablemos de sentirnos responsables… Cada uno hace lo que le conviene, y así nos va.

Los pueblos tienen los dirigentes que se merecen. Sería infantil decir que el Pueblo es bueno y que vota con buena intención pero luego que los votados son malos.
El Pueblo no es más un conjunto de individuos, muchos de los cuales son tan ventajeros y oportunistas como sus representantes, quienes no llegan a los cargos por casualidad. Tenemos presidentes de instituciones reconocidas que están en su silla a los efectos de hacer negocios personales, rodeados de séquitos de incompetentes que no quieren meterse en problemas y avalan con su actitud los desaguisados que critican. Ni mencionar que, a la hora de quedar bien con el poderoso de turno, organizaciones intermedias, en las que incluyo las sindicales, que deberían ser independientes de lo partidario, se regodean en apoyar públicamente al poderoso de turno. Y, una vez más, así nos va…
Por eso, amigos, como en “la cigarra y la hormiga”, ya que “cantamos y bailamos” durante el verano, ahora que ya pasó... nos toca bailar...
Mucha suerte, para todos y todas.

La hormiga y la cigarra.


La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante. Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno. La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando. Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera. La cigarra tiritando, sin comida y sin cobijo,..muere de frío
Moralejas:

  • El trabajo y el ahorro son la fuente de riqueza.
  • Nadie se debe preocupar de su futuro, si actua bien en el presente.
  • Quien no trabaja en el presente, no come en el futuro.

Regalos de tantas no Navidades

Las Fiestas: una mirada en Buenos Aires para poder reconocerse en ellas.


No les gusta el sushi. No hay caso, no les gusta el sushi como antes no les gustaba el guacamole, no parecen sus hijos. Su ex se las pica esta Navidad con el hippie que duerme en su cama y después de tantos años de resolver las fiestas cayendo en lo de amigos con un champucito ahora resulta que él tiene que convertirse en Petrona C. de Gandulfo (decí mejor Narda Lepes) porque a los chicos no les gusta el sushi, le hacen asco al delivery, quieren –parecen hijos del hippie– comida casera. Y arbolito. Y regalos.
No tiene tallada ninguna Navidad en la psiquis: es judío. Pero ya se sabe: la ex que sí quería, los chicos que eran chicos y acá estamos, eligiendo guirnaldas y estrellitas en el único supermercado de Puerto Madero. Porque eso sí lo hizo: cuando se separó, se mudó adonde se le cantó. Encontró un sommier con cama abajo y lo puso en el comedor, para los chicos. Hubiera preferido algo más neto, más minimal, pero esa ínfima desprolijidad, ese desvío de la armonía del departamento era una marca de vida, como una manchita de tuco en la camisa. En las películas que él filma, el protagonista se mancha alguna vez la camisa.
Marcó en la agenda el día y todos los pasos para preparar esa Navidad forzada. Iba a ir a buscar regalos a las 10 pero a las 9 llamó El Gordo Saccinalli y le pidió asilo por unas horas o unos días o mientras estuviera sin luz. No reconoció el número, por eso atendió. Hasta la voz le resultó rara: no había visto al Gordo desde la secundaria hasta que apareció en Facebook algo así como un año atrás. Cuando pidió amistad –“amistad”–, el Gordo todavía vivía en Barcelona pero después, como en esas postales que se pasan rápido en las películas para contar una vida, se había quedado sin laburo, le habían bajado el seguro de desempleo, había perdido la casa y se había colgado de un avión de vuelta a Buenos Aires. Ahora lo veía llegar haciendo equilibrio en la bicicleta, con una bolsa de milanesas de carne y de soja recién fritas –“se iban a pudrir en la heladera”– colgando de un lado del manubrio; una bolsa con manzanas, lechuga y una planta de acelga –mismo argumento– del otro lado. Hecho sopa.
El Gordo Saccinalli le dijo de ir a buscar los regalos a la calle Constitución. No sólo por el imperativo categórico ES MAS BARATO (que se hubiera visto obligado a discutir con el contundente NO HAY AIRE ACONDICIONADO) sino por el detalle de la variedad. Una cuadra, cinco, seis, jugueterías mayoristas. Se dejó llevar.
Se tomaron un taxi hasta Alberti y Constitución. Conocía el barrio: en otra vida; cuando estudiaba teatro y comía en tenedores libres había tenido una novia por ahí. En tres de las cuatro esquinas había jugueterías; en una, diez metros de cola afuera del local. “Debe ser la mejor”, conjeturó el Gordo. “Me paré acá porque había cola”, le explicó una mujer, con la misma lógica. “Me metí en un shopping, todo Disney, todo carísimo. 50 pesos por una cosita ASI que el nene va a decir ‘qué porquería’, porque al nene le gusta lo farolero ”, le explicó otra que –lo supo cuando el sol ya le había perforado la antipatía– venía desde Tristán Suárez. “Llevale a tu nena la ‘Mamy Doctora’, le aconsejó la empleada que regulaba la entrada de clientes con una cadena que ponía y sacaba de un gancho ad hoc. “Cuando salís de acá, vas a ver a esa señora con la mesita en la mitad de cuadra y te hace un paquete divino por diez pesos, vos elegís el papel”. Veinte minutos de cola al resplandor rosado de las vidrieras. Un morocho grandote, brazos como garrafas y bien tatuado avanza hacia la cadena. Si quiere pasa, quién le va a discutir, pero no quiere. Se agacha un poco para hablarle a la chica: “¿Hay maquillaje de monstruo?” Por fin llega el turno y entran, él y el Gordo. Ahí nomás hay un tecladito, con dos o tres botones para marcar ritmos. “Ah, no”, se indigna él, “cuesta 489 pesos y te juro que acabo de ver uno mucho mejor en Miami por 25 dólares”. La vendedora no se inmuta, no se altera el ritmo de su chicle. Silba el celular: le entra un whatsapp. Es la foto de una chocotorta, la manda la nena. “Estamos cocinando para la mejor Navidad”, le pone. Así que compra el teclado, los botines rosaditos, la colección completa de la Liga de la Justicia; hasta un arbolito con luces intermitentes. Compra cinco años de no-navidades; compra, quizás, una última oportunidad. Hace otra cola para pagar. A nadie encandila el brillo de su tarjeta Platinum: “Solamente efectivo”, le suelta la cajera sin mirarlo. Pase el que sigue.

Malestar en Las Fiestas

 Por Sergio Zabalza *
Contradictorias sensaciones experimentamos cuando se acercan esas fechas a las que se las suele denominar Las Fiestas. Expectativa, malestar, angustia, anhelos, fobias son algunas de las delicias que conforman la traumática previa al momento de alzar las copas y decir: ¡Felicidades!
Las Fiestas, como su nombre lo indica, son celebraciones, pero se distinguen por muy precisas particularidades. Por lo pronto, Las Fiestas ponen al descubierto, a través de los más ínfimos detalles, las diferencias que abrigan muchas familias: si ensalada rusa o si vitel toné; si te paso a buscar o si vamos en remís; si la Navidad con mamá y Año Nuevo con papá; si llamaste a Fulano o si Menganita se acordó de saludarnos. Citas en que la demanda del Otro exacerba la cuerda emocional de los lazos inconscientes. A veces las discusiones comienzan meses antes, como si esas dos o tres horas de celebración coronaran la posición que cada sujeto adopta frente a su núcleo familiar y amical.


Por cierto, la Navidad reviste un carácter más íntimo y familiar, y Año Nuevo es más expansivo y desbordante. Pero ambas Fiestas cargan con el balance –explícito o implícito– de todo un año. Es como si las cosas cobraran un valor absoluto. La clínica atestigua los sinsabores y amarguras que esas escasas horas arrastran consigo: desde disimulados desplantes hasta feroces discusiones donde la política, o cualquier otro tema, sirve de pretexto para enrostrar al otro su forma de ser, su pasado, lo que cumplió o dejó de cumplir. El malestar se abre también al ámbito de lo público: accidentes, incendios, heridos por fuegos artificiales y hasta saqueos llegan a formar parte del cambio de año.
El Año Nuevo nos ubica ante nuestra esencial finitud: crece la angustia mientras el reloj marca que un ciclo ha terminado y que –en el mejor de los casos– aún quedan cosas por hacer. Aspecto que la sexualidad navideña ilustra con el nacimiento del Niño que, tal como sucede en el puerperio, no conforma a nadie, por lo menos hasta el año (y el Niño) que viene.
Freud, en su texto “Un cuento de Navidad” (comunicación a W. Fliess, 1896), formula: “Mi opinión es que dentro de la vida sexual tiene que existir una fuente independiente de desprendimiento de displacer”, esto es: más allá de toda injerencia causal y puntual, algo no anda. Muchos años después, Lacan traduce el mismo desencuentro esencial cuando postula la No Relación Sexual. Aquí encontramos el quid que sostiene a la institución de la fiesta, cualquiera sea el motivo que la anime: toda fiesta celebra a la vez un duelo y un pacto. El primero es por algo perdido: los que no están, lo que no se logró. Y el pacto es un nuevo arreglo con la divinidad, sea Dios, la vida, la contingencia, el estado de cosas, lo irremediable, lo imposible, etcétera. Entonces, es probable que Las Fiestas actualicen esa mirada que atestigua nuestra frágil y contingente condición existencial. La respuesta que cada sujeto adopta ante esta falta constitutiva traza un arco que va desde quien construye con lo que hay hasta quien –sumido en la queja o el resentimiento– predica acerca de cómo tendrían que haber sido las cosas “en este año de mierda que pasó”: ¿vitel toné o ensalada rusa?

* Psicoanalista. Hospital Alvarez.

Jordi Borja: "Como está el mundo, tender al conservadurismo es catastrófico"

El urbanista catalán sostiene que el derecho a la vivienda, pero sin acceso a la movilidad, al trabajo y a la centralidad, no es suficiente para formar ciudadanos.



       “Aurora urbana”. La resistencia social debe ser escuchada por los políticos, dice Borja.


Viajero incansable, el catalán Jordi Borja es un habitué de Buenos Aires. Llega aquí periódicamente por conferencias, amistades o presentaciones de libros. El último, Ciudades, una ecuación imposible,(Editorial Café de las ciudades), es una compilación de ensayos de varios autores que abordan el tema en el que Borja es referencia. Su voz, su mirada de urbanista de formación comunista, cobra más fuerza ahora frente a la crisis europea. Los movimientos sociales que encabezan la resistencia en el viejo mundo, los indignados, tienen entre sus proclamas temas que Borja engloba en el derecho a la ciudad. Aunque sea esa una ecuación imposible: compatibilizar competitividad económica, cohesión social, sostenibilidad ambiental, gobiernos democráticos y participación ciudadana. Borja va en sus textos y también en esta charla del “crepúsculo” a la “aurora urbana”, de los signos negativos representados por esta crisis a unas tendencias positivas evidenciadas por fin en una resistencia social.
¿Los gobiernos atienden más a los especuladores inmobiliarios, a la burguesía financiera, y mucho menos a las necesidades sociales de la gente?
En el caso español, que ha sido absolutamente escandaloso, junto al de los Estados Unidos, muchas autoridades veían como estupendo el hecho de que se construyeran muchísimas viviendas. Decían que indicaba desarrollo, crecimiento, empleo, flujos de dinero. En 2009, el Banco Mundial recomendaba que se desregularan todas las trabas urbanísticas y fiscales para que hubiese más construcción. El resultado ha sido una crisis financiera, social, de territorio, con barrios y ciudades abandonados y a medio hacer. Significó una regresión social y económica muy importante.
Con millones de damnificados y unos pocos beneficiados, jamás castigados…
El problema de esta crisis es que ha desarrollado una mentalidad especulativa en distintos sectores de la sociedad. No es que toda la gente haya jugado a esto. Pero existía la idea, mítica, de que tener suelo, ladrillos, viviendas, departamentos, era poseer bienes que sólo podían aumentar de precio. España, entre 1997 y 2007, edificó más viviendas y metros cuadrados que Reino Unidos, Francia y Alemania juntos. Cuando cayó la demanda, cayó la actividad económica, subió el desempleo, y empezó a haber gente que ya no podía pagar sus créditos. Los bancos entraron en crisis, y desahuciados, le exigieron a la gente que les entregara las viviendas, pero como ahora valían menos, salieron a cobrar las deudas al valor que tenían antes. No tienen cómo cobrar. La gente que no tiene crédito ni empleo, pero hacen constar esas deudas y equilibran sus balances. Es una economía ficticia.
¿Han sido cómplices o débiles los gobiernos para que esto ocurriera?
Si se han normado tasas de interés muy bajas para las hipotecas, si no controlan a los bancos, si no tienen políticas para aprovechar las plusvalías urbanas, si permitieron operaciones especulativas sin demanda solvente, si el planeamiento ha facilitado este tipo de urbanizaciones, ha habido complicidad de los gobiernos locales y nacionales.
¿Es un fenómeno global? ¿Podría decir que ocurre lo mismo en América latina?
Yo diría que en América latina ocurre con menos intensidad pero con más diferenciación social. Aquí se multiplican los barrios cerrados mucho más que en Europa. Es una negación de la ciudad. Además, hay mucha más marginalidad e informalidad urbana.
Hubo que esperar al colapso actual para que apareciera algún tipo de resistencia a esta segregación evidente.
En el lenguaje más político, un análisis de esta realidad debería haber ido acompañado de una explosión social. Habría que colgar a los banqueros de los árboles, ocupar las viviendas vacías. Ahora hay una reacción, pero frente a temas muy puntuales. Falta la unificación de esos reclamos, una agenda común. Pero hay cosas interesantes. En España se extiende una plataforma de desahuciados. Pero los partidos políticos tienen un papel nulo en la resistencia. Y los sindicatos hacen muy poco. Un tema unificador es el derecho a la ciudad, concebido como la suma de derechos: a la vivienda, a la movilidad, a la salud, a la educación, al mismo estatus jurídico, la creación de espacios que reconozcan el conflicto, un ámbito de negociación entre estos movimientos y los gobiernos locales. Ha sido una conquista social e intelectual de la última década. Antes, los que hablábamos del derecho a la ciudad no éramos escuchados. Nos decían que lo que importaba era el derecho a la vivienda. Y respondíamos que el derecho a la vivienda sin derecho a la movilidad, al trabajo, a la centralidad, no es suficiente para formar ciudadanos.
¿Al urbanismo se le reconoce ahora un papel político que antes se le negaba?
El urbanismo es política. Exagerando un poco se puede decir que el urbanismo es de izquierda y que la especulación es de derecha. Porque el urbanismo es una disciplina que nació con dos objetivos: practicar una ordenación del territorio que ofrezca bienes y servicios por igual o mayores para los que tienen menos ingresos, pues el urbanismo debe ser un reductor de las desigualdades sociales, y, en segundo lugar, tener una visión de transformación urbana. Hacer una ciudad mejor para todos. En cambio, las políticas que se han practicado han reducido la calidad de vida de gran parte de la población.
Ahora, estos nuevos movimientos sociales, a diferencia de los setentistas por ejemplo, han incorporado varios de los postulados que nacen del urbanismo.
Es cierto, cada vez más.
Si los partidos políticos no interpretan esta situación, ¿corren riesgo de desaparecer?
Yo no creo que los partidos vayan a desaparecer. Pero en Europa hay un gran descrédito. Ahora, mientras haya una democracia de tipo representativa, si desaparecen unos partidos aparecerán otros. El problema está en las insuficiencias de la democracia representativa. Es terriblemente conservadora. Así, los partidos tienden a parecerse mucho, no toman riesgos ni posiciones extremas, un poco porque los ciudadanos aunque estén descontentos no quieren complicarse la vida. El ciudadano actúa con miedo, se pregunta a dónde irá a parar.
Todo esto ha determinado que la izquierda europea esté prácticamente muerta…
En Francia, en Alemania, en Inglaterra la izquierda existe, pero se ha desplazado hacia el centro, busca apoyo en los sectores medios, y deja afuera a los más pobres o a los jóvenes. En un caso tan obvio como el de Grecia, que necesitaba un cambio, hubo una campaña de medios de comunicación, de grupos económicos, de organismo europeos diciendo que no voten a la izquierda porque significará el caos. El caos ya lo tienen. Ya les habían hecho todos los recortes. Y lo que decía Syriza (la coalición de izquierda griega), era muy parecido a lo que hizo Kirchner acá, una moratoria de la deuda.
Que no era un programa revolucionario.
Claro que no. Pero era una manera de decir que no se aceptaría un empobrecimiento general de la población. Viendo esta campaña tremenda que hubo en Grecia digo que la democracia representativa no es suficiente. Ahora estamos en un tiempo de cambio, y los partidos políticos, los políticos, tienen que escuchar a los movimientos sociales. Así como está el mundo, tender al conservadurismo es catastrófico.
Podríamos decir entonces que hemos avanzado en la crítica sobre la realidad política, social y económica, pero no en la acción…
Es una buena síntesis. Hay análisis crítico de la realidad, hay resistencias sociales dispersas, falta una unificación política alternativa.
¿Cuáles son los factores esperanzadores?
Que cada vez hay más resistencia. En España hay una eclosión. Incluso con el independentismo catalán, que en gran parte es una respuesta a la crisis social y económica que afecta a los jóvenes. Ya que este estado no los escucha, en uno catalán, tal vez podamos tener un poco más de influencia.
¿Y eso tiene algún asidero?
No estoy muy seguro. Pero mientras haya la hipótesis de que no se pueden cambiar las cosas porque el estado español lo impide, en Cataluña se seguirán confundiendo derecha e izquierda. Yo no soy independentista, pero me parece una reacción bastante lógica pedir una solución confederada en España. Pero existe tal cerrazón mental y política por parte del PSOE y el PP, que lo veo muy difícil.

Agustín Tosco y el Cordobazo




Escrito por Valeria Flesia
El recuerdo del Cordobazo remite a la vida de Agustín Tosco, su alma inclaudicable es el alma del alzamiento de los obreros cordobeses contra quienes les negaban sus derechos.
La vida de Tosco está tachonada de intentos desesperados por silenciarlo: enjuiciamiento, cárcel, proscripción, persecución. Es increíble que tanta saña se concentre en un solo hombre y no haya conseguido, a pesar de todo, opacar su fama internacional y el amor incondicional de su pueblo que lo sostuvo y lo rescató de todo lo que pudo, que no lo olvidó en la prisión sino que siguió eligiéndolo como su líder. 
Un sindicalista que resulta extraño hoy en día por el fuego de su pensamiento y sus acciones que no admitían dobleces, Agustín Tosco había nacido en el año 1930 en Moldes, Provincia de Córdoba. A los 18 años comienza a trabajar en EPEC, un año después es elegido subdelegado y a los 20 ya es delegado de los trabajadores.
En 1954 es Secretario General del gremio de Luz y Fuerza de Córdoba, cargo que mantendrá, con las interrupciones impuestas por las intervenciones, hasta el fin de su vida. Integrará las comisiones de lucha en la resistencia posterior al golpe de Estado de 1955, y antes del Cordobazo ya había sufrido varias veces la cárcel y la persecución.
Un día como hoy lo encontramos en 1969 como impulsor de la huelga general que copó las calles de Córdoba durante tres días. La represión fue terrible: hubo 34 muertos por la policía y más de 1000 detenidos. Tras el Cordobazo, Agustín Tosco es detenido junto con la dirección del sindicato y se le hace un Consejo de Guerra, donde es condenado a 8 años y 6 meses de cárcel.
Su gente lo trae de vuelta con movilizaciones permanentes. Al llegar a su ciudad grita el histórico: “¡Abajo la dictadura, el pueblo es quien nos ha liberado!”. 

Cuando Tosco habla del Cordobazo a la distancia, en una entrevista para aclarar su significado afirma: “era la toma de conciencia de un pueblo expresado en el más alto nivel, en los grados cuantitativos y cualitativos de sentirse oprimidos, de saber que se puede vivir dignamente y que hay todo un complejo sistema instrumentado, que por la fuerza, nos impide ese nivel de dignidad, ese sentido de argentinidad, esa realización de hombres, de trabajadores, de argentinos. Porque el “Cordobazo” fue la desembocadura de una serie de luchas cuyo arranque, podríamos decir de carácter heroico, fue o sucedió el 7 de setiembre cuando ese herido de muerte Santiago Pampillón. Y luego la política de Onganía, de Salimei, de Martínez Paz, que hace de la racionalización, de la denominada racionalización administrativa, un pretexto para las cesantías, para la violación de los contratos colectivos de trabajo...”
En marzo de 1971 se produce un nuevo alzamiento popular en Córdoba, conocido popularmente como el Viborazo, la respuesta del movimiento obrero cordobés a la orden de detención de sus principales dirigentes sindicales y políticos ya que el interventor provincial, había afirmado su “deseo de cortar de un solo tajo la cabeza de la serpiente marxista infiltrada entre los cordobeses que perturban la Revolución Argentina”.
Un mes más tarde, es nuevamente encarcelado, esta vez será por 17 meses y está en el penal de Rawson. Ese año se levanta la intervención del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba y Agustín Tosco se presenta, ganando las elecciones sindicales desde la cárcel.. Debido nuevamente a la presión popular, Tosco es liberado a fin de ese año.
A la muerte del presidente Perón su sucesora interviene nuevamente el Sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba. Esta intervención provoca que Agustín Tosco, constantemente amenazado, se viera obligado a vivir en la clandestinidad. Apoyado por los trabajadores de Luz y Fuerza, que aportan plata y lo esconden en diversas casas de militantes, no dejó de dirigir la actividad política del sindicato.
En estas terribles condiciones, se enfermó gravemente a causa de una infección, y a pesar de los esfuerzos de sus compañeros y que fue trasladado a Buenos Aires, la infección se había extendido y muere de septicemia. Tenía 45 años.
El 6 de noviembre de 1975, la naturaleza desatada en lluvia y granizo acompañó a la multitud que lo despedía en el Cementerio San Jerónimo, custodiada por el gobierno cordobés que seguía intentado reprimirlo, aún muerto, con balas y golpes.



Recomendamos ver este excelente documental realizado por Daniel Ribetti: Agustín Tosco - Grito de Piedra.

“El varón paga para humillar a la mujer”


El psicoanalista y autor del libro Ir de putas, entrevistado por Página/12, sostiene que es necesario penalizar al cliente, pero antes hace falta quitar del imaginario social la idea de derecho consuetudinario que tiene el pagar por sexo.

Por Mariana Carbajal


                         “Es fundamental una campaña que apunte a desnaturalizar el consumo de prostitución”, dice Volnovich


“La penalización del cliente de prostitución es necesaria e ineludible. Pero hasta que no cambie algo en el imaginario social es muy poco lo que se va a lograr para combatir la explotación sexual. Es fundamental una campaña que apunte a desnaturalizar el consumo de prostitución, a quitar del imaginario social que se trata de un derecho consuetudinario masculino”, dice el médico y psicoanalista Juan Carlos Volnovich, autor del libro Ir de putas. Reflexiones acerca de los clientes de prostitución (Editorial Topia), al ser consultado por Página/12 sobre dos proyectos, uno del senador Aníbal Fernández (FpV), el otro de la diputada Marcela Rodríguez, y que apuntan a perseguir con penas de prisión a quienes paguen por el uso sexual de una persona del mismo modo que ocurre con los proxenetas.
“Yo apoyo una posición abolicionista frente a la prostitución. Considero que se trata de una forma de esclavitud, por lo tanto debe ser abolida”, dice Volnovich, en una entrevista con este diario.
Volnovich indagó el imaginario de los clientes a partir de las vivencias de pacientes suyos. El mismo reconoció en la introducción del libro que a pesar de sus más de veinticinco años de lecturas feministas, recibía los relatos de sus pacientes sobre sus incursiones con prostitutas como parte del rubro “usos y costumbres”, aceptándolos en un pacto de silencio implícito. Algo así como “de eso no se habla”. Hasta ese momento no había reparado que la mayoría de sus pacientes varones tenían o habían tenido relaciones con prostitutas. Hasta que la casualidad de tres sesiones sucesivas de tres pacientes “contribuyó a que pudiera atravesar el límite de lo analizable, a romper las resistencias que impedían ver un poco más allá de lo convencional”. Lo ayudó a asumir ese lugar una investigación que cayó en sus manos basada sobre una encuesta de opinión realizada en Francia –Les clients en question–, que indagó sobre los prejuicios más habituales que sostienen los clientes acerca de su afición a las putas con el objetivo de elaborar proyectos de prevención del consumo de prostitución. Así nació Ir de putas.
El proyecto del senador Fernández penaliza el consumo de prostitución sólo en casos de trata. En cambio, el de la diputada Marcela Rodríguez, del monobloque Democracia Igualitaria y Participativa –que lleva las firmas también de representantes del oficialismo y de bloques de la oposición–, impone penas de seis meses a tres años de prisión a quien paga “por el uso sexual de una persona”. Es decir, no distingue si es una víctima de trata o no. En ninguno de los casos se plantea una condena a las personas que son objeto de ese comercio.
Volnovich cree que no hay que diferenciar entre una prostitución “buena”, adulta, libre, y una prostitución “mala”, infantil, forzada, merecedora de nuestro pleno rechazo. “Claro está que hay una gradación que impone discriminar entre delito de gravedad variable pero, por lo general, estas distinciones son usadas para construir creencias acerca de ciertas formas de explotación sexual que pasarían a ser aceptables: una prostitución permitida y deseable”, advierte Volnovich. “No estoy de acuerdo en aceptar en algunos casos sí la prostitución y en otros no”, señala.
Volnovich destaca el efecto que ha tenido en Suecia la política criminal de penalizar a los clientes de prostitución, el primer país en implementar una medida de ese tipo para combatir la trata de mujeres para explotación sexual. “Bajó muchísimo el índice de prostitución pero lo que aumentó muchísimo es el turismo sexual hacia países como Holanda donde la prostitución está reglamentada o permitida. Por eso insisto en que es necesario un cambio cultural”, enfatiza.
–¿Por qué un varón paga por sexo?
–Paga para denigrar a la mujer y reforzar estereotipos tradicionales que puede ver en peligro. No es porque no pueda conseguir a una mujer de otra forma. Si no pensemos en el actor Hugh Grant, cuando fue arrestado manteniendo sexo con una prostituta de Los Angeles, Divine Brown, en momentos en que mantenía una relación estable con Elizabeth Hurley, también actriz y una de las top model más hermosas del mundo. No hay nada menos sexual que el intercambio de sexo por dinero. Lo que está en juego es la violencia, el ejercicio del dominio y la explotación del cuerpo de las mujeres, que se disfraza, se encubre, a partir de la satisfacción del deseo sexual. El pago garantiza que el deseo de la mujer quede siempre en suspenso. Aun en aquellos casos en los que se aspira a que la prostituta llegue al orgasmo como evidencia del placer recibido para exclusivo beneficio del narcisismo del cliente, lo más anhelado por los varones –ser objeto del deseo de una mujer– es lo más temido. Ese temor se disimula a través del pago. He tenido pacientes que pueden conseguir cualquier mujer, pero no pueden dejar de pagar por sexo.
–¿Al cliente de prostitución le preocupa si con quien tiene sexo pago es víctima de trata?
–Definitivamente no. El cliente de prostitución es un varón que sabe muy bien que esas mujeres son esclavas y víctimas de trata. Pero sin embargo paga con “ingenuidad y candor”. Después podrán preguntarse si ella era menor de edad. Pero dirán que en el momento no lo sabían. Y pensemos que el cliente de prostitución no es un enfermo psiquiátrico, es buena gente. Puede haber perversos, pedófilos, claro, pero son hombres comunes. Pienso que poner el foco en los clientes, penalizarlos, puede ayudar a desnaturalizar esta práctica, como ocurrió con la violación en el matrimonio. Antes de que se pensara como delito, estaba naturalizado que no podía ocurrir una violación dentro del matrimonio.
–Eva Giberti sostiene que los clientes de prostitución son violadores sistemáticos...
–No creo que lo sea en los términos en que pensamos a un violador. Sí creo que es un violentador sistemático.
–¿Qué es lo que genera el consumo de prostitución?
–Es la intersección entre imperativos del capitalismo, de convertir todo en mercancía, y el patriarcado, donde prima el dominio de los varones y la utilización del cuerpo de las mujeres como pura mercancía. Hay un negocio global de la prostitución. Si uno marca el circuito de drogas, armas y personas, va a ver que uno va encima de otro. Los factores de nivel mundial que administran esos negocios ilegales son los mismos. Pero para vender armas, hace falta fabricarlas, para vender drogas, cultivarlas, en cambio, las personas, mayoritariamente mujeres, están para ser comercializadas. Entonces, el negocio de la trata para explotación sexual es muy redituable y se basa en la demanda y una brutal campaña de pornografía que tiende a inocentizar a los clientes. Con las nuevas tecnologías, la prostitución no ha quedado degradada, sino que se ha potenciado, a través de los intercambios de sexo por Internet. Y ha potenciado también la inocentización del cliente.


Muchos peregrinos, pocos profetas


En un texto polémico y virulento, el autor critica el cholulismo intelectual de los argentinos que esperan que los pensadores extranjeros que visitan el país les revelen “su ser” y les hablen de lo que es la Argentina.



En 1930, en una audición llamada Radio Cultura , Macedonio Fernández habla de un censo “de los argentinos que vivían esperando la llegada de un conferencista francés o alemán que les dijera instruyéndolos qué era nuestro país, su porvenir, su historia, su psicología y sus costumbres, al día siguiente de desembarcar”. El censo, aunque decretado, no llegó a realizarse. Hoy sería aun más difícil, ya que los que esperan se multiplicaron, y quienes vienen a explicarlos también. Este amor al saber, que se confunde con el amor a los viajeros, tiene una larga historia. Macedonio Fernández se olvida de un español (Ortega y Gasset), de un italiano (Marinetti), y no llegó a conocer los que llegaron después de su muerte ocurrida en 1952.
La serie de visitas, durante la década del noventa, superó las anteriores. Durante la última crisis, el censo hubiera sido más fácil. En estos meses, el sueño de una sustitución de importaciones –al menos, en lo que hace al saber– despierta a la dura realidad del renovado amor por los viajeros y sus oráculos. Actes, la revista fundada por Pierre Bourdieu, dedica su número 145 (diciembre, 2002) a la circulación internacional de las ideas. Se dice que existe un malentendido producido por los textos leídos fuera de contexto. No se trata, necesariamente, de una pérdida: la lectura extranjera puede tener una libertad que falta en la lectura nacional. De cualquier manera, Pierre Bourdieu da por sentado que otros hacen una lectura, no habla de su libertad frente a textos extranjeros.
Aunque pone el ejemplo de Heidegger, usado en los años 50 para descalificar a Sartre y para darle al marxismo cierta distinción (Costa Axelos sería un ejemplo). Los grandes profetas, leemos, son polisémicos. Y las operaciones son múltiples.
Los profetas que nos visitan son pocos (en los últimos tiempos, sólo Derrida), pero son muchos los misioneros y peregrinos. Y de las más diversas disciplinas. Aunque el éxito es para quienes pueden filosofar la política (Negri, Badiou, Zizek). Esta pasión, supongo, se debe a que las llamadas ciencias sociales han sido sustituidas por las ciencias cognitivas. Alguien como Zizek, por ejemplo, hace de la divulgación una práctica tan particular, que uno no tiene que preocuparse por lo que divulga. Badiou propone una filosofía del “pase” (procedimiento institucional propuesto por Jacques Lacan), sin tener que soportar la tediosa práctica que supone este dispositivo.
Los peregrinos del psicoanálisis impulsan instituciones, alientan la práctica de esta disciplina, y mantienen alguna distancia con el aparato universitario. Sus misioneros, además legitiman. Los peregrinos de otras disciplinas están más cerca del aparato universitario, y la estrella que los guía es el saber. A tal punto, que los del psicoanálisis parecen más cerca que ellos de una práctica con incidencia real sobre las redes por las que circula.
Un caso notable es el de Jacques-Alain Miller que en diez años articuló una red internacional que bajo el nombre de Asociación Mundial del Psicoanálisis se extiende por nuestro país, por varios países de Europa y de América Latina, produciendo lo que Fernando Henrique Cardoso –el ex presidente de Brasil– llamó una repetición original.
En el psicoanálisis el amor al saber no tiene la última palabra, y más de una vez se revela como un horror al saber. Para el caso, saber algo sobre una circulación asimétrica que convierte a los receptores en perpetuos menores de edad, siempre bajo tutela (según definió Kant a la minoridad).
Cuando Jacques Lacan propone El Banquete de Platón para hablar de la transferencia, dirá que para salir de la minoridad el que pide ser amado tiene que pasar a la posición de amante. Es decir, atravesar la instancia de idealización. La asimetría entre amado y amante no es reversible, de manera que no se puede cambiar de lugar sin experimentar una pérdida. Esa pérdida, para nosotros, implica ir más allá de la ceguera de Borges cuando reiteraba que los argentinos éramos “europeos en el exilio”. El menos europeo de esos países (me refiero a España, según propia versión) nos niega la nacionalización. Ni hablar de los otros. Es de suponer que el mínimo reconocimiento de súbditos y/o ciudadanos tan entusiastas sería otorgarle la documentación correspondiente.
La circulación internacional supone siempre una asimetría y, por lo mismo, las diversas posiciones que Harold Bloom llamó “angustia de las influencias” (su contracara es la alegría de imponer la propia voluntad). Mario de Andrade, el poeta brasileño, le escribe a Alberto de Oliveira: “ Nosotros imitamos, sin ninguna duda. Pero no nos contentamos con la imitación (...). Tenemos algo muy distinto que hacer (...). Estamos acabando con la dominación del espíritu francés. Estamos acabando con la dominación gramatical de Portugal”. La generación de Sarmiento se apoyó en otras culturas para oponerse a la dominación cultural de España. Esa matriz (oposición/alianza) fue eficaz. Y sigue; con otros actores: con unos contra otros. Un periodista me confesó que prefería publicar reportajes de peregrinos y misioneros extranjeros, porque eso ponía al conjunto vocal a un mismo nivel (de exclusión, agrego yo) y le evitaba problemas.
El reverso de un amor al saber, es el horror de saber la causa de ese amor. La religión, según Sigmund Freud, sólo es tolerante cuando sus lazos internos se debilitan. Es por eso que aquellos argentinos que esperan que su ser les sea revelado por los sucesivos viajeros, no toleran la menor ironía. Las veces que pedí un mínimo resumen de lo que alguien había dicho, se me respondió que había mucha gente, y que había sido un éxito.

Mas allá de las efemérides….


  
Un día que muchas personas aun sueñan festejar.


Si bien, la fecha invita a reflexionar, sobre los desafortunados acontecimientos de los mártires de Chicago de 1886, quienes luchaban por la reivindicación de su derechos.
Han pasado varios años y se avanzo tanto en legislación como en la concreción de algunos ámbitos laborales; tanto en contexto global, como en nuestro país. Pero aun faltan algunas conquistas.
Los nuevos tiempos, han reformulado el sistema laboral, y con ello un cambio del sistema productivo, y con ella aparejado las nefastas reformas laborales; que agobiaron y agobian a todos los trabajadores.
Al trabajo se la asocian conceptos positivos como esfuerzo, dignidad, solidaridad, entre otros; pero también lamentablemente se lo relaciona con accidentes, desocupación, precariedad, de una connotación negativa para toda persona.

La internalización de la economía, del siglo XX, acelero el proceso capitalista, y dado su vértigo, acelero las crisis, y provoco miles de personas excluidas del sistema laboral formal o informal, y la creación de bolsones de pobreza extrema y denigrante.

En el caso Argentino, algo se avanzo, pero falta mucha tarea por realizar, mucho compromiso con nuestro conciudadanos que carecen de trabajo, que viven en la indigencia, que están en la pobreza, y comparten con empleos precarios, sin estabilidad laboral, sin condiciones dignas; y algunos otros ser los esclavos del siglo XXI, en el marco del nuevo capitalismo salvaje y egoísta.

Queda mucha tarea por realizar, queda mucho camino por recorrer, para lograr la dignidad de todos los Argentinos…

Aun queda, mucha lucha…
Aun queda, muchas reivindicaciones…
Sera cuestión de lograr la unión nacional, como una camino hacia la dignidad de la clase trabajadora, y la inclusión de la masa desocupada.

Ahora trabajemos por las conquistas que aun falta.

82% móvil y su recorrido historico

Los aumentos a los trabajadores activos fue siempre una reivindicación de la clase trabajadora, reconocida con rango constitucional por primera vez en 1949 y reafirmada en la reforma de 1957. Desde entonces, forma parte del conjunto de los derechos sociales contemplados en el artículo 14 bis.
El monto de 82% móvil se estableció en 1958, a partir de ese momento va a ser defendido tanto por los jubilados como por los trabajadores activos, era el número que expresaba, en concreto, qué se entendía por una jubilación “digna”, capaz de cubrir el costo de vida del trabajador pasivo.
Pero siempre los gobiernos miraron con ojos de rapiña las cajas de jubilaciones; compuestas por descuentos de los propios trabajadores y aportes patronales, muchas veces fueron utilizados para fines distintos que solventar jubilaciones y pensiones. Así, ya en 1962, entró en déficit por primera vez el sistema previsional.

El gobierno de facto de entonces, dejó de cumplir con el 82%, la dictadura militar de Onganía dio el segundo zarpazo: aumentó la edad jubilatoria a 60 años para las mujeres y 65 para los hombres y estableció que el 82% sólo sería para aquellos que tuvieran más de 30 años de aporte.


Luego en otros periodos de gobiernos “de la democracia” les robaron lo suyo a los viejos.
El gobierno peronista de 1973 estableció el haber previsional en el 70% del cargo en actividad, pero ni aún ese valor se cumplió.
Alfonsín, que claramente optó por priorizar el pago de la deuda externa antes que cumplir con los jubilados, declaró la “emergencia previsional” en 1986, ya de ahí en adelante lo que se pagó en concepto de jubilaciones no tuvo nada que ver con ningún porcentaje ni con ninguna movilidad.

Miles de jubilados afectados iniciaron y ganaron innumerables juicios, pero, como si fuera una broma de humor negro, se le abonó a personas de más de 80 años con bonos a 10 años. Con Menem y la privatización del sistema, directamente se eliminó cualquier actualización de haberes, y De la Rúa marcaría un nuevo récord: directamente redujo las jubilaciones un 13% en julio de 2001.
El Kirchnerismo, y aun en la bonanza económica, nunca los haberes de los pasivos se actualizaron como correspondía a pesar de la estatización de las AFJP; y mucho menos con la reaparición de la inflación. El índice de movilidad, se activo dos veces al año, en una formula porcentual.
Siempre permanecieron por debajo de la línea de pobreza. Peor aún: se acható la pirámide y cada día más jubilados cobran la mínima. Ni el 82 ni el 70%, y mucho menos “móvil”: las jubilaciones en promedio hoy son el 34% del sueldo de un trabajador en actividad (el porcentaje más bajo de toda la historia argentina).
En todas estas décadas, varias generaciones de jubilados salieron a la calle y se movilizaron reclamando lo que les pertenece: una jubilación digna, materializada en el 82% móvil real, que no tiene nada que ver con el actual proyecto de la oposición patronal.
¿Cuándo será el gran día que dignifiquemos a los Jubilados y Pensionados?