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Gorros rosas

El curioso símbolo de la primera protesta anti Donald Trump.

Tras el nombre de “Pussyhat project”, cientos de miles de mujeres lucirán la prenda de lana durante la marcha masiva en Washington en contra del nuevo presidente. La historia detrás de la iniciativa que traspasó las fronteras de Estados Unidos.




Uno de los afiches de “Pussyhat Project”


A solo un día de la asunción de Donald Trump como nuevo presidente de Estados Unidos, se espera una movilización masiva frente al Capitolio, en Washington D.C. La llamada Marcha de la Mujer promete cientos de miles de almas que clamarán por sus derechos ante los repetidos videos filtrados de acoso y declaraciones desafortunadas por parte de Trump durante la campaña.

Las mujeres temen que la nueva presidencia reabra la brecha de género una vez más. Bajo esa idea, además de los típicos carteles y pancartas de las movilizaciones masivas, muchas de las participantes lucirán un llamativo gorro de lana rosa con orejas de gato.

El 24 de noviembre, el mismo Día de Acción de Gracias, Kirsta Juh -una guionista de Los Ángeles- y Jayna Zweiman -arquitecta californiana- lanzaron el llamado "Pussyhat Project" para apoyar la marcha. Desde ese día, la idea no dejó de crecer hasta hoy que se volvió una causa nacional.



Miles de mujeres contribuyen en la confección de los gorros

Las artífices del proyecto calculan que habrá cerca de 100 mil mujeres que lucirán el gorro y se movilizarán como una gran marea rosa. "Muchas mujeres no se consideran activistas. Creen que no saben organizarse", señalaron. Por eso, tanto Juh como Zweiman decidieron valerse de una estructura consolidada: los clubes de "knitting", centros donde mujeres se juntan a tejer a lo largo de todo el país.

De ese modo, las mujeres que, por una cuestión de distancia y dinero no se pudieran acercar a la marcha en Washington, contribuirían con la confección de los gorros. De hecho, la causa traspasó las fronteras de los Estados Unidos. Las redes sociales permitieron que mujeres extranjeras también elaboraran y enviaran su colaboración.

Por caso, Anja Liseth, de 41 años, que vive en Bergen, Noruega, mostró su adhesión: "Siento que mi contribución es importante, y que desde que he tejido estos gorros, una parte de mí está allí en la manifestación".




Se esperan cerca de 100 mil mujeres con los gorros en la marcha

"¿Cómo puedo mostrar visualmente lo que está pasando?", se preguntó a sí misma la guionista Juh cuando pergeñó la idea. El color rosa busca ser una representación visual de la infelicidad de muchas mujeres con la nueva presidencia de Trump. Los gorros, además cuentan orejas de gato, lo cual es una referencia a los comentarios vulgares del nuevo presidente hacia las mujeres filtrados en los últimos videos.


Más allá de la adhesión casi unánime, se alzaron algunas voces femeninas de oposición a los "pussyhats". Entre ellas, Petula Dvorak, columnista del Washington Post, escribió: "Me asusta un poco toda esta bien intencionada iniciativa. La cursilería del poder femenino que podría convertir esto en más Lilith Fair (festival musical) que en Lilly Ledbetter (reconocida activista). Esto es algo muy serio".

Balas contra la murga



Por Claudia Rafael




“¿Acá son todos guapos”?, contaron que dijo “el Polaco”. Así nomás: “el Polaco”, como llaman en el barrio a uno de los gendarmes. Después sobrevino el griterío, los balazos, los chicos llorando, los pibes y adultos de la murga corriendo a un lado y a otro, el desbande. Niños de 3 a 14 años con las marcas en el cuerpo. Los gendarmes de prepo entraron a la villa del Bajo Flores en el operativo “#NarcotraficoCero” y, como de paso, dejaron un largo camino de daños colaterales. Un Terminator a fuego y violencia que fue sembrando sangre alrededor. Balas de plomo, balas de goma.






















“Che… pará, hay criaturas acá”, “basta loco, que están las criaturas”, se escucha en el video que se viralizó y que algún vecino captó desde un celular. La página del ministerio aplaude el operativo mientras lamenta “dos gendarmes heridos” que la ministra Patricia Bullrich visitó en el hospital y alienta desde el comunicado oficial con un “sigamos así”.


“Congelamiento/Desaliento/Erradicación/Ordenamiento Social y Edilicio”, detallaba el plan erradicador de villas de Cacciatore, el que a fuerza de cemento y muerte construyó puentes y autopistas (algunas a la mitad) para las que había que voltear todo aquello que molestase a la vista y al paso de las topadoras.

Son dos historias irreconciliables. Parecen ambientadas en dos tiempos distintos: 1) La que emite el ministerio y que repiten como ecos los medios acostumbrados a replicar los comunicados oficiales sin modificar siquiera una coma, un punto o un vocablo policial. “El episodio se produjo alrededor de las 21 en un pasaje sin nombre ubicado entre las calles Bonorino y Charrúa”, cita textualmente Clarín, basándose en la agencia DyN y “Gendarmes baleados en la villa 1.11.14”, tituló La Nación, citando a la agencia Télam. 2) La otra historia es la que se ve en los cuerpos de los pibes de la murga “Los auténticos reyes del ritmo”. La que se difundió por ríos subterráneos de imágenes en las redes y en los medios alternativos. (Clarín ahora se aggiornó levemente al titular tres días después de la primera nota que “Denuncian que la Gendarmería reprimió a una murga de chicos”).
Esta vez no hubo muerte. Como sí la hubo exactamente el 11 de febrero de un año atrás cuando Maxi Melessi, con 18 años, futbolista del club Deportivo Sacachispas, alumno de 3° año de una escuela del Bajo Flores, papá de una nena de 4 meses, murió bajo los disparos de un tiroteo, a metros del puesto de la gendarmería. O en diciembre 2014 Cinthia Ayala, de apenas 9 años, muerta por otros disparos que los prefectos de Tierra Amarilla, en la villa 21-24 podrían haber evitado. Pero no lo hicieron.

Esta vez no hubo muerte. Es cierto. Como sí la hubo aquel día de septiembre de 2013 en que Kevin Molina se escondió aterrado debajo de una mesada mientras a su alrededor se entrecruzaban más de un centenar de disparos en Villa Zavaleta.
O cuando Yiyo (Ariel Villa) en septiembre de 2014, al que acribillaron de 38 balazos en una historia que incluía chalecos antibalas, casquillos de 9 milímetros y de Winchester 40, paseaba en una motito. Un tipo de armas y de protección que lleva indefectiblemente a las fuerzas de seguridad.


“El Polaco” es un Schwarzenegger más en esta historia. Tiene apodo. Se permite gritar “¿Son todos guapos?” y junto a sus pares apuntan y arrasan. Tienen permiso para matar. Para herir. Para hundir sus garras entre los parias urbanos. Es uno más. Con o sin nombre. Integrante cruento de la condición humana. Con las manos siempre listas para ir dejando a su paso efectos colaterales. Los necesarios para etapas como las que Cacciatore, con una prolija lógica, denominó desaliento y luego erradicación para pasar finalmente a esa tan eufemísticamente nombrada como “Ordenamiento Social y Edilicio”.
“Sigamos así”, comunicó Bullrich y alentó con un abrazo a los gendarmes en el Hospital Churruca. No vio. No abrazó. No entró ni a la casas ni a ningún hospital donde visibilizar a los pibes y adultos de la murga. Allí donde la villa baila. Donde le pone –componente temible y peligroso- el cuerpo a la alegría y a la danza que esperanza y libera. Donde grandes y chicos se convierten en los auténticos reyes del ritmo al que los brazos armados del Estado buscarán denodadamente destronar.

Gendarmeria reprime a niños en Bajo Flores 29 1 2016


Carnaval, entre la condena y la reinvención

SIN TIEMPO. Diversas miradas para abordar un festejo enigmático, que persiste en la práctica contemporánea




"Con el carnaval me ocurre como a Borges con el infierno, cuando dijo que, al revés de los católicos, le interesaba pero no creía -dice Alejandro García Schnetzer, novelista argentino radicado en España desde 2001 y autor de tres novelas publicadas por Entropía-. Más que la fiesta y su exaltación, me atraen sus símbolos y convenciones: la máscara, la noche, la inconsciencia, la fuga de la razón y del tiempo. Su melancolía. Viví eso de chico en Brasil, en los carnavales de rúa de Paraty y de Ilha Grande; pero lo entendí recién con Bioy y cierta música que evoca al carnaval sin celebrarlo. Me sorprende su impronta en los viejos, que suelen referirlo con nostalgia casi unánime, y me extraña igualmente la contracara de la fiesta, sus fisuras de tristeza y realidad." Los carnavales figuran en Requena y en Andrade, y de nuevo en Quiroga, de 2015, transfigurados por un remoto antecedente dionisíaco. Schnetzer formula una genealogía literaria del carnaval porteño: "El de tiempos fundacionales, que describe José Wilde en sus Memorias; el de los umbrales del siglo XX, visto por Rubén Darío; y el de los clubes de barrio, que según el dictamen de los abuelos no tuvo igual y agotó sus posibilidades".

¿Transgresión limitada?

Desde hace unos años, la mirada social sobre el festejo del carnaval se halla en una situación "preartliana". En una de sus célebres aguafuertes para el diario El Mundo, Roberto Arlt reaccionaba frente a las críticas de la crónica costumbrista sobre ese festejo. Al parecer, según aquellos cronistas, la cultura local había barbarizado el carnaval. Mientras denostaban a la mersa bulliciosa, soñaban con bailes de máscaras y corsos venecianos, como si las calles de Boedo se hubieran podido transformar mágicamente en canales y las viviendas populares en palacios. "Voy a escribir para alacranear perfectamente, para sacarme la bilis que me baila en el hígado y en el píloro", advertía en las primeras líneas de "Fiestas de Carnaval".

¿Por qué la fuerza transgresora de un festejo popular que, por pocos días, ponía el mundo cabeza abajo y suspendía las jerarquías sociales perdió vigor? Las jerarquías prevalecen; sin embargo, el carnaval sólo perdura en consignas cómicas, murgas o shows a los que se puede asistir con ticket en mano. "El carnaval sólo puede existir como una transgresión autorizada", escribía en 1999 Umberto Eco para mitigar las consignas de Mijail Bajtin, cuya obra sobre François Rabelais y la cultura popular medieval fue clave para una nueva mirada sobre un viejo ritual. "Si bien el carnaval antiguo religioso estaba limitado en el tiempo, el carnaval moderno multitudinario está limitado en el espacio: está reservado a ciertos lugares, ciertas calles, o enmarcado en la pantalla de televisión", señala Eco con ironía.
"Desde mediados de los años 60, la literatura y el arte latinoamericanos empezaron a ser interpretados, a partir de la lectura que hizo Julia Kristeva de Bajtin, con las lentes de la carnavalización literaria -dice Mario Castells, autor de la novela corta El mosto y la queresa y del libro de crónicas Trópico de Villa Diego (EMR)?. Con Gilda de Mello e Souza y su lectura de Macunaíma, el concepto se convirtió en un recurso que la crítica no ha parado de usar, y eso de que lo carnavalesco se aparta de la tradición y el desarrollo cultural dominante en una sociedad, para burlarse de las instituciones y estructuras que esta cultura propone, ha sido uno de los conjuros que han hallado esos sectores de la intelligentsia para aplacar otras lecturas políticas de la novela y pasivizar lo revulsivo del humor popular." De esas lecturas aplacadas, Castells rescata la cultura africana en América. "La referencia al negro estalla en el inconsciente colectivo en momentos de festividad y teatralidad burlesca. Los kambaraangáes, disfrazados de negros, con trapos y ropas viejas, a veces con vestidos femeninos y el rostro cubierto con una máscara, en la representación de una especie teatral semejante a los autos sacramentales del Medioevo, son esos agentes del pueblo que tienen vía libre para acometer contra el statu quo, el comisario, la catequista, el intendente y las autoridades con la invectiva que les otorga el humor."


En 2011, la antropóloga Alicia Martín, docente e investigadora de la UBA, publicó Fiesta en la calle. Carnaval, murgas e identidad en Buenos Aires (Colihue)Allí estudia el lazo entre el retorno de la democracia en los años 80 y la organización de los vecinos en murgas. Ella acerca otra posición sobre el carnaval: "Detrás de eso se movían valores y estructuras organizativas informales muy interesantes y poderosas, grupos autogestivos que se asentaban en redes barriales territoriales y familiares". Martín considera que el carnaval porteño y la murga son espacios de resistencia.
Ricardo Talento dirige el Circuito Cultural Barracas y es uno de los fundadores del Grupo Catalinas Sur, que impulsó el desarrollo del teatro comunitario en la Argentina. "El carnaval es parte de la teatralidad humana. El teatro comunitario recupera su esencia, sus lenguajes, y esa vocación de encuentro, comunicación y transgresión." Las temáticas surgen de la territorialidad y se construyen con el aporte de los integrantes. "Además de crear una profunda empatía con el espectador, legitima lo abordado, ya que es parte de la voz del barrio. En la obra Barracas al fondo se habla con ironía de la exclusión y la xenofobia de los sectores medios hacia las nuevas inmigraciones; eso adquiere legitimidad porque es el mismo barrio que vive el tema el que le da valor poético y lo transmite."
"Siempre intuí que la función del carnaval, más bien festiva, no era sólo la de ser una zona indefinida entre los arcanos rituales y la razón. Su fuerza está en ser una zona donde el hombre es, nada más", comenta Nicolás Correa, investigador y autor de ÍncuboSúcubo, novelas de terror ambientadas en el conurbano bonaerense. En sus ficciones el carnaval aparece como una fuerza ambigua. "El carnaval le da a la escritura la posibilidad de fugarse de sí y, a la vez, de ser pura potencia poética. En mi caso, los carnavales son amargos, más parecidos a procesiones trágicas donde exponer, como en la Pasión, el drama personal o el colectivo, el cielo propio al alcance de la mano, hecho de carne y barro." La narradora Liliana Bodoc, autora de la novela Presagio de carnaval, dice: "El carnaval es una interrupción del orden establecido, un espacio-tiempo liberado que nos permite desordenar los paradigmas. Disputado por la tradición católica y la pagana, tironeado desde su etimología, el carnaval no tiene dueños. Y si acaso lo tuviera, serían los demonios". Para Bodoc, el carnaval desata una fiebre de control: "Pero por mucho que nos esforcemos en ponerle riendas, el carnaval es una fiesta desmadrada, caliente, habitada por seres ambiguos". Por último, quien imagina una relación vital y nómada con el carnaval como universal de la cultura es la autora deDiario de máscaras (Capital Intelectual), la escritora Luisa Valenzuela: "El carnaval es un tiempo de transformaciones y transgresiones. De tirar todo por la borda y saber que en esos días fastos podemos llegar a ser quienes siempre quisimos. ¡Carne vale! Después vendrán los cuarenta días de ayuno. Pero por ahora la cocinera será reina y el ladrón, una piadosa monjita. Al menos allí donde quienes tienen la manija (Iglesia o Gobierno) entienden que el desahogo estacional es imprescindible para mantener la armonía. Río de Janeiro, Venecia, Niza, Nueva Orleans, Oruro... Y yo ¿iré a festejar con las alegres murgas en los barrios? ¿O vuelo a Tartagal y encaro la canícula junto a los chané que celebrarán su pin-pin o areté guazú mientras dure al chicha? Los chané saben que las máscaras bailadas absorben el mal, por eso después las queman. El fuego purificador forma parte del carnaval. Es decir, de la vida".

El Pueblo Argentino y sus banderas. A un mes de “Cambiemos”.

Por Adolfo Pérez Esquivel
Premio Nobel de la Paz



Los derechos humanos y la democracia son valores indivisibles, por eso nuestros presidentes suelen asumir los 10 de diciembre, día en que se conmemora el día universal de los Derechos Humanos.
Ha sido una lástima que el Presidente de la nueva administración del Poder Ejecutivo no haya mencionado ni una sola vez en su discurso a los derechos humanos -entre otros olvidos intencionados- y sólo haya mencionado lo humano como “recursos”.
El frente de partidos que deja el gobierno tuvo en tres gestiones una gran oportunidad para desmontar la herencia neoliberal y, si bien avanzó en algunos aspectos, no supo, no pudo o no quizo según los casos, desmontar esa herencia y avanzar en un proceso de emancipación nacional y social como sí sucedió en otros países de la región. Su discurso muchas veces contrastaba con sus actos y alianzas (corporaciones mineras, del agro, petroleras y financieras), mientras consolidaba un estilo de confrontación y polarización que le fue quitando apoyo en ciertos sectores sociales, culminando en el primer balotaje de la Argentina.
Luego de esto, a pesar de haber perdido, el FPV no ha hecho pública ninguna autocrítica de por qué pasó lo que pasó. Paradójicamente, no haber reconocido ningún error en 12 años puede tener mucho que ver con este desenlace: que por primera vez una coalición de derecha asuma el poder a través de elecciones libres y abiertas.
El pueblo evaluará las decisiones tomadas en base a las promesas de campaña, sus derechos, necesidades y lo que vaya mostrando la realidad. Mientras tanto, lo que vemos en este primer mes, son iniciativas muy preocupantes que atentan contra los trabajadores, las instituciones y derechos básicos para cualquier democracia.
Durante la campaña, la coalición electa “Cambiemos” puso mucho énfasis en respetar las instituciones y la república. Sin embargo, en menos de una semana pisoteó su propio relato republicanista con una aluvión de Decretos de Necesidad y Urgencia, que no tienen nada de necesarios ni de urgentes, con el fin de sortear el debate de nuestros representantes en el Congreso, sabiendo que se puede convocar a sesiones extraordinarias.

No sólo intervino y disolvió organismos creados por ley, sino que quiere forzar la destitución de la Procuradora General de la Nación, cuyo mandato otorgado por el Senado aún está vigente, y ya le ha sacado funciones que representaban un avance institucional.
Hechos que se suman a una medida autoritaria inédita: el nombramiento por decreto de dos jueces en la Corte Suprema de Justicia. Los jueces decretados por un presidente, son jueces del Presidente, sin importar sus currículums. La Venezuela Bolivariana que tanto critica “Cambiemos” nunca hizo algo como eso, sus jueces siempre fueron aprobados por la Asamblea Nacional.
Es indispensable iniciar un proceso amplio y participativo de democratización de la justicia y selección de los magistrados de cara a la sociedad.
En materia de seguridad y derechos humanos, paradójicamente, en el único momento que el Presidente Macri asumió el papel de “defensor de los Derechos Humanos” fue en su primera presentación en el MERCOSUR y no tuvo que ver con la Argentina. Mostrando su alineamiento injerencista, defendió a quienes están presos por salir a quemar edificios en Venezuela para derrocar un gobierno electo democraticamente.
Mientras tanto en la Argentina hay más de 6.843 casos de torturas en cárceles en el año 2014, que el nuevo gobierno tiene que asumir, visibilizar e investigar en base a los informes que hemos elaborado entre la Comisión por la Memoria de la Provincia de Buenos Aires, la Procuración Penitenciaria de la Nación y el GESPYDH del Instituto Gino Germani de la UBA.
Hacia adentro del país, el Pro quiere subordinar la cuestión social a las políticas de seguridad que, desde esta perspectiva, opera como reproductoras de las desigualdades. Las declaraciones de emergencia en materia de seguridad y penitenciaria, no apuntan a promover un cambio del paradigma punitivo del Estado ni a atacar el delito complejo, sino que mantienen el sesgo clasista, efectista y selectivo del último eslabón de la cadena, mientras pretenden legalizar contrataciones directas en vez de hacerlas con licitación.
La coalición electa también habló mucho de dejar de perseguir al otro por pensar de forma diferente, y lo primero que ha hecho es desguazar la Ley de Medios, con la intención de priorizar la libertad de empresa por encima de la libertad de prensa.
La Ley de Medios no es una Ley K, es de todos los argentinos porque fue amplia y largamente debatida por nuestra sociedad, y porque reemplazó la ley de facto de la última dictadura. Cuando fui a apoyarla en las audiencias nacionales del Congreso reivindivicamos el objetivo de desmonopolizar los medios y de democratizar la palabra. Se podrá objetar la forma de instrumentaciòn de la ley, pero en modo alguno se puede aceptar la vuelta atrás con el derecho a la libre expresión. Por eso siempre voy a defender la Ley de Medios y su correcta aplicación. En vez de censurar, los argentinos necesitamos más voces, porque la paz se construye en el respeto a la diversidad y aceptando críticas.
Otra de las banderas de campaña del actual frente de gobierno fue la de Pobreza cero, porque aún persisten graves desigualdades por resolver como los problemas de acceso a la tierra y una vivienda digna y al trabajo.Pero las medidas tomadas en este poco tiempo fueron en sentido totalmente contrario. Entre ellas, se devaluaron los salarios un 45%, se consintieron aumentos en bienes primarios, se suspendieron paritarias y la publicación de estadísticas, bajaron los impuestos a los que más tienen y despidieron masivamente a miles y miles de trabajadores públicos -que puede ser imitado por el sector privado- para imponer miedo. Y mientras reprimen a los que protestan, el Ministro de Economía se pronuncia extorsivamente diciéndole a los trabajadores y sindicatos que deben evaluar si prefieren pedir aumentos o mantener fuentes de trabajo.
El neoliberalismo acarreó la pérdida de la soberanía nacional, privilegió la entrega del patrimonio nacional a mano de las grandes corporaciones extranjeras, mientras aumentaba en el pueblo la marginalidad y el hambre, de la mano de la impunidad política y jurídica de sus artífices. La historia Argentina y del mundo entero nos enseñan que no es conciliable la política “del derrame”, con los derechos y las necesidades del pueblo.
La nueva administración -y sus gerentes de corporaciones o CEOs- debe respetar las instituciones democráticas del Estado, y asumir que su primera obligación es defeder y promover los Derechos Humanos y del Pueblo. No debe caer en la soberbia de la “curda del poder” que aleja a muchos funcionarios del camino que deben seguir. Los gobiernos pasan y los pueblos quedan. Los gobernantes deben cumplir sus funciones cómo Servidores del Pueblo, y no servirse del pueblo para sus intereses partidarios y personales.
Debemos hacer memoria para que nos ilumine el presente. El pueblo argentino pasó por etapas dolorosas entre luces y sombras, y asumió la resistencia y la lucha popular para recuperar la democracia, la Verdad y la Justicia. Muchos arriesgamos la vida en defensa de las libertades civiles y los derechos del pueblo. No podemos renunciar a las banderas que nacieron del pueblo y le pertenecen. Quienes luchamos desde siempre, no estamos dispuestos a dar un paso atrás.

"Los abuelos nunca mueren, solo se hacen invisibles"

Está escrito por Enrique Orschanski, médico pediatra.
 
En los últimos 50 años, nuestro estilo de vida familiar cambió drásticamente como consecuencia de un nuevo sistema de producción. La inclusión de la mujer en el circuito laboral llevó a que ambos padres se ausenten del hogar por largos períodos creando como consecuencia el llamado “síndrome de la casa vacía”.
El nuevo paradigma implicó que muchos niños quedaran a cargo de personas ajenas al hogar o en instituciones. Esta tercerización de la crianza se extendió y naturalizó en muchos hogares.
Algunos afortunados todavía pueden contar con sus abuelos para cubrir muchas tareas: la protección, los traslados, la alimentación, el descanso y hasta las consultas médicas. Estos privilegiados chicos tienen padres de padres y lo celebran eligiendo todos los apelativos posibles: abu, abuela/o nona/o bobe, zeide, tata, yaya/o opi, oma, baba, abue, lala, babi, o por su nombre, cuando la coquetería lo exige.
Los abuelos no sólo cuidan, son el tronco de la familia extendida, la que aporta algo que los padres no siempre vislumbran: pertenencia e identidad; factores indispensables en los nuevos brotes
La mayoría de los abuelos siente adoración por sus nietos. Es fácil ver que las fotos de los hijos van siendo reemplazadas por las de éstos. Con esta señal, los padres descubren dos verdades: que no están solos en la tarea y que han entrado en su madurez.
El abuelazgo constituye una forma contundente de comprender el paso del tiempo, de aceptar la edad y la esperable vejez.

Lejos de apenarse, sienten al mismo tiempo otra certeza que supera a las anteriores: los nietos significan que es posible la inmortalidad. Porque al ampliar la familia, ellos prolongan los rasgos, los gestos: extienden la vida. La batalla contra la finitud no está perdida, se ilusionan.
Los abuelos miran diferente. Como suelen no ver bien, usan los ojos para otras cosas. Para opinar, por ejemplo o para recordar.
Como siempre están pensando en algo, se les humedece la mirada; a veces tienen miedo de no poder decir todo lo que quieren.
La mayoría tiene las manos suaves y las mueven con cuidado. Aprendieron que un abrazo enseña más que toda una biblioteca.
Los abuelos tienen el tiempo que se les perdió a los padres; de alguna manera pudieron recuperarlo. Leen libros sin apuro o cuentan historias de cuando ellos eran chicos. Con cada palabra, las raíces se hacen más profundas; la identidad, más probable.
Los abuelos construyen infancias, en silencio y cada día. Son incomparables cómplices de secretos. Malcrían profesionalmente porque no tienen que dar cuenta a nadie de sus actos. Consideran, con autoridad, que la memoria es la capacidad de olvidar algunas cosas. Por eso no recuerdan que las mismas gracias de sus nietos las hicieron sus hijos. Pero entonces, no las veían, de tan preocupados que estaban por educarlos. Algunos todavía saben jugar a cosas que no se enchufan.

Son personas expertas en disolver angustias cuando, por una discusión de los padres, el niño siente que el mundo se derrumba. La comida que ellos sirven es la más rica; incluso la comprada. Los abuelos huelen siempre a abuelo. No es por el perfume que usan, ellos son así. ¿O no recordamos su aroma para siempre?
Los chicos que tienen abuelos están mucho más cerca de la felicidad. Los que los tienen lejos, deberían procurarse uno, siempre hay buena gente disponible.
Finalmente, para que sepan los descreídos:
Los abuelos nunca mueren, solo se hacen invisibles.

Grooming, "Quienes se esconden detras de la caza de menores"

El acto delictivo abarca desde seducir a un niño para que comparta contenido pornográfico en internet hasta concertar un encuentro físico.




E. Chacón

Aunque para Natalia esta actividad resulta inofensiva, varios delincuentes cibernéticos –especialmente, pedófilos– hacen uso de las redes sociales para captar víctimas que sean, en su mayoría, menores de edad y abusar sexualmente de ellas. Esta especie de acoso cibernético recibe el nombre de grooming.
El grooming va desde seducir a un niño para que comparta contenido pornográfico y hacerle cyber-acoso, hasta tener un encuentro físico con él.
Este problema social se ha intensificado en los últimos años. En una encuesta realizada en 2013 por ESET –compañía de seguridad informática eslovaca con presencia en varios países del mundo– 68,3% de los entrevistados afirmó pensar que la situación se da con bastante frecuencia. Además, 26,3% dijo que conocía a un niño que había sido víctima de grooming, de los cuales, 52,9% tiene entre 11 y 15 años, y 33,7% entre 7 y 10.
María Belén Rey, responsable de Relaciones Institucionales de ESET Latinoamérica, explica que muchos padres tienen la idea errónea de que todo lo que sucede en internet es algo ficticio, que solo pasa en el mundo virtual y no trasciende a la vida real. “Así como en la vida física hay individuos que roban información y son pedófilos, también los hay en la web, y hasta más. Sucede que muchos chicos creen que están hablando con alguien de su edad y, en verdad, esa persona no es quien dice ser. Esto –en parte– se debe a la subestimación que muchos padres le tienen a internet”.
Con condena
El grooming se considera un delito porque atenta contra el derecho que tienen los menores de ser protegidos de cualquier forma de abuso y explotación sexual. No solo eso. En los casos en que el daño al menor implique un encuentro físico, la Lopnna implanta una condena que va de dos a seis años de encarcelamiento. “Si el acto sexual implica penetración genital o anal, mediante acto carnal, manual o la introducción de objetos; o penetración oral aún con instrumentos que simulen objetos sexuales, la prisión será de quince a veinte años” .
Por último, aquél delincuente que difunda cualquier material pornográfico de su víctima en internet, será sancionado por la Ley Especial Contra los Delitos Informáticos., 

Se enredan con las redes

Rey alega que a los victimarios no les interesa relacionarse con servicios online que no estén superpoblados. “Por ende, es obvio que los veamos con frecuencia en las redes sociales. La fuerte demanda a estas plataformas (Facebook, Twitter e Instagram) que hay hoy en Latinoamérica, hace que los delincuentes se orienten a hacer uso de estos servicios”. También penetran en páginas de juegos o cualquier otro espacio que esté enfocado en el público infantil. Usualmente suelen mentir sobre su edad y se hacen pasar por niños.
Un estudio publicado el 6 de agosto de 2015 por el Centro de Investigaciones Pew –ubicado en la ciudad de Washington– reveló que más de la mitad de jóvenes en Estados Unidos ha hecho al menos una amistad en internet, a través de los espacios mencionados anteriormente (64% de los entrevistados conoció a alguien en redes sociales y 34% en páginas de videojuegos).

Fuente: Centro de Investigaciones Pew

Agrega que la solución no es prohibir y bloquear el acceso a las computadoras y a los dispositivos inteligentes, pero sí saber informar a los menores sobre el buen manejo de estos equipos. “Así como le vas a hablar de drogas y de sexo, también deberías hablarle de los peligros de internet. Explícale que las redes son para unir a gente que se conoce, no para que desconocidos se relacionen”.
Uno de los mecanismos que empresas de seguridad informática ofrecen para disminuir los peligros online es la instalación de aplicaciones de control parental, las cuales permiten establecer límites sobre la navegación. “Nosotros tenemos un programa con el que –entre otras funcionalidades– se pueden generar listas de sitios que los padres pueden bloquear para que los chicos no accedan”, explica Rey.
Además, la especialista informa que las cabezas del hogar deben abrirse a la tecnología y eliminar el falso pensamiento “los chicos saben más que yo”, pues aunque los menores manejan bastante la web, no tienen la experiencia de vida de sus progenitores.
Según Rey, también hay que promover espacios de diálogo, los cuales permitirán que el niño se abra más con sus padres respecto a sus problemas. La investigación hecha por los especialistas de Pew dio a conocer que 68% de los pequeños prefieren acudir a las redes en momentos difíciles, en lugar de hablar con sus familiares. Por último, la recomendación de la vocera de ESET es informarse sobre los medios y el modus operandi que implementan los delincuentes en línea.
Seguir estas sugerencias, además de mejorar los vínculos familiares, también permitirá que los niños y adolescentes tengan mayor control de lo que comparten en el famoso “www” y de los individuos que aceptan como amigos. Varios de los menores, como Natalia, agregan día a día a nuevas personas a su lista de contactos; varios de los menores, como Natalia, hablan con esos desconocidos como si se tratara de seres queridos; varios de los menores, como Natalia, no saben que el acoso sexual cibernético está a la puerta del hogar. “Si te soy sincera, nunca he escuchado ese término. Ni si quiera sabía que podía ser víctima de eso”, finaliza la adolescente.


La Noche de los Bastones Largos

El 29 de julio de 1966, la Policía Federal Argentina irrumpió en varias facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y desalojó las instalaciones en las que se encontraban autoridades, docentes y alumnos que resistían la decisión del gobierno militar de intervenir las universidades y anular el régimen de cogobierno. Esa noche es recordada como la «Noche de los Bastones Largos». 

Bastones Largos
Los hechos más recordados se desarrollaron en el edificio de la calle Perú al 222 —en la histórica Manzana de las Luces—, que en ese momento ocupaba la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. También hubo represión en otros sitios, como la Facultad de Filosofía y Letras —en su antigua sede de Independencia 3065—, y la Facultad de Arquitectura, en ese momento con dependencias en el predio del actual Centro Municipal de Exposiciones de la Avenida Figueroa Alcorta. 

Un poco de historia

Para poner las cosas en contexto, es importante recordar que la universidad argentina se constituyó como formadora de las elites gobernantes. La Reforma Universitaria de 1918, ocurrida en la Universidad de Córdoba y luego extendida al resto del sistema universitario, generó un movimiento que impulsó grandes adelantos, como por ejemplo: 
  • que se concursaran periódicamente los cargos de profesor, que hasta ese momento eran vitalicios, 
  • la separación definitiva de la Iglesia y la universidad, 
  • la participación estudiantil en el gobierno universitario.  
Este proceso, surgido en épocas de la presidencia de Hipólito Yrigoyen, buscaba facilitar el acceso de los sectores medios a la educación universitaria.

La llegada del peronismo al poder, en 1946, favoreció el surgimiento, en el sistema educativo universitario, de los primeros atisbos de una educación superior masificada. En 1949 se estableció la gratuidad de los estudios universitarios mediante la supresión de todos los aranceles, lo que derivó en que en una década se triplicara la matrícula universitaria.

En 1955, la autodenominada Revolución Libertadora derrocó al gobierno constitucional y determinó un nuevo marco jurídico para las universidades, que permitió implantar la autonomía y el cogobierno. La UBA aprobó su Estatuto Universitario en el año 1958, estatuto que rigió hasta la Noche de los Bastones Largos en lo que se conoce como «la época reformista» de la universidad. Mucho se ha escrito sobre esta década, también conocida como la época de oro

Bastones Largos Policías y detenidos

Esos fueron tiempos signados por una gran conflictividad, con el peronismo proscrito, en los que la UBA desarrolló proyectos como la editorial Eudeba, con libros a precios populares; impulsó la extensión universitaria, con el proyecto de la Isla Maciel; la creación de la Ciudad Universitaria, el Instituto de Cálculo, la incorporación de la computadora «Clementina», el 
curso de ingreso por circuito cerrado de televisión y un proyecto de universidad crítica, reflexiva y donde la investigación fue parte esencial de la actividad de los docentes con dedicación exclusiva. 
Este proceso se dio en un marco nacional de creciente politización de la universidad, lo que implicó que los sectores reaccionarios y conservadores estuvieran al acecho para tratar de volver al sistema conservador anterior, ceñido a un modelo productivo primario agroexportador, que no demandaba ciencia y tecnología para el desarrollo industrial. 

La larga noche

El 28 de junio de 1966, la Revolución Argentina, encabezada por el general Juan Carlos Onganía, derrocó al presidente Arturo Illia. Esa noche, las autoridades de la UBA emitieron una declaración en la que se hacía «un llamado a los claustros universitarios en el sentido de que se siga defendiendo como hasta ahora la Autonomía Universitaria (…) y que se comprometan a mantener vivo el espíritu que haga posible el restablecimiento de la Democracia». Ese mismo día, más de 240 docentes de la Facultad de Ciencias Exactas firmaron una declaración donde manifiestan su «irrevocable decisión de no reconocer otras autoridades de Facultad y de la Universidad de Buenos Aires, que las que legítimamente emanan del cumplimiento del Estatuto Universitario, así como de las leyes y de la Constitución Nacional», y donde se comprometían a «retirar toda colaboración a las personas que ilegítimamente se arroguen tal autoridad en la Universidad, haciendo abandono definitivo de nuestras tareas docentes y de investigación en la Facultad».

Declaración Noche de los Bastones Largos

Un mes después del golpe de Estado, el 29 de julio de 1966, el gobierno de facto sancionó la Ley N.º 16.912 de intervención de las universidades. El decano de Exactas, Rolando García, se reunió primeramente en el Rectorado y, a las 21.30, ingresó en las instalaciones de Perú 222, donde había unas 300 personas. 

Se realizó una reunión del Consejo Directivo y se decidió no aceptar la intervención. Sin comunicación oficial previa, el personal policial ingresó en la Facultad y García le manifestó al oficial a cargo del operativo que él era la autoridad. Como toda respuesta, recibió un golpe con un bastón, que le rompió un dedo cuando intentó protegerse la cabeza. Todo esto se relata con detalle en la denuncia judicial que el decano García realizó en los días sucesivos. No es casual que la persecución se ensañara con esa facultad, líder en las políticas progresistas que se impulsaron en esos años, y en la figura de su decano, impulsor y emblema de ellas.


Como ha dicho Rolando García, «es una simplificación equivocada pensar que durante aquella oportunidad había un grupo de policías que quería romper cabezas. No, eran policías que, instigados por civiles e incluso por universitarios, intentaron —y lograron— romper el escenario». El 70 % de los docentes-investigadores de Exactas renunció y muchos emigraron al exterior. Esto, sumado a la nueva purga de la misión Ivanisevich-Ottalagano en 1974 y a la sangrienta dictadura militar de 1976, generó casi dos décadas de decadencia, que comenzaron a revertirse lentamente desde el retorno a la democracia en 1983.


Jorge Aliaga es decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). 

Fuente imágenes: Dosier conmemorativo de la revista EXACTAmente, 35.º edición, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Buenos Aires, 2006.