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Sobre el Acuerdo con los Fondos Buitres









* Por: Lic. Francisco Barberis Bosch 



Antes de empezar conviene hacer algunas aclaraciones. Primero, donde hay dos economistas hay tres opiniones. Segundo, hay que saber de economía para no ser engañado por los economistas, como decía Joan Robinson, discípula directa de Keynes. Tercero, la economía es (intenta ser, no con demasiado éxito) una ciencia, social, donde los números son importantes, pero mucho más es el cómo se los interpreta. Y acá los juicios de valor juegan, y mucho. Y como son inevitables, lo importante es no tratar de ocultarlos bajo una capa de neutralidad técnica que nunca es tal.
Sí basarse en datos y hechos, y tomar toda la evidencia disponible, no sólo una parte.

¿Que es un fondo buitre? Imagínese un banquero que le cae mal a los banqueros. Un narco con mala fama entre los narcos. Eso es un fondo buitre. Si bien se merecen su propio artículo (y un montón de enfermedades venéreas, para empezar), podemos intentar explicar lo que son en algunos renglones.
 
Los países, para pedir plata prestada, hacen lo que se llama emitir deuda. Emiten bonos de deuda que son papeles que dicen algo así como “le voy a pagar al que tenga este papel, 100 dólares en el 2020, y además le voy a pagar el 8% anual”. Eso por ejemplo es básicamente el Bonar 2020, un bono emitido en octubre de 2015 (sí, la deuda no es nueva, lo nuevo es que se hable de ella).
Ahora entonces, el país arma un bono de esos, imprime un montón y sale a venderlos a ese lugar extraño que es la bolsa de valores. Y si es negocio, la gente con plata los compra, o sea que el país recibe la plata en ese momento, y tiene que pagar el 8% todos los años y además los 100 dólares cuando sea el vencimiento, en este caso en el 2020. O sea, el país se endeudó. Hasta ahí todo bien. Ahora bien, el loco que compró uno de estos bonos, puede quedárselo hasta el 2020 y cobrarlo, o puede jugar al monopoly y tratar de venderlo, si hay muchos intersados en comprarlo y por tanto lo puede vender más caro de lo que lo compró. Y así sucesivamente, el nuevo dueño lo puede comprar y vender, y así se compran y venden los bonos y acciones en la bolsa de valores, acá y en todo el mundo. Obviamente todos quieren comprar barato y vender caro, pero no todos lo consiguen, en fin, eso es otro tema. 

Lo que sí importa es que cuando un país como el nuestro entra en recesión, como hubo desde 1998 hasta la crisis de 2001, los que tienen esos papeles empiezan a desconfiar de que el país pueda pagar los intereses y mucho menos el capital al vencimiento de los bonos, entonces prefieren venderlos cuanto antes para quedarse con la plata y no clavarse con un bono de un pais que puede quebrar. Pero como todos piensan mas o menos lo mismo, todos los que tienen esos bonos quieren venderlos, y nadie quiere comprarlos, entonces bajan mucho de precio. Porque el que compra sólo los compra muy baratos, sino no es negocio, es mucho riesgo digamos.

Ahora bien, hay algunos Fondos de Inversión (el nombre elegante para una sociedad donde alguien administra mucha plata de mucha gente con poca o mucha plata) que se dedican a hacer lo siguiente: cuando un país entra en crisis, y se declara en default (como argentina en 2001), es decir cuando dice que no va a pagar sus deudas, básicamente porque no puede, esos papeles de los que hablábamos pasan a valer casi nada, porque nadie los quiere comprar y todos los quieren vender. Entonces aparecen estos muchachos buitres, y compran por ejemplo por dos dólares un bono que iba a pagar 100 al vencimiento, y se los quedan. Y el país quebrado hace lo que se llaman re-estructuraciones de deuda, como cuando una empresa va a quebrar y hace convocatoria de acreedores, que es llamar a toda la gente a la que le debe plata y decirles “bueno si quiebro no cobran nada, así que mejor arreglemos las deudas, les voy a pagar menos de lo que les debo, y voy a tardar más”. Y la mayoría acepta porque es mejor eso que no cobrar nada.
 
Y la mayoría de los acreedores de la Argentina entró a los dos canjes que se hicieron, por las mismas razones.
 
Pero estaban los buitres, que no se habían clavado con papeles de un país que quebró, sino que esperaron a que el país quiebre y después fueron a comprarlos por dos monedas. Y no entraron a la convocatoria de acreedores, porque eso no es su negocio. Lo que hicieron fue ir a la justicia (de EEUU, porque esos bonos decían que ante un problema había que acudir a esa justicia), para cobrar los 100 que están escritos en el bono, que el país ya dijo que no iba a pagar porque había entrado en crisis. Y que si pagaba, nunca iba a salir de la crisis. Entonces, en resumen, compran por 2 un bono que valía 100, y van a la justicia a exigir los 100. Un negocio redondísimo. Salvando las consideraciones éticas de hacer negocios a costa de las crisis de los países, que cuestan en pobreza, hambre, muertes, etc. Consideraciones que los buitres no hacen, porque los buitres son justamente animales de carroña: se alimentan de los muertos. Y a diferencia de los carroñeros de la naturaleza, éstos no contribuyen en nada al sistema. Al contrario, ponen en peligro hasta al mismo sistema financiero (que no está formado por carmelitas descalzas, que digamos) porque pueden impedir que un país salga de una crisis/recesión y por tanto vuelva a estar en condiciones de pedir prestado y pagar, esenciales para que todo el sistema siga andando. Por eso es tan importante que se trate de impedir esa actividad, que es algo así como un resquicio del sistema, que puede destruirlo. De un sistema que tampoco es una joyita. 
 
Como Windows digamos. Son como un virus en tu Windows. Tratás de sacarlo antes de que rompa la compu, aunque sabés que en realidad deberías dejarte de joder y sacar el windows entero.


 
Ahora que sabemos qué son los fondos buitres, nos vamos acercando al centro de la cuestión. Acordar sí o no, bueno o malo, blanco o negro. Como la vida, la economía está llena de metáforas sin sentido. Así que vamos a intentar prescindir lo más posible de ellas (fuera de joda, algunas sirven, pero muchas se usan para explicar cosas al revés de como son).

¿Para qué sirve el acuerdo? Los que lo defienden, dicen básicamente que para volver a crecer, a traer inversiones extranjeras, poder volver a tomar deuda (barata), y evitar el ajuste (de golpe) o la hiperinflación.

El crecimiento y las inversiones dependen de muchas variables, no de una sola. Lo más importante de todo es que acordar abre la posibilidad de volver a tomar deuda en el exterior (y más barata que ahora, o sea, pagando menos intereses). Entonces resumiendo, y esto no es noticia, hablar de acuerdo con los buitres en realidad es hablar de poder volver a tomar deuda a gran escala. Alrededor de esto giran las discusiones de fondo. 
 
Entonces, cambiando las preguntas: ¿Es malo endeudarse? ¿Es bueno? 
La respuesta fácil sería decir “Es malo. Nos fue bien sin endeudarnos”. Y entonces viene la re-pregunta: “¿Sin endeudarnos”? Mirando algunos datos, oficiales, vemos que la Deuda pública Total entre 2005 (año del canje y el pago al FMI) y 2015 aumentó en algo más de US$ 111.000.000.000 (ciento once mil millones de dólares estadounidenses) -Fuente: Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas de la Nación-. O sea, aumentó un poco más del 86%.
 
Esto no es un ataque al gobierno anterior ni una defensa del actual. Me puedo considerar científicamente neutral, ya que, en términos formales, me fregan los dos.
 
Volviendo, alguien podría decir “pero cambió la composición de la deuda”. Y es verdad, cambiaron plazos, condiciones, tenedores y monedas de parte importante de la deuda. Pero no es lo central de este post, y no contradice el hecho de que la deuda total aumentó hasta casi duplicarse en 10 años. ¿Y por qué no se siente el peso de esa deuda? Porque por suerte la economía también creció, entonces tenemos más capacidad de pagarla y no es un problema grave, como fue en otras épocas. Después hay gente que discute cuánto crecimos realmente, y si la gran quita de la deuda no fue tan grande, pero eso son otros berenjenales en los que no nos vamos a meter en este post.


Entonces, ¿es bueno? La respuesta es “depende”. O más bien, no es ni bueno ni malo, es una herramienta, una opción. ¿Es bueno un destornillador? Si tenés que atornillar algo, seguramente. Si tenés que cortar una madera, no te va a solucionar el problema.
 
Entonces, depende de para qué se endeude uno. Y un país como el nuestro se puede endeudar básicamente para dos cosas: Para pagar gastos (de distinto tipo) que no podría pagar sólo con los ingresos que tiene ahora (igual que uno se endeuda con la tarjeta de crédito porque puede hacer un gasto grande en cuotas pero no todo junto); y para conseguir dólares, que siempre faltan por un problemita que tienen los países sub-desarrollados y que en economía se llama “Restricción Externa”. 
 
La necesidad de endeudarse hoy viene por los dos motivos, pero el más urgente es no tanto el tema de financiar grandes gastos, sino de traer dólares para que el Banco Central no se quede sin reservas, y se puedan seguir importando los insumos que la industria necesita para poder seguir produciendo. Lo más grave del Cepo no fue que no te podías ir de viaje con un montón de dólares, sino que la industria no tenía suficientes dólares para importar maquinarias, materias primas e insumos. Y si la industria se va parando, deja de contratar gente, el desempleo deja de bajar (y puede subir). Y la economía se va frenando, cosa que efectivamente sucedió (ver gráfico).
 
Gráfico 1: Tasas de crecimiento del PBI últimos años.
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Nota: PBI en base 2004. *Los datos de 2015 corresponden a los dos primeros trimestres.

Como se ve en el gráfico, por varias razones, post 2011 (año en que se instaura el cepo) se terminan los años de crecimiento a tasas chinas. 
 
Y si no me creen, pueden ver este gráfico prestado de CIFRA-CTA, no exactamente opositores al gobierno anterior, que sin embargo muestra que las mejoras en los niveles de pobreza se hacen más lentos, y se empiezan a revertir en los últimos años:

Gráfico 2: Evolución de la pobreza e indigencia.
Fuente: Cifra-CTA.

Todo este problema de la falta de dólares merece un post aparte, y más que un post, porque hay un montón de investigaciones sobre estos temas, que surgieron de la única corriente de pensamiento económico propiamente latinoamericana: el Estructuralismo.

Por supuesto, endeudarse no es la única manera de conseguir dólares. Las otras maneras principales son las exportaciones (venderle cosas a otros países, y por lo tanto nos pagan con dólares) y las inversiones que vienen de otros países (o sea, que traen dólares para montar una fábrica, por ejemplo). Ahora, para aumentar los dólares que entran por exportaciones hay que exportar más, o que mejore el precio de esas exportaciones. El precio no lo manejamos nosotros, y salvo algunas épocas extraordinarias como los años del boom de la soja, en general siempre los precios de los productos que exportamos empeoran en relación a los precios de los productos que tenemos que importar. Ese es otro conocido y estudiado problemita que se llama problema de los términos del intercambio”.

Después del boom, los precios de los productos primarios bajaron y nunca recuperaron los máximos anteriores. Tampoco es fácil aumentar las cantidades exportadas, porque por un lado ya hay soja hasta en las terrazas, y por otro, se necesita mucha tecnología e innovación para competir con otros países y ganarles mercados, en distinto tipo de productos, industriales por ejemplo.
La otra opción era aumentar la entrada de dólares por eso que se llama Inversión Extranjera Directa (IED). A eso también apunta el gobierno, pero tampoco es una variable que se pueda manejar directamente. De cualquier forma, hay muchísima tela para cortar en cuanto a la inversión extranjera, que tiene ventajas y desventajas. Por ejemplo tiene la ventaja de que no hay que pagar intereses, y de que genera producción, empleo, etc. Pero la desventaja de que después la empresa se lleva sus ganancias (en dólares) al exterior. Y tampoco es lo mismo que se instale una fábrica de Fórmula 1, a que se instale una minera que se lleva recursos y te deja cianuro. Nada es tan simple como parece. Si no, ya seríamos Coruscant. 


Entonces, sí, tarde o temprano (más temprano que tarde) había que resolver el temita de los buitres para tener la posibilidad de volver a conseguir los dólares que no están apareciendo por otro lado. Y no es que lo diga yo solo, en general los que están a cargo del país son los que se preocupan por esos temas. Por eso cuando se empezaron a acabar los dólares del Banco Central (mejor dicho: cuando no entraban suficientes dólares por exportaciones, ni inversiones, ni préstamos, y ese agujero ya no se pudo tapar con dólares del Central, porque se hizo hasta que se empezaron a terminar) empezó el apuro para “volver al mundo”, “cerrar el frente externo”, “salir del default”. Todos sinónimos para esto que estamos discutiendo hoy, volver a tener la posibilidad de pedir prestado afuera y barato.
Si no me creen, vean las fechas de las cosas que les digo:

Gráfico 3: Evolución de las reservas.

Fuente: Elaboración propia en base a BCRA.


Como se desprende del gráfico, se puso el cepo ante una caída de las reservas, que se pudo contener por algún tiempo. Pero después, aún con cepo salían más dólares de los que entraban. A fines de 2012 llega el primer fallo de Griesa, que no era tan importante porque había esperanzas de apelarlo. Mientras tanto las reservas siguieron cayendo, o sea, no nos endeudamos pero nos consumimos los dólares acumulados. Pero como se seguían yendo más rápido de lo que entraban, vinieron en la primera mitad de 2014 los dos acuerdos con esa gente con la que nunca íbamos a acordar: los muchachos del Club de Paris y los de Repsol. Con eso se buscaba volver a conseguir dólares prestados, ni más ni menos. Pero es entonces en junio de 2014 cuando la decisión de la Corte Suprema de EEUU deja firme el fallo de Griesa y se nos cierra esa posibilidad. Nos impide en definitiva terminar de salir del default, o sea dejar de tener el cartelito de país en quiebra y por tanto poder pedir prestado a tasas de interés más bajas, más parecidas a las de nuestros vecinos.

En economía, como en la vida, la suerte también juega. Quizás Pappo debería estár más acá y Griesa más allá.

Pero en fin. Haber arreglado antes, con más reservas (y por tanto menos necesidad de dólares urgentes) hubiese implicado negociar en una posición más fuerte, tener un mejor acuerdo, y ahorrarse años de intereses punitorios que son muy caros. Además de ahorrarnos varios problemas derivados de la falta de dólares, que limitan el crecimiento de la economía, del empleo, etc.

Por otra parte, seguro que el acuerdo logrado fue más caro de lo que podría haber sido. Y seguro que negociamos en una posición más débil aún, porque sacar el cepo implica dejar de controlar la salida de dólares, y que éstos se vayan más rápido. O sea, implica que necesitamos más dólares y con más urgencia que antes. En cambio los buitres pueden esperar, total hacen negocio igual. Otro dato no menor es que pagar en efectivo es algo raro en términos del sistema financiero, (raro por no decir medio una locura) porque el efectivo tiene mucho valor. Así como todos los empresarios tratan de cobrar rápido pero cuando tienen que pagar emiten cheques a 180 días, en las grandes finanzas internacionales pasa lo mismo. Vale más la plata ahora que en el futuro. No es la primera vez que cancelamos una deuda en efectivo, pero eso no significa que esté bien.

Entonces, recapitulando un poco. ¿Había que acordar? Sí, porque había un fallo firme de la justicia. Lo único a discutir era cómo arreglar, pero lo otro ya no tenía vuelta atrás. Si se pudiera desconocer una deuda eternamente, ya tendríamos que haber revisado y dejado de pagar la deuda tomada por la última dictadura. No es que no se hizo por falta de huevos, no se hizo por una simple razón: el costo sería (muchísimo) más grande que el beneficio. ¿Es una cagada? Sí. Pero madurar implica darse cuenta de que a veces tenés que jugar con las cartas que tenés, y no con las que te gustaría.

Ahora bien, ¿Este arreglo es el mejor posible? Seguro que no. ¿Había que arreglar rápido? Sí, bastante.  ¿Es la solución mágica? No, no va a traer mágica ni rápidamente un montón de inversiones, ni un montón de dólares baratísimos. Pero es el comienzo de un camino. En economía los procesos llevan tiempo, para este caso mínimo varios meses, probablemente más de un año para empezar a ver los resultados. Que además dependen de un montón de otras cosas.

De cualquier manera, como habíamos dicho más arriba, lo central no es el acuerdo sí o no. Lo central es que se discuta para qué acordamos. Para poder tomar deuda. Entonces lo central es discutir: ¿para qué nos vamos a endeudar? y ¿cuánto?. Endeudarnos sólo para traer dólares es mirar la mitad del problema. Esos dólares hacen falta, pero lo importante es qué se va a hacer con ellos. ¿Van a financiar ferrocarriles para que baje el costo del transporte de mercaderías y seamos más competitivos en el mundo? ¿Van a financiar rutas y hospitales para que se muera menos gente? ¿Van a financiar obras de energía para que el crecimiento de la industria no implique cortes de luz? ¿Van a financiar una transformación de la estructura productiva para dejar de depender de la soja? ¿Una mejora en la calidad de la educación? ¿Una reforma impositiva que sea progresiva?

O quizás, como pasó otras veces en la historia, ¿van a financiar obras públicas con sobreprecios como las que se destaparon con el escándalo de Petrobras? ¿Gastos corrientes que hay que pagar todos los años, y que cuando no podemos endeudarnos más hay que seguir pagándolos, y además pagar los intereses y las deudas? ¿Viajes baratos de argentinos al exterior, diciendo “deme dos”? ¿Compras de productos chinos baratos porque el dólar está artificialmente barato?

Que volvamos a los noventa o no, depende de muchas cosas, entre ellas, de lo que se haga con los dólares que se consigan. Volver al pasado o avanzar al futuro no depende de un sólo gobierno, depende en última instancia de todos. Y para eso lo mínimo es dar una discusión realista, con datos, respeto, y fundamentos. Nadie nos garantiza el futuro, y sería muy tonto creer en promesas, sean de quien sean. No se desarrollan los pueblos que creen o descreen de las promesas de sus gobernantes.
Se desarrollan los que generan políticas de estado en lugar de parches. Los que discuten, diagraman y ejecutan una estrategia de desarrollo que considera las particularidades de la economía del país, y no los que aplican recetas importadas cuyos resultados ya son conocidos. En esta tarea es que la discusión de los grandes problemas nacionales cobra particular importancia, y además es sana y enriquecedora cuando se hace con fundamentos y respeto. Esperamos que esta contribución al debate sirva para eso.

Fuentes:

Grooming, "Quienes se esconden detras de la caza de menores"

El acto delictivo abarca desde seducir a un niño para que comparta contenido pornográfico en internet hasta concertar un encuentro físico.




E. Chacón

Aunque para Natalia esta actividad resulta inofensiva, varios delincuentes cibernéticos –especialmente, pedófilos– hacen uso de las redes sociales para captar víctimas que sean, en su mayoría, menores de edad y abusar sexualmente de ellas. Esta especie de acoso cibernético recibe el nombre de grooming.
El grooming va desde seducir a un niño para que comparta contenido pornográfico y hacerle cyber-acoso, hasta tener un encuentro físico con él.
Este problema social se ha intensificado en los últimos años. En una encuesta realizada en 2013 por ESET –compañía de seguridad informática eslovaca con presencia en varios países del mundo– 68,3% de los entrevistados afirmó pensar que la situación se da con bastante frecuencia. Además, 26,3% dijo que conocía a un niño que había sido víctima de grooming, de los cuales, 52,9% tiene entre 11 y 15 años, y 33,7% entre 7 y 10.
María Belén Rey, responsable de Relaciones Institucionales de ESET Latinoamérica, explica que muchos padres tienen la idea errónea de que todo lo que sucede en internet es algo ficticio, que solo pasa en el mundo virtual y no trasciende a la vida real. “Así como en la vida física hay individuos que roban información y son pedófilos, también los hay en la web, y hasta más. Sucede que muchos chicos creen que están hablando con alguien de su edad y, en verdad, esa persona no es quien dice ser. Esto –en parte– se debe a la subestimación que muchos padres le tienen a internet”.
Con condena
El grooming se considera un delito porque atenta contra el derecho que tienen los menores de ser protegidos de cualquier forma de abuso y explotación sexual. No solo eso. En los casos en que el daño al menor implique un encuentro físico, la Lopnna implanta una condena que va de dos a seis años de encarcelamiento. “Si el acto sexual implica penetración genital o anal, mediante acto carnal, manual o la introducción de objetos; o penetración oral aún con instrumentos que simulen objetos sexuales, la prisión será de quince a veinte años” .
Por último, aquél delincuente que difunda cualquier material pornográfico de su víctima en internet, será sancionado por la Ley Especial Contra los Delitos Informáticos., 

Se enredan con las redes

Rey alega que a los victimarios no les interesa relacionarse con servicios online que no estén superpoblados. “Por ende, es obvio que los veamos con frecuencia en las redes sociales. La fuerte demanda a estas plataformas (Facebook, Twitter e Instagram) que hay hoy en Latinoamérica, hace que los delincuentes se orienten a hacer uso de estos servicios”. También penetran en páginas de juegos o cualquier otro espacio que esté enfocado en el público infantil. Usualmente suelen mentir sobre su edad y se hacen pasar por niños.
Un estudio publicado el 6 de agosto de 2015 por el Centro de Investigaciones Pew –ubicado en la ciudad de Washington– reveló que más de la mitad de jóvenes en Estados Unidos ha hecho al menos una amistad en internet, a través de los espacios mencionados anteriormente (64% de los entrevistados conoció a alguien en redes sociales y 34% en páginas de videojuegos).

Fuente: Centro de Investigaciones Pew

Agrega que la solución no es prohibir y bloquear el acceso a las computadoras y a los dispositivos inteligentes, pero sí saber informar a los menores sobre el buen manejo de estos equipos. “Así como le vas a hablar de drogas y de sexo, también deberías hablarle de los peligros de internet. Explícale que las redes son para unir a gente que se conoce, no para que desconocidos se relacionen”.
Uno de los mecanismos que empresas de seguridad informática ofrecen para disminuir los peligros online es la instalación de aplicaciones de control parental, las cuales permiten establecer límites sobre la navegación. “Nosotros tenemos un programa con el que –entre otras funcionalidades– se pueden generar listas de sitios que los padres pueden bloquear para que los chicos no accedan”, explica Rey.
Además, la especialista informa que las cabezas del hogar deben abrirse a la tecnología y eliminar el falso pensamiento “los chicos saben más que yo”, pues aunque los menores manejan bastante la web, no tienen la experiencia de vida de sus progenitores.
Según Rey, también hay que promover espacios de diálogo, los cuales permitirán que el niño se abra más con sus padres respecto a sus problemas. La investigación hecha por los especialistas de Pew dio a conocer que 68% de los pequeños prefieren acudir a las redes en momentos difíciles, en lugar de hablar con sus familiares. Por último, la recomendación de la vocera de ESET es informarse sobre los medios y el modus operandi que implementan los delincuentes en línea.
Seguir estas sugerencias, además de mejorar los vínculos familiares, también permitirá que los niños y adolescentes tengan mayor control de lo que comparten en el famoso “www” y de los individuos que aceptan como amigos. Varios de los menores, como Natalia, agregan día a día a nuevas personas a su lista de contactos; varios de los menores, como Natalia, hablan con esos desconocidos como si se tratara de seres queridos; varios de los menores, como Natalia, no saben que el acoso sexual cibernético está a la puerta del hogar. “Si te soy sincera, nunca he escuchado ese término. Ni si quiera sabía que podía ser víctima de eso”, finaliza la adolescente.


Todos contra los docentes


Hace unos meses decidí, luego de escribir sobre el informe PISA, quitar de mi blog mis textos sobre educación. En pocos días mi artículo se había desparramado, había levantado voces airadas, simpatías, antipatías… el sentido de haberlo escrito se había difuminado y sanseacabó, “eliminar”, listo. Decidí no volver a publicar textos polémicos que no fueran literarios. Pero hoy, la verdad, estoy en el borde.

 En el borde de la indignación gigantesca, esa que dura como todo el año. Así que acá va lo que pienso de la catarata de desprecio hacia los docentes que anda circulando por las redes sociales y los programas de televisión:
1. Los docentes no trabajamos cuatro horitas de morondanga. No se puede generalizar sobre eso: hay maestras de grado y de jardín, hay profesores de materias especiales, hay profesores de secundaria. La carga horaria en general que uno cumple depende del trabajo al que logra acceder (por ejemplo, una profesora jovencita tendrá un bajo puntaje y quizás en este momento del año haya sido desplazada de los cursos que con penuria logró tomar a lo largo del año pasado en los actos públicos y tiene que comenzar nuevamente a asistir a los actos acompañada de su suerte para buscar nuevos trabajos). Conozco profesores que tienen 20 horas semanales titulares y complementan su sueldo con horas provisionales (no se puede poseer más de 20 módulos titulares) trabajando mañana, tarde y noche, viajando de escuela en escuela. Ayer me cansé de hacer zapping y escuchar que los profesores trabajan “unas dos horitas a la semana”… Los profesores viajan de escuela en escuela, entre mañana, tarde y noche, de curso en curso de “dos horitas”, tomando colectivos, remises, taxis o en su propio auto, envueltos en el trajín de juntar un sueldo que les permita vivir. ¿Eso repercute en la educación que imparten a sus alumnos? Obviamente, pero es tema de otro texto y no de éste. ¿Hay docentes que trabajan cuatro horas o dos horas nada más? Sí, obviamente, hay docentes que tienen trabajos diferentes al de la docencia, hay docentes que tienen maridos o esposas adinerados, hay docentes que pertenecen a la clase alta, hay docentes que se ganaron el loto. Pero esos son los menos, se imaginarán.
2. Los docentes no estamos perpetuamente de licencia. Es increíble que la gente diga eso. Y no solo eso. Dicen que hay por cada cargo cuatro o cinco personas cobrando sueldo sin trabajar. Es una barbaridad decir eso. Hoy leí un cartelito compartido en Facebook en donde alguien acusaba a los docentes de sacar licencia por “enfermedad de mascota”. ¿De qué están hablando? Otra vez: conozco profesores que no faltan ni una vez al año, profesores que a veces se enferman y deben faltar, profesores grisáceos que abusan de las licencias porque tienen algún médico inescrupuloso amigo y consiguen fácilmente certificados médicos para presentar ante Reconocimientos Médicos, donde el médico que recibe y controla el certificado que presenta también es su amigo… son muy pocos los últimos casos, como se imaginarán. Si uno toma una suplencia, probablemente tarde mucho en cobrarla. Conozco profesores que trabajaron todo un año sin cobrar. Conozco profesores que no cobraron.
Las escuelas son lugares en donde no se puede entrar alegremente con una enfermedad contagiosa. Y la docencia es un trabajo muy complejo que no se puede llevar adelante con una enfermedad. Pero los docentes no viven enfermos… son personas que a veces se enferman, como todas. Tienen que ir al médico y luego, con el certificado, a ver a otro médico que le dará los días que considere necesarios para el reposo o recuperación. Y luego llevar el papelito que le den escuela por escuela, dentro de las 48 horas de emitido. Lo de las mascotas es una pena que no cuente, lo bien que me vendría que existiera esa licencia.
3. Los docentes no hacen nada, son unos vagos. Ahí está en mi opinión uno de los problemas que ocasionan la crisis de la educación actual. En nuestro país, la gente opina que los docentes deben ser pobres y trabajar gratis porque su tarea no sirve para nada. Ayer escuchaba a una diputada hablar en un programa de televisión. Dijo que ganaba 25.000 pesos. Las docentes que estaban sentadas adelante de sus ojos habían declarado que ganaban cerca de 5.000. Dijo que en este país, cada persona ganaba de acuerdo a sus capacidades, a su talento, que todos tenían la posibilidad de trabajar y ganar diferentes sueldos. Hablaba tan rápido que pasaban desapercibidas sus palabras, al parecer. A mí no me pareció en absoluto algo inocente: ¿cómo puede alguien no entender que la gran mayoría de los docentes somos personas que elegimos esa profesión a pesar del sueldo que sabemos que en este país vamos a ganar? Esta buena señora gana 25.000 pesos… ¿tiene capacidades superiores a las de los médicos de los hospitales públicos, a las de los bomberos, a las capacidades de los miembros de la Cruz Roja, a las de los de Defensa Civil, a las de los policías? ¿A las de los profesores en Letras, a las de los de Historia, de Biología, de Filosofía, a las capacidades de los contadores, abogados, ingenieros, etcétera, etcétera, etcétera, que circulamos por las aulas de las escuelas públicas dando clase? ¿Tiene “más talento”? ¿Merece vivir con más dinero porque eligió una profesión “mejor” ?
4. Los docentes no tenemos tres meses de vacaciones. Es indignante que me digan eso. Yo terminé de trabajar en navidad, prácticamente, agotada hasta la exasperación. Y el 17 de febrero ya estaba tomando exámenes. Y tuve 15 días de receso en invierno. Y punto.
5. Los docentes no están capacitados. Bueno, trabajo de profesora porque tengo un título que me habilita para eso, entre otras incumbencias. Todos los docentes tienen uno, terciario o universitario. Nos anotamos en un listado, cumplimentamos requisitos, tomamos los cargos que tenemos en actos públicos. No pasábamos por ahí, por la puerta de la escuela, alguien nos chifló de adentro y nos quedamos. No andábamos por ahí sin haber ido nunca a la escuela, sin saber absolutamente nada de nada y, como no servíamos para nada, nos ofrecieron estar al frente de clases y escribir miles de papeles y aguantarnos los toscazos.
He repetido en muchos lugares que las personas que no trabajan en las escuelas públicas no tienen la menor idea de lo que sucede ahí. Tengo dos títulos docentes, podría elegir cualquier lugar para trabajar. Tengo un título universitario de la UNLP. Amo la docencia, defiendo la educación pública, mis hijos se están educando de esa manera. Elijo mi profesión y sé que voy a cobrar poco, pero no pretendan que me voy a contentar con eso y no voy a protestar. Si los profesores ganáramos un sueldo digno, podríamos tener menos alumnos y dejar de viajar como locos enceguecidos de escuela en escuela. Y la educación que recibirían los chicos sería de mejor calidad. Podríamos planificar más ambiciosamente. Y así seguiría la lista de los “podríamos”. Yo doy clase en edificios destartalados, en aulas que no son aulas sino pedazos de durlock roto y ensamblado, con palomas mirándome desde techos agujereados o, directamente, desde un tinglado porque no hay techo. En invierno, con los guantes puestos y la bufanda,  cuento cuentos y sale el vaporcito de mi boca y los chicos me miran ateridos y trabajo igual. En verano, transpirando agobiada, a veces abajo de un árbol porque los pobres alumnos no dan más del calor. Y trabajo igual. Llevo mis tizas y mi borrador porque a veces no hay. Llevo el caloventor de mi casa. Me llevo a mí misma y trabajo con esos centenares de adolescentes, los escucho, converso con ellos, me intereso en lo que les pasa, intento levantar puentes en esa desolación que tienen y hablo de las posibilidades de ingresar en la universidad pública, de la necesidad de estudiar y de ser buena persona para poder ser… poder ser…
Jamás le diría a un alumno que va a ganar dinero según la profesión que elija. Les digo que piensen qué trabajo les gustaría hacer, qué se imaginan haciendo “cuando sean grandes”… Algunos contestan que se imaginan haciendo delivery de pizzas… con su propia moto. Otros me dicen que se imaginan curando perritos… veterinario. Otros me dicen que se imaginan “técnicos radiólogos”, o “mecánicos dentales”… y yo sospecho que hay algún pariente asesor por ahí. Otros se imaginan enseñando, como yo. ¿Y saben qué? Cuando una alumna o alumno me dice que cuando sea grande quiere ser docente… ese alumno me lo está diciendo entre paredes descascaradas, ante un calefactor que no funciona o un ventilador de techo sin aspas, frente a una ventana que no tiene vidrios y me lo dice igual. Qué diría la diputada. Supongo que le contestaría algo como “bueno, querido, siempre podés cuando te recibas dar clase en una privada con alumnos como la gente”… rapidito se lo diría, casi sin respirar.
No voy a entrar en el tema de lo difícil que es dar clase en estas épocas. En las problemáticas de los niños y adolescentes actuales. En el desborde emocional y físico al que llegamos los que trabajamos en las escuelas tratando de enseñar y contener a la vez. En las agresiones permanentes. ¿Cómo una se va a asombrar ante un padre que viene a insultarnos, ante un alumno que nos putea de arriba a abajo, si la opinión colectiva en este momento está confirmando todas las acusaciones enumeradas arriba? ¿Cómo revertiremos esto?


El día que los docentes ganan un sueldo digno, el día que los docentes ocupen un lugar respetado, el día que los docentes dejen de ser los acusados de ignorantes, de vagos, de corruptos, de lacras, de perdedores…. el día que los docentes podamos entrar en el aula y ésta sea un lugar digno y los alumnos nos observen con respeto cordial, saquen sus carpetas y lapiceras y tengan ganas y actitud positiva ante la clase… ese día… los alumnos aprobarán las pruebas PISA y comprenderán lo que lean. Yo no sé si ese día seré más o menos feliz que ahora adentro de las escuelas, lo que sí sé es que seguramente podré trabajar mejor y al finalizar el año no sentiré la enorme frustración de haber trabajado en vano para la gran mayoría ante el éxito solitario de unos pocos.

La caligrafía, una habilidad en extinción

 Por Guillermo Jaim Etcheverry 
  Doctor en Medicina


Como lo advierte Guillermo Jaim Etcheverry, si bien ya resulta claro que “las computadoras son un apéndice de nuestro ser, hay que advertir que favorecen un pensamiento binario, mientras que la escritura a mano es rica, diversa, individual, y nos diferencia a unos de otros”. Por su parte, para Umberto Eco, que interviene activamente en este debate, la escritura cursiva exige componer la frase mentalmente antes de escribirla, requisito que la computadora no sugiere. En todo caso, la resistencia que ofrecen la pluma y el papel impone una lentitud reflexiva. ¡Bienvenidos sean entonces nuestros mensajes manuscritos!



Jaim Echeverry: "Habría que educar a los niños desde la infancia en comprender que la escritura
responde a su voz interior y representa un ejercicio irrenunciable. ...un lenguaje del alma que hace únicas a las personas.
¿Cuánto hace que no experimentamos el placer de recibir una carta manuscrita en letra cursiva? La caligrafía es una habilidad humana en rápida extinción, porque ya casi no se enseña en las escuelas. Cuando se emplea una lapicera, en general se lo hace para escribir con letra de imprenta. Stefano Bartezzaghi y María Novella de Luca, periodistas italianos interesados en el tema, se preguntan si la preocupación por el ocaso de la escritura cursiva responde a la nostalgia o constituye una emergencia cultural. Muchos expertos se inclinan por la última alternativa.




En Inglaterra se vuelve a usar la estilográfica para que los estudiantes aprendan la grafía. En Francia también se considera que no se debe prescindir de esa habilidad, pero allí el problema reside en que ya no la dominan ni los maestros. Aunque el mundo adulto no está aún preparado para recibir las nuevas inteligencias de los niños producto de la tecnología, la pérdida de la habilidad de la escritura cursiva explica trastornos del aprendizaje que advierten los maestros e inciden en el desempeño escolar.

En la escritura cursiva, el hecho de que las letras estén unidas una a la otra por trazos permite que el pensamiento fluya con armonía de la mente a la hoja de papel. Al ligar las letras con la línea, quien escribe vincula los pensamientos traduciéndolos en palabras. Por su parte, el escribir en letra de imprenta, alternativa que se ha ido imponiendo, implica escindir lo que se piensa en letras, desguazarlo, anular el tiempo de la frase, interrumpir su ritmo y su respiración.

Si bien ya resulta claro que las computadoras son un apéndice de nuestro ser, hay que advertir que favorecen un pensamiento binario, mientras que la escritura a mano es rica, diversa, individual, y nos diferencia a unos de otros.



Habría que educar a los niños desde la infancia en comprender que la escritura responde a su voz interior y representa un ejercicio irrenunciable. Es ilógico suponer que la tendencia actual se revertirá, pero al menos los sistemas de escritura deberían convivir, precisamente por esa calidad que tiene la grafía de ser un lenguaje del alma que hace únicas a las personas. Su abandono convierte al mensaje en frío, casi descarnado, en oposición a la escritura cursiva, que es vehículo y fuente de emociones al revelar la personalidad, el estado de ánimo. Posiblemente sea esto lo que los jóvenes temen, y optan por esconderse en la homogeneización que posibilita el recurrir a la letra de imprenta.

Porque, como lo destaca Umberto Eco, que interviene activamente en este debate, la escritura cursiva exige componer la frase mentalmente antes de escribirla, requisito que la computadora no sugiere. En todo caso, la resistencia que ofrecen la pluma y el papel impone una lentitud reflexiva. Muchos escritores, habituados a escribir en un teclado, desearían a veces volver a realizar incisiones en una tableta de arcilla, como los sumerios, para poder pensar con calma. Eco propone que, así como en la era del avión se siguen tripulando barcos a vela, sería auspicioso que los niños aprendieran caligrafía, para educarse en lo bello y para facilitar su desarrollo psicomotor.


Como en tantos otros aspectos de la sociedad actual, surge aquí la centralidad del tiempo. Un artículo reciente en la revista Time, titulado "Duelo por la muerte de la escritura a mano", señala que es ése un arte perdido, ya que, aunque los chicos lo aprenden con placer porque lo consideran un rito de pasaje, "nuestro objetivo es expresar el pensamiento lo más rápidamente posible. Hemos abandonado la belleza por la velocidad, la artesanía por la eficiencia. Y, sí -admite su autora, Claire Suddath-, tal vez seamos algo más perezosos. La escritura cursiva parece condenada a seguir el camino del latín: dentro de un tiempo, no la podremos leer". Abriendo una tímida ventana a la individualidad, aún firmamos a mano. Por poco tiempo




(*) Guillermo Jaim Etcheverry completó sus estudios de medicina con Diploma de Honor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. En esa institución obtuvo el título de Doctor en Medicina en 1972, habiendo merecido su tesis de doctorado el premio Facultad de Medicina a la mejor Tesis en Ciencias Básicas. Dedicado en forma exclusiva a la docencia y la investigación en el campo de la neurobiología, fue becario de iniciación y de perfeccionamiento del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), institución en la que actualmente se desempeña como Investigador Principal en su Carrera del Investigador Científico. Ocupó todas las posiciones docentes en el Departamento de Biología Celular e Histología de la Facultad de Medicina (UBA) en el que actualmente es profesor titular. Entre los años 1986 y 1990 fue decano de esa Facultad. Realizó estudios de posgrado en Basilea, Suiza y, entre otras distinciones, obtuvo la beca de la John Simon Guggenheim Memorial Foundation que le permitió trabajar en el Salk Institute de La Jolla, California durante 1978.Es editor de numerosas publicaciones nacionales e internacionales. En 1999 publicó el libro titulado “La tragedia educativa” que recibió el premio al mejor libro de educación del año otorgado por las X Jornadas Internacionales de Educación. Es miembro correspondiente de la Academia Ciencias Médicas de Córdoba y miembro de número de la Academia Nacional de Educación y de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.
En 2001 recibió el premio “Maestro de la Medicina Argentina”.En 2004 fue designado Miembro honorario de la American Academy of Arts and Sciences de los Estados Unidos.
En 2000 fue elegido rector de la Universidad de Buenos Aires.
Miembro de número de la Academia de Educación y de la Academia de Artes y Ciencias de la Comunicación. En 2002 fue elegido rector de la Universidad de Buenos Aires.
Se interesa por el análisis de la significación social de la educación así como por la problemática universitaria.