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Sistemas electorales

Escribe Carlos R. Baeza

Los sistemas electorales no son más que formas de traducir en bancas los votos de los diversos espacios. Teniendo en cuenta que en los próximos actos electorales del 13 de agosto (PASO) y 22 de octubre (generales) se utilizarán distintos sistemas, analizaremos cuáles son ellos y su forma de distribuir las bancas legislativas.
Senadores nacionales: Dado que la Cámara de Senadores se renueva por tercios cada 2 años, en esta ocasión sobre el total de 72 miembros, solo se elegirán 24 correspondientes a los 3 de las 8 provincias que tienen derecho a dicho recambio. En consecuencia y superado el trámite de las PASO, los espacios que arriben a las generales distribuirán los 3 senadores que corresponden a cada una de esas jurisdicciones utilizando el sistema Grey y que en nuestro país tuviera aplicación a través de la ley Sáenz Peña, también conocida como de lista incompleta y en virtud de la cual, cada espacio sólo presenta dos tercios del total de cargos a elegir de forma tal que el que triunfe llevará ese porcentaje, correspondiendo el tercio restante al que salga segundo (arts. 54 Constitución Nacional y 156 y 157 Cód. Electoral).


Diputados nacionales: La Cámara de Diputados se renueva por mitades cada dos años por lo cual en esta ocasión se eligen 127 cargos de los cuales a la provincia de Buenos Aires le corresponden 70 diputados y en consecuencia en la boleta aparecerán 35 nombres los cuales serán elegidos por el sistema proporcional D’Hondt que consta de 3 pasos y que exige que los espacios alcancen el 3% de votos válidos (art. 161 Cód. Electoral) Para explicarlo utilizaremos los cómputos de la elección municipal bahiense de 1985 en la cual, al igual que ahora, se renovaban 12 cargos.
Primer paso: se dividen los votos de cada partido desde 1 hasta el total de cargos a elegir (en el ejemplo, 12)
U.C.R. P.J. P.I.
58.389 33.751 10.637
/.1 58.389 33.751 10.637
/.2 29.194 16.875 5.318
/.3 19.463 11.250 3.545
/.4 14.597 8.437 2.659
/.5 11.677 6.750 2.127
/.6 9.731 5.625 1.772
/.7 8.341 4.821 1.519
/.8 7.298 4-218 1.329
/.9 6.487 3.750 1.181
/.10 5.838 3.375 1.063
/.11 5.308 3.068 967
/.12 4.865 2.812 886
Segundo paso: se ordenan los resultados anteriores de mayor a menor hasta el último cargo a elegir.
1) 58.389 7) 11.677
2) 33.751 8) 11.250
3) 29.194 9) 10.637
4) 19.463 10) 9.731
5) 16.875 11) 8.437
6) 14.597 12) 8.341
Tercer paso: Finalmente, se dividen los votos válidos de cada partido por la cifra repartidora, y ello permite distribuir los cargos en disputa.
U.C.R. 58.389/8.341 = 7
P.J. 33.751/8.341 = 4
P.I. 10.637/8.341 = 1


Legisladores provinciales, concejales municipales y consejeros escolares: A nivel provincial, la Cámara de Senadores se compone de 46 miembros y la de Diputados de 92, renovándose la mitad de ambas cámaras cada 2 años (arts. 68. 70 y 78 C. Bs.As.) Dado que la rotación es alternativa, este año de los 46 diputados que se eligen, corresponden a la sexta sección electoral -a la cual pertenece nuestra ciudad- once cargos. Por su parte en el ámbito de nuestra ciudad tanto el Concejo Deliberante que cuenta con 24 miembros así como el Consejo Escolar integrado por 10 consejeros, se renuevan por mitades por lo cual el cuarto tramo de las boletas contendrá 12 concejales y 5 consejeros escolares. Todos ellos serán elegidos mediante el sistema de cuociente (art. 109 ley 5109) que consta de 3 pasos. Utilizaremos el mismo ejemplo.
Primer paso: se divide el total de votos válidos por los cargos a elegir:
128.142/12 = 10.678 (cuociente)
Segundo paso: se dividen los votos de cada partido por el cuociente.
UCR: 58.389 / 10.678 = 5,46
PJ: 33.751 / 10.678 = 3,16
PI: 10.637 / 10.678 = 0,99
Tercer paso: siendo que solo se cubrieron 8 de los 12 cargos, se adjudica uno más a los mayores residuos a saber: UCR: 46 y PJ 16,
Cuarto paso: Quedando 2 cargos sin cubrir, se adjudican a la lista más votada, la UCR, que entonces pasa a tener 8 concejales (5 por cuociente directo; 1 por mayor residuo y 2 por ser el más votado) mientras el PJ queda con los 4 concejales restantes (3 por cuociente directo y 1 por mayor residuo); el PI, al no alcanzar el cuociente por 41 votos, carece de representación a pesar de su caudal electoral.
Cabe señalar que en las elecciones bahienses de 1985 se utilizó, como ocurre desde la década del 40 y se repetirá este año, el sistema de cuociente. De haberse recurrido al sistema D’Hondt el PI habría logrado 1 concejal, lo cual revela el desequilibrio injusto del régimen de cuociente que no obstante ello nunca ha sido modificado, quizá porque ello requiera el voto de senadores y diputados del oficialismo que en definitiva es el único beneficiado de dicho sistema, cuando ante la no cobertura de todos los cargos mediante cuociente y residuo, es a quien se adjudican las vacantes restantes al ser el espacio más votado.

Gorros rosas

El curioso símbolo de la primera protesta anti Donald Trump.

Tras el nombre de “Pussyhat project”, cientos de miles de mujeres lucirán la prenda de lana durante la marcha masiva en Washington en contra del nuevo presidente. La historia detrás de la iniciativa que traspasó las fronteras de Estados Unidos.




Uno de los afiches de “Pussyhat Project”


A solo un día de la asunción de Donald Trump como nuevo presidente de Estados Unidos, se espera una movilización masiva frente al Capitolio, en Washington D.C. La llamada Marcha de la Mujer promete cientos de miles de almas que clamarán por sus derechos ante los repetidos videos filtrados de acoso y declaraciones desafortunadas por parte de Trump durante la campaña.

Las mujeres temen que la nueva presidencia reabra la brecha de género una vez más. Bajo esa idea, además de los típicos carteles y pancartas de las movilizaciones masivas, muchas de las participantes lucirán un llamativo gorro de lana rosa con orejas de gato.

El 24 de noviembre, el mismo Día de Acción de Gracias, Kirsta Juh -una guionista de Los Ángeles- y Jayna Zweiman -arquitecta californiana- lanzaron el llamado "Pussyhat Project" para apoyar la marcha. Desde ese día, la idea no dejó de crecer hasta hoy que se volvió una causa nacional.



Miles de mujeres contribuyen en la confección de los gorros

Las artífices del proyecto calculan que habrá cerca de 100 mil mujeres que lucirán el gorro y se movilizarán como una gran marea rosa. "Muchas mujeres no se consideran activistas. Creen que no saben organizarse", señalaron. Por eso, tanto Juh como Zweiman decidieron valerse de una estructura consolidada: los clubes de "knitting", centros donde mujeres se juntan a tejer a lo largo de todo el país.

De ese modo, las mujeres que, por una cuestión de distancia y dinero no se pudieran acercar a la marcha en Washington, contribuirían con la confección de los gorros. De hecho, la causa traspasó las fronteras de los Estados Unidos. Las redes sociales permitieron que mujeres extranjeras también elaboraran y enviaran su colaboración.

Por caso, Anja Liseth, de 41 años, que vive en Bergen, Noruega, mostró su adhesión: "Siento que mi contribución es importante, y que desde que he tejido estos gorros, una parte de mí está allí en la manifestación".




Se esperan cerca de 100 mil mujeres con los gorros en la marcha

"¿Cómo puedo mostrar visualmente lo que está pasando?", se preguntó a sí misma la guionista Juh cuando pergeñó la idea. El color rosa busca ser una representación visual de la infelicidad de muchas mujeres con la nueva presidencia de Trump. Los gorros, además cuentan orejas de gato, lo cual es una referencia a los comentarios vulgares del nuevo presidente hacia las mujeres filtrados en los últimos videos.


Más allá de la adhesión casi unánime, se alzaron algunas voces femeninas de oposición a los "pussyhats". Entre ellas, Petula Dvorak, columnista del Washington Post, escribió: "Me asusta un poco toda esta bien intencionada iniciativa. La cursilería del poder femenino que podría convertir esto en más Lilith Fair (festival musical) que en Lilly Ledbetter (reconocida activista). Esto es algo muy serio".

La Noche de los Bastones Largos

El 29 de julio de 1966, la Policía Federal Argentina irrumpió en varias facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y desalojó las instalaciones en las que se encontraban autoridades, docentes y alumnos que resistían la decisión del gobierno militar de intervenir las universidades y anular el régimen de cogobierno. Esa noche es recordada como la «Noche de los Bastones Largos». 

Bastones Largos
Los hechos más recordados se desarrollaron en el edificio de la calle Perú al 222 —en la histórica Manzana de las Luces—, que en ese momento ocupaba la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales. También hubo represión en otros sitios, como la Facultad de Filosofía y Letras —en su antigua sede de Independencia 3065—, y la Facultad de Arquitectura, en ese momento con dependencias en el predio del actual Centro Municipal de Exposiciones de la Avenida Figueroa Alcorta. 

Un poco de historia

Para poner las cosas en contexto, es importante recordar que la universidad argentina se constituyó como formadora de las elites gobernantes. La Reforma Universitaria de 1918, ocurrida en la Universidad de Córdoba y luego extendida al resto del sistema universitario, generó un movimiento que impulsó grandes adelantos, como por ejemplo: 
  • que se concursaran periódicamente los cargos de profesor, que hasta ese momento eran vitalicios, 
  • la separación definitiva de la Iglesia y la universidad, 
  • la participación estudiantil en el gobierno universitario.  
Este proceso, surgido en épocas de la presidencia de Hipólito Yrigoyen, buscaba facilitar el acceso de los sectores medios a la educación universitaria.

La llegada del peronismo al poder, en 1946, favoreció el surgimiento, en el sistema educativo universitario, de los primeros atisbos de una educación superior masificada. En 1949 se estableció la gratuidad de los estudios universitarios mediante la supresión de todos los aranceles, lo que derivó en que en una década se triplicara la matrícula universitaria.

En 1955, la autodenominada Revolución Libertadora derrocó al gobierno constitucional y determinó un nuevo marco jurídico para las universidades, que permitió implantar la autonomía y el cogobierno. La UBA aprobó su Estatuto Universitario en el año 1958, estatuto que rigió hasta la Noche de los Bastones Largos en lo que se conoce como «la época reformista» de la universidad. Mucho se ha escrito sobre esta década, también conocida como la época de oro

Bastones Largos Policías y detenidos

Esos fueron tiempos signados por una gran conflictividad, con el peronismo proscrito, en los que la UBA desarrolló proyectos como la editorial Eudeba, con libros a precios populares; impulsó la extensión universitaria, con el proyecto de la Isla Maciel; la creación de la Ciudad Universitaria, el Instituto de Cálculo, la incorporación de la computadora «Clementina», el 
curso de ingreso por circuito cerrado de televisión y un proyecto de universidad crítica, reflexiva y donde la investigación fue parte esencial de la actividad de los docentes con dedicación exclusiva. 
Este proceso se dio en un marco nacional de creciente politización de la universidad, lo que implicó que los sectores reaccionarios y conservadores estuvieran al acecho para tratar de volver al sistema conservador anterior, ceñido a un modelo productivo primario agroexportador, que no demandaba ciencia y tecnología para el desarrollo industrial. 

La larga noche

El 28 de junio de 1966, la Revolución Argentina, encabezada por el general Juan Carlos Onganía, derrocó al presidente Arturo Illia. Esa noche, las autoridades de la UBA emitieron una declaración en la que se hacía «un llamado a los claustros universitarios en el sentido de que se siga defendiendo como hasta ahora la Autonomía Universitaria (…) y que se comprometan a mantener vivo el espíritu que haga posible el restablecimiento de la Democracia». Ese mismo día, más de 240 docentes de la Facultad de Ciencias Exactas firmaron una declaración donde manifiestan su «irrevocable decisión de no reconocer otras autoridades de Facultad y de la Universidad de Buenos Aires, que las que legítimamente emanan del cumplimiento del Estatuto Universitario, así como de las leyes y de la Constitución Nacional», y donde se comprometían a «retirar toda colaboración a las personas que ilegítimamente se arroguen tal autoridad en la Universidad, haciendo abandono definitivo de nuestras tareas docentes y de investigación en la Facultad».

Declaración Noche de los Bastones Largos

Un mes después del golpe de Estado, el 29 de julio de 1966, el gobierno de facto sancionó la Ley N.º 16.912 de intervención de las universidades. El decano de Exactas, Rolando García, se reunió primeramente en el Rectorado y, a las 21.30, ingresó en las instalaciones de Perú 222, donde había unas 300 personas. 

Se realizó una reunión del Consejo Directivo y se decidió no aceptar la intervención. Sin comunicación oficial previa, el personal policial ingresó en la Facultad y García le manifestó al oficial a cargo del operativo que él era la autoridad. Como toda respuesta, recibió un golpe con un bastón, que le rompió un dedo cuando intentó protegerse la cabeza. Todo esto se relata con detalle en la denuncia judicial que el decano García realizó en los días sucesivos. No es casual que la persecución se ensañara con esa facultad, líder en las políticas progresistas que se impulsaron en esos años, y en la figura de su decano, impulsor y emblema de ellas.


Como ha dicho Rolando García, «es una simplificación equivocada pensar que durante aquella oportunidad había un grupo de policías que quería romper cabezas. No, eran policías que, instigados por civiles e incluso por universitarios, intentaron —y lograron— romper el escenario». El 70 % de los docentes-investigadores de Exactas renunció y muchos emigraron al exterior. Esto, sumado a la nueva purga de la misión Ivanisevich-Ottalagano en 1974 y a la sangrienta dictadura militar de 1976, generó casi dos décadas de decadencia, que comenzaron a revertirse lentamente desde el retorno a la democracia en 1983.


Jorge Aliaga es decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet). 

Fuente imágenes: Dosier conmemorativo de la revista EXACTAmente, 35.º edición, Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Buenos Aires, 2006.



El Miedo Manda





El hambre desayuna miedo. 
El miedo al silencio que aturde las calles. 
El miedo amenaza. 
Si usted ama tendrá sida. 
Si fuma tendrá cáncer. 
Si respira tendrá contaminación. 
Si bebe tendrá accidentes. 
Si come tendrá colesterol. 
Si habla tendrá desempleo. 
Si camina tendrá violencia. 
Si piensa tendrá angustia. 
Si duda tendrá locura. 
Si siente tendrá soledad.


Los que trabajan tienen miedo de perder el trabajo. 
Y los que no trabajan tienen miedo de no encontrar nunca trabajo. 
Quien no tiene miedo al hambre, tiene miedo a la comida. 
Los automovilistas tienen miedo a caminar
y los peatones tienen miedo de ser atropellados. 
La democracia tiene miedo de recordar
y el lenguaje tiene miedo de decir. 
Los civiles tienen miedo a los militares.
Los militares tienen miedo a la falta de armas. 
Las armas tienen miedo a la falta de guerra. 
Es el tiempo del miedo. 
Miedo de la mujer a la violencia del hombre
y miedo del hombre a la mujer sin miedo.
 Miedo a los ladrones y miedo a la policía. 
Miedo a la puerta sin cerradura. 
Al tiempo sin relojes. 
Al niño sin televisión. 
Miedo a la noche sin pastillas para dormir
y a la mañana sin pastillas para despertar. 
Miedo a la soledad y miedo a la multitud. 
Miedo a lo que fue. 
Miedo a lo que será. 
Miedo de morir. 
Miedo de vivir.

                                                                               Eduardo Galeano



“El Estado en sí sigue siendo percibido como el Estado colonial antiguo”

Partha Chatterjee pone en cuestión categorías propuestas por Occidente cuando analiza las clases populares de la India y la dinámica que adopta el vínculo entre el Estado post-colonial y la sociedad india. En particular, los sectores más pobres que viven en las ciudades –a los que define como “población”– que se diferencian de los “ciudadanos propiamente dichos”.


Por Natalia Aruguete

–¿En qué consiste la diferencia que establece entre ciudadanía y población?
–Establezco esta distinción para tratar de entender cómo funciona hoy la democracia. En India, en el sentido puro, legal, todos son ciudadanos. Lo que significa que cada uno tiene voto y es un sujeto igual ante la ley. Sin embargo, en la práctica legal, cuando los organismos del gobierno tratan con diferentes tipos de personas, hacen una distinción entre el ciudadano propiamente dicho y aquellos que no son tan “propiamente dichos”.

–¿Qué rasgos tiene esa distinción?

–Esto ocurre, particularmente, con las personas más pobres que viven en las ciudades, que suelen vivir en villas o asentamientos informales y no tienen el derecho de propiedad sobre la tierra, utilizan electricidad y transporte sin pagarlos. A menudo, ellos forman pequeñas unidades productivas, pero sin cumplir las leyes relativas a la contaminación, la impositiva o cualquier otro tipo de reglamentación. Si ellos tuvieran que ser tratados como ciudadanos iguales, el gobierno debería procesarlos por incumplir la ley. Esto no ocurre regularmente, porque el gobierno comprende que estas personas tienen determinadas funciones en la economía y en las ciudades. Por ende, expulsarlos de la ciudad tendría un costo político muy grande. Entonces, el gobierno debe tratar con estas personas, pero no en los mismos términos en los que lo haría si fueran ciudadanos legales sino que debe realizar excepciones para permitirles vivir en tierras ocupadas y hacer usos ilegales de los servicios. Para que tengan sentido las políticas que se aplican a estas personas, ellos deben ser descriptos de una manera particular, lo cual requiere una política particular: tratar con ellos como “grupos de población” con necesidades particulares cada uno de ellos y con tipos particulares de beneficios que el gobierno debe otorgarles.

–¿La “población” se distingue de la ciudadanía por el tipo de relación que establecen con el Estado?

–Sí, es un tipo de relación diferente. La relación entre los ciudadanos y el gobierno es una relación ética, porque los ciudadanos son la base de la soberanía de gobierno. Las poblaciones no tienen ese significado, no hay una dimensión ética o moral en ese aspecto. Simplemente son grupos específicos que requieren políticas particulares. Otra diferencia interesante es que los ciudadanos pueden reivindicar servicios como un derecho; en cambio, las poblaciones no pueden reclamar derechos porque han violado las reglas de la ciudadanía. Sus reclamos se realizan sobre una base diferente.

–¿La manera de actuar sobre estas poblaciones ha generado diferencias en la forma actual del sistema capitalista?

–Sí, porque, de alguna manera, la presencia de estas personas en la ciudad es en sí misma el resultado de un tipo particular de capitalismo. Algunas de estas personas eran campesinos en zonas rurales que perdieron la propiedad de sus tierras o eran artesanos manuales que perdieron sus ocupaciones. Ellos van a la ciudad buscando empleo, aunque el tipo específico de industrias que hay en las ciudades no necesita toda esa población. Por lo tanto, se trata del resultado de una categoría totalmente nueva de un sector informal. Este sector en realidad es un nuevo producto del capitalismo.

–¿Qué similitudes encuentra, dentro de este razonamiento, entre Latinoamérica y Asia?

–Esta situación que describo está también presente en la mayoría de las ciudades latinoamericanas. Por lo que he leído y escuchado, tienen el mismo tipo de problemas y casi las mismas maneras de abordar estas poblaciones. En algún sentido, también aquí se hace una distinción entre ciudadanos propiamente dichos y los otros, que debe abordarse para grupos de población específicos o particulares.

–En América latina se ha estudiado mucho la noción de populismo. ¿Es posible establecer similitudes entre América latina y Asia respecto del populismo?

–El tipo de populismo que ustedes tienen en la Argentina es un tipo de desarrollo muy específico que se desprende del peronismo. Es una organización, un partido político, un movimiento que incluso hoy, 60 años después, sigue presente. En India y en otros países de Asia también existen políticas populistas, pero no necesariamente tienen la misma forma de partido político que tienen aquí. Es correcto decir que las técnicas políticas de movilizar personas son populistas. Por ejemplo, hay similitudes en muchos movimientos populistas de India que tienen un líder carismático y el movimiento se identifica con este grupo. Estos movimientos no tienen una organización partidaria fuerte, y muy a menudo el movimiento puede desaparecer si el líder deja de existir.

–¿Por qué cree que los movimientos populistas tienen dificultades para tener una larga vida, y los ve tan dependientes de la existencia de un líder?

–Porque una de las características principales de los movimientos populistas es precisamente reunir, en una combinación grande, muchos grupos diferentes con demandas y exigencias muy diferentes entre sí. Pero un movimiento populista exitoso debe ser capaz de unir a todo ese grupo de alguna manera bajo algún tipo de categoría llamada “las personas”. La forma de combinar eso muchas veces depende de la lealtad a un líder popular, a veces es lealtad a una ideología populista en particular, pero si la ideología ya no tiene la fuerza, si el líder ya no está...

–¿Esta definición no supone pensar en una suerte de pasividad por parte de esa población?

–No necesariamente es pasiva, pero el sentido de identificación es emocionalmente muy importante, muy poderosa, y amalgama a otras personas que también sienten esa lealtad hacia esa persona. Aunque en términos de las posiciones de esas personas y sus demandas reales, tal vez se trate de grupos muy diferentes. En una situación en la que ya no está el líder, los lazos entre ellos se rompen y estos movimientos, a menudo, se dividen en diferentes grupos.

–¿Qué rol cumple la figura del enemigo en el populismo? Usted reconoce la importancia del enemigo, aunque ha mencionado que no es tan simple identificar un enemigo externo...

–Sí, porque la forma en que se combinan esos diferentes grupos es la idea de que todos están siendo explotados por un enemigo común. Pero ese enemigo puede ser un grupo o una persona que está dentro del país como una fuerza externa, que normalmente tiene agentes dentro del país. Identificar un enemigo como éste es una manera efectiva de lograr que estos movimientos populistas se mantengan juntos.

–Usted analiza la inoperancia de la categoría “ciudadanía” y “Estado moderno” en el marco de un conflicto que surgió a partir de la muerte de un líder religioso, en el que se enfrentaron sus seguidores de un suburbio pobre de Calcuta y el gobierno. ¿Por qué cree que no son aplicables esas categorías?

–Son aplicables a un pequeño sector de personas. Estas categorías de ciudadanía son más eficaces dentro de lo que llamamos “la sociedad civil”. Esos ciudadanos se relacionan con el Estado a través de sus derechos ciudadanos propiamente dichos. Es decir que ellos realizan exigencias y demandas al Estado sobre la base jurídica de su afirmación de derechos como ciudadanos. Pero una gran parte de la población, que llamo “la sociedad política”, no ve al Estado en los mismos términos. De alguna manera, el Estado y los órganos del Estado están afuera, son externos, y estas poblaciones tienen que encontrar representantes que sean mediadores de sus demandas ante el Estado.

–¿Quiénes serían esos mediadores? ¿Puede identificarlos?

–Pueden ser diferentes; allí es cuando los dirigentes políticos pueden tener un papel. También puede haber ONG. A través de esos mediadores, estos grupos de personas realizan sus demandas ante el Estado. Sus reclamos a veces no tienen que ver con iguales derechos o reclamos de soberanía. Ellos no realizan ese tipo de reclamos, y acá hay una diferencia interesante entre la situación de Asia y América latina.

–¿Cuál?

–En un país de colonos como éste, los ciudadanos mismos son los que crearon el Estado. En término de las obligaciones de la ciudadanía, los ciudadanos esperan que el Estado les otorgue ciertos servicios a cambio del pago de impuestos, el respeto por las leyes, etcétera. Pero, en muchos países asiáticos, la función del Estado de establecer impuestos sobre las propiedades es un concepto muy antiguo, de hace siglos, en los que hubo reinos que reclamaban impuestos por las tierras y las ocupaciones. Por lo tanto, es un reclamo del Estado de larga data, y no es tan obvio que el Estado deba dar servicios para poder exigir impuestos. No hay un supuesto que lo diga. Entonces, en situaciones como éstas, cuando hablamos de personas que viven en villas o del sector informal, que viven en asentamientos, esas personas asumen que hay un Estado que es un orden poderoso y que básicamente hay que usar la política estratégica para poder tratar con los órganos del Estado.

–¿Cómo define el término de “sociedad política”?

–Una cuestión que observo es que, para poder buscar esas opciones estratégicas y tratar con el Estado, cada vez más gente usa la organización política. Esto no existía hace treinta o cuarenta años, es reciente y se ha hecho más fuerte porque cada vez más personas son conscientes de su participación en el proceso electoral. Ellos comprenden ahora que el voto es un recurso en sí mismo. En un área particular hay dos mil o tres mil personas que se pueden organizar para negociar sus tres mil votos: éste es el nuevo recurso que está utilizando esta sociedad política. Entonces, los partidos políticos toman conciencia de lo que ocurre y compiten entre sí, haciendo promesas para conseguir el voto de esta gente. Este es el nuevo espacio que llamo “la sociedad política”.

–¿Qué formas adquieren los reclamos y la resistencia en la India, sobre todo marcando las diferencias entre ciudadanos y poblaciones, desde un criterio de diferencias socio-económicas?

–Claramente, la gente de clase media también realiza reclamos y negocia con el Estado, pero ellos no usan este recurso electoral. Porque la clase media, en términos de cantidad, tiene un rol muy pequeño en el campo de la política electoral. La clase media no vota mucho; como el voto no es obligatorio, esa gente utiliza otros métodos: los tribunales, formas de presión directa, los medios de comunicación. Esos son los foros a través de los cuales la clase media concreta sus reclamos y reivindicaciones hacia el Estado. Pero para las clases bajas, los recursos políticos se tornan cada vez más importantes. Una de las características más sobresalientes en la India es que la gente pobre siempre va a votar. Entre los sectores pobres vota el 90 o 95 por ciento. Ese recurso político es casi la base misma de su supervivencia.

–¿Qué nivel de efectividad tiene el voto en ese diálogo con el gobierno?

–El voto es efectivo a nivel local. Para ellos es muy importante el representante local, porque es a través del representante local como va a ocurrir la mayoría de las negociaciones con los diversos órganos del Estado. Voy a dar un ejemplo de todos los días para los que necesitan una intervención política: son personas que trabajan en el sector informal, vendedores ambulantes de la calle o de pequeñas tiendas que tienen que tratar con la policía todos los días. Entonces, a través de un mediador político pueden llegar a un acuerdo con la policía. A veces hay algún tipo de pago regular a la policía que les permite trabajar en una calle particular y también ahuyentar a otros para que no ingresen. Esto es fundamental para el ingreso básico que depende de esa relación política.

–No quiero hacer una conceptualización eurocéntrica de la idea de democracia, pero con el término “efectividad” me refiero a generar más democracia. En su relato hay una lógica de captura. Insisto, ¿cuán efectivo es democráticamente ese recurso?

–Una de las cosas que surgió en términos de la democracia de India en el último medio siglo es que lo que describo sólo surgió hace 15 o 20 años. En los años ’60 o en los ’70, las personas que entraban a las ciudades desde las áreas rurales no tenían ningún impacto respecto del voto. Incluso muchas veces no votaban, no acudían a las elecciones. Pero ahora, debido a que el valor de su voto ya ha sido establecido, es un nuevo recurso. Es completamente posible que el tipo de beneficios que puedan obtener utilizando estas técnicas, se agote. Eso puede pasar. Allí habrá una pregunta nueva: ¿cómo asegurar la democratización más allá de ese recurso?

–¿Cómo hacerlo?

–Esto es un riesgo, un peligro de esta forma particular de política que no tiene ningún potencial revolucionario. Son pequeños incrementos de democracia.

–¿Qué permanece de los vestigios coloniales, tanto en Asia como en Africa? ¿Qué tipo de presencia siguen teniendo en el Estado post-colonial?

–Ciertamente, en países como la India, una gran parte de la maquinaria estatal –especialmente la burocracia y el sistema judicial– es directamente tomada del aparato colonial. Por lo tanto, una de las características es cierto poder discrecional de la democracia que viene directamente del colonialismo, de la herencia colonial. En grandes partes del país es reconocido principalmente a través del funcionario de gobierno, la policía y el tribunal. Esas son las instituciones reconocidas del Estado. Pero paralelo a eso, con los nuevos incrementos, están los representantes electorales que no existían en la época colonial. Ahora, entre el pueblo y la maquinaria del Estado están todos los representantes electos de los partidos políticos; ése es el nuevo sector visto como democrático. El Estado en sí sigue siendo percibido como el Estado colonial antiguo, salvo por ese sector.

–¿Es posible describir alguna particularidad en la forma que ha tomado la violencia política en la India, más precisamente en la vida cotidiana de la gente común?

–Hay dos o tres tipos de violencia política muy características de la política india. Una es la violencia espectacular; esto es, violencia que se lleva a cabo para poder demostrar que la gente está totalmente harta con una situación dada o para reflejar el enojo. La forma estándar en que se realiza la violencia llamada espectacular se da a través de la destrucción y quema de lo que es propiedad del gobierno: ómnibus, autos en la calle, aunque sin causar daños a las personas. El punto de la violencia es que sea tan espectacular que aparezca como noticia en TV. Ese es un tipo de violencia. El otro tipo de violencia que podemos observar es en gran medida la extorsión, realizada por personas políticas, personas respaldadas por partidos, extorsiones de empresas: la construcción es un área importante. Violencia utilizada para obligar a tener empleos en nuevas fábricas, en determinados lugares de la construcción. Esa violencia está cuidadosamente regulada, pero es muy eficaz, porque es una amenaza y no una violencia real.

–¿Qué límites encuentra en las categorías que propone el pensamiento europeo en el análisis del mundo indio?

–Categorías como “Estado de Derecho”, “proceso justo de la ley”, “ciudadanía igualitaria”. Muchas de estas cosas son diferentes en el caso de la India, no se aplican de la misma manera a toda la población, incluso en términos del funcionamiento de la democracia electoral. El lugar del populismo, por ejemplo, es muy diferente de lo que uno esperaría ver en Europa. Creo que en este sentido, tanto el entendimiento de democracia constitucional liberal como las formas electorales de democracia han sido adoptados de una manera diferente en la India respecto de Occidente.

–¿A qué atribuye el triunfo de la derecha nacionalista en las elecciones celebradas en mayo de 2014 en la India?

–Por lo que yo entiendo, a pesar de que el Partido Nacionalista Hindú ganó las elecciones, la campaña no se centró en ninguna cuestión de nacionalismo indio. El resultado de esas elecciones, en realidad, tuvo que ver con la falta de desempeño del gobierno anterior. Este partido, particularmente el nuevo primer ministro, ha podido proyectar una campaña que decía que el gobierno anterior estaba paralizado desde dentro, que no había un liderazgo fuerte, que no se pudieron realizar políticas claras. Específicamente, (el Partido Nacionalista Hindú) ha prometido resultados rápidos, y sigue prometiendo eso ahora en el desempeño de la economía. Hace dos meses, cuando asumieron, el mensaje fue: “Vamos a crear más puestos de empleo, a mejorar las exportaciones, y las condiciones de la economía van a mejorar rápidamente”. La diferencia interesante esta vez es que este partido está muy ligado a las empresas grandes de la India y es visto como el más favorecido por las empresas indias.

–¿Es posible inferir que los resultados de estos comicios sean fruto de una transformación en el aparato del Estado?

–No creo. De hecho, la DGP, el Partido Nacionalista Hindú, está tratando de enfatizar la parte técnica de la burocracia estatal; a eso le quieren dar propiedad. Ellos quieren proyectar a los tecnócratas como los decisores principales y acusan al gobierno anterior de haber estado muy influenciado por las presiones políticas locales. El DGP afirma que estarán por encima de las presiones políticas locales y que, por ende, formularán políticas que, desde el punto de vista científico, serán las mejores para todos.

PARTHA CHATTERJEE, INVESTIGADOR INDIO DE LA DEMOCRACIA POST-COLONIAL