Ismael: Crónica de una muerte reiterada

Ismael Sosa (24) desapareció el sábado 24 y lo encontraron ahogado en el embalse de Río Tercero, Córdoba. Se investiga si la muerte es accidental o si se trata de un homicidio

Ismael Sosa, de 24 años, fue encontrado sin vida en el embalse de Río Tercero luego de una intensa búsqueda de cinco días por parte de familiares y amigos. Según reporta el diario Día a Día, la fiscalía de Córdoba se lo confirmó a la familia: "Sí, es él. Nos acaban de informar", explicó Marcela, una de las tías del joven. Fiama, hermana del joven, le dijo a La Voz del Interior que el cuerpo hallado sin vida era de su hermano.
Ahora, la Justicia tratará de reconstruir lo sucedido en los días que estuvo desaparecido. Uno de los interrogantes que deberá develar la investigación es si Ismael murió de forma accidental o si hubo intervención de terceros.
Oriundo de Merlo, el sábado pasado pretendía asistir al recital que ofreció la banda de rock La Renga en Villa Rumipal, Córdoba. Sin embargo –según denunciaron sus familiares y amigos– fue visto por última vez durante el primer control antes del comienzo del concierto y desde ahí no saben qué pasó con él.
De acuerdo con el relato, por razones que aún se desconocen, la policía comenzó a reprimir a parte de las miles de personas que se encontraban en el acceso al predio y fue en ese momento cuando los acompañantes de Ismael perdieron su rastro.
Según relató la madre, Nancy Sosa, la novia, con quien fue al recital, salió a pedir ayuda cuando no lo encontraba. Recorrió las comisarías y hospitales pero no se registró en ese día ningún detenido ni herido con las características de Ismael.

Crónica de una muerte reiterada



Ismael Sosa tenía 24 años. Se lo llevó la policía el sábado último, mientras el recital de La Renga comenzaba en Villa Rumipal, durante los cacheos previos, cerca de las 21 hs. Ese “cachondeo” siniestro que tanto les gusta a los policías y eventuales agentes de seguridad. Esa ceremonia ritual represiva en la que el abuso de poder está permitido, casi legitimado.

por Facundo Di Cuollo

Fue con la novia al recital, Ismael. Ella pasó el control y siguió adelante, empujada por la vorágine previa y la masa de gente enajenada. Ismael se quedó atrás, tal vez quejándose porque algún policía lo tocó de más, o lo verdugueó impertinentemente, como para no perder la costumbre.

Cuando ella se dio vuelta, Ismael ya no estaba. Había desaparecido. Como en la oscuridad de nuestro pasado reciente, casi. Podemos saber que algunos transeúntes preguntaron a los agentes de seguridad adónde lo llevaban a Ismael, ya ensangrentado y notablemente golpeado. “Lo llevamos a curarse”, habría respondido algún oficial, víctima de un sadismo infinito.

Otra chica que por ahí pasaba, entre tantas, tampoco había superado el “control” de la puerta. “Andate porque se están llevando gente, acá”, le advirtieron, mientras empezaba a quejarse. “Mirá, pendejo, que el lago es grande”, amenazaron a otro detenido eventual, como una declaración de principios en los horrores de un presente cercano.

Había gendarmes, también. Muchos. Por las dudas, al final del recital, cuando paradójicamente la tensión había disminuido, la policía de infantería ya “pegaba de a cuatro” y disparaba balas de goma. Se calcula que hubo entre 15 y 20 detenidos. Algunos fueron liberados, otros aún continúan en cautiverio legal, y algunos desaparecieron. Como Ismael, quien curiosamente fue encontrado, días después, muerto en el lago de Embalse Río Tercero.

La misma noche de su desaparición, Victoria, su novia, salió a buscarlo. Recorrió comisarias y hospitales. (Lo buscó tanto que hasta perdió el micro de vuelta hacia Buenos Aires, que finalmente partió sin ella, a las cinco de la mañana del domingo).

Pero nada. A Ismael se lo había tragado la tierra. O el agua.

Su hermano Facundo también viajó desde Buenos Aires, desde el Oeste, a buscarlo. A averiguar sobre su paradero. Se apersonó en la Comisaría de Río Tercero. No le quisieron tomar declaración. Cuando preguntó “por qué lo retuvieron”, le esquivaron la pregunta. Se comportaban raro. Como si tuvieran algo que esconder, tal vez.

Durante las horas subsiguientes a la búsqueda de Ismael, Facundo fue perseguido, “cargoseado” correspondientemente por la policía en territorio cordobés. Operación de rutina.

Finalmente, el jueves, la familia de Ismael Sosa fue notificada por la Fiscalía de Río Tercero. Habían encontrado un cuerpo.

El cuerpo de Ismael, “el rockero de la bicicleta”. Un cuerpo joven que lleva, hoy, las cicatrices, los golpes y los ultrajes de un aparato policial represivo hasta el paroxismo, amparado (por acción u omisión) por el Estado y el sistema judicial.

Los nombres pasan, las víctimas se actualizan. La Historia oscura se repite, periódica, incansable, como la condena de Sísifo que se proyecta una y otra vez sobre nuestra rebeldía joven.

Quizá sea hora, entonces, de una vez por todas, de empezar a cambiar la Historia.


NUNCA DIGAS NUNCA ¿Esperaremos otros 30 años?

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Unas 200 personas, fundamentalmente jóvenes y pobres, desaparecieron desde el retorno de la democracia. Más de 4 mil fueron víctimas de violencia institucional en el mismo período. La represión está vigente en el brazo de la Policía y la complicidad de los poderes del Estado. Un documental colectivo, anónimo y militante pone en jaque la concepción de derechos humanos con la que polemizan los políticos en TV. Imagen: “Nunca digas nunca”
Por Nahuel Lag
“Nunca vamos a aceptar la desigualdad.
Nunca vamos a aceptar que nos desaparezcan.”
Sara Hebe y Ramiro Jota, “Nunca digas nunca”
La dictadura militar no fue una guerra, la dictadura fue un genocidio: se violaron los derechos humanos, se desaparecieron a 30 mil militantes, a 30 mil personas. Esta afirmación hoy irrefutable, esa realidad hoy juzgada en los tribunales federales, tardó 30 años en comenzar a ser sanada. Treinta años de una larga batalla política, jurídica y cultural dada por los organismos de derechos humanos. Este 10 diciembre la democracia cumplió 31 como sistema de gobierno en la Argentina, el período más largo en la historia del país, y se lo celebró como el Día de los Derechos Humanos. ¿Pero qué significan para la generación nacida en democracia? ¿Qué es vivir en democracia? Nunca digas nunca, documental independiente, colectivo y anónimo, está hecho por esa generación y para esa generación. Se habla a sí misma, se advierte sobre desapariciones, sobre las 200 ocurridas en democracia, sobre derechos aún no cubiertos en los barrios pobres, sobre un sistema represivo en el que “los desaparecidos de ayer son los excluidos de hoy”. La represión y la desaparición aún están allá afuera, vigentes en el brazo de la Policía y la complicidad de los poderes del Estado.
La masacre de Budge, 1987, que al inicio de la democracia desató las primeras movilizaciones populares por “gatillo fácil”; Walter Bulacio, 1991; Miguel Bru, 1993; Julio López, 2006; Luciano Arruga, 2009; Jonathan “Kiki” Lezcano y Ezequiel Blanco, 2009. “Nuestra cámara apunta adonde nadie quiere ver”, señala una de las voces femeninas en off, parte del colectivo anónimo autor del documental. Estrenado a fines de octubre en el cine Gaumont y en gira militante permanente, el audiovisual recupera el “manifiesto”, práctica de los colectivos documentalistas, y lo aggiorna a estos tiempos: libre circulación, copia y distribución, sin fines comerciales. “El documental es más allá de nosotrxs”, definen.
Vanesa Orieta, hermana de Luciano, señala la herida abierta de la desaparición en democracia. Cuenta la historia de su hermano, mientras el montaje abre ventanas a la plaza del barrio 12 de Octubre, en La Matanza, rebautizada en honor al adolescente. Nunca digas nunca comenzó a rodarse cuando las cámaras no estaban sobre Vanesa ni su madre Mónica Alegre ni su lucha, y se estrenó días después de la aparición del joven, enterrado como NN en el cementerio de la Chacarita. Angélica Urquiza, madre de “Kiki”, también narra su historia, de similares matices: la Policía, la desaparición, la justicia sin respuestas, los gobiernos ausentes, la aparición como NN.
Sobre fondo negro, las entrevistadas, siempre ellas, relatan la violencia institucional, los lazos vigentes entre genocidas y Policía y las prácticas no depuradas. Nilda Eloy, integrante de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos y amiga de Jorge Julio López, y Rosa Schonfeld, madre de Miguel Bru, se suman a Orieta, Alegre y Urquiza. Solo ellas y sus voces, y sus cuerpos, los que ponen cada día en la calle para continuar la lucha. Ellas, las Madres de hoy. “Yo decía ‘Miguel no está’, no decía ‘desaparecido’, me duele tanto la palabra (…). Ni olvido ni perdón: es el mismo sentimiento que el de las Madres”, relata Rosa.
Mientras en la agenda mediática-política el debate por los derechos humanos gira en torno a chicanas de campaña sobre “curros” o no, el documental recurre al archivo, a la animación y a la entrevista para trazar una línea temporal de represión en democracia, esa represión invisibilizada por el tratamiento mediático: “Los dueños de la verdad, dueños de la mentira”, sostiene el colectivo autor. El eje argumental del audiovisual está sostenido en las voces de María del Carmen Verdú, abogada de la Coordinadora contra la Represión Policial e Institucional (Correpi), y Sergio “Cherco” Smietniansky, abogado de la Coordinadora Antirrepresiva por los Derechos del Pueblo (Cadep). “La función de la democracia es garantizar Nunca Más poner en riesgo el sistema”, sentencia Verdú en relación a las ideas socialistas que embanderaban a los jóvenes desaparecidos en los ’70.
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Imagen: “Nunca digas nunca”
Por su fuerza política y su claridad conceptual, Orieta y Eloy también se transforman en ejes claves del relato crítico hacia el actual sistema de control y represión sobre las clases pobres, que se naturaliza, invisibiliza y olvida. “Cuando el individuo pasa a ser lo cotidiano, ya no necesitás tanto del miedo”, resume Eloy, entre los centros clandestinos de detención para el espíritu colectivo de los ’70 y el nuevo modelo de represión aplicada al fin de la democracia y con la idiosincrasia social instalada con el neoliberalismo. Con la continuidad de la lucha de los organismos de derechos humanos, el documental vuelve a la actualidad con el reconocimiento al kirchnerismo por poner fin a la impunidad de los delitos cometidos por la dictadura, aunque con una mirada crítica sobre la demora en los procesos y penas alcanzadas.
La responsabilidad del poder judicial en relación a los casos de la dictadura es pasada por alto, pero rápidamente los testimonios le dan relevancia en el sistema de impunidad actual: “Gatillo fácil, sobreseimiento fácil”, apunta Smietniansky. Códigos de falta, edictos policiales, contravenciones, detenciones arbitrarias y detenciones por averiguación de antecedentes son enumeradas como las prácticas —contrarias a los tratados internacionales y derechos constitucionales— de la represión en democracia. A los usos y costumbres del brazo policial le siguen “la soledad, estrategia de la impunidad”, cita el colectivo un texto de los abogados de la familia Arruga para resumir el rol de la Justicia y los poderes ejecutivos a nivel local, provincial y nacional frente a las familias víctimas de la violencia institucional.
Las prácticas de impunidad son reconstruidas por César Antillanca, papá de Julián, asesinado por la Policía en 2010, y por varias otras voces surgidas del nutrido registro de movilizaciones, actos y conferencias. Atahualpa Martínez Vinaya, Jorge Pilquiman y Matías Bernhardt son víctimas: sus nombres aparecen, se nombran. “Quien quiera cambiar las cosas es el enemigo interno del Estado”, sentencia Verdú y sostiene sus palabras en los 4.278 asesinatos por violencia institucional registrados por Correpi. En un 51 por ciento de los casos, las víctimas fueron menores de 25 años. Un 45 por ciento son exponentes de gatillo fácil; un 39, de torturas en cárceles, en donde los adolescentes siguen siendo alojados en contra de la ley.
“Somos una generación que nació en democracia”, vuelve a convocar el documental e invita a ponerle nombre a la violencia fuera de la agenda mediática-política para no volver a esperar 30 años. “Genocidio por goteo”, la nombró el juez de la Corte Suprema Raúl Zaffaroni en un texto reciente y con matices a discutir, pero válido como un primer reconocimiento institucional de la problemática. “¿Cómo se busca en democracia? ¿Cómo, ante un Estado que dice proteger los derechos?”, inquiere la voz en off y aparece otro testimonio fuerte del documental: César González, conocido también como Camilo Blajaquis, seudónimo con el que firmó sus libros de poesía en la cárcel.
Frente al sistema presente de represión la respuesta está “en la presión social”, señalan los familiares. “Muerte al espectador. Rechazamos la inmovilidad frente a las pantallas”, desafía el colectivo en su manifiesto y utiliza el cierre del documental para retratar la respuesta que ya se da en los barrios pobres: organización de base frente a la impunidad. Murgas, música, ayuda escolar, talleres: Asociación Miguel Bru, La Casita de “Kiki”, Espacio para la Memoria Luciano Arruga. “Somos una generación que vive en una democracia que naturaliza la desigualdad y esconde la tortura. Organizarse es tornar real la situación, hacerse cargo de los nos duele.”

Desamparados

Por  



El atentado contra la AMIA se ha convertido en un atentado contra la credibilidad de las instituciones fundamentales de la República.
El entramado siniestro de las relaciones entre los servicios de inteligencia y el Gobierno alcanza tal grado de transparencia que la sociedad en su conjunto se siente desamparada, allí donde tiene derecho a sentirse protegida. Hasta los servicios de inteligencia se han fragmentado y enfrentado por iniciativa de este gobierno.
Pocas veces se han hecho tan evidentes el encubrimiento y la mentira que han caído sobre ese atentado que avergüenza a la Nación. Avergüenza no solo porque han pasado más de 2 décadas sin que los culpables hayan sido detenidos y juzgados, sino además porque resulta horrorosamente claro cuánto se ha hecho desde el poder para impedir que se conozca la verdad.
Estamos de duelo, lo estamos todos los argentinos. Poco y nada sabemos con certeza sobre lo que sucedió en 1994. Pero es mucho lo que sentimos y empezamos a saber sobre lo que ha sucedido hasta hoy en términos de encubrimiento y mentira por parte de quienes tenían el deber de aclarar lo que pasó y apaciguar el ánimo colectivo.
La magnitud trágica de lo que sucedió en las últimas horas con el fiscal Alberto Nisman excede las posibilidades de comprensión colectiva
La magnitud trágica de lo que sucedió en las últimas horas con el fiscal Alberto Nisman excede las posibilidades de comprensión colectiva. Unos a otros nos miramos buscando en la reflexión de nuestros semejantes una idea orientadora que nos permita superar la desazón que nos invade.
¿Obrará con justicia la Justicia? ¿Podremos alguna vez confiar en quienes deberían representarnos?
El tiempo dirá si los días volverán a pasar en vano o nos brindarán el reparo que todos necesitamos.

Vulnerables: adolescentes que crecen a la intemperie

El asesinato de Lola Chomnalez, sumado a una lista que no deja de crecer, mostró una cara del desamparo en el que viven muchos adolescentes, que son hoy víctimas de delitos, de violencia y del negocio narco, pero también del desempleo, el trabajo precario, el embarazo precoz y la desatención adulta. Cómo es una sociedad que no protege su futuro.




Por Fernanda Sández  

Seis por día. Seis. Uno cada cuatro horas, en una clepsidra siniestra que sólo deja caer cuerpos jóvenes. La mitad muere en accidentes, y los otros a causa de agresiones, según consigna el Ministerio de Salud. Tienen, apenas, entre 15 y 24 años. La edad de expandirse, abrirse y florecer. Pero también el tiempo oscuro de los más terribles accidentes del alma, del encuentro con todo eso que habita más allá de territorio conocido de la niñez. Lástima que al verlos tan hermosos, tan ellos, tan invencibles, los adultos solemos terminar creyendo que realmente lo pueden todo. Y no. Son cualquier cosa menos fuertes.
El asesinato de Lola Chomnalez, hace unos quince días -que se suma a muchos otros casos recientes (de Candela a Melina, de Araceli a Ángeles)- dejó en dramática evidencia el estado de desamparo en el que viven muchos adole escentes y jóvenes en la Argentina. No sólo son víctimas de delitos y de violencia intrafamiliar con más frecuencia, y están mucho más expuestos al negocio de la droga y a los embarazos tempranos, sino que también tienen empleos precarios y están desempleados en mucha mayor proporción que los adultos. ¿Qué dice este estado de intemperie de una sociedad que desatiende a los que se preparan para ser su futuro?
Ellos salen, todos a la vez, de los hogares más diversos, de historias muy distintas. Y una vez en la calle descubren que el mundo es una cosa fascinante y horrenda, todo al mismo tiempo. Algunos, para animársele, toman. Mucho, y cada vez más temprano. Hoy, la edad de inicio en el alcohol cayó a los 13 años, y la mitad de los alumnos secundarios dice haber bebido en el último mes. Los datos son de una encuesta nacional organizada por la Sedronar, que acercó otro resultado inquietante: en una década, de 2001 a 2011, y en un clima social cuasi barilochense en el que divertirse y emborracharse se volvieron sinónimos, el consumo creció 113%.
"Yo los veo todos los fines de semana por acá, cuando salen del boliche. Y son un peligro porque si no venís atento, los pisás. Fijate ahí, esa piba. ¿La ves?", pregunta el taxista que circula en plena madrugada de viernes en el aura de Aeroparque. Y cómo no verla: la chica, subida a unas plataformas imposibles, embutida en un short de lentejuelas, camina a los tumbos por la avenida Obligado. Ni con maquillaje da más de 15 años. Sus amigas la corren, la paran, la abrazan. Se ríen. Y algo en la escena -mejor dicho: toda la escena- se vuelve irreal. El amanecer, el mareo y esa media docena de chicas flacas como hilos caminando a lo zombi en una avenida temible. ¿Las ven? ¿Alguien las ve? Porque a veces sólo se notan cuando ya es demasiado tarde. Cuando pasan a formar parte de la lista siniestra de 21 adolescentes asesinadas por año en el país, según datos de la ONG La Casa del Encuentro. O cuando se convierten -ellas y ellos, porque la fragilidad no entiende de género ni de nada- en el 25% de quienes se quitan la vida. La intemperie también es esto: que, según datos de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), uno de cada cuatro suicidas argentinos no tiene ni 20 años.

TOMARSE LA VIDA

Si bien el caso de Lola Chomnalez acaparó la atención de los medios, la cuenta es otra. Y dice que seis días antes de su desaparición en Valizas se esfumó otra chica de 13 en Mar de Ajó, y otra más de 14 en Merlo, y otra más de 14 el día de Navidad, en Azul. Las hubo antes y después de Lola, sólo que sin tanto tachún mediático y hermanadas en la misma condición de blancos móviles.
Según explica Sergio Balardini, experto en juventud de Flacso, "si hoy la juventud está, como se dice, «en crisis», o si hay una crisis o varias, son de la sociedad en tanto tal y luego se refleja en las generaciones más jóvenes. Por caso, los adultos no parecen tener un norte claro. Hay una mayor horizontalidad del vínculo y han pasado del verticalismo autoritario a una horizontalidad indiferenciada a la que le cuesta construir autoridad legítima (y necesaria). Porque las funciones asociadas a los roles adultos son diferentes (proyección, provisión, protección, transmisión), y deben poder inscribirse y sostenerse", precisa.
Sin embargo, aquí estamos. Con mamás separadas que se cruzan en el boliche con sus hijas adolescentes, papás que disputan a brazo partido el mando de la Play y, al mismo tiempo, chicos y chicas engañosamente "grandes". "Los vemos con esos cuerpos enormes sin recordar que tienen cabeza y corazón de chicos", apunta Laura Orsi, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA). "Son seres con todas las fragilidades del crecimiento, a los que tendemos a ver como adultos. Por ejemplo: hoy las «previas» se organizan en las casas porque para muchos papás «es mejor que tomen acá en lugar de salir a emborracharse por ahí». Pero eso es aplicar la teoría del mal menor, en vez de actuar como adultos y pensar que un chico no tiene que tomar en ningún lado", recalca.
Pero ahí afuera está el mundo, y sus terrores, y también ahí (a la mano, más fácil de conseguir que el agua) el trago del valor. Y del extravío, como descubrió Martina, de 16, el día en que su mejor amigo terminó internado. "Ella nunca se interesó por tomar, pero después de haber visto esto creo que le quedó claro que la «jodita» esa de emborracharse puede terminar muy mal", comenta su mamá. Pero a menudo no es el alcohol en sí mismo el problema, sino todo lo que arrasa a su paso. "¿Y qué querés, si me tomé como quince fernets?", fue como "justificó" un joven el desastre que lo tuvo por protagonista y que terminó en el asesinato de una remisera de 71 años. Desde la Asociación de Víctimas de Violación (Avivi), también emparentan el "tomar hasta morir" con la explosión de pedidos de auxilio de cada fin de semana. "Los viernes y sábados se concentra el 80% de las llamadas pidiendo ayuda o asistencia por violaciones. En su mayoría, las víctimas son chicas violentadas sexualmente en fiestas y por grupos de varones", precisó Andrés Bonicalzi, el abogado de la organización.

TEOREMA DE LA FRAGILIDAD

A Martín, de 17 años, lo asaltaron hace dos semanas en pleno centro de Caballito, cuando paseaba con dos amigos. Un hombre macizo lo inmovilizó con una llave de judo y obligó a todos a entregar sus celulares, y cincuenta pesos. A Juliana, de 16, le robaron en Calzada y del más sutil de los modos: la dejaron sin futuro ni educación. Ahí está todavía, en su casa, cuidando a sus hermanitos más chicos y a Alma, su beba de cinco meses, para que su madre pueda salir a trabajar por horas y traer la comida para los cinco.
Juliana es lo que la estadística entiende por "ni-ni" (ni trabaja ni estudia), pero eso no significa que no haga nada ni -según "Inclusión de los jóvenes en la provincia de Buenos Aires", un informe del Cippec- que sea la única en esa situación. Siete de cada diez "ni-ni" bonaerenses son mujeres, madres (41%) y pobres (62%). ¿Qué significa esto? Que -más allá de que los jóvenes saqueados de futuro sean multitud- las respuestas generadas desde el Estado son insuficientes por no ver el fenómeno en toda su complejidad.
En el caso de Juliana, más allá de una beca para poder estudiar, necesitaría alguien que cuide de los tres chicos mientras ella va a la escuela. Y eso sólo para comenzar porque, como bien explica Daniel Arroyo, ex ministro de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires, "faltan guarderías y lugares de cuidado, pero también quien quiera contratar a estas chicas que están fuera de todo. Pensemos que el momento de sociabilidad lo da la escuela, que con sus horarios y exigencias instala un método que luego se traslada al trabajo, a la pareja, a la vida. Los jóvenes excluidos carecen de eso y ése es el problema principal. Hay que reconstruir un método que antes aportaban la familia y la escuela, porque ya estamos en la cuarta generación que no trabaja y eso ya cierra un ciclo. Los pibes que hoy no tienen empleo y que no vieron trabajar ni a padres ni a abuelos, ya tienen hijos. Y ya ni siquiera tienen recuerdo familiar de algo mejor. Se ha perdido la idea de cómo eran las cosas cuando iban bien. Y eso, para la sociedad, es gravísimo", alerta.
Y eso por no mencionar muchas otras situaciones que deben enfrentar los jóvenes aun cuando no sean "ni-ni". Por ejemplo, el informe del Cippec revela que 35% de ellos son pobres, que conseguir trabajo les cuesta más que a los adultos, que cuando consiguen trabajo suele ser una changa (52% de ellos tiene un empleo informal) y que muchas veces ni trabajando logran salir de pobres, porque 1 de cada 4 cobra un salario inferior al mínimo. Evidentemente, la intemperie a la que están sometidos los Sub 29 va mucho más allá de los accidentes, el suicidio y los consumos problemáticos, y desborda sobre territorios tan centrales como la educación (según datos de la Unesco, sólo el 44% de los chicos completa el secundario en tiempo y forma), el trabajo, el acceso a la vivienda y, claro, la sexualidad.
Juliana también sabe de eso: fue mamá a los 16 en un país en que cada día nacen 322 bebés de mamás menores de edad. Niñas a cargo de niños, algo que pone entre paréntesis no sólo el futuro personal de cada una de ellas y sus hijos, sino que también abre dudas acerca de nuestro destino como país. Porque, como bien se señala el documento antes citado, "los jóvenes constituyen uno de los principales activos de nuestra sociedad. Serán ellos, los adultos del mañana, quienes sostendrán (no sólo económicamente) nuestro futuro. La forma en la que los jóvenes se conviertan en adultos determinará en gran parte las características que ese futuro tendrá".

PROFUNDAMENTE SUPERFICIAL

-No entiendo.
-Ay, doctor, es fácil: usted me hace la lipo de caderas y de panza a mí. Y con lo que saca de ahí, le rellena el busto a ella, que se quiere hacer las lolas. ¿Entiende?
La mujer sonreía y parpadeaba azul. El hombre -un reconocido cirujano plástico, con años de profesión- sencillamente no podía creer lo que le estaba pasando. Pero ésa es, de todas, la anécdota que mejor recuerda porque en ese absurdo "2 x 1" que le planteaba aquella mujer de 50 años había también toda una mirada sobre su propia hija, sobre cómo "debía ser" ese cuerpo de quinceañera y hasta sobre la relación que las unía. "Parecían dos amigas buscando operarse juntas. Le expliqué a la mujer que el cuerpo de su hija estaba en pleno cambio, pero que, además, una operación como ésa sencillamente no existía. Se fue enojada", recuerda hoy el doctor.
Sin embargo, en estricto off, muchos colegas suyos reconocen que esa situación de madres e hijas yendo a ver al plástico como quien sale de compras de infrecuente no tiene nada. Nadie quiere envejecer, pero es más que eso: nadie parece querer, tampoco, ocupar el lugar de los adultos. Nadie quiere ser quien marque el límite, el ordenamiento, el "hasta acá". Para Graciela Moreschi, psiquiatra y autora de Adolescentes eternos (Paidós), "todo está invertido. Desde hace tiempo, la juventud está y ocupa un lugar de poder. Se ha instalado una «paidocracia» y una de sus consecuencias es que los chicos crecen absolutamente desprotegidos, porque no tienen techo ni límites. Los padres creen que «se las saben todas» y les atribuyen una madurez que no tienen. Así, muchos se ven «obligados» a tener una vida sexual para la que no están preparados ni desean realmente, pero que responde a la estimulación erótica a la que son permanentemente sometidos".
"El 31 de diciembre, en la plaza de Tandil, avanzaron quince contra uno de quince años. Lo acuchillaron, lo mandaron al hospital. Eso es lo que más me preocupa: la violencia vuelta moda, una violencia entre pares que no tiene que ver con lo delincuencial, sino con lo tribal: te pegamos porque sos «cheto», te damos una paliza porque sos «negro». El alcohol y las drogas tienen, creo, mucho que ver con estas explosiones donde se pierde cualquier límite, donde nadie le dice a nadie que pare", dice Ivy Cángaro, madre de Camilo, de 17 años, quien justamente se mudó a esa ciudad en parte para escapar de la violencia porteña.
Según los especialistas, en cada gesto adolescente hay un mensaje cifrado. Algo así como un código secreto en donde suele viajar un pedido vestido de paliza, de borrachera, de tajos en la piel, de coma etílico. Alcanza con hablar con los médicos de cualquier guardia para saber que los casos se repiten y ya han dejado, por eso mismo, de ser "noticia". Pero si las "previas" arrancan en las casas, sin que ningún adulto venga a incordiar con preguntas, ¿a qué tanto asombro? Si en uno de los colegios más prestigiosos de Buenos Aires se organizan "fiestas de la pepa" -pepa es como se le llama a las pastillas psicotrópicas- y hasta se las promociona mediante grupos de Facebook, ¿de qué nos sorprendemos? Los chicos -carne de cañón de los asaltos, de "la jarra loca", de las mil y una formas de la soledad- salen en taparrabos a un mundo que pincha. Y nadie (ni los adultos ni el Estado) está ahí para acercarles herramientas ni para oficiar de escudo. Van, como las chicas de la Costanera, solas y haciendo eses en plena madrugada. Demasiado grandes para ser chicos. Demasiado chicos para ser grandes.

“El Estado en sí sigue siendo percibido como el Estado colonial antiguo”

Partha Chatterjee pone en cuestión categorías propuestas por Occidente cuando analiza las clases populares de la India y la dinámica que adopta el vínculo entre el Estado post-colonial y la sociedad india. En particular, los sectores más pobres que viven en las ciudades –a los que define como “población”– que se diferencian de los “ciudadanos propiamente dichos”.


Por Natalia Aruguete

–¿En qué consiste la diferencia que establece entre ciudadanía y población?
–Establezco esta distinción para tratar de entender cómo funciona hoy la democracia. En India, en el sentido puro, legal, todos son ciudadanos. Lo que significa que cada uno tiene voto y es un sujeto igual ante la ley. Sin embargo, en la práctica legal, cuando los organismos del gobierno tratan con diferentes tipos de personas, hacen una distinción entre el ciudadano propiamente dicho y aquellos que no son tan “propiamente dichos”.

–¿Qué rasgos tiene esa distinción?

–Esto ocurre, particularmente, con las personas más pobres que viven en las ciudades, que suelen vivir en villas o asentamientos informales y no tienen el derecho de propiedad sobre la tierra, utilizan electricidad y transporte sin pagarlos. A menudo, ellos forman pequeñas unidades productivas, pero sin cumplir las leyes relativas a la contaminación, la impositiva o cualquier otro tipo de reglamentación. Si ellos tuvieran que ser tratados como ciudadanos iguales, el gobierno debería procesarlos por incumplir la ley. Esto no ocurre regularmente, porque el gobierno comprende que estas personas tienen determinadas funciones en la economía y en las ciudades. Por ende, expulsarlos de la ciudad tendría un costo político muy grande. Entonces, el gobierno debe tratar con estas personas, pero no en los mismos términos en los que lo haría si fueran ciudadanos legales sino que debe realizar excepciones para permitirles vivir en tierras ocupadas y hacer usos ilegales de los servicios. Para que tengan sentido las políticas que se aplican a estas personas, ellos deben ser descriptos de una manera particular, lo cual requiere una política particular: tratar con ellos como “grupos de población” con necesidades particulares cada uno de ellos y con tipos particulares de beneficios que el gobierno debe otorgarles.

–¿La “población” se distingue de la ciudadanía por el tipo de relación que establecen con el Estado?

–Sí, es un tipo de relación diferente. La relación entre los ciudadanos y el gobierno es una relación ética, porque los ciudadanos son la base de la soberanía de gobierno. Las poblaciones no tienen ese significado, no hay una dimensión ética o moral en ese aspecto. Simplemente son grupos específicos que requieren políticas particulares. Otra diferencia interesante es que los ciudadanos pueden reivindicar servicios como un derecho; en cambio, las poblaciones no pueden reclamar derechos porque han violado las reglas de la ciudadanía. Sus reclamos se realizan sobre una base diferente.

–¿La manera de actuar sobre estas poblaciones ha generado diferencias en la forma actual del sistema capitalista?

–Sí, porque, de alguna manera, la presencia de estas personas en la ciudad es en sí misma el resultado de un tipo particular de capitalismo. Algunas de estas personas eran campesinos en zonas rurales que perdieron la propiedad de sus tierras o eran artesanos manuales que perdieron sus ocupaciones. Ellos van a la ciudad buscando empleo, aunque el tipo específico de industrias que hay en las ciudades no necesita toda esa población. Por lo tanto, se trata del resultado de una categoría totalmente nueva de un sector informal. Este sector en realidad es un nuevo producto del capitalismo.

–¿Qué similitudes encuentra, dentro de este razonamiento, entre Latinoamérica y Asia?

–Esta situación que describo está también presente en la mayoría de las ciudades latinoamericanas. Por lo que he leído y escuchado, tienen el mismo tipo de problemas y casi las mismas maneras de abordar estas poblaciones. En algún sentido, también aquí se hace una distinción entre ciudadanos propiamente dichos y los otros, que debe abordarse para grupos de población específicos o particulares.

–En América latina se ha estudiado mucho la noción de populismo. ¿Es posible establecer similitudes entre América latina y Asia respecto del populismo?

–El tipo de populismo que ustedes tienen en la Argentina es un tipo de desarrollo muy específico que se desprende del peronismo. Es una organización, un partido político, un movimiento que incluso hoy, 60 años después, sigue presente. En India y en otros países de Asia también existen políticas populistas, pero no necesariamente tienen la misma forma de partido político que tienen aquí. Es correcto decir que las técnicas políticas de movilizar personas son populistas. Por ejemplo, hay similitudes en muchos movimientos populistas de India que tienen un líder carismático y el movimiento se identifica con este grupo. Estos movimientos no tienen una organización partidaria fuerte, y muy a menudo el movimiento puede desaparecer si el líder deja de existir.

–¿Por qué cree que los movimientos populistas tienen dificultades para tener una larga vida, y los ve tan dependientes de la existencia de un líder?

–Porque una de las características principales de los movimientos populistas es precisamente reunir, en una combinación grande, muchos grupos diferentes con demandas y exigencias muy diferentes entre sí. Pero un movimiento populista exitoso debe ser capaz de unir a todo ese grupo de alguna manera bajo algún tipo de categoría llamada “las personas”. La forma de combinar eso muchas veces depende de la lealtad a un líder popular, a veces es lealtad a una ideología populista en particular, pero si la ideología ya no tiene la fuerza, si el líder ya no está...

–¿Esta definición no supone pensar en una suerte de pasividad por parte de esa población?

–No necesariamente es pasiva, pero el sentido de identificación es emocionalmente muy importante, muy poderosa, y amalgama a otras personas que también sienten esa lealtad hacia esa persona. Aunque en términos de las posiciones de esas personas y sus demandas reales, tal vez se trate de grupos muy diferentes. En una situación en la que ya no está el líder, los lazos entre ellos se rompen y estos movimientos, a menudo, se dividen en diferentes grupos.

–¿Qué rol cumple la figura del enemigo en el populismo? Usted reconoce la importancia del enemigo, aunque ha mencionado que no es tan simple identificar un enemigo externo...

–Sí, porque la forma en que se combinan esos diferentes grupos es la idea de que todos están siendo explotados por un enemigo común. Pero ese enemigo puede ser un grupo o una persona que está dentro del país como una fuerza externa, que normalmente tiene agentes dentro del país. Identificar un enemigo como éste es una manera efectiva de lograr que estos movimientos populistas se mantengan juntos.

–Usted analiza la inoperancia de la categoría “ciudadanía” y “Estado moderno” en el marco de un conflicto que surgió a partir de la muerte de un líder religioso, en el que se enfrentaron sus seguidores de un suburbio pobre de Calcuta y el gobierno. ¿Por qué cree que no son aplicables esas categorías?

–Son aplicables a un pequeño sector de personas. Estas categorías de ciudadanía son más eficaces dentro de lo que llamamos “la sociedad civil”. Esos ciudadanos se relacionan con el Estado a través de sus derechos ciudadanos propiamente dichos. Es decir que ellos realizan exigencias y demandas al Estado sobre la base jurídica de su afirmación de derechos como ciudadanos. Pero una gran parte de la población, que llamo “la sociedad política”, no ve al Estado en los mismos términos. De alguna manera, el Estado y los órganos del Estado están afuera, son externos, y estas poblaciones tienen que encontrar representantes que sean mediadores de sus demandas ante el Estado.

–¿Quiénes serían esos mediadores? ¿Puede identificarlos?

–Pueden ser diferentes; allí es cuando los dirigentes políticos pueden tener un papel. También puede haber ONG. A través de esos mediadores, estos grupos de personas realizan sus demandas ante el Estado. Sus reclamos a veces no tienen que ver con iguales derechos o reclamos de soberanía. Ellos no realizan ese tipo de reclamos, y acá hay una diferencia interesante entre la situación de Asia y América latina.

–¿Cuál?

–En un país de colonos como éste, los ciudadanos mismos son los que crearon el Estado. En término de las obligaciones de la ciudadanía, los ciudadanos esperan que el Estado les otorgue ciertos servicios a cambio del pago de impuestos, el respeto por las leyes, etcétera. Pero, en muchos países asiáticos, la función del Estado de establecer impuestos sobre las propiedades es un concepto muy antiguo, de hace siglos, en los que hubo reinos que reclamaban impuestos por las tierras y las ocupaciones. Por lo tanto, es un reclamo del Estado de larga data, y no es tan obvio que el Estado deba dar servicios para poder exigir impuestos. No hay un supuesto que lo diga. Entonces, en situaciones como éstas, cuando hablamos de personas que viven en villas o del sector informal, que viven en asentamientos, esas personas asumen que hay un Estado que es un orden poderoso y que básicamente hay que usar la política estratégica para poder tratar con los órganos del Estado.

–¿Cómo define el término de “sociedad política”?

–Una cuestión que observo es que, para poder buscar esas opciones estratégicas y tratar con el Estado, cada vez más gente usa la organización política. Esto no existía hace treinta o cuarenta años, es reciente y se ha hecho más fuerte porque cada vez más personas son conscientes de su participación en el proceso electoral. Ellos comprenden ahora que el voto es un recurso en sí mismo. En un área particular hay dos mil o tres mil personas que se pueden organizar para negociar sus tres mil votos: éste es el nuevo recurso que está utilizando esta sociedad política. Entonces, los partidos políticos toman conciencia de lo que ocurre y compiten entre sí, haciendo promesas para conseguir el voto de esta gente. Este es el nuevo espacio que llamo “la sociedad política”.

–¿Qué formas adquieren los reclamos y la resistencia en la India, sobre todo marcando las diferencias entre ciudadanos y poblaciones, desde un criterio de diferencias socio-económicas?

–Claramente, la gente de clase media también realiza reclamos y negocia con el Estado, pero ellos no usan este recurso electoral. Porque la clase media, en términos de cantidad, tiene un rol muy pequeño en el campo de la política electoral. La clase media no vota mucho; como el voto no es obligatorio, esa gente utiliza otros métodos: los tribunales, formas de presión directa, los medios de comunicación. Esos son los foros a través de los cuales la clase media concreta sus reclamos y reivindicaciones hacia el Estado. Pero para las clases bajas, los recursos políticos se tornan cada vez más importantes. Una de las características más sobresalientes en la India es que la gente pobre siempre va a votar. Entre los sectores pobres vota el 90 o 95 por ciento. Ese recurso político es casi la base misma de su supervivencia.

–¿Qué nivel de efectividad tiene el voto en ese diálogo con el gobierno?

–El voto es efectivo a nivel local. Para ellos es muy importante el representante local, porque es a través del representante local como va a ocurrir la mayoría de las negociaciones con los diversos órganos del Estado. Voy a dar un ejemplo de todos los días para los que necesitan una intervención política: son personas que trabajan en el sector informal, vendedores ambulantes de la calle o de pequeñas tiendas que tienen que tratar con la policía todos los días. Entonces, a través de un mediador político pueden llegar a un acuerdo con la policía. A veces hay algún tipo de pago regular a la policía que les permite trabajar en una calle particular y también ahuyentar a otros para que no ingresen. Esto es fundamental para el ingreso básico que depende de esa relación política.

–No quiero hacer una conceptualización eurocéntrica de la idea de democracia, pero con el término “efectividad” me refiero a generar más democracia. En su relato hay una lógica de captura. Insisto, ¿cuán efectivo es democráticamente ese recurso?

–Una de las cosas que surgió en términos de la democracia de India en el último medio siglo es que lo que describo sólo surgió hace 15 o 20 años. En los años ’60 o en los ’70, las personas que entraban a las ciudades desde las áreas rurales no tenían ningún impacto respecto del voto. Incluso muchas veces no votaban, no acudían a las elecciones. Pero ahora, debido a que el valor de su voto ya ha sido establecido, es un nuevo recurso. Es completamente posible que el tipo de beneficios que puedan obtener utilizando estas técnicas, se agote. Eso puede pasar. Allí habrá una pregunta nueva: ¿cómo asegurar la democratización más allá de ese recurso?

–¿Cómo hacerlo?

–Esto es un riesgo, un peligro de esta forma particular de política que no tiene ningún potencial revolucionario. Son pequeños incrementos de democracia.

–¿Qué permanece de los vestigios coloniales, tanto en Asia como en Africa? ¿Qué tipo de presencia siguen teniendo en el Estado post-colonial?

–Ciertamente, en países como la India, una gran parte de la maquinaria estatal –especialmente la burocracia y el sistema judicial– es directamente tomada del aparato colonial. Por lo tanto, una de las características es cierto poder discrecional de la democracia que viene directamente del colonialismo, de la herencia colonial. En grandes partes del país es reconocido principalmente a través del funcionario de gobierno, la policía y el tribunal. Esas son las instituciones reconocidas del Estado. Pero paralelo a eso, con los nuevos incrementos, están los representantes electorales que no existían en la época colonial. Ahora, entre el pueblo y la maquinaria del Estado están todos los representantes electos de los partidos políticos; ése es el nuevo sector visto como democrático. El Estado en sí sigue siendo percibido como el Estado colonial antiguo, salvo por ese sector.

–¿Es posible describir alguna particularidad en la forma que ha tomado la violencia política en la India, más precisamente en la vida cotidiana de la gente común?

–Hay dos o tres tipos de violencia política muy características de la política india. Una es la violencia espectacular; esto es, violencia que se lleva a cabo para poder demostrar que la gente está totalmente harta con una situación dada o para reflejar el enojo. La forma estándar en que se realiza la violencia llamada espectacular se da a través de la destrucción y quema de lo que es propiedad del gobierno: ómnibus, autos en la calle, aunque sin causar daños a las personas. El punto de la violencia es que sea tan espectacular que aparezca como noticia en TV. Ese es un tipo de violencia. El otro tipo de violencia que podemos observar es en gran medida la extorsión, realizada por personas políticas, personas respaldadas por partidos, extorsiones de empresas: la construcción es un área importante. Violencia utilizada para obligar a tener empleos en nuevas fábricas, en determinados lugares de la construcción. Esa violencia está cuidadosamente regulada, pero es muy eficaz, porque es una amenaza y no una violencia real.

–¿Qué límites encuentra en las categorías que propone el pensamiento europeo en el análisis del mundo indio?

–Categorías como “Estado de Derecho”, “proceso justo de la ley”, “ciudadanía igualitaria”. Muchas de estas cosas son diferentes en el caso de la India, no se aplican de la misma manera a toda la población, incluso en términos del funcionamiento de la democracia electoral. El lugar del populismo, por ejemplo, es muy diferente de lo que uno esperaría ver en Europa. Creo que en este sentido, tanto el entendimiento de democracia constitucional liberal como las formas electorales de democracia han sido adoptados de una manera diferente en la India respecto de Occidente.

–¿A qué atribuye el triunfo de la derecha nacionalista en las elecciones celebradas en mayo de 2014 en la India?

–Por lo que yo entiendo, a pesar de que el Partido Nacionalista Hindú ganó las elecciones, la campaña no se centró en ninguna cuestión de nacionalismo indio. El resultado de esas elecciones, en realidad, tuvo que ver con la falta de desempeño del gobierno anterior. Este partido, particularmente el nuevo primer ministro, ha podido proyectar una campaña que decía que el gobierno anterior estaba paralizado desde dentro, que no había un liderazgo fuerte, que no se pudieron realizar políticas claras. Específicamente, (el Partido Nacionalista Hindú) ha prometido resultados rápidos, y sigue prometiendo eso ahora en el desempeño de la economía. Hace dos meses, cuando asumieron, el mensaje fue: “Vamos a crear más puestos de empleo, a mejorar las exportaciones, y las condiciones de la economía van a mejorar rápidamente”. La diferencia interesante esta vez es que este partido está muy ligado a las empresas grandes de la India y es visto como el más favorecido por las empresas indias.

–¿Es posible inferir que los resultados de estos comicios sean fruto de una transformación en el aparato del Estado?

–No creo. De hecho, la DGP, el Partido Nacionalista Hindú, está tratando de enfatizar la parte técnica de la burocracia estatal; a eso le quieren dar propiedad. Ellos quieren proyectar a los tecnócratas como los decisores principales y acusan al gobierno anterior de haber estado muy influenciado por las presiones políticas locales. El DGP afirma que estarán por encima de las presiones políticas locales y que, por ende, formularán políticas que, desde el punto de vista científico, serán las mejores para todos.

PARTHA CHATTERJEE, INVESTIGADOR INDIO DE LA DEMOCRACIA POST-COLONIAL

De Victimas y Victimarios, en una sociedad violenta


Cuando la realidad, es la consecuencia…

No ayudar a solucionar los conflictos, y los temas que afectan a los sectores vulnerables, hace que las realidades de grandes conglomerados, y la violencia extrema de la justicia por mano propia, se traslade a nuestra ciudad. Desde ayer Ingeniero White, se transformo en violento, y seguro muchos podrán apreciar las imágenes de medios televisivos, por redes sociales y por donde se viraliza el vídeo.

Es evidente que la imagen, es un gran reflejo de una situación, que puede analizar de varias miradas, y suelen expresarse frases como: “Se cansaron las víctimas”, “La culpa es de los padres”, “Este pibe es una mugre, y vive afanando”…  Ni verdades, ni mentiras; sino medias verdades, y medias mentiras.

Alguien advirtió, que estamos mirando los resultados o consecuencias, de un estado ausente, que casi nunca se ocupa de los sectores vulnerables, nadie se ocupa de asistir a los sectores desprotegidos y asolados por los tranzas; los buscadores de mano obra juvenil para delinquir, ofreciéndole protección y quien sabe que otra cosa;  quien se ocupa por evitar que los niños no sean presas de las adicciones, la respuesta es muy simple “NADIE”, y los funcionarios del gobierno Municipal y Provincial, mucho menos, seguro están pensando en su futuro político en un año electoral.

Estamos presenciando, las causas que nadie se ocupa de frenar la droga, cada día los pibes consumen más de pendejos, y es porque se la ofrecen para alejarlo de su realidad social, y de pintarle un mundo mágico “por unos minutos”, y saben la realidad vuelve a comenzar, con final de los efectos relajante, estimulante, evasiva, o placentero, y la adicción, es el camino, que se reitera una y otra vez.

 El círculo vicioso de vulneración y desprotección, es la tarea efectiva, de ausencia del Estado, la falta de compromiso de los funcionarios gubernamentales, la presencia de un sociedad cobarde que protege a kiosco de droga, y no nos olvidemos del amparo de sectores del seguridad. Todos lucrando, y dejando que todo pase, y a la menor situación como la vivencia ayer en nuestras calles, aparecen los garantes de la impunidad, los funcionarias, que no realizan su trabajo, con voces desgarradas y asombradas, por lo acontecido.

La verdad, es que cada día estamos peor, podrán ir contra este pibe, y contra otros más, pero si continuamos ocupándonos de las consecuencias y no enfrentamos las verdaderas causas de vulneración social, entonces cada día serán más comunes estas imágenes o vídeos de linchamientos, y nadie detendrá la violencia, e indefectiblemente estaremos  frente al todos contra todos, una triste y posible realidad…


Quizás será hora, de frenar este círculo vicioso.



El Gauchito Gil




Antonio Mamerto Gil Nuñez, más conocido como "El Gauchito Gil" o como "Curuzú Gil" (del guaraní curuzú=cruz) es quizás uno de los más importantes representantes de lo que Marta De Paris denomina Santoral Profano Correntino (1988). Desde hace más de cien años tiene vigencia en su provincia, pero en los últimos años ha trascendido primero al litoral en especial Misiones y Formosa y luego al resto del país. Comprobamos la existencia de lugares de culto desde Salta a Ushuaia.

La Historia

Existen diferentes versiones acerca de la época y el motivo de su muerte. Se sabe que fue durante el siglo XIX, algunos sitúan estos hechos en 1890, para otros ocurrieron entre 1840 y 1848. Todos coinciden que su muerte aconteció el 8 de enero, que ocurrió en medio de las constantes luchas fratricidas entre los Liberales (o Celestes) y los Autonomistas (o Colorados), que el Gauchito era inocente y que fue muerto injustamente.
Era oriundo de la zona de Pay-Ubre, hoy Mercedes, Corrientes. Había sido tomado prisionero por el Coronel Zalazar acusado injustamente de desertor y cobarde. Fue trasladado a Mercedes y de allí sería enviado a Goya donde se encontraban los tribunales. Era sabido que los prisioneros que tenían ese destino jamás llegaban a Goya, siempre "habían intentado escapar en el camino, se producía un tiroteo y el preso irremediablemente moría". El pueblo se entera de la prisión de Gil y se moviliza buscando apoyo en el Coronel Velázquez, quien junta una serie de firmas y se presenta ante Zalazar para interceder. Este hace una nota dejando al Gauchito en libertad que fue remitida a Mercedes pero ya había sido llevado hacia los tribunales.

Estampa del Gauchito Gil

Estampita con oración al Gauchito Gil
La tropa integrada por el prisionero, un sargento y tres soldados se detiene en un cruce de caminos. El Gauchito sabía que lo iban a ajusticiar y le dice al sargento: "no me matés porque la orden de perdón viene en camino" a lo que el soldado replica "De esta no te salvás". Antonio Gil le responde que sabía que finalmente lo iban a degollar pero que cuando el regresara a Mercedes le iban a informar que su hijo se estaba muriendo y como él iba a derramar sangre inocente que lo invocara para que él intercediera ante Dios por la vida de su hijo. Era sabido que la sangre de inocentes servía para hacer milagros. El sargento se burló y lo ejecutó.
Con respecto a la forma de morir existen varias versiones:
1) Lo ataron a un poste o un árbol y le dispararon con armas de fuego pero ninguna de esas balas entró en el cuerpo ya que la creencia popular dice que quien lleva el amuleto de San la Muerte no le entran las balas y se supone que el Gauchito era devoto del "Santito". Entonces el sargento ordenó que le colgaran de los pies y allí lo degolló.
2) Murió luego de varios intentos de disparos con armas, porque una bala finalmente entró en el corazón.
3) Fue colgado de un algarrobo, cabeza abajo y luego degollado, porque tenía el poder de hipnotizar a las personas "con sólo mirarlas a los ojos".
La partida volvió a Mercedes y allí el sargento se entera del perdón y, recordando las últimas palabras del Gauchito, se dirigió a su casa donde entera que su pequeño hijo está muy grave, con fiebre altísima y el médico lo había desahuciado. Entonces se arrodilla y le pide al Gauchito que interceda ante Dios para salvar la vida de su hijo. Al llegar la madrugada el milagro se había hecho y el niño se había salvado. Entonces el sargento construyó con sus propias manos una cruz con ramas de ñandubay, la cargó sobre sus hombres y la llevó al lugar donde había matado al gauchito. Colocó la cruz, pidió perdón y agradeció.
La cruz dio el nombre al cruce de caminos y, con el transcurso del tiempo, se convirtió en un lugar de peregrinación.
Santuario al gauchito gil en tafi del valle

Santuario al Gauchito Gil en Tafí del Valle

Leyendas sobre el Gauchito Gil

Se cuentan dos historias acerca del paraje donde se levantó el santuario y del deseo del Gauchito de seguir permaneciendo en ese lugar:
1) Con los años era tanta la cantidad de promesantes que iban a visitar al santo y le encendían velas, que el dueño de la estancia sintió temor que le incendiaran el campo y hace llevar el cuerpo al cementerio local. Dicen que este estanciero era un hombre rico, con una familia sana y bien constituida. Pero desde el momento que decide sacar de allí el oratorio comenzó a tener problemas económicos, muere uno de sus hijos de una extraña enfermedad, la hacienda se enferma y los campos se iban secando. Él mismo cae en cama y los médicos no aciertan con el diagnóstico. Un día una mujer que habían llamado para que lo curara le dice que iba a mejorar cuando volviera a traer el oratorio del Gauchito a su lugar. El estanciero construyó un mausoleo junto con una cruz tallada en fina madera en el sitio donde murió y cedió además un amplio espacio. A partir de ese momento todo mejoró para el dueño del campo. El Gauchito siguió enterrado en el cementerio local pero el lugar de su muerte se convirtió en centro de culto.
2) Algunos hechos sorprendentes comenzaron a suceder cuando se asfaltaba la ruta y los ingenieros decidieron que lo más práctico era trazar una línea recta para acortar distancias a pesar que ésta pasaría por encima del oratorio del Gauchito, y por lo tanto, era necesario moverlo.
Los operarios dijeron que "no era bueno pasar por arriba de tierra sagrada para los correntinos" pero los empresarios ignoraron esa advertencia. Muchos peones se negaron a cumplir la orden y renunciaron. Cuando estaban cerca de la zona en cuestión las máquinas se negaban a avanzar, ni los operarios, ni los mecánicos ni los jefes lograban ponerla en funcionamiento si la dirección era hacia el santuario. Los operarios comenzaron a desertar porque pensaban que todo era obra del Gauchito que se negaba a que lo sacaran de ese lugar. Ante tantas dificultades deciden respetar el recodo y que el camino haga una curva. Se respeta así el Oratorio y los ingenieros piden perdón y protección para la obra.

La imagen del Gauchito Gil

Para algunos era un cuatrero, un gaucho alzado, un fugitivo al que le cargaban todos los hechos delictivos sin resolver. Para otros era "Robin Hood", les robaba a los ricos (en especial a los que se aprovechaban de los paisanos) y les daba a los pobres y ayudaba a quien lo necesitara. Era un gaucho justiciero. Hacía lo que muchos no se atrevían a hacer. Era un vengador de sus desgracias.

El culto al Gauchito Gil. Santuarios principales

El Santuario principal se encuentra en el cruce de las rutas Nº 123 y 119, a 8 km de la ciudad de Mercedes (antigua Pay-Ubre). Desde lejos se observa el centenar de tacuaras con banderas rojas, el mausoleo con las placas de agradecimiento y una enorme cantidad de ofrendas similares a lo que ocurre en el santuario de Vallecito de la Difunta Correa: muletas, vestidos de novia, juguetes, casas hechas en miniatura, autitos. Estampitas del santo con los pedidos escritos detrás o con expresiones de agradecimiento.


El color rojo es el distintivo del Gauchito Gil que se manifiesta en velas y fundamentalmente en cintas con el pedido o agradecimiento escrito. Es costumbre dejar una cinta atada a las miles de cintas que hay, y se retirar otra ya "bendecida" por el santo que se coloca en la muñeca, en el espejo del auto o en algún lugar privilegiado de la casa para que proteja o ayude.

Leyenda
Varios días antes del 8 de enero, fecha del aniversario de su muerte, comienza a congregarse la gente y pasar la noche en carpas. Se improvisan negocios, bailantas la compás del chamamé, kioscos que venden bebidas y recuerdos. Los jinetes se acercan llevando banderas y estandartes en tacuaras para dejar en el lugar, que también se cubre de flores rojas. El cura de Mercedes oficia una Misa por el alma del Gauchito. En el terreno donado por el estanciero se construyó un tinglado donde se acumulan las ofrendas, sitios para encender velas y edificios con baños, duchas, bares y otras comodidades para aquellos que se acercan a orar.



Los otros santuarios del Gauchito Gil se levantan principalmente en el litoral aunque su culto se va extendiendo paulatinamente al resto del país como lo certifican los oratorios que existe en los Valles Calchaquíes, Salta y en Ushuaia, Tierra del Fuego. Sus estampas se reparten en los subtes porteños y se venden en las santerías de Buenos Aires y en los negocios de Luján junto a la Virgen. También se agrega su imagen como ofrenda en los santuarios de otros santos populares como la Difunta Correa. Las cintas rojas con su nombre y el pedido de protección para quien la posea, cuelgan de los espejos de cientos automóviles y son atadas en lugares visibles de los comercios.
Los lugares elegidos son los cruces de caminos, donde se atan en la rama de un árbol o en una tacuara clavada en tierra las cintas rojas. Son lugares de parada obligada de todo viajante. Los ómnibus y los caminantes se detienen un momento a saludar al Gauchito. En la provincia de Formosa, donde existen oratorios muy próximos, los automovilistas tocan su bocina al pasar. Si esto no se hiciese no contaría con la protección del santo en el resto del viaje y podría ocurrirle una desgracia.

Santuario gauchito Gil

Santuario al gauchito Gil en el interior de una vivienda de Curuzú Cuatia (Corrientes, Argentina)
El límite de lo que se le pide al Gauchito lo pone la persona que solicita: salud, dinero, trabajo, amor, en casos que se necesite valor para enfrentar una situación y fundamentalmente protección a los viajeros.

                     Dos gauchos que atraen la veneración popular. 


La imaginación de los argentinos ha consagrado a una legión de gauchos aventureros entre los santos paganos más venerados del país. En el Litoral sobresale el Gauchito Gil, una leyenda correntina.

Cualquier momento es bueno para visitar al Gauchito, la cumbre de cuya devoción se alcanza el 8 de enero, cuando la ciudad de Mercedes recibe a más de 100.000 personas que marchan al santuario, erigido a 8 kilómetros del centro urbano, con la fuerza de los años y la gracia del chamamé.
Miles de placas de agradecimiento son testimonio de la adhesión de vecinos y visitantes lejanos, que se trasladan anualmente al santuario popular.
Hace doce años que Catalina Feliciana González viaja desde Merlo. En su casa tiene pintado un mural del Gauchito y guarda en secreto una relación que se consolida en cada visita.
Elida Avelano tiene 71 años y desde 1947 visita al Gauchito. Hoy recuerda que, antes de construirse la ruta, el santuario se encontraba en pleno monte y la gente llegaba en carreta. Ella es creyente y le reza diariamente a Dios y a María. Pero siempre agrega una frase en sus oraciones para el Gauchito Gil.
"El Gauchito sigue haciendo su obra, aun después de muerto, porque los que trabajamos acá somos todos desocupados", dijo Ofelia de Pardo, vendedora de esculturas y estampitas que incluyen las figuras de la Virgen María y la del santito en la cruz.
Desertor del ejército, el gaucho Antonio Gil era una sombra rebelde que bajaba de los montes para robarles a los ricos y darles a los pobres. Un Robin Hood criollo que, a fuerza de hazañas, se ganó la admiración de la gente de sus pagos.
El campesino fue ultimado en 1878 por fuerzas policiales, pero con el tiempo regresó de las tinieblas en la devoción popular que le ofrendan los correntinos.
El centro del santuario es un simple tinglado de chapa que protege la tumba del difunto, una leve estructura de piedra cubierta de placas que traen los visitantes.
Los negocios del paraje tienen a la vista pelotas de fútbol, cámaras de fotos, radios, facones, mates, bombillas, chorizos, estampitas. Todo dispuesto en amable confusión religiosa que presenta con idéntica cortesía los recuerdos del gaucho santo y los bienes de consumo cotidiano.


Casi lo mismo

El pañuelo y el chiripá son las prendas que viste el correntino en las imágenes consagradas por la piedad popular.
Los fieles encienden velas y tocan la tumba antes de tomar asiento en largos bancos de madera que dan al tinglado un aire de iglesia rural. Cada cual sigue sus oraciones particulares como le viene en gana. Rezan, piden, lloran, ríen. No es raro ver músicos que, bajando de un micro, regalen canciones al santo de sus amores.
Como el conjunto Los Criollos de Salada, formado en 1987 por los hermanos Rodríguez, que siempre se hacen un tiempo en sus giras para viajar a Mercedes y pedirle protección.
Y hay más regalos de quienes vieron sus deseos hacerse realidad. Saben que allá arriba el Gauchito los escuchó. Los deportistas ganadores entregan sus trofeos; los músicos afortunados ceden sus guitarras; los que cambian el auto dejan patentes viejas. Nadie olvida devolver la gracia generosa concedida por voluntad del Gauchito.
A cientos de kilómetros del reino espiritual del gaucho pagano, en los campos de Buenos Aires, se cultiva la devoción a un estanciero del siglo pasado que supo tener seguidores en vida.
Su nombre era Pancho Sierra, estanciero de diversos talentos, entre ellos, la clarividencia y la sanación. Mateando con su hermano en la placidez de su estancia, Pancho no sólo anticipaba la llegada de un paisano en apuros, con un dolor apremiante o un mal incurable, sino que hasta lo sanaba aun antes de que bajara del caballo para explicarle su drama.
El que venía enfermo se iba curado. Era la regla que se cumplía entonces, como se cumple ahora, según los feligreses que responden a su culto. Además de arreglar la salud, Pancho confiere los milagros habituales entre los santos de su raza: consigue novios, cambia autos, compra casas, aprueba exámenes. Si es necesario detiene la lluvia.

Sobre el Gauchito Gil

Nos cuenta Félix Coluccio que el gaucho Antonio Mamerto Gil Núñez, o Antonio Gil, o

Gauchito Gil...
Curuzú Gil tenía a mediados del siglo pasado, una banda que “despojaba de dinero a los ricos para dárselo a los pobres”. La denominación “curuzú” significa cruz.
Se cree que nació en el departamento correntino de Mercedes (antes denominado Pay Ubre), en cuyo cementerio se encuentra su cuerpo; murió un 8 de enero de 1878.

Su mayor trascendencia transcurrió entre 1840 y 1860, época de caudillos y montoneras. Su vida está envuelta en mil enredos, se dice que fue peón explotado que se volvió matrero, también que actuó en la Guerra del Paraguay bajo las órdenes del General Madariaga, y que fue ejecutado por desertor.
Según contaba doña Anabel Miraflores, su madre Estrella Díaz de Miraflores, una rica estanciera, tuvo amoríos con Gil, y a la vez era pretendida por el comisario del pago. Esta situación, más el odio que le tenían los hermanos de la estanciera, hizo que el Curuzú huyera de Pay Ubre y se fuera a alistarse en la Guerra del Paraguay.

Los federales litoraleños, después de la caída de Rosas, se dividieron en Rojos (tradicionales de la divisa punzó o autonomistas) y Celestes (liberales), según cuentan las historias, Gil fue reclutado por los celestes del coronel Juan de la Cruz Salazar, y como el gauchito era netamente colorado, aprovechó un descuido y se dio a la fuga con el mestizo Ramiro Pardo y el criollo Francisco Gonçalvez; compañeros a los que el derrotero convirtió en cuatreros famosos. Sus compinches fueron muertos a tiros de trabuco y el gaucho fue detenido y llevado a Goya. A pesar de la intercesión del Coronel Velázquez, en el camino, fue colgado cabeza abajo desde un algarrobo (en camino a Goya, a unos 8 kilómetros de Mercedes) y degollado. Aparentemente fue colgado de esa forma para evitar los supuestos poderes hipnóticos que tenía y para que no influyera el payé de San la Muerte que tenía colgado al cuello.


Su primer acto milagroso sucedió momentos antes de su muerte. El dijo a su futuro verdugo que una vez que le diera muerte, iba a ir a su casa y encontraría a su hijo muy enfermo, pero que si lo invocaba, sanaría. Una vez decapitado, el comandante llevó la cabeza en sus alforjas a Goya, y el verdugo no dejó el cuerpo a las alimañas, dándole sepultura. Este mismo sargento-verdugo al llegar a su casa vió que sucedía lo que dijo el gauchito, entonces, volvió al lugar de la ejecución y puso una cruz de espinillo (algunos dicen que de ñandubay); al poco tiempo la gente comenzó a visitar el algarrobo y la tumba, dejando ex-votos y velas encendidas.

Los dueños del campo, de apellido Speroni, al ver el peligro que significaban las velas encendidas en el campo, hicieron trasladar la tumba al cementerio de Mercedes… pero al poco tiempo cayó gravemente enfermo con un mal que degeneró en locura, los médicos lo desahuciaron y él, en un momento de lucidez, prometió que si el gauchito lo sacaba de la cruel y desconocida enfermedad, le haría un monumento fúnebre… al momento curó y edificó un pequeño santuario de piedra que aún hoy se puede observar… de allí en más fueron varios lo milagros del gaucho y su culto se expandió por gran parte del territorio argentino. Actualmente compite cabeza a cabeza con otra creencia popular de magnitud: la Difunta Correa.




Tema al Gauchito Gil



La fe se viste de rojo
el ocho de enero:
pañuelo, bandera, vinchas,
en todo el pueblo;
ofrendas para el Gauchito
de los milagros.
Toda la gente
le está rezando
y un acordeón
le está tocando
este cumbión.

Para el niño enfermo,
el desamparado;
para que el abuelo,
que queda olvidado;
por el que trabaja,
el desocupado;
por el que padece,
por el inundado.
Gauchito Gil,
escuchamé;
lo que te pido
concedemé.
Gauchito Gil,
te juro que
para agradecerte
yo volveré.
¡Para vos, Gauchito Gil!
¡Te pido salud, paz y trabajo ¡para toda mi gente!
Para el niño enfermo,
el desamparado;
para que el abuelo,
que queda olvidado;
por el que trabaja,
el desocupado;
por el que padece,
por el inundado.
Gauchito Gil,
escuchamé;
lo que te pido
concedemé.
Gauchito Gil,
te juro que
para agradecerte
yo volveré.