El curioso símbolo de la primera protesta anti Donald Trump.
Tras el nombre de “Pussyhat project”, cientos de miles de
mujeres lucirán la prenda de lana durante la marcha masiva en Washington en
contra del nuevo presidente. La historia detrás de la iniciativa que traspasó
las fronteras de Estados Unidos.
Uno de los afiches de “Pussyhat Project”
Las mujeres temen que la nueva presidencia reabra la brecha
de género una vez más. Bajo esa idea, además de los típicos carteles y
pancartas de las movilizaciones masivas, muchas de las participantes lucirán un
llamativo gorro de lana rosa con orejas de gato.
El 24 de noviembre, el mismo Día de Acción de Gracias,
Kirsta Juh -una guionista de Los Ángeles- y Jayna Zweiman -arquitecta
californiana- lanzaron el llamado "Pussyhat Project" para apoyar la
marcha. Desde ese día, la idea no dejó de crecer hasta hoy que se volvió una
causa nacional.
Miles de mujeres contribuyen en la confección de los gorros
Las artífices del proyecto calculan que habrá cerca de 100
mil mujeres que lucirán el gorro y se movilizarán como una gran marea rosa.
"Muchas mujeres no se consideran activistas. Creen que no saben
organizarse", señalaron. Por eso, tanto Juh como Zweiman decidieron
valerse de una estructura consolidada: los clubes de "knitting",
centros donde mujeres se juntan a tejer a lo largo de todo el país.
De ese modo, las mujeres que, por una cuestión de distancia
y dinero no se pudieran acercar a la marcha en Washington, contribuirían con la
confección de los gorros. De hecho, la causa traspasó las fronteras de los
Estados Unidos. Las redes sociales permitieron que mujeres extranjeras también
elaboraran y enviaran su colaboración.
Por caso, Anja Liseth, de 41 años, que vive en Bergen,
Noruega, mostró su adhesión: "Siento que mi contribución es importante, y
que desde que he tejido estos gorros, una parte de mí está allí en la
manifestación".
Se esperan cerca de 100 mil mujeres con los gorros en la
marcha
"¿Cómo puedo mostrar visualmente lo que está
pasando?", se preguntó a sí misma la guionista Juh cuando pergeñó la idea.
El color rosa busca ser una representación visual de la infelicidad de muchas
mujeres con la nueva presidencia de Trump. Los gorros, además cuentan orejas de
gato, lo cual es una referencia a los comentarios vulgares del nuevo presidente
hacia las mujeres filtrados en los últimos videos.
Más allá de la adhesión casi unánime, se alzaron algunas
voces femeninas de oposición a los "pussyhats". Entre ellas, Petula
Dvorak, columnista del Washington Post, escribió: "Me asusta un poco toda
esta bien intencionada iniciativa. La cursilería del poder femenino que podría
convertir esto en más Lilith Fair (festival musical) que en Lilly Ledbetter
(reconocida activista). Esto es algo muy serio".
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