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A 45 años del Cordobazo...

A 45 años del Cordobazo, hacer de cada universidad, fábrica y barrio, una fortaleza

A 45 años del Cordobazo, hacer de cada universidad, fábrica y barrio, una fortaleza
Por Lautaro Armani*. Uno de los levantamientos en régimen dictatorial más fuerte de nuestro país, el Cordobazo de 1969 gestó entre obreros y estudiantes la unión del campo popular. Un nuevo aniversario reescribe sus postulados.

Los atropellos, la opresión, el desconocimiento de un sin números de derechos.
Se paraliza totalmente la ciudad. Nadie trabaja. Todos protestan. El gobierno reprime.
Paro general de 36 horas, estallido popular, la rebeldía contra tanta injusticia, contra los asesinatos, contra los atropellos. La policía retrocede. Nadie controla la situación.
Es el pueblo. Son las bases sindicales y estudiantes que luchan enardecidas. Es el apoyo total de la población. Es la toma de conciencia contra tantas prohibiciones. Nada de tutelas ni de usurpadores del poder. Esta magnífica capacidad de síntesis es de Agustín Tosco.

Lo que conocemos como Cordobazo tiene una potencia tal que lo sitúa como un acontecimiento con todas las letras. Todas las fuerzas de la estructura se conjugan y conjuran para negar la existencia de lo sucedido, que se presenta como estructuralmente imposible. El acontecimiento es la posibilidad efectiva de ese imposible estructural. Lo que antes no pasaba, ahora pasa. El Gringo Tosco lo llamó "hecho de real trascendencia histórica". Un pueblo busca liberarse para construir una vida mejor, porque sabe que puede vivirla. Hablan voces inauditas. Ya no es un imposible estructural.
29 de mayo de 1969. Ciudad de Córdoba. Columnas y columnas de trabajadores salen de las principales fábricas movilizadas en contra de las políticas de represión y ajuste económico de la dictadura de Onganía.
Un decreto nacional quería eliminar el "sábado inglés", lo que implicaba un recorte del diez por ciento en los salarios. Al mismo tiempo, los empresarios pedían, para reducir costos laborales, que se anularan las "quitas zonales", un plus que cobraban los trabajadores de fábricas ubicadas en zonas periféricas. Pero lejos están de ser estos los únicos motivos del estallido.
A las once empezó el paro. En las fábricas, los dirigentes ni siquiera tuvieron que convocar a los trabajadores. Todos se fueron encolumnando detrás de los carteles. El silencio estaba a punto de romperse. Se iban desplegando cartelones de vereda a vereda, donde se leían los nombres de las distintas agrupaciones. A la cabeza de la columna, un cartel enorme que decía "Paro Activo". A su paso, las filas se iban engrosando. La gente salía de todos lados.
Los que no salían a la calle estaban en los balcones y los techos para ver qué pasaba. No era cualquier día, y eso estaba claro. Centenares de estudiantes universitarios se concentran en el barrio Clínicas a la espera de las columnas trabajadoras.
-¡Obreros y estudiantes / unidos adelante!
Toman las calles.

Sabemos cómo sigue. La policía hace lo que su función prescribe: reprime. Balas, gases y muertos. Con la diferencia de que esta vez enfrente encuentran la dignidad de un pueblo. Pasado el mediodía, los motoqueros cual chasquis, llevan la noticia de la muerte de un compañero. Era Máximo Mena del Sindicato de Mecánicos. Lo que consiguen es enardecer aún más al pueblo sublevado, que contesta con más piedras, molotovs y barricadas. Los policías empezaron a retroceder.
-¿Cómo decís Gringo? No te oigo bien.
- Esto es increíble, no puede ser. Acá la gente salió por las suyas, acá se murieron los dirigentes... ¡Acá ya nadie dirige nada, es increíble!

La policía del gobierno había perdido la ciudad. Consecutivamente, el gobernador pide ayuda al Ministerio del Interior de Nación. Llega el momento para que el ejército entre en acción. Entre la retirada policial y la llegada del ejército separan varias horas de control popular. Con los primeros contingentes del ejército, la consigna es repliegue y resistir hasta donde se pueda.
-¡Entren a las casas!
-¡Suban a los techos!
-¡Se viene el ejército, carajo!

Días después, el general Sánchez Lahoz diría: "Me pareció ser el jefe de un ejército británico durante las invasiones inglesas. La gente tiraba de todo desde sus balcones y azoteas..."
Una verdadera insurrección popular. Lo que parece comenzar como un reclamo corporativo, nunca lo fue. El accionar del movimiento obrero se presenta como la voluntad organizada del pueblo, recogiendo las aspiraciones legítimas de otros sectores. Obreros, casi la totalidad de las agrupaciones estudiantiles, organizaciones políticas, conjuntamente con un sinnúmero de marchas vecinales y protestas callejeras ciudadanas de todo tipo confluyeron y afirmaron en su práctica que el pueblo es el único protagonista de su destino.

La batalla deja como saldo decenas de muertos y centenares de detenidos. El Programa del 1° de Mayo de la CGT de los Argentinos anacrónicamente agregaría: "Pero nada nos habrá de detener, ni la cárcel ni la muerte. Porque no se puede encarcelar y matar a todo el pueblo y porque la inmensa mayoría sabe que sólo el pueblo salvará al pueblo."
La efeméride siempre nos lleva al mismo interrogante: ¿Por qué recuperar la fecha? ¿Qué lectura es posible hacer desde el presente que lo incluya a éste? En la medida en que el pueblo se define por su pasado en común, en la historia va a estar el reservorio de las potencias. Walsh decía que las clases dominantes se esforzaron siempre porque los trabajadores no tengan historia, no tengan héroes ni mártires. Así, cada lucha debe empezar de nuevo, separada de las luchas anteriores. La experiencia colectiva se pierde, las lecciones se olvidan.
Acontecimientos como el Cordobazo, y la recuperación por nosotros, tal vez haga posible que se quiebre el círculo.

*Integrante de Alegre Rebeldía.

Catastrófico calentamiento global


Por Jorge Espinoza Morales



La profunda preocupación por los efectos del calentamiento global ha promovido muchas acciones, entre ellas el Protocolo de Kioto sobre el cambio climático (11/12/97), un acuerdo internacional para reducir las emisiones de seis gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global (entre ellos el más nocivo el dióxido de carbono CO2) en el período 2008-2012, en un promedio de al menos 5% (unos países y otros menos), con relación a las emisiones de 1990. Entró en vigor el 16/02/06. En noviembre de 2009 fue ratificado por 187 países, pero no lo hizo Estados Unidos. El protocolo no fue cumplido. El segundo período de vigencia de este protocolo desde el 01/01/13 hasta el 31/12/20 fue ratificado, pero Estados Unidos, Japón, Rusia y Canadá decidieron no respaldar la prórroga.

A la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático (Copenhague, 7 al 18/12/09), que preparó futuros objetivos para reemplazar a los de Kioto que terminó el 2012, asistieron 34.000 personas de 192 países. El acuerdo fue tomado por cuatro países emergentes (China, India, Brasil y Sudáfrica) y Estados Unidos y aceptado posteriormente por la Unión Europea. El objetivo fundamental fue la fijación de tasas de descarbonización, de manera que el aumento de temperatura hasta 2050 se limite a 2oC con relación a 1990, para evitar disrupciones graves en el sistema climático del planeta.



Causa principal del calentamiento

La causa principal para el calentamiento global es la incontrolada emisión a la atmósfera de dióxido de carbono, producido por la combustión de combustibles fósiles utilizados para la generación de energía eléctrica y para el accionamiento de automóviles y maquinarias.

El alarmante incremento de la población mundial en millones (M) de habitantes (1.000 M en 1804, 2.000 M en 1927, 3.000 M en 1959, 4.000 M en 1974, 5.000 M en 1987, 6.000 M en 1999 y 7.000 M en 2011) y el mejoramiento del nivel de vida, especialmente en los países en desarrollo de Asia y Medio Oriente, hicieron que el consumo de energía eléctrica fuera aumentando sostenidamente (entre 1999 y 2009 creció en promedio anual 3,3% subiendo en 2009 a 17.764 Terawatts-hora). Se estima que para el 2015 el 60% de la generación de energía eléctrica provendrá de combustibles fósiles (carbón 35%, gas natural 21% y petróleo 4%), el 27% de las energías renovables y el 13% de la energía nuclear, totalizando 23.961 Tw-h. Para el 2035 el 58% provendría de combustibles fósiles, el 29% de energías renovables y el 13% de la energía nuclear totalizando 37.787 Tw-h, vale decir se utilizarán más combustibles fósiles, incrementándose el calentamiento global.

Además como los requerimientos de transporte también han crecido significativamente y la mayor parte del mismo depende de los combustibles fósiles, cuyo reemplazo es muy lento, habrá también un incremento en la utilización del petróleo y del gas natural y de la emisión de CO2. Se estima que en 2010 existían 1.015 millones de automóviles en el mundo.

La combustión de una tonelada de gas natural, gasolina, diesel y carbón producen 2,75 (1,00), 3,09 (1,12), 3,11 (1,13) y 3,67 (1,33) toneladas de CO2 respectivamente, de modo que el gas natural no es tan limpio como se cree; pues el mayor contaminante, el carbón, produce un 33% más de CO2 que el gas natural.

Los millones de vehículos y las miles de plantas geotérmicas, para abastecer de energía eléctrica a la creciente industria mundial provocaron que Brasil, Rusia, India y China (BRIC) en 2011 echen a la atmósfera 12.934 millones de toneladas (M tons), de los que China, el mayor contaminador arrojó 8.979 M tons (entre 2010 y 2011 descarbonizó solo -1,4%, por lo que entre 2012 y 2050 debería hacerlo en -6,4%).

Estados Unidos, 15 países de la Unión Europea, Japón y Reino Unido echaron a la atmósfera 11.112 M tons CO2, de los que Estados Unidos el segundo contaminador contribuyó con 6.017 M tons (entre 2010 y 2011 descarbonizó en -2,1% por lo que entre 2012 y 2050 debería hacerlo en -5,2%). Para que hasta 2050 la temperatura suba en solo 2oC, la tasa mundial anual de descarbonización entre 2012 y 2050 debería ser de -5,1%, mientras que entre 2000 y 2011 la tasa real fue de apenas -0,8%. En 2011 la mayor contaminación por habitante correspondió a Estados Unidos con 19,2 M tons CO2, seguido de China con 6,7 M tons CO2.

Como se aprecia, dada la creciente industrialización y la reticencia de los países industrializados a disminuir sus emanaciones, el cumplimiento de las tasas de descarbonización se ve muy difícil; las consecuencias que ya las estamos sintiendo, continuarán agravándose.



Algunos efectos

Debido al calentamiento global, hacia 2050 América Latina podría perder el 50% de sus tierras agrícolas. Antes del año 2080 hasta 3.200 millones de seres humanos estarían expuestos a una severa escasez de agua y 600 millones al hambre debido a las sequías, la degradación y la salinización del suelo. El cambio climático impactará la productividad y rentabilidad de la agricultura, salud, pesca y demanda de energía y pondrá en peligro la supervivencia de algunos países. Destruiría ecosistemas como la selva amazónica Uno de los más ricos del mundo) que anualmente absorbe cerca de 1.500 M tons de CO2.

Si la temperatura aumenta más de 2 o 3 grados con relación a 1990, entonces habrá impactos negativos en todas las regiones del mundo, lo que conllevará la extinción de entre 20% y 30% de las especies animales y vegetales. Además no existe ninguna garantía de que la adaptación a un mundo 4°C más caliente (el doble de la cifra oficialmente aceptada como zona de peligro) sea posible. Lo peor, aun doblando la presente tasa de descarbonización, a fines del siglo la temperatura subiría en 6ºC.

El aumento del derretimiento del hielo ártico causará un incremento del nivel del mar (el área derretida en el ártico aumenta cerca de 17.000 km cuadrados cada año), lo que amenazaría a numerosas ciudades costeras (Nueva York, Miami, Buenos Aires etc.), obligando a cientos de millones de personas a abandonar sus hogares, buscando lugares más altos, otras hacia los extremos norte o sur, o al menos donde haya agua. Las industrias buscarían lugares más fríos. La degradación continua de cinturones de manglares y arrecifes de coral tendrá consecuencias negativas para la pesca, que se reducirá en los grandes mares.

El derretimiento de los glaciares causará una escasez de agua en algunas de las regiones más pobladas de la Tierra. En Bolivia Chacaltaya prácticamente ha desaparecido y los volúmenes del Illimani, Mururata etc. están disminuyendo notablemente y sus efectos ya se dejan sentir. En el país el clima ha cambiado notablemente; en las zonas secas se incrementó la sequía y en las zonas lluviosas las inundaciones son cada vez más fuertes, anegando las viviendas de decenas de miles de familias, inutilizando en muchos casos viviendas y enseres, provocando enfermedades y muertes y destruyendo tramos camineros y grandes áreas de cultivo.

La acidificación del océano o descenso en el grado del pH de los océanos de la tierra, causado por la toma de dióxido de carbono desde la atmósfera, puede ocasionar daños como la destrucción de arrecifes de coral.

En el caso específico de dos ciudades latinoamericanas, se estima que en Santiago para 2071 a 2100 la temperatura subiría de 3 a 4oC, mientras que las lluvias entre marzo y mayo serían 40 a 60% menores; horrible panorama de calor y falta de agua. En cambio en Buenos Aires sobrará agua porque las la precipitación pluvial aumenta 49 milímetros por década.

Lamentablemente existe una estrecha correlación entre los sistemas energéticos e hídricos. Se necesita agua para la generación de energía hidroeléctrica, para la refrigeración y otros fines en las centrales térmicas y para la extracción y procesamiento de combustibles. A la inversa, el agua necesita de energía eléctrica para su extracción, tratamiento y transporte.
Expertos estiman que antes del 2080 hasta 3.200 millones de seres humanos estarán expuestos a una severa escasez de agua y 600 millones al hambre debido a las sequías, la degradación y la salinización del suelo.


Fuentes de energía alternativas

La generación de energía eléctrica a través de las contaminantes plantas térmicas está siendo parcialmente reemplazada por plantas eólicas y solares, cuyos costos podrían necesitar subsidios y cuyas capacidades están en duda, por lo que las plantas nucleares a las que están apostando muchos países es una alternativa, siempre que se operen y se dispongan sus residuos en forma más segura. Suficientes son las secuelas de los grandes accidentes nucleares de escala 7 ocurridos en Chernóbil (Ucrania, 1986), Fukushima (Japón, 2011), aparte de otros de menor escala.

Por el momento la mejor alternativa para reemplazar a los combustibles fósiles en el accionamiento de automóviles, por lo menos los más livianos, es la utilización de baterías de litio, que aunque mejoraron su rendimiento, todavía requieren mejorar mucho más para masificar su consumo. En el futuro el uso del hidrógeno puede ser una posibilidad.

Conclusión

Los pésimos resultados de los intentos de alcanzar las tasas fijadas de descarbonización mueven al pesimismo. La situación es clara: en la misma medida en que el hombre continúe la agresión al equilibrio medioambiental, la naturaleza a través de catástrofes restituirá dicho equilibrio, como ya empezó a hacerlo y nosotros a sentirlo.




"La cigarra y la hormiga... otras disquisiciones "


por María Amelia Irastorza

La realidad sociopolítica argentina está muy bien representada en la fábula de “La cigarra y la hormiga”. Allí, la hormiga -mientras trabaja incansablemente durante el verano para guardar para el invierno-  sufre la burla y las críticas de la cigarra quien aprovecha el buen tiempo para disfrutar. Pero el verano llega a su fin...

...“Cantó la cigarra durante todo el verano, retozó y descansó, y se ufanó de su arte, y al llegar el invierno se encontró sin nada: ni una mosca, ni un gusano.
Fue entonces a llorar su hambre a la hormiga vecina, pidiéndole que le prestara de su grano hasta la llegada de la próxima estación.

Mas la hormiga le preguntó a la cigarra:
- ¿Qué hacías tú cuando el tiempo era cálido y bello?
- Cantaba noche y día libremente -- respondió la despreocupada cigarra.
- ¿Conque cantabas? ¡Me gusta tu frescura! Pues entonces ponte ahora a bailar, amiga mía.”
Jean de la Fontaine

En estos tiempos difíciles en los que el derroche y la imprevisibilidad de los gobernantes se hace visible, rodeados de estadísticas inventadas para que “los números cierren”, agobiados por impuestos y por el desparpajo con el que los “elegidos por el Pueblo” regalan el dinero que no les pertenece a aquellos que los aplauden, surge la tentación de expresiones como: “¡te lo dije!”
En épocas de “vacas gordas”, hay quienes ven las cosas con anticipación y saben que lo que ocurre es desacertado, aún cuando quienes los rodean los tratan de locos, los silban.  Y a pesar de ello, estos “impopulares” son los que generalmente terminan pagando las cuentas de quienes no supieron guardar. Sin duda, no es fácil objetar cuando la marea va hacia el lado contrario. 
Se necesita valentía para compensar la sordera de los tontos y el oportunismo de los vivos, por lo que la única posibilidad es confiar en que el tiempo dirá….

Y como el derroche no puede durar para siempre, cuando madura la crisis, seguramente los buenos ciudadanos intentan recoger los platos rotos y salen a organizar ollas populares para los que recibían subsidios para que se manifestaran pero no trabajaran. Mientras tanto, los académicos que explicaban los modelos sagrados y los dirigentes populares que saludaban desde las tarimas y, de ser posible, desde los balcones, hacen un prudente silencio o bien echan la culpa hacia otro lado, a la espera de que el sol vuelva a calentar y ellos puedan tomar el avión de regreso. La vida está llena de oportunidades.
No es fácil seguir levantándose temprano mientras otros sólo trabajan desde una foto; seguir cosechando sabiendo que el 80% se lo llevará el Estado, o, mejor dicho, los “okupas” del Estado. Y, probablemente, todo esto se vuelve más insoportable cuando estos veraneantes (estas verdaderas cigarras) demonizan a quien, inevitablemente, paga el precio de la fiesta.

Y aunque nos enseñaron que está mal sentir rencor, resulta tentador no invitar a estos charlatanes de feria a que, ya que somos tan imprescindibles y malignos, prescindan del agro y se animen a ALIMENTAR al amado pueblo mediante bicicletas financieras, estampillas de correo con los logros del Gobierno, y remeras de la juventud maravillosa. La verdad es que si me preguntan con quien me quedaría en una isla desierta elegiría un agricultor, y no a un dirigente nacional y popular.
Pero, claro, mientras que en Australia hay calcomanías que rezan “Agradezca a un agricultor por su próxima comida”, en nuestro país parece ser que los agricultores son desestabilizadores y golpistas, aunque ya no sé bien qué significan estos términos porque también nos han reinventado el lenguaje para vaciarlo de sentido –igual que a los bolsillos.
Se han cansado de robar.
Han logrado tergiversar las palabras.
Han mentido con las estadísticas.
Han generado división y discordia.
Han propiciado la vagancia.
Aún así, lo único que pareciera estar mal es decir esto en voz alta.
Sin embargo, poco bien nos hace pensarnos como víctimas, ya que desde muchas instituciones y desde muchas actitudes personales hemos avalado y propiciado lo que hoy ocurre. Tenemos el mal hábito de rasgarnos las vestiduras… mientras aprovechamos la ocasión e intentamos hacer un “negocito” o lograr algún puesto, algún reconocimiento o, simplemente, alguna foto junto a los amigos del poder. Eso sí, ni hablemos de sentirnos responsables… Cada uno hace lo que le conviene, y así nos va.

Los pueblos tienen los dirigentes que se merecen. Sería infantil decir que el Pueblo es bueno y que vota con buena intención pero luego que los votados son malos.
El Pueblo no es más un conjunto de individuos, muchos de los cuales son tan ventajeros y oportunistas como sus representantes, quienes no llegan a los cargos por casualidad. Tenemos presidentes de instituciones reconocidas que están en su silla a los efectos de hacer negocios personales, rodeados de séquitos de incompetentes que no quieren meterse en problemas y avalan con su actitud los desaguisados que critican. Ni mencionar que, a la hora de quedar bien con el poderoso de turno, organizaciones intermedias, en las que incluyo las sindicales, que deberían ser independientes de lo partidario, se regodean en apoyar públicamente al poderoso de turno. Y, una vez más, así nos va…
Por eso, amigos, como en “la cigarra y la hormiga”, ya que “cantamos y bailamos” durante el verano, ahora que ya pasó... nos toca bailar...
Mucha suerte, para todos y todas.

La hormiga y la cigarra.


La hormiga trabaja a brazo partido todo el verano bajo un calor aplastante. Construye su casa y se aprovisiona de víveres para el invierno. La cigarra piensa que la hormiga es tonta y se pasa el verano riendo, bailando y jugando. Cuando llega el invierno, la hormiga se refugia en su casita donde tiene todo lo que le hace falta hasta la primavera. La cigarra tiritando, sin comida y sin cobijo,..muere de frío
Moralejas:

  • El trabajo y el ahorro son la fuente de riqueza.
  • Nadie se debe preocupar de su futuro, si actua bien en el presente.
  • Quien no trabaja en el presente, no come en el futuro.

¿Democracia o capitalismo?


























Por Boaventura de Sousa Santos *


Al inicio del tercer milenio, las fuerzas de izquierda se debaten entre dos desafíos principales: la relación entre democracia y capitalismo, y el crecimiento económico infinito (capitalista o socialista) como indicador básico de desarrollo y progreso. En estas líneas voy a centrarme en el primer desafío.
Contra lo que el sentido común de los últimos 50 años nos puede hacer pensar, la relación entre democracia y capitalismo siempre fue una relación tensa, incluso de contradicción. Lo fue, ciertamente, en los países periféricos del sistema mundial, en lo que durante mucho tiempo se denominó Tercer Mundo y hoy se designa como Sur global. Pero también en los países centrales o desarrollados la misma tensión y la misma contradicción estuvieron siempre presentes. Basta recordar los largos años de nazismo y fascismo.
Un análisis más detallado de las relaciones entre capitalismo y democracia obligaría a distinguir entre diferentes tipos de capitalismo y su dominio en diferentes períodos y regiones del mundo, y entre diferentes tipos y grados de intensidad de la democracia. En estas líneas concibo al capitalismo bajo su forma general de modo de producción y hago referencia al tipo que ha dominado en las últimas décadas, el capitalismo financiero. En lo que respecta a la democracia, me centro en la democracia representativa tal como fue teorizada por el liberalismo.

El capitalismo sólo se siente seguro si es gobernado por quien tiene capital o se identifica con sus “necesidades”, mientras que la democracia es idealmente el gobierno de las mayorías que no tienen capital ni razones para identificarse con las “necesidades” del capitalismo, sino todo lo contrario. El conflicto es, en el fondo, un conflicto de clases, pues las clases que se identifican con las necesidades del capitalismo (básicamente, la burguesía) son minoritarias en relación con las clases que tienen otros intereses, cuya satisfacción colisiona con las necesidades del capitalismo (clases medias, trabajadores y clases populares en general). Al ser un conflicto de clases, se presenta social y políticamente como un conflicto distributivo: por un lado, la pulsión por la acumulación y la concentración de riqueza por parte de los capitalistas, y, por otro lado, la reivindicación de la redistribución de la riqueza generada en gran parte por los trabajadores y sus familias. La burguesía siempre ha tenido pavor a que las mayorías pobres tomen el poder y ha usado el poder político que le concedieron las revoluciones del siglo XIX para impedir que eso ocurra. Ha concebido a la democracia liberal de modo de garantizar eso mismo a través de medidas que cambiaron con el tiempo, pero mantuvieron su objetivo: restricciones al sufragio, primacía absoluta del derecho de propiedad individual, sistema político y electoral con múltiples válvulas de seguridad, represión violenta de la actividad política fuera de las instituciones, corrupción de los políticos, legalización del lobby... Y siempre que la democracia se mostró disfuncional, se mantuvo abierta la posibilidad del recurso a la dictadura, algo que sucedió muchas veces.
Después de la Segunda Guerra Mundial, muy pocos países tenían democracia, vastas regiones del mundo estaban sometidas al colonialismo europeo, que servía para consolidar el capitalismo euro-norteamericano, Europa estaba devastada por una guerra que había sido provocada por la supremacía alemana, y en el Este se consolidaba el régimen comunista, que aparecía como alternativa al capitalismo y la democracia liberal. En este contexto surgió en la Europa más desarrollada el llamado capitalismo democrático, un sistema de economía política basado en la idea de que, para ser compatible con la democracia, el capitalismo debería ser fuertemente regulado, lo que implicaba la nacionalización de sectores clave de la economía, un sistema tributario progresivo, la imposición de las negociaciones colectivas e incluso, como sucedió en la Alemania Occidental de entonces, la participación de los trabajadores en la gestión de empresas. En el plano científico, Keynes representaba entonces la ortodoxia económica y Hayek, la disidencia. En el plano político, los derechos económicos y sociales (derechos al trabajo, la educación, la salud y la seguridad social, garantizados por el Estado) habían sido el instrumento privilegiado para estabilizar las expectativas de los ciudadanos y para enfrentar las fluctuaciones constantes e imprevisibles de las “señales de los mercados”. Este cambio alteraba los términos del conflicto distributivo, pero no lo eliminaba. Por el contrario, tenía todas las condiciones para instigarlo luego de que se debilitara el crecimiento de las tres décadas siguientes. Y así sucedió.

Desde 1970, los Estados centrales han estado manejando el conflicto entre las exigencias de los ciudadanos y las exigencias del capital mediante el recurso a un conjunto de soluciones que gradualmente fueron dando más poder al capital. Primero fue la inflación (1970-1980); después, la lucha contra la inflación, acompañada del aumento del desempleo y del ataque al poder de los sindicatos (desde 1980), una medida complementada con el endeudamiento del Estado como resultado de la lucha del capital contra los impuestos, del estancamiento económico y del aumento de los gastos sociales originados en el aumento del desempleo (desde mediados de 1980), y luego con el endeudamiento de las familias, seducidas por las facilidades de crédito concedidas por un sector financiero finalmente libre de regulaciones estatales, para eludir el colapso de las expectativas respecto del consumo, la educación y la vivienda (desde mediados de 1990). Hasta que la ingeniería de las soluciones ficticias llegó a su fin con la crisis de 2008 y se volvió claro quién había ganado en el conflicto distributivo: el capital. La prueba: la conversión de la deuda privada en deuda pública, el incremento de las desigualdades sociales y el asalto final a las expectativas de una vida digna de las mayorías (los trabajadores, los jubilados, los desempleados, los inmigrantes, los jóvenes en busca de empleo) para garantizar las expectativas de rentabilidad de la minoría (el capital financiero y sus agentes). La democracia perdió la batalla y sólo evitará ser derrotada en la guerra si las mayorías pierden el miedo, se rebelan dentro y fuera de las instituciones y fuerzan al capital a volver a tener miedo, como sucedió hace sesenta años.
En los países del Sur global que disponen de recursos naturales la situación es, por ahora, diferente. En algunos casos, por ejemplo en varios países de América latina, hasta puede decirse que la democracia se está imponiendo en el duelo con el capitalismo, y no es por casualidad que en países como Venezuela y Ecuador se comenzó a discutir el tema del socialismo del siglo XXI, aunque la realidad esté lejos de los discursos. Hay muchas razones detrás, pero tal vez la principal haya sido la conversión de China al neoliberalismo, lo que provocó, sobre todo a partir de la primera década del siglo XXI, una nueva carrera por los recursos naturales. El capital financiero encontró ahí y en la especulación con productos alimentarios una fuente extraordinaria de rentabilidad. Esto permitió que los gobiernos progresistas –llegados al poder como consecuencia de las luchas y los movimientos sociales de las décadas anteriores– pudieran desarrollar una redistribución de la riqueza muy significativa y, en algunos países, sin precedentes. Por esta vía, la democracia ganó nueva legitimidad en el imaginario popular. Pero, por su propia naturaleza, la redistribución de la riqueza no puso en cuestión el modelo de acumulación basado en la explotación intensiva de los recursos naturales y, en cambio, la intensificó. Esto estuvo en el origen de conflictos –que se han ido agravando– con los grupos sociales ligados a la tierra y a los territorios donde se encuentran los recursos naturales, los pueblos indígenas y los campesinos.
En los países del Sur global con recursos naturales pero sin una democracia digna de ese nombre, el boom de los recursos no trajo ningún impulso a la democracia, pese a que, en teoría, condiciones mas propicias para una resolución del conflicto distributivo deberían facilitar la solución democrática y viceversa. La verdad es que el capitalismo extractivista obtiene mejores condiciones de rentabilidad en sistemas políticos dictatoriales o con democracias de bajísima intensidad (sistemas casi de partido único), donde es más fácil corromper a las elites, a través de su involucramiento en la privatización de concesiones y las rentas del extractivismo. No es de esperar ninguna profesión de fe en la democracia por parte del capitalismo extractivista, incluso porque, siendo global, no reconoce problemas de legitimidad política. Por su parte, la reivindicación de la redistribución de la riqueza por parte de las mayorías no llega a ser oída, por falta de canales democráticos y por no poder contar con la solidaridad de las restringidas clases medias urbanas que reciben las migajas del rendimiento extractivista. Las poblaciones más directamente afectadas por el extractivismo son los campesinos, en cuyas tierras están los yacimientos mineros o donde se pretende instalar la nueva economía agroindustrial. Son expulsados de sus tierras y sometidos al exilio interno. Siempre que se resisten son violentamente reprimidos y su resistencia es tratada como un caso policial. En estos países, el conflicto distributivo no llega siquiera a existir como problema político. De este análisis se concluye que la actual puesta en cuestión del futuro de la democracia en Europa del Sur es la manifestación de un problema mucho más vasto que está aflorando en diferentes formas en varias regiones del mundo. Pero, así formulado, el problema puede ocultar una incertidumbre mucho mayor que la que expresa. No se trata sólo de cuestionar el futuro de la democracia. Se trata, también, de cuestionar la democracia del futuro. La democracia liberal fue históricamente derrotada por el capitalismo y no parece que la derrota sea reversible. Por eso, no hay que tener esperanzas de que el capitalismo vuelva a tenerle miedo a la democracia liberal, si alguna vez lo tuvo. La democracia liberal sobrevivirá en la medida en que el capitalismo global se pueda servir de ella. La lucha de quienes ven en la derrota de la democracia liberal la emergencia de un mundo repugnantemente injusto y descontroladamente violento debe centrarse en buscar una concepción de la democracia más robusta, cuya marca genética sea el anticapitalismo. Tras un siglo de luchas populares que hicieron entrar el ideal democrático en el imaginario de la emancipación social, sería un grave error político desperdiciar esa experiencia y asumir que la lucha anticapitalista debe ser también una lucha antidemocrática. Por el contrario, es preciso convertir al ideal democrático en una realidad radical que no se rinda ante el capitalismo. Y como el capitalismo no ejerce su dominio sino sirviéndose de otras formas de opresión, principalmente del colonialismo y el patriarcado, esta democracia radical, además de anticapitalista, debe ser también anticolonialista y antipatriarcal. Puede llamarse revolución democrática o democracia revolucionaria –el nombre poco importa–, pero debe ser necesariamente una democracia posliberal, que no puede perder sus atributos para acomodarse a las exigencias del capitalismo. Al contrario, debe basarse en dos principios: la profundización de la democracia sólo es posible a costa del capitalismo; y en caso de conflicto entre capitalismo y democracia debe prevalecer la democracia real.
* Director del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, Portugal. El texto corresponde a la Décima carta a las izquierdas del autor.
Traducción: Javier Lorca.

Permuto Falcon verde por Amarok de Gendarmería

Por Diego Martínez
  

Cuatro gendarmes de uniforme que se trasladaban en una camioneta oficial secuestraron, golpearon, amenazaron de muerte y le robaron la cámara a un fotógrafo que cubría un operativo cerca del shopping Alto Avellaneda. El secuestro fue el lunes a la noche y terminó dos horas después con el reportero Brian Palacio tirado en un zanjón de Wilde con la cabeza tapada, una goma de camión encima y la advertencia que repetían los represores de la dictadura cuando liberaban a sus víctimas: "Contá hasta mil antes de levantarte y acordate que te vamos a vigilar". Hasta el momento ni Gendarmería ni el Ministerio de Seguridad dieron ninguna información oficial. La causa por privación ilegal de la libertad, apremios ilegales, robo calificado y amenazas está a cargo de la fiscal Solange Cáceres, de Avellaneda.

Palacio, de 25 años, trabaja como free lance. Aquella noche de apagones, calor y piquetes vio "un grupo de personas que le quisieron pegar a un motoquero y le tiraron piedras a dos gendarmes", recuerda. De pronto llegaron tres Amarok blancas de Gendarmería. Bajaron diez hombres, calcula, y comenzaron las corridas y las detenciones. Logró disparar dos veces y escuchó el grito: "no nos saques fotos". Vio que lo encaraban, corrió, les sacó una cuadra y los vio volver a la camioneta. "Por miedo a que me siguieran y empeoraran las cosas volví, les dije que borraba las fotos, pero me retorcieron el brazo, me taparon la cabeza y me arrastraron hasta la camioneta", relata.

Foto: Juano Tesone, Clarín.

A ciegas, con la cabeza entre las piernas, arrancó el paseo. “¿Para quién trabajás? ¿Por qué nos escrachás? Te vamos a romper los dedos. Te vamos a tirar al Riachuelo”, lo amenazaron. En un baldío “le hicieron desarmar el equipo, le rompieron la lectora de tarjeta, le patearon la cabeza, el pecho, la nuca”, contó su mamá. “Pensé que me mataban”, confiesa Brian. Un golpe lo volteó y sintió que se ahogaba. Cuando un gendarme le tiró el inhalador que tenía en el bolso dedujo que viviría.
 El paseó siguió hasta otro baldío. Lo bajaron, apuntaron sus datos, lo hicieron caminar cien metros, le ordenaron contar hasta mil y le advirtieron que lo matarían si los denunciaba. “Conté hasta 200, en voz alta, con la cabeza tapada, contra el piso, hasta que me empecé a asfixiar. Tenía algo sobre la espalda, pensé que me pisaban o que era una piedra. Me saqué la remera y vi que era una cubierta. Todo era silencio”, recuerda. Estaba al costado de un camino en Wilde, entre el acceso a la autopista y el predio de Independiente.
 Contactó a su padre, que lo llevó a un sanatorio donde le dieron calmantes y dejaron constancia de los golpes. El martes su madre denunció los hechos y horas después los llamó el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi. El jueves la Asociación de Reporteros Gráficos (ARGRA) difundió el caso y el viernes Brian se animó a declarar. “Pienso que son cuatro personas que se equivocaron, no creo que toda la fuerza sea así”, reflexiona. “Que paguen lo que hicieron”, reclama. Hasta el momento no habría declarado ningún testigo del secuestro.


Contacto:  Diego Martínez diemar75@gmail.com

20 años de alegre rebeldía

Por Gerardo Szalkowicz



Se cumplieron 20 años del alzamiento zapatista, aquel primer grito de rebeldía organizado contra el paradigma neoliberal. Acciones, devenires, traspiés y lecciones de un inédito proceso de autoorganización que, en silencio, ratifica su plena vigencia.
 
La lluvia y el frío que acompañó la noche del último día del año en el sureste mexicano no lograron empañar el festejo de miles de indígenas que, junto a decenas de simpatizantes llegados desde varios rincones del planeta, celebraron los 20 años del levantamiento y aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
 
El evento se dio simultáneamente en los cinco Caracoles (Oventik, Morelia, Roberto Barrios, La Garrucha y la Realidad), donde están ubicadas las Juntas de Buen Gobierno que articulan los 27 Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, en el estado de Chiapas.
 
Actividades deportivas, una gran variedad de presentaciones musicales, mucho baile y, por supuesto, el mensaje político de ocasión amenizaron la jornada. En el Caracol de Oventic, la Comandanta Hortensia encabezó los discursos: "Estamos cumpliendo 20 años de estar en guerra en contra de un sistema social injusto, representado por los tres niveles de gobierno".


 
"Hace 20 años los botamos a la basura a todos los partidos políticos y ahora son los pueblos los que deciden y analizan quién ha de ser su autoridad y quién ha de gobernar de acuerdo a sus propias leyes. Ahora nuestros pueblos cuentan con su gobierno autónomo, es la voluntad del pueblo de elegir a sus autoridades", destacó.
 
Precisamente, en el grado de autonomía respecto al Estado y el desarrollo de un inédito proceso de autogobierno –junto a la construcción de nuevas relaciones sociales- radica quizá el capital político más significativo que ofrece hoy el zapatismo.
 
En estos 20 años, ha construido una extensa red de infraestructuras comunes en educación, salud, agricultura agroecológica, legislación, comunicación comunitaria y justicia al margen de las instituciones estatales, que funcionan con su propia lógica y bajo la premisa del "mandar obedeciendo". Todo esto en medio del hostigamiento permanente de 51 destacamentos militares y de programas asistencialistas que buscan dividir a las comunidades.
 
Entre sus recientes iniciativas se destaca la Escuela Zapatista, que ha convocado entre agosto y diciembre de 2013 a unos dos mil activistas de México y de distintas partes del mundo y que desarrolla por estos días su tercera experiencia.


 
El ¡Ya basta! que retumbó en el mundo
 
El 1º de enero de 1994 entraba en vigencia el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), incorporándose México al acuerdo ya implementado por Estados Unidos y Canadá. Era la entrada al primer mundo y las élites gobernantes brindaban con champagne sin imaginar que desde las recónditas comunidades chiapanecas les arruinarían la fiesta.
 
En las primeras horas del día, miles de indígenas mayas se levantaron en armas y tomaron por asalto las siete principales cabeceras municipales del estado. Ante la sorpresa del mundo entero, difundieron la Primera Declaración de la Selva Lacandona, mediante la cual declaraban la guerra al gobierno federal encabezado por el presidente Carlos Salinas de Gortari. Allí asumían ser "producto de 500 años de lucha" y entregaban sus demandas por "trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz".
 
El alzamiento, lejos de ser espontáneo, estuvo preparándose en total silencio durante 10 años; había logrado organizarse y crecer en el más absoluto secreto en las profundidades de la Selva Lacandona: el acta de nacimiento del EZLN lleva la fecha del 17 de noviembre de 1983.


 
Luego vendrían 12 días de combate en los que murieron decenas de indígenas; los acuerdos logrados en San Andrés en 1996 posteriormente incumplidos por el gobierno; la histórica "Marcha del color de la tierra" de marzo del 2001 ("la más importante manifestación antirracista en la historia de México", según Carlos Monsivais); la conformación en 2003 de los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno, la forma organizativa mediante la cual opera el autogobierno zapatista; la "Otra Campaña" iniciada en 2005 y los desencuentros con parte de la izquierda mexicana a partir del rechazo al candidato progresista Andrés Manuel López Obrador; y grandes períodos de silencio.
 
La última gran demostración de fuerzas se dio el 21 de diciembre de 2012, cuando se movilizaron, en silencio, unas 40 mil bases zapatistas, lo que desmintió las campañas mediáticas que propagaban su extinción.
 
Otro elemento rupturista que planteó el zapatismo tiene que ver con sus formas discursivas. La pluma y retórica del subcomandante Marcos destrozaron los moldes y manuales de la izquierda tradicional y le agregaron elementos literarios que aportaron originalidad y despertaron simpatía en los seguidores del movimiento.
 
El vocero del EZLN -filósofo y exprofesor de la Universidad Autónoma Metropolitana- ha dejado frases como "Disculpen las molestias, esto es una revolución", "No importa lo que está detrás de la máscara, sino lo que simboliza", "La lucha es como un círculo, se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina", "No necesitamos permiso para ser libres".


 
Para todos, todo
 
La irrupción del zapatismo, retomando las históricas tradiciones de lucha campesina en tierra mexicana, significó un punto inflexión trascendental en la vida política de América Latina y el Caribe. Al margen del Caracazo venezolano de 1989 (de carácter más espontáneo), se erigió en el primer grito de rebeldía organizado contra las políticas neoliberales, en momentos donde estaban frescas las heridas por la desintegración del campo socialista y el auge de los pregoneros del "fin de la historia".
 
Se convirtió así en un laboratorio de transformación política emancipadora, plena de dignidad y creatividad, y en referencia indiscutible para buena parte de las organizaciones populares de la región que fueron naciendo a fines de siglo pasado.
 
Más allá de cierta limitación a la hora de articularse con otros sectores en lucha y del bajo crecimiento en incidencia política nacional, en su vigésimo aniversario la experiencia zapatista demuestra que sigue vivita y coleando, haciendo aportes concretos, aquí y ahora, a la idea de que "otro mundo es posible"..


El Papa Francisco y la economía política de la exclusión






Quien escucha las distintas intervenciones del obispo de Roma y actual papa se siente en casa y en América Latina. El Papa no es eurocéntrico, ni romanocéntrico ni mucho menos vaticanocéntrico. Es un pastor “venido del fin del mundo”, de la periferia de la vieja cristiandad europea, decadente y agónica (sólo el 24% de los católicos son europeos); proviene de un cristianismo nuevo que se ha ido elaborando a lo largo de 500 años en América Latina con rostro propio y con su teología.
 
El Papa Francisco no ha conocido el capitalismo central y triunfante de Europa sino el capitalismo periférico, subalterno, agregado y socio menor del gran capitalismo mundial. El gran peligro nunca fue el marxismo sino el salvajismo del capitalismo no civilizado. Ese tipo de capitalismo ha generado en nuestro Continente latinoamericano una escandalosa acumulación de riqueza en unos pocos a costa de la exclusión y de la pobreza de las grandes mayorías del pueblo.
 
Su discurso es directo, explícito, sin metáforas encubridoras como suele ser el discurso oficial y equilibrista del Vaticano, que pone el acento más en la seguridad y en la equidistancia que en la verdad y en la claridad de la propia posición.
 

La posición del Papa Francisco a partir de los pobres excluidos es clarísima: «no deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten» esta opción ya «que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres» (Exhortación nº 48). De forma contundente denuncia: «el sistema social y económico es injusto en su raíz» (nº 59); «debemos decir no a una economía de exclusión y de desigualdad social; esta economía mata… el ser humano es considerado, en sí mismo, como un bien de consumo que se puede usar y después tirar; los excluidos no son “explotados” sino desechos, “sobrantes”» (nº 53).
 
Además no se puede negar que este tipo formulaciones del Papa Francisco recuerdan el magisterio de los obispos latinoamericanos en Medellín (1968), Puebla (1979) y Aparecida (2005) así como el pensamiento común de la teología de la liberación. Ésta tiene como eje central la opción por los pobres, contra su pobreza y en favor de la vida y de la justicia social.
 

Hay una afinidad perceptible con el economista hungaro-norteamericano Karl Polanyi, que fue el primero en denunciar la “Gran Transformación” (título del libro de 1944) al hacer de la economía de mercado una sociedad de mercado. En esta todo pasa a ser una mercancía, las cosas más sagradas y las más vitales. Todo es objeto de lucro. Tal sociedad se rige estrictamente por la competición, por la prevalencia del individualismo y por la ausencia de cualquier límite. Por eso no respeta nada y crea un caldo de violencia, intrínseca a la forma como ella se construye y funciona, duramente criticada por el Papa Francisco (nº 53). Ella ha tenido un efecto atroz. En palabras del Papa: «ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos» (nº 54). En una palabra, vivimos tiempos de gran inhumanidad, impiedad y crueldad. ¿Podemos considerarnos todavía civilizados, si por civilización entendemos la humanización del ser humano? En verdad, estamos regresando a formas primitivas de barbarie.
 

Conclusión final que el Pontífice deriva de esta inversión: «ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado» (nº 204). De este modo ataca el corazón ideológico y falso del sistema imperante.
 
¿Y dónde va a buscar alternativas? No va a beber de la esperada Doctrina Social de la Iglesia. La respeta pero observa: «no podemos evitar ser concretos para que los grandes principios sociales no se queden en meras generalidades que no interpelan a nadie» (nº 182). Va a buscar en la práctica humanitaria del Jesús histórico. No entiende su mensaje como una regla petrificada en el pasado sino como inspiración abierta para la historia siempre cambiante. Jesús es alguien que nos enseña a vivir y a convivir, a «reconocer al otro, a curar las heridas, a construir puentes, a estrechar lazos y a ayudarnos “mutuamente a llevar las cargas”» (nº 67). Personalizando su propósito dice: «a mi me interesa procurar que aquellos que están esclavizados por una mentalidad individualista, indiferente y egoísta, puedan liberarse de esas cadenas indignas y alcancen un estilo de vida y de pensamiento más humano, más noble, más fecundo, que dignifique su paso por esta tierra» (nº 208). Esta intención se asemeja a la de la Carta de la Tierra que apunta valores y principios para una nueva humanidad que habita con cuidado y con amor el planeta Tierra.
 

El sueño del Papa Francisco actualiza el sueño del Jesús histórico, el del Reino de justicia, de amor y de paz. No estaba en la intención de Jesús crear una nueva religión ya que habia muchas en su tiempo, sino personas que aman, se solidarizan, muestran misericordia, sienten a todos como hermanos y hermanas porque todos son hijos e hijas en el Hijo.
 
Este tipo de cristianismo no tiene nada de proselitismo pero conquista por la atracción de su belleza y profunda humanidad. Tales valores son los que puden dar un otro rumbo a la sociedad mundial.


 - Leonardo Boff es teólogo y filósofo.


De Ayacucho a Santa Clara

El 9 de diciembre de 1824, en las alturas peruanas, una espada liberaba a América del dominio español. En la hora máxima, confluían, en espíritu, los libertadores en Ayacucho. Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Bernardo O’Higgins, José de San Martín. La victoria en la Batalla de Ayacucho, que en quechua significa “el lugar del alma”, se transformó en el punto de inflexión de la revolución americana, la primera independencia. América era libre.
Fue la culminación de un conjunto de sucesos que no fueron resultado del azar. Antes había nacido un grupo de hombres que adquirió el sentimiento criollo y, por sobre todo, la conciencia de que la patria era su bandera. Se armó de una ideología que universalizara su posición. Se organizaron bajo la forma de una logia, o como diríamos hoy, un partido, para planificar la toma del poder. Aprendieron el arte militar para no ser aniquilados. Unificaron su lucha, y declararon que eran un solo pueblo. Supieron escoger el momento específico para comenzar la Revolución, con la aurora de 1810. Y eligieron al mejor de ellos, Simón Bolívar, para conducir la lucha continental.

                                              los libertadores
La revolución americana no podría haber triunfado sin la constante, frenética, exaltación de los valores de los Libertadores: para ser patriota, había que amar a la patria; para ser patriota, había que morir por la patria. En ese momento, se jugaba no sólo la libertad de un territorio, de hombres, de un continente, sino de toda la humanidad.
Esa disposición subjetiva incondicional nacía, no de un temperamento, sino de un pensamiento, una convicción. La revolución americana mandaba a cambiarlo todo, a trastocar el mundo conocido por uno mejor, aún no concebido, donde todo era creación. La bandera era el futuro de sus hijos, pero con el sacrificio y la sangre que les debía costar a quienes la guiaran. Desde el sur y del norte avanzaron estos Padres de América. Consolidaron sus posiciones hasta obligar al enemigo a la batalla decisiva.
Hoy, el significado de la revolución independentista ha sido oscurecido por elogios oficiales y por historiadores de diversas tendencias. Quienes han dominado el discurso sobre la independencia buscan encuadrar a las Libertadores en sus parámetros. Y no ven que el propósito de los revolucionarios se adelantaba a su tiempo, a sus condiciones sociales y el pensamiento de la época. No comprenden el carácter especial de esa revolución, centrada en el hombre y la humanidad; es decir, materialista. No entienden la conexión de la gesta americana con una lucha emancipadora universal.

                            José de San Martín, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.

                   Manuel Belgrano, Bernardo de Monteagudo y Bernardo O'Higgins


Lo que se quiso lograr, principalmente, no fue derrocar al régimen existente, sino cambiarlo por uno mejor, cuyos contornos no se habían definido. Ese fue el objetivo revolucionario. No expulsar a los españoles, sino mostrarles la posibilidad de un mundo mejor.
El camino que se saldó en las cumbres de Ayacucho, alumbró como un faro los designios futuros de la trayectoria americana. Una y otra vez, durante los 135 años posteriores, hombres y mujeres de nuestra América trataron de cumplir con el sueño de Bolívar.
                                            la revolución cubana
El 1 de enero de 1959, en la ciudad cubana de Santa Clara, termina la fase final de otra batalla. Se constituye otro punto de inflexión. Ahora, es el inicio de la Segunda Independencia de América.
En golpes sucesivos va cayendo el ejército del gobierno de Fulgencio Batista, derrotada por los combatientes del Movimiento 26 de Julio. A su cabeza, Ernesto Guevara, que rompe la columna vertebral de su fuerza militar en esa zona. Siguiendo las órdenes de Fidel Castro, precipita así una definición estratégica. Con la victoria de Santa Clara, se abre el camino a La Habana. Ese mismo día, los triunfadores ingresan a la capital.
                                       aprender de las victorias
Las similitudes de este acontecimiento con la Primera Independencia son evidentes. Pero ahora, la lucha se fortalece. En Santa Clara, los Libertadores ya no son un puñado de visionarios. Son hombres y mujeres comunes, es el pueblo. La convicción de vencer está concentrada en una ideología, en el desarrollo del materialismo, el marxismo, que conduce aquel anhelo natural del ser humano de avanzar. El partido es fundamental, porque organiza y dirige a los trabajadores a cumplir con el cometido de alcanzar su liberación. Indefectiblemente, la lucha del pueblo es ofensiva; es de supervivencia y de defensa de sus familias.
Las normas y el poder del régimen dominante ya no son válidos, pues representan lo caduco, a la clase explotadora, la hipocresía y la maldad. Frente a ello, surge el poder popular desde las entrañas de los oprimidos.
                               

Estas luchas nacionales y patrióticas son la semilla de la segunda revolución americana.
El Ché será el brazo justiciero del pueblo, el hombre hecho hombre en el combate contra la desigualdad y la injusticia. Fidel se transforma en el adalid de América, en encarnación de la moral de nuestro pueblo, en el pensamiento emancipador de la humanidad.
Marcan ellos, también, el fin de lo viejo y el nacimiento de una nueva época.
Son los triunfos de Ayacucho y Santa Clara las lecciones más valiosas para los pueblos de la América irredenta. Nosotros, los trabajadores, estamos habituados a levantarnos una y otra vez tras derrotas sucesivas e interminables, y comenzar de nuevo. La experiencia extraída de los reveses, contrario a la sabiduría convencional, encierra escasa utilidad. Pero esas glorias de Ayacucho y Santa Clara, esa afirmación de la vida, de lo nuevo, contienen las enseñanzas indispensables sobre la posibilidad y el sentido de nuestra victoria.
Se puede vencer, debemos vencer. La Segunda Independencia de nuestra América, la revolución de nuestros días, para ser efectiva, deberá reunir la visión y el desinterés de los Libertadores; la conducción y la organización revolucionarias; la ideología de la emancipación de la humanidad; y la decisión y la esperanza de los hombres y mujeres comunes.
Un día, Bolívar y Sucre vencieron en Ayacucho y nos hicieron americanos. Otro día, Fidel y el Che vencieron en Santa Clara y señalaron el camino. Y hoy, nosotros comenzamos a cambiarlo todo, avanzamos a la victoria.