Por
Martín Tetaz *
Con motivo de la
reciente decisión del Gobierno de expropiar el 51% de YPF, han circulado mitos
y versiones que, en muchos casos tienen algún asidero, pero en tantas otras
oportunidades se encuentran reñidas con la evidencia numérica o el testimonio
de la historia. Me propongo en lo siguiente, sin ningún orden particular,
debatir algunos de esos mitos aportando datos concretos.
Mito
1: “YPF se estatizó”
Incorrecto. Continúa siendo una sociedad anónima. Lo que hizo el Estado es comprar un porcentaje de las acciones, pero jurídica y económicamente se trata de una sociedad anónima.
Incorrecto. Continúa siendo una sociedad anónima. Lo que hizo el Estado es comprar un porcentaje de las acciones, pero jurídica y económicamente se trata de una sociedad anónima.
Mito
2: “YPF se expropia para recuperar los recursos no renovables, el petróleo y el
gas”
Veamos, la realidad es que YPF solo posee 583 millones de barriles de reservas, que significan el 23,17% del total de reservas del País. Puesto que se expropió el 51% de la empresa, el país recuperó el 11,8% de los recursos petroleros.
Veamos, la realidad es que YPF solo posee 583 millones de barriles de reservas, que significan el 23,17% del total de reservas del País. Puesto que se expropió el 51% de la empresa, el país recuperó el 11,8% de los recursos petroleros.
En gas, las
reservas de YPF son 66.827 millones de m3, representando un 17,6% del total del
país (378.862 mm3). Un 51% de ese monto significa tan solo el 9% del gas.
En la evidencia de
los números entonces, el estado expropió (y deberá pagar por ello) el derecho
de explotar el 11,8% del petróleo y el 9% del gas argentino, hasta el
vencimiento de las concesiones.
Mito 3: “Ahora la renta petrolera quedará en nuestro
país”
Técnicamente, se conoce como renta petrolera a la diferencia entre el precio del hidrocarburo y el costo de extracción del recurso, más un beneficio normal.
Técnicamente, se conoce como renta petrolera a la diferencia entre el precio del hidrocarburo y el costo de extracción del recurso, más un beneficio normal.
El petróleo WTI
cotizó en promedio para el 2011 a 94,91 dólares por barril, pero la paridad de
exportación, que es el monto que obtendría la Argentina si exportara el recurso
(descontando los fletes y gastos de envío al mercado internacional) es un 10%
menor haciendo un cálculo conservador (históricamente los costos de transporte,
almacenaje, etcétera estuvieron entre los 3 y los 9 dólares por barril). En
conclusión la paridad de exportación, que es el negocio de oportunidad del
recurso estuvo en U$s 85,42 durante 2011, en promedio.
Sin embargo, según
la Secretaría de Energía, los productores recibieron U$s 63,19 en mercado
interno y U$s 42 si deseaban exportar el producto. De modo que suponiendo que
no exportan (lo
cual es la consecuencia directa de la resolución
394/07 del Ministerio de Economía) , pues por la regulación
de precios internos sumada a las retenciones a las exportaciones, U$s 22,23 de
la renta es apropiada por los consumidores argentinos.
Ahora bien, de
acuerdo al último balance de YPF
, las utilidades operativas del área de Exploración y Explotación (Upstream)
fueron del 19,82% (bastante más baja que el 27% de los dos años anteriores), lo
que implica un costo de producción de U$s 50,66 por barril (costo que incluye
amortización de inversiones para reposición y descubrimiento de reservas,
regalías de las provincias, salarios, etc).
La empresa estaría
obteniendo así U$s 12,52 por barril, de ganancias operativas, sobre las que
tiene que tributar el 35% de impuestos a las ganancias, quedándose por tanto
con U$s 8,14 por barril. A eso luego habrá que descontarle los gastos de
funcionamiento de la administración central de la empresa, atribuibles a la
explotación, pero como no se encuentran discriminados, usaremos esa cifra como
límite superior de nuestra estimación
Entonces, de Cada
100U$s dólares de petróleo que se producen en Argentina, 26,02 son apropiado
por los consumidores, vía menores precios gracias a la regulación.
El gobierno se
apropia de U$s 20,08 por impuestos (Regalías + retenciones + Ganancias,
proporcional al peso del área de explotación en el total de las ganancias)
La empresa se
queda con U$s 12.88. Si suponemos una “ganancia normal” de 5% sobre ventas,
pues la renta apropiada por los empresarios corresponde s los U$s 7,88
remanentes.
Los costos de
producción, netos de impuestos, son de U$s 41,07
En
conclusión, 48% de la renta se la apropian los consumidores, 37% el Gobierno y
15% la empresa.
Pues bien, a
partir de la expropiación el Gobierno ahora se quedará con un la mitad de la
renta que antes se llevaba la empresa; o sea un 7,5% mas.
Mito 4:
“Repsol estaba vaciando la empresa”
El Patrimonio neto
de YPF era 2,16 veces su pasivo en 2007 y se redujo prácticamente a la mitad,
siempre en relación al pasivo, en los últimos 5 años (hoy es un 51,1%).
Puesto en otras
palabras, el Activo de la compañía puede ser financiado por dos fuentes:
financiación propia (Patrimonio neto) o financiación de terceros (Pasivo). Ypf
tenía sus activos financiados en un 66% (2/3 partes) por parte de sus
accionistas y solo un 33% (1/3 partes) por parte de terceros, en 2007, pero con
el ingreso del Grupo Petersen (Ezkenasi) en 2008 ese ratio se dio vuelta
exactamente. Ahora los accionistas solo son “dueños netos” del 33% de los
activos.
Este proceso se
produjo porque en ese período de tiempo YPF distribuyó dividendos a sus
accionistas por 24.193 millones de pesos, pero solo tuvo utilidades por 18.676
millones. Es decir que distribuyó un 29,54% más de lo que ganó. La operación se
sustentó en el acuerdo entre Repsol y Petersen de distribuir el 90% de las
utilidades, para que los Ezkenasi pudieran devolver el dinero que (entre otros,
Repsol) les había prestado para comprar el 25% de la empresa en 2008. El
gobierno apoyó y promovió el ingreso de Ezkenasi a YPF, bajo esas condiciones.
¿Pero, como lo
hicieron? ¿De dónde salieron los 5.517 millones de más que repartió YPF?
Existen dos caminos; podría haber liquidado los activos (vaciado la empresa) o
podría haber incrementado los pasivos. Se hizo lo segundo.
Ahora bien, el
endeudamiento de una empresa no es per se ni malo ni bueno. No es
necesariamente algo que limita la capacidad de producción ni la rentabilidad de
una firma. Por el contrario, bien podría darse el caso de que se endeude para
financiar inversiones, cuya tasa de retorno sea superior a la tasa de interés
que debe pagar por esa deuda.
El problema es que ese incremento del pasivo, no tuvo una contraparte en el activo y por lo tanto se hizo a expensas del patrimonio de la firma, que aumentó su exposición de deuda sin el consiguiente incremento de la capacidad productiva.
El problema es que ese incremento del pasivo, no tuvo una contraparte en el activo y por lo tanto se hizo a expensas del patrimonio de la firma, que aumentó su exposición de deuda sin el consiguiente incremento de la capacidad productiva.
Si ese deterioro
de solvencia no se notó en la cotización de la acción en los mercados
bursátiles fue porque el precio del barril de petróleo WTI pasó de 72 a 95
dólares por barril en ese período y los productores domésticos pasaron de
recibir 42,57 dólares por barril en 2007 a embolsar 63,19 en el 2011.
Es importante
notar, no obstante, que aún si hubiera continuado ese proceso ad infinitum, la
empresa podría haber seguido produciendo sin problemas. Técnicamente, llegado
un punto, se habría reducido a cero el valor patrimonial (el valor libros de la
empresa), los accionistas no se verían perjudicados porque habrían retirado su
posición patrimonial en la forma de dividendos, e incluso la acción conservaría
un valor de mercado por las expectativas sobre descubrimientos y beneficios
futuros.
*
Economista especializado en Economía del Comportamiento, Profesor de la UNLP y
la UNNoBA, investigador del IIL e investigador visitante del CEDLAS. Autor de
blog Economía y
Comportamiento