20 años de alegre rebeldía

Por Gerardo Szalkowicz



Se cumplieron 20 años del alzamiento zapatista, aquel primer grito de rebeldía organizado contra el paradigma neoliberal. Acciones, devenires, traspiés y lecciones de un inédito proceso de autoorganización que, en silencio, ratifica su plena vigencia.
 
La lluvia y el frío que acompañó la noche del último día del año en el sureste mexicano no lograron empañar el festejo de miles de indígenas que, junto a decenas de simpatizantes llegados desde varios rincones del planeta, celebraron los 20 años del levantamiento y aparición pública del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
 
El evento se dio simultáneamente en los cinco Caracoles (Oventik, Morelia, Roberto Barrios, La Garrucha y la Realidad), donde están ubicadas las Juntas de Buen Gobierno que articulan los 27 Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas, en el estado de Chiapas.
 
Actividades deportivas, una gran variedad de presentaciones musicales, mucho baile y, por supuesto, el mensaje político de ocasión amenizaron la jornada. En el Caracol de Oventic, la Comandanta Hortensia encabezó los discursos: "Estamos cumpliendo 20 años de estar en guerra en contra de un sistema social injusto, representado por los tres niveles de gobierno".


 
"Hace 20 años los botamos a la basura a todos los partidos políticos y ahora son los pueblos los que deciden y analizan quién ha de ser su autoridad y quién ha de gobernar de acuerdo a sus propias leyes. Ahora nuestros pueblos cuentan con su gobierno autónomo, es la voluntad del pueblo de elegir a sus autoridades", destacó.
 
Precisamente, en el grado de autonomía respecto al Estado y el desarrollo de un inédito proceso de autogobierno –junto a la construcción de nuevas relaciones sociales- radica quizá el capital político más significativo que ofrece hoy el zapatismo.
 
En estos 20 años, ha construido una extensa red de infraestructuras comunes en educación, salud, agricultura agroecológica, legislación, comunicación comunitaria y justicia al margen de las instituciones estatales, que funcionan con su propia lógica y bajo la premisa del "mandar obedeciendo". Todo esto en medio del hostigamiento permanente de 51 destacamentos militares y de programas asistencialistas que buscan dividir a las comunidades.
 
Entre sus recientes iniciativas se destaca la Escuela Zapatista, que ha convocado entre agosto y diciembre de 2013 a unos dos mil activistas de México y de distintas partes del mundo y que desarrolla por estos días su tercera experiencia.


 
El ¡Ya basta! que retumbó en el mundo
 
El 1º de enero de 1994 entraba en vigencia el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), incorporándose México al acuerdo ya implementado por Estados Unidos y Canadá. Era la entrada al primer mundo y las élites gobernantes brindaban con champagne sin imaginar que desde las recónditas comunidades chiapanecas les arruinarían la fiesta.
 
En las primeras horas del día, miles de indígenas mayas se levantaron en armas y tomaron por asalto las siete principales cabeceras municipales del estado. Ante la sorpresa del mundo entero, difundieron la Primera Declaración de la Selva Lacandona, mediante la cual declaraban la guerra al gobierno federal encabezado por el presidente Carlos Salinas de Gortari. Allí asumían ser "producto de 500 años de lucha" y entregaban sus demandas por "trabajo, tierra, techo, alimentación, salud, educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz".
 
El alzamiento, lejos de ser espontáneo, estuvo preparándose en total silencio durante 10 años; había logrado organizarse y crecer en el más absoluto secreto en las profundidades de la Selva Lacandona: el acta de nacimiento del EZLN lleva la fecha del 17 de noviembre de 1983.


 
Luego vendrían 12 días de combate en los que murieron decenas de indígenas; los acuerdos logrados en San Andrés en 1996 posteriormente incumplidos por el gobierno; la histórica "Marcha del color de la tierra" de marzo del 2001 ("la más importante manifestación antirracista en la historia de México", según Carlos Monsivais); la conformación en 2003 de los Caracoles y las Juntas de Buen Gobierno, la forma organizativa mediante la cual opera el autogobierno zapatista; la "Otra Campaña" iniciada en 2005 y los desencuentros con parte de la izquierda mexicana a partir del rechazo al candidato progresista Andrés Manuel López Obrador; y grandes períodos de silencio.
 
La última gran demostración de fuerzas se dio el 21 de diciembre de 2012, cuando se movilizaron, en silencio, unas 40 mil bases zapatistas, lo que desmintió las campañas mediáticas que propagaban su extinción.
 
Otro elemento rupturista que planteó el zapatismo tiene que ver con sus formas discursivas. La pluma y retórica del subcomandante Marcos destrozaron los moldes y manuales de la izquierda tradicional y le agregaron elementos literarios que aportaron originalidad y despertaron simpatía en los seguidores del movimiento.
 
El vocero del EZLN -filósofo y exprofesor de la Universidad Autónoma Metropolitana- ha dejado frases como "Disculpen las molestias, esto es una revolución", "No importa lo que está detrás de la máscara, sino lo que simboliza", "La lucha es como un círculo, se puede empezar en cualquier punto, pero nunca termina", "No necesitamos permiso para ser libres".


 
Para todos, todo
 
La irrupción del zapatismo, retomando las históricas tradiciones de lucha campesina en tierra mexicana, significó un punto inflexión trascendental en la vida política de América Latina y el Caribe. Al margen del Caracazo venezolano de 1989 (de carácter más espontáneo), se erigió en el primer grito de rebeldía organizado contra las políticas neoliberales, en momentos donde estaban frescas las heridas por la desintegración del campo socialista y el auge de los pregoneros del "fin de la historia".
 
Se convirtió así en un laboratorio de transformación política emancipadora, plena de dignidad y creatividad, y en referencia indiscutible para buena parte de las organizaciones populares de la región que fueron naciendo a fines de siglo pasado.
 
Más allá de cierta limitación a la hora de articularse con otros sectores en lucha y del bajo crecimiento en incidencia política nacional, en su vigésimo aniversario la experiencia zapatista demuestra que sigue vivita y coleando, haciendo aportes concretos, aquí y ahora, a la idea de que "otro mundo es posible"..


El Papa Francisco y la economía política de la exclusión






Quien escucha las distintas intervenciones del obispo de Roma y actual papa se siente en casa y en América Latina. El Papa no es eurocéntrico, ni romanocéntrico ni mucho menos vaticanocéntrico. Es un pastor “venido del fin del mundo”, de la periferia de la vieja cristiandad europea, decadente y agónica (sólo el 24% de los católicos son europeos); proviene de un cristianismo nuevo que se ha ido elaborando a lo largo de 500 años en América Latina con rostro propio y con su teología.
 
El Papa Francisco no ha conocido el capitalismo central y triunfante de Europa sino el capitalismo periférico, subalterno, agregado y socio menor del gran capitalismo mundial. El gran peligro nunca fue el marxismo sino el salvajismo del capitalismo no civilizado. Ese tipo de capitalismo ha generado en nuestro Continente latinoamericano una escandalosa acumulación de riqueza en unos pocos a costa de la exclusión y de la pobreza de las grandes mayorías del pueblo.
 
Su discurso es directo, explícito, sin metáforas encubridoras como suele ser el discurso oficial y equilibrista del Vaticano, que pone el acento más en la seguridad y en la equidistancia que en la verdad y en la claridad de la propia posición.
 

La posición del Papa Francisco a partir de los pobres excluidos es clarísima: «no deben quedar dudas ni caben explicaciones que debiliten» esta opción ya «que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres» (Exhortación nº 48). De forma contundente denuncia: «el sistema social y económico es injusto en su raíz» (nº 59); «debemos decir no a una economía de exclusión y de desigualdad social; esta economía mata… el ser humano es considerado, en sí mismo, como un bien de consumo que se puede usar y después tirar; los excluidos no son “explotados” sino desechos, “sobrantes”» (nº 53).
 
Además no se puede negar que este tipo formulaciones del Papa Francisco recuerdan el magisterio de los obispos latinoamericanos en Medellín (1968), Puebla (1979) y Aparecida (2005) así como el pensamiento común de la teología de la liberación. Ésta tiene como eje central la opción por los pobres, contra su pobreza y en favor de la vida y de la justicia social.
 

Hay una afinidad perceptible con el economista hungaro-norteamericano Karl Polanyi, que fue el primero en denunciar la “Gran Transformación” (título del libro de 1944) al hacer de la economía de mercado una sociedad de mercado. En esta todo pasa a ser una mercancía, las cosas más sagradas y las más vitales. Todo es objeto de lucro. Tal sociedad se rige estrictamente por la competición, por la prevalencia del individualismo y por la ausencia de cualquier límite. Por eso no respeta nada y crea un caldo de violencia, intrínseca a la forma como ella se construye y funciona, duramente criticada por el Papa Francisco (nº 53). Ella ha tenido un efecto atroz. En palabras del Papa: «ha desarrollado una globalización de la indiferencia. Casi sin advertirlo nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ya no lloramos ante el drama de los demás ni nos interesa cuidarlos» (nº 54). En una palabra, vivimos tiempos de gran inhumanidad, impiedad y crueldad. ¿Podemos considerarnos todavía civilizados, si por civilización entendemos la humanización del ser humano? En verdad, estamos regresando a formas primitivas de barbarie.
 

Conclusión final que el Pontífice deriva de esta inversión: «ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado» (nº 204). De este modo ataca el corazón ideológico y falso del sistema imperante.
 
¿Y dónde va a buscar alternativas? No va a beber de la esperada Doctrina Social de la Iglesia. La respeta pero observa: «no podemos evitar ser concretos para que los grandes principios sociales no se queden en meras generalidades que no interpelan a nadie» (nº 182). Va a buscar en la práctica humanitaria del Jesús histórico. No entiende su mensaje como una regla petrificada en el pasado sino como inspiración abierta para la historia siempre cambiante. Jesús es alguien que nos enseña a vivir y a convivir, a «reconocer al otro, a curar las heridas, a construir puentes, a estrechar lazos y a ayudarnos “mutuamente a llevar las cargas”» (nº 67). Personalizando su propósito dice: «a mi me interesa procurar que aquellos que están esclavizados por una mentalidad individualista, indiferente y egoísta, puedan liberarse de esas cadenas indignas y alcancen un estilo de vida y de pensamiento más humano, más noble, más fecundo, que dignifique su paso por esta tierra» (nº 208). Esta intención se asemeja a la de la Carta de la Tierra que apunta valores y principios para una nueva humanidad que habita con cuidado y con amor el planeta Tierra.
 

El sueño del Papa Francisco actualiza el sueño del Jesús histórico, el del Reino de justicia, de amor y de paz. No estaba en la intención de Jesús crear una nueva religión ya que habia muchas en su tiempo, sino personas que aman, se solidarizan, muestran misericordia, sienten a todos como hermanos y hermanas porque todos son hijos e hijas en el Hijo.
 
Este tipo de cristianismo no tiene nada de proselitismo pero conquista por la atracción de su belleza y profunda humanidad. Tales valores son los que puden dar un otro rumbo a la sociedad mundial.


 - Leonardo Boff es teólogo y filósofo.


Luciano Arruga sigue desaparecido


Un caso testigo, que revela hoy la violencia del Estado, se cumplirán cinco años de la desaparición de Luciano Arruga, un adolescente de 16 años de quien nada se sabe desde el 31 de enero de 2009, cuando fue interceptado por la policía bonaerense en Lomas del Mirador. Las sospechas sobre la policía, no sólo por su desaparición sino por el “reclutamiento” de chicos para delinquir, mientras las voces de siempre piden más “mano dura” y criminalizan a los chicos pobres con la versión actualizada del “algo habrán hecho”. Los políticos y el poder judicial en medio de estas cuestiones, y un informe completo sobre lo ocurrido.
El viernes 30 de enero, Luciano Arruga, 16 años, fue a jugar al Sega con dos amigos hasta el mediodía. Volvió a casa, miró a Mónica con media sonrisa de complicidad y le dijo: -Má, ¿me das algo de plata que salgo un rato?
A Mónica ya le pasaba lo que a tantas madres, que tienen que levantar la cabeza para mirarle los ojos a esos nenes que de golpe les llevan una cabeza de ventaja. Le regaló una sonrisa, y le dio todo lo que tenía: 25 centavos.
Luciano fue al quiosco a comprar un cigarrillo suelto. La señora del quiosco le preguntó cómo andaba. Él contó su proyecto de retomar los estudios. “Quiero regalarle el título secundario a mi hermana”. Tuvo premio: dos cigarrillos más. El chico se quedó como siempre en la plaza República Argentina con sus amigos, a media cuadra de su casa: largas charlas, algún tiro al arco en la canchita, compartir el tiempo de esa tarde de verano.
Volvió a casa ya de medianoche. Sus hermanos más chicos dormían y Mónica lo escuchó, pasaba a buscar su campera blanca.

Luciano caminó cinco cuadras para ir a lo de Vanesa, la hermana a la que quería regalarle el título secundario, estudiante de Sociología y en pareja con un joven abogado. No la encontró. Volvía para su casa cuando sobre la avenida Mosconi, de Lomas del Mirador, lo paró un patrullero policial. Había gente en la avenida, que vio cómo lo palparon. Hubo maltrato, cuentan. Dejaron ir al chico, que siguió por el camino de siempre hacia su casa. Nadie sabe si Luciano se dio cuenta de que el patrullero lo venía siguiendo. Ya era la madrugada del sábado. En Perú y Pringles, la esquina de la placita, dos testigos, vieron que un chico de campera blanca era golpeado y metido a la fuerza en un vehículo policial del destacamento de Lomas del Mirador. Una vez en el destacamento, otro testigo lo vio golpeado y ensangrentado.
Desde aquel 31 de enero Luciano Nahuel Arruga desapareció.



                                                                        El Barrio

El barrio 12 de Octubre es apenas una manzana dentro de Lomas del Mirador. Todos lo llaman “La 12 de octubre”, porque es una pequeña villa, con sus pasillos angostos y sus casas hechas con más pulmón que arquitectura. Enfrente está la plaza República Argentina, y por las otras calles hay chalets y casas más o menos coquetas, con jardines, enrejadas, alguna que otra 4 x 4. Una frontera es la calle Perú. En una esquina está la humilde casa de ladrillos de Mónica Alegre, la mamá de Luciano. Cruzando Perú, se levanta el chalet de tres plantas de Gabriel Lombardo, repartidor de alimentos en el barrio, y creador de valmi (Vecinos en Alerta de Lomas del Mirador). Lombardo fue uno de los propulsores de la creación del destacamento policial ubicado en la calle Indart, y cumplió el rito de cortar la cinta de inauguración del lugar en 2007, entre sonrisas y aplausos uniformados.
Pararse en el medio de la calle Perú genera una sensación extraña: ambiente tranquilo, y un salto de desigualdad de las veredas enfrentadas. Cualquiera que ande por allí sabe que cada 20 ó 30 minutos aparece un patrullero.
  


Luciano es un chico divertido, con humor, trabajó en una empresa fundidora de metales. Eso le permitió comprarse ropa, pantalones anchos, gorra. Mónica no recuerda durante cuánto tiempo estuvo en la fundidora.  También  en muchas ocasiones salía a cartonear con sus amigos de la plaza. “Con la plata se compraban un sándwich de milanesa, una bebida, unos cigarrillos”. El chico cuidaba de sus hermanos cuando Mónica no estaba, les preparaba la leche o el mate cocido, sabía hacer tortillas de papa, iba a buscarlos a la escuela. El padre los había abandonado cuando él tenía 6 años.
Estaba aprendiendo a tocar una guitarra criolla que le regaló Vanesa, le gustaban los Redonditos de Ricota e Intoxicados, todo mezclado con cumbia colombiana. “Me cantaba y hablaba de las letras de amor de las cumbias”.

Los abogados de la causa dan por probado que Luciano fue levantado por la policía en la esquina de Perú y Pringles, frente a la placita. Peritajes posteriores demuestran que estuvo en el destacamento de Lomas del Mirador. Mónica asegura que al menos un testigo lo vio: “Yo no leí el expediente, pero lo que me dijeron es que ese testigo vio a Luciano golpeado y ensangrentado. Que lo colgaron como de un gancho. Un preso dijo que tuvo que limpiar la sangre de las paredes y del piso” explica Mónica en el único momento de la charla en el que no logra contener el llanto.
No sabía nada de esto cuando, con angustia, fue al propio destacamento, el 31 de enero, a denunciar que su hijo no había vuelto a casa. “Quedate tranquila que debe estar con alguna minita” le contestaron. “Ví al mismo policía que había visto en septiembre, haciéndose el que escribía algo y sin mirarme. Apenas me dijo que cualquier novedad me llamarían”. Le tomaron una declaración pero no le dieron copia. Vanesa fue a reclamar esa copia, y se encontró con el penetrante olor de la lavandina en medio de un metódico ataque de limpieza del destacamento.
Un oficial de apellido Herrera se mostró comprensivo, quedó a disposición de la familia, y ayudó a pegar volantes de búsqueda de Luciano: “Después me di cuenta que estaba cerca no para ayudarnos, sino para vigilarnos”.
Un método habitual desde los años 70 es el enloquecimiento sistemático de los familiares.


Los chicos tenían su esquina favorita, en Perú y Arriola. Mónica muestra lo que hizo su hijo cuando el asfalto todavía no estaba seco. Se lee “Luciano” junto al cordón. De puño y letra, con una maderita, le puso la firma a “su” esquina. En la frontera.





La hora de revisar el rol de la Justicia

Hay 272 civiles involucrados en causas que tuvieron un movimiento significativo el año que terminó y seguirán avanzando en el que empieza. Cincuenta y tres entre esos acusados están vinculados con el Poder Judicial.


Por Alejandra Dandan

El 2013 concluyó con varios datos significativos en las causas de lesa humanidad. Hubo un aumento de 144 detenidos: pasaron de 593 en 2011 a 813 en 2012 y ahora son 927 en 2013. Y no hay en este momento constancias de detenidos en dependencias del personal militar. El año terminó con 520 condenados: 142 más que en 2012, que representa un aumento del 27 por ciento. Los números pertenecen a las últimas estadísticas de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad. Pero el año tuvo otros datos significativos. Hay 272 civiles involucrados en distintas causas, sobre un universo de 2335 imputados. La información surge de un relevamiento hecho por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y muestra otro de los efectos de las políticas de persecución penal de este año. Entre los civiles acusados –conjunto que incluye a hombres de la Iglesia y empresarios– sobresalen los funcionarios del Poder Judicial: son 53 casos, 32 de ellos son jueces. El número es elocuente si se tiene en cuenta que hasta aquí hay un solo juez condenado.


Los civiles y el Poder Judicial

Según datos del CELS, a diciembre de 2013 son 272 los civiles registrados en distintas causas, lo que representa el 12 por ciento de los 2335 imputados. Es significativa la presencia del personal civil de Inteligencia, de sacerdotes o profesionales de salud, entre los que hay médicos, varios de los cuales están afectados a causas de robo de niños. Pero el dato más relevante es el del Poder Judicial. Hay 53 personas mencionadas en distintos procesos. Entre ellas hay fiscales, asesores de menores, defensores, secretarios y jueces.
Los datos de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, que encabezan Jorge Auat y Carolina Varsky, indican que las causas en la que estas personas están involucradas tuvieron movimientos importantes durante este año. En esta línea, Varsky destaca que este año quedó firme la condena impuesta al ex juez Víctor Hermes Brusa. Brusa es hasta ahora el único juez condenado –la sentencia fue en 2009–, aunque cuando cometió los crímenes era secretario de juzgado.
Este año también se elevaron a juicio dos causas que involucran a seis ex funcionarios judiciales: Rolando Evaristo Carrizo Elst, Gabriel Francisco Guzzo, Luis Francisco Miret, Guillermo Max Petra Recabarren y Otilio Ireneo Roque Romano Ruiz en Mendoza y Luis María Vera Candioti en Santa Fe. Y distintas Cámaras Federales confirmaron procesamientos de cinco imputados: Roberto Catalán (La Rioja), Roberto Mazzoni (Resistencia), Luis Angel Córdoba (Resistencia), Gustavo Modesto Demarchi (Mar del Plata) y Manlio Torcuato Martínez (Tucumán).


Detrás de los datos

El movimiento en torno de los funcionarios judiciales implica una revisión sobre el rol de la Justicia durante la última dictadura. Un rol que durante años se vio como “inactivo” y ahora se lo entiende como “activo”, aun en su supuesta inactividad. Dos resoluciones consolidaron esa línea de interpretación. Una de Omar Palermo, ahora integrante de la Corte Suprema de Justicia de Mendoza, cuando era fiscal y tuvo que pensar responsabilidades de imputados en una provincia paradigmática en ese sentido. Y otra de la Cámara de Casación en marzo de 2013, en la que se revocó el sobreseimiento del ex juez salteño Ricardo Lona. Allí se señaló: “Con tristeza estamos descubriendo que esos abogados fueron nombrados jueces federales para cumplir el rol de denegar justicia a cualquiera que mediante su reclamo cuestionara o revelara el plan sistemático de eliminación de oponentes políticos”.
Lorena Balardini, coordinadora del área Memoria, Verdad y Justicia del CELS, sostiene: “Las responsabilidades empresariales y judiciales están tematizadas desde la época de la Conadep. Siempre hubo menciones a los distintos poderes del Estado, pero eso no se había traducido en persecución penal. La hipótesis que tenemos es evidentemente que toda la cuestión civil estuvo presente en la transición democrática, pero lógicamente no hubo un foco en esa cuestión, salvo en el tema de la Iglesia. Ese tema estuvo muy presente, y sigue estando. Lo trabajó desde Emilio Mignone a Horacio Verbitsky. Pero sin embargo no tuvo su correlato en la persecución penal. Con los jueces existe un solo caso hasta ahora de una persona condenada. En ese sentido está todo por venir.”
Brusa visitaba los centros clandestinos de detención. Su caso es paradigmático, pero “no todos los jueces fueron Brusa”, dice Balardini. El juicio que comenzará en febrero en Mendoza va a ser importante, entre otras cosas, porque permitirá ver las distintas dimensiones en las que se está pensando la intervención de la Justicia. “No todo accionar fue visitar centros clandestinos. También son ejemplos de aquello no investigar, cajonear, no citar testigos, rechazar sistemáticamente hábeas corpus o dar la espalda a familiares”, señala. “Durante mucho tiempo se discutió este tema y se decía que los jueces estaban atados de pies y manos. O que estuvieron ‘inactivos’. Lo que ahora se ve es que los jueces o integrantes del Poder Judicial tuvieron un rol ‘activo’ a su modo. Porque su rol no era picanear, sino, por ejemplo, impedir el acceso a la justicia.”


Juan Pablo Bohoslavsky trabaja en la edición de un libro de varios expertos sobre la complicidad de funcionarios judiciales y abogados durante la dictadura. “Contra lo que sugiere la literatura comparada en la ciencia política, el Poder Judicial durante la dictadura en Argentina fue activo –no sólo complaciente o apolítico– en su colaboración con el régimen, cubriendo una amplia y variada gama de conductas”, dice uno de los párrafos de presentación del proyecto. “Desde la denegación sistemática (tanto de la Corte Suprema como de tribunales inferiores) de hábeas corpus interpuestos por los familiares de las víctimas, la confirmación de la validez de las normas de facto represivas, la participación en maniobras de ocultamiento de cadáveres y las razones de esas muertes, así como en la apropiación ilegal de niños, la intervención en tribunales militares para juzgar civiles, la ayuda prestada para interrogar e incluso torturar a detenidos ilegalmente, y la delación de abogados comprometidos con los reclamos de las víctimas a fin de que fueran disciplinados por las fuerzas represivas –señala–. Se debe tener en cuenta que al día de la fecha ha habido, por lo menos, 129 acusaciones contra funcionarios judiciales por su complicidad durante la dictadura. La mitad se desvinculó voluntariamente de sus cargos, otros fueron destituidos y una tercera parte aún continúa en funciones”.
Auat reflexiona sobre este movimiento en un año en el que estuvo de fondo el debate de Justicia Legítima. Dice que después de la caída de las leyes de impunidad, el avance de estos expedientes se vio trabado por un segundo cerco de impunidad promovido por los propios jueces y operadores que debían investigar. Unos eran jueces, fiscales y operadores del sistema judicial que habían cumplido funciones durante la dictadura y aún ocupaban puestos. Otros habían ingresado después, pero estaban imbuidos por una misma matriz cultural. “Al no haber sido alcanzado por la democracia, ese Poder Judicial siguió funcionando con los mismos paradigmas y los mismos operadores de entonces, así se retroalimentó hacia adentro. Esos nuevos funcionarios ingresaron al abrigo de los viejos paradigmas con apoyo y padrinazgos, familiares o de amistad y evidentemente se generaron anticuerpos para investigar a sus propios miembros y no sólo los de esa época. Ellos encontraban el manto de impunidad porque las propias estructuras se encargaban de generar esa situación. El hecho de que pertenezcan a la misma comunidad, en ciudades chicas, hace que se inhiban de actuar por distintas razones, se excusan, en un trámite que lleva muchísimo tiempo. Y la demora se paga con monedas de impunidad, no hay otro costo y es el costo más grave que tenemos”.
Aunque estos 53 casos no son todos, ni muchos, en ellos puede verse cierto quiebre de esa lógica de clan. Las razones son muchas. Los juicios orales, por ejemplo, suelen hacerse con jueces que se movilizan desde otras provincias porque no hay magistrados del lugar disponibles. Eso llevó jueces de Tucumán a Santiago del Estero, de Buenos Aires a Santiago o Jujuy, de Santiago a Salta y de Catamarca a La Rioja. A la vez, eso impide la consolidación en cada lugar de una estructura judicial que se haga cargo de avanzar con estos ejes y lentifica las causas con audiencias que se hacen una o dos veces por semana. Pero mirados en conjunto generaron algunas sacudidas interesantes en los principados territoriales.

55 aniversario de la Revolución Cubana

Escrito por Itobé

A lo largo de la historia de la humanidad, muchos son los ejemplos de heroicidad y lucha por conseguir el ansiado sueño de la libertad. En el Siglo XX hubo varios de ellos, uno destacable es el que cumple hoy 55 años: la Revolución Cubana, una de las mayores gestas de la humanidad.
Después de varios meses de preparativos en México, el 23 de noviembre de 1956, el grupo formado por 82 combatientes –entre los que se encuentran Fidel Castro, Raúl Castro, Ernesto Che Guevara…- se reúne en el pueblo petrolero de Pozo Rico, al sur de Tuxpan, en el Golfo de México. Dos días después, el 25, a la 1:30 a.m. parten a bordo del yate Granma (comprado de segunda mano) con destino Cuba.

Fidel había dado el aviso al oriente cubano de que todo estaba listo, la clave una escueta nota donde se leía “obra pedida agotada”. Frank País, el dirigente del Movimiento en Santiago, ya lo tenía todo previsto para esperar a los combatientes en la Playa de Las Coloradas el día 30, pero el temporal y el mal estado del yate hacen que se retrasen. El día 2 de diciembre, después de 172 horas de travesía, encallan frente a la Costa de Los Cayuelos, a 2 Km. de la playa de Las Coloradas.
En 1952 se celebraban elecciones presidenciales en Cuba pero se vieron frustradas por un golpe militar dado el 10 de marzo, cuatro meses antes, por el coronel Fulgencio Batista, viendo que no sería elegido presidente por el pueblo. Suspendió el congreso, eliminó la constitución de 1940, abolió la libertad de expresión, de reunión, de huelga y eliminó la autonomía universitaria. Restableció la pena de muerte. Batista instauró una dictadura militar. Subió el salario de la policía y las fuerzas armadas y su propio salario (de 26.400 a 144.000 dólares superior al del presidente de EE.UU. Truman con 100.000 dólares).
Respetó los derechos de la industria estadounidense pero redujo la zafra provocando un crecimiento del desempleo. La corrupción y el soborno se generalizaron y florecieron como nunca. Las clases altas norteamericanas se divertían en pubs, clubes y casinos que abrían y controlaban las mafias cubanoamericanas. Mientras, la población se sumía en la mas absoluta pobreza y analfabetismo.
En 1957, el desempleo era del 35% (650.000 personas de las que 450.000 eran desempleados permanentes). Cerca del 62% de los trabajadores percibía un salario inferior a 75 pesos/mes. Los ingresos anuales del jornalero no superaban los 300 dólares. El 60% del campesinado vivía en barracones de techo de guano y suelo de tierra, sin sanitarios ni agua corriente. Cerca del 90% no tenían electricidad. El 43% eran analfabetos
La gran mayoría de los ingenios azucareros estaban en manos de terratenientes estadounidenses o amparados por estos, además la United Fruit Co. poseía grandes extensiones de tierra. El campesinado vivía en condiciones de pseudo esclavitud, los pueblos se encontraban mayoritariamente incomunicados, el acceso a la sanidad y a la educación era privilegio de unos pocos.
Por orden de Washington, en 1955 se crea el Buró de Represión de las Actividades Comunistas (BRAC) que se encargaba de reprimir todas las actividades subversivas y que pudieran afectar a EE.UU.

Este es el panorama de la isla al inicio de la guerra revolucionaria iniciada por el Movimiento 26 de julio.
El 5 de diciembre de 1956, en las cercanías del Niquero, los guerrilleros son sorprendidos por el ejército de Batista; el Che debe elegir en ese momento entre la mochila de los medicamentos y una caja de municiones, escogiendo lo segundo el médico da paso al combatiente.
Ya en la Sierra Maestra, los rebeldes libran duros combates durante meses con los batistianos. Campesinos se van sumando a la lucha.


El 21 de julio de 1957 Fidel dirige una carta a Frank País explicándole la composición de dos columnas guerrilleras; todos la firman y al Che le dice que ponga Comandante en la segunda columna. Así es como el Che adquiere el grado de Comandante de la columna que posteriormente se llamará nº 4.
El la Sierra nacen, impulsados por el Che, el periódico “El Cubano Libre” (1 de diciembre de 1957) y la emisora “Radio Rebelde” (24 de febrero de 1958).
El 21 de agosto de 1958, Fidel toma la decisión mas importante de la guerra: dividir la isla en dos mandando al Comandante Che Guevara a Las Villas –al frente de la columna 8 Ciro Redondo- y al Comandante Camilo Cienfuegos a Pinar del Río –al frente de la columna 2 Antonio Maceo-.
Después de 47 días, tras caminar 554 Km. y superar 2 ciclones, Radio Rebelde anuncia la llegada a la provincia de Las Villas del Comandante Guevara.
Tras innumerables acciones de valentía y estrategia, el Ejército Rebelde domina el 80% de Cuba, en cada pueblo liberado la multitud sale a la calle a festejarlo, el régimen dictatorial está agonizando. En un último intento llevado a cabo por las tropas de Batista, este ordena que se envíe a Santa Clara un tren blindado cargado de armamento y soldados. El Che lo prevé todo y levanta las vías.
El 29 de diciembre, el tren blindado se encuentra emboscado por el pelotón de Alfonso Zayas, Guile y parte de la vanguardia. A las 3:00 p.m. el tren se pone en marcha en sentido contrario y donde el Che había levantado las vías el tren descarrila. 16 rebeldes dominan a 350 soldados de la dictadura.
El 31 de diciembre el coronel batistiano Casillas Lumpuy se dirige a sus soldados y oficiales: “Os exijo en nombre de la Patria que resistáis de modo heroico y noble”. Poco después escapa disfrazado de civil con el jefe de operaciones Fernández Suero.
A la 3:15 a.m. del 1 de enero de 1959, el dictador General Fulgencio Batista huye hacia Santo Domingo, al amparo del tirano Leónidas Trujillo.


A las 12:20 p.m. se ha liberado Santa Clara de Las Villas. Fidel se encuentra en el liberado Santiago de Cuba, ordena al Che y a Camilo marchar hacia La Habana y tomar la fortaleza de La Cabaña por el Che y la guarnición militar de Columbia por Camilo; además, para evitar un golpe militar orquestado por EE.UU, da a Santiago la capitalidad de la república y toma juramento al magistrado Manuel Urrutia como presidente y a Miró Cardona como primer ministro. Y emprende la marcha hacia La Habana al frente de la “Caravana de la Libertad”.
El 8 de enero de 1959, la Caravana de la Libertad entra en La Habana. Se escribe, así, una de las páginas más sobresaliente de la historia de Cuba y una de las más importantes y emotivas de la humanidad.
55 años después, con más de medio siglo de bloqueo económico, político y comercial impuesto unilateralmente por EE.UU; y sin poseer riquezas ni recursos importantes, la Revolución Cubana es un ejemplo y modelo de justicia, solidaridad, altruismo, entrega, derechos, humanismo…
Como dijera el eterno Nelson Mandela: “La Revolución Cubana ha sido una inspiración para todos los pueblos amantes de la libertad”, “Nos hemos beneficiado mucho con las enseñanzas de la Revolución Cubana”
¡Felicidades al pueblo cubano y a su Revolución!¡Larga vida a la Revolución Cubana!

Fuentes y documentación:
- Castro, Fidel y Ramonet, Ignacio, Biografía a dos voces, Debate, Barcelona, 2006.
- Guevara, Ernesto Che, Obras Completas, Ed. Legasa, Buenos Aires, 1996.
- Ansoldi, Waldo, Historia de América Latina, Pastín ed., Madrid, 2006.
- Franqui, Carlos, Diario de la Revolución Cubana, Ed. R Torres, Barcelona, 1976.
- Cuba. Caminos de Revolución –Antes del 59- (Rebeca Chávez, 2004).

De Ayacucho a Santa Clara

El 9 de diciembre de 1824, en las alturas peruanas, una espada liberaba a América del dominio español. En la hora máxima, confluían, en espíritu, los libertadores en Ayacucho. Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Bernardo O’Higgins, José de San Martín. La victoria en la Batalla de Ayacucho, que en quechua significa “el lugar del alma”, se transformó en el punto de inflexión de la revolución americana, la primera independencia. América era libre.
Fue la culminación de un conjunto de sucesos que no fueron resultado del azar. Antes había nacido un grupo de hombres que adquirió el sentimiento criollo y, por sobre todo, la conciencia de que la patria era su bandera. Se armó de una ideología que universalizara su posición. Se organizaron bajo la forma de una logia, o como diríamos hoy, un partido, para planificar la toma del poder. Aprendieron el arte militar para no ser aniquilados. Unificaron su lucha, y declararon que eran un solo pueblo. Supieron escoger el momento específico para comenzar la Revolución, con la aurora de 1810. Y eligieron al mejor de ellos, Simón Bolívar, para conducir la lucha continental.

                                              los libertadores
La revolución americana no podría haber triunfado sin la constante, frenética, exaltación de los valores de los Libertadores: para ser patriota, había que amar a la patria; para ser patriota, había que morir por la patria. En ese momento, se jugaba no sólo la libertad de un territorio, de hombres, de un continente, sino de toda la humanidad.
Esa disposición subjetiva incondicional nacía, no de un temperamento, sino de un pensamiento, una convicción. La revolución americana mandaba a cambiarlo todo, a trastocar el mundo conocido por uno mejor, aún no concebido, donde todo era creación. La bandera era el futuro de sus hijos, pero con el sacrificio y la sangre que les debía costar a quienes la guiaran. Desde el sur y del norte avanzaron estos Padres de América. Consolidaron sus posiciones hasta obligar al enemigo a la batalla decisiva.
Hoy, el significado de la revolución independentista ha sido oscurecido por elogios oficiales y por historiadores de diversas tendencias. Quienes han dominado el discurso sobre la independencia buscan encuadrar a las Libertadores en sus parámetros. Y no ven que el propósito de los revolucionarios se adelantaba a su tiempo, a sus condiciones sociales y el pensamiento de la época. No comprenden el carácter especial de esa revolución, centrada en el hombre y la humanidad; es decir, materialista. No entienden la conexión de la gesta americana con una lucha emancipadora universal.

                            José de San Martín, Simón Bolívar y Antonio José de Sucre.

                   Manuel Belgrano, Bernardo de Monteagudo y Bernardo O'Higgins


Lo que se quiso lograr, principalmente, no fue derrocar al régimen existente, sino cambiarlo por uno mejor, cuyos contornos no se habían definido. Ese fue el objetivo revolucionario. No expulsar a los españoles, sino mostrarles la posibilidad de un mundo mejor.
El camino que se saldó en las cumbres de Ayacucho, alumbró como un faro los designios futuros de la trayectoria americana. Una y otra vez, durante los 135 años posteriores, hombres y mujeres de nuestra América trataron de cumplir con el sueño de Bolívar.
                                            la revolución cubana
El 1 de enero de 1959, en la ciudad cubana de Santa Clara, termina la fase final de otra batalla. Se constituye otro punto de inflexión. Ahora, es el inicio de la Segunda Independencia de América.
En golpes sucesivos va cayendo el ejército del gobierno de Fulgencio Batista, derrotada por los combatientes del Movimiento 26 de Julio. A su cabeza, Ernesto Guevara, que rompe la columna vertebral de su fuerza militar en esa zona. Siguiendo las órdenes de Fidel Castro, precipita así una definición estratégica. Con la victoria de Santa Clara, se abre el camino a La Habana. Ese mismo día, los triunfadores ingresan a la capital.
                                       aprender de las victorias
Las similitudes de este acontecimiento con la Primera Independencia son evidentes. Pero ahora, la lucha se fortalece. En Santa Clara, los Libertadores ya no son un puñado de visionarios. Son hombres y mujeres comunes, es el pueblo. La convicción de vencer está concentrada en una ideología, en el desarrollo del materialismo, el marxismo, que conduce aquel anhelo natural del ser humano de avanzar. El partido es fundamental, porque organiza y dirige a los trabajadores a cumplir con el cometido de alcanzar su liberación. Indefectiblemente, la lucha del pueblo es ofensiva; es de supervivencia y de defensa de sus familias.
Las normas y el poder del régimen dominante ya no son válidos, pues representan lo caduco, a la clase explotadora, la hipocresía y la maldad. Frente a ello, surge el poder popular desde las entrañas de los oprimidos.
                               

Estas luchas nacionales y patrióticas son la semilla de la segunda revolución americana.
El Ché será el brazo justiciero del pueblo, el hombre hecho hombre en el combate contra la desigualdad y la injusticia. Fidel se transforma en el adalid de América, en encarnación de la moral de nuestro pueblo, en el pensamiento emancipador de la humanidad.
Marcan ellos, también, el fin de lo viejo y el nacimiento de una nueva época.
Son los triunfos de Ayacucho y Santa Clara las lecciones más valiosas para los pueblos de la América irredenta. Nosotros, los trabajadores, estamos habituados a levantarnos una y otra vez tras derrotas sucesivas e interminables, y comenzar de nuevo. La experiencia extraída de los reveses, contrario a la sabiduría convencional, encierra escasa utilidad. Pero esas glorias de Ayacucho y Santa Clara, esa afirmación de la vida, de lo nuevo, contienen las enseñanzas indispensables sobre la posibilidad y el sentido de nuestra victoria.
Se puede vencer, debemos vencer. La Segunda Independencia de nuestra América, la revolución de nuestros días, para ser efectiva, deberá reunir la visión y el desinterés de los Libertadores; la conducción y la organización revolucionarias; la ideología de la emancipación de la humanidad; y la decisión y la esperanza de los hombres y mujeres comunes.
Un día, Bolívar y Sucre vencieron en Ayacucho y nos hicieron americanos. Otro día, Fidel y el Che vencieron en Santa Clara y señalaron el camino. Y hoy, nosotros comenzamos a cambiarlo todo, avanzamos a la victoria.

“Las heridas duelen y más cuando no se tratan con ternura”



El papa Francisco envió un mensaje para las familias de las víctimas de Cromañón en un nuevo aniversario de la tragedia, en el que alentó a renovar la esperanza y aseguró que "las heridas duelen y más todavía cuando no se tratan con ternura" y no pueden "esconderse ni ocultarse". 



El mensaje fue leído por el obispo Jorge Lozano, quien por mandato de Jorge Bergoglio, entonces arzobispo de Buenos Aires, acompañó espiritualmente a las familias desde el momento de la tragedia que provocó 194 muertos. 


En dicha ceremonia, el presidente de la Conferencia Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, leyó una carta enviada por el Papa Francisco, en la que afirma que "en estos días en que se renueva la esperanza no puedo olvidar a los chicos de Cromañon, a sus padres y a sus familiares", comenzaba el escrito.
"Las heridas duelen y más todavía cuando no se tratan con ternura. Mirando al Jesús niño, todo ternura, pido que sepamos tratar con cuidado y ternura todas las heridas. Están allí, no es posible esconderlas ni negarlas. Sólo una tierna caricia desde nuestro corazón, con silencio y respeto puede aliviar", continuó leyendo Lozano.



"No puedo olvidar a los chicos de Cromañón, a sus padres y a sus familiares", dijo el Papa, y pidió a monseñor Lozano que les haga llegar su "recuerdo y cercanía". 
Francisco rogó a Dios que les acerque a todos "su consuelo cálido de padre y nos enseñe a todos a no quedarnos solos sino a seguir buscando la compañía de los hermanos" y les deseó una "santa Navidad" y que "Jesús los bendiga y la Virgen los cuide"



"Por favor, no se olviden de rezar por mí", cerró su mensaje en medio de aplausos en la catedral metropolitana, donde el arzobispo de Buenos Aires, Mario Poli, presidió la misa en memoria de las víctimas de la tragedia del 30 de diciembre de 2004. 
En el marco de la eucaristía, los familiares acercaron al altar 194 velas, una por cada una de las víctimas mortales del incendio en el local de Once durante un recital del grupo Callejeros. 






Para recordar

Inmediatamente después de la tragedia, las iglesias fueron las primeras en reaccionar en forma institucional frente a quienes exigían respuestas y buscaban consuelo. El siniestro, según denunciaron en los días siguientes, puso al descubierto la corrupción, impericia y omisiones del poder político de la ciudad. 




Algunas horas después del hecho, el entonces papa Juan Pablo II envió un telegrama en el que expresó su "profundo pesar" por las numerosas muertes jóvenes. En la madrugada del 31 de diciembre de 2004 Bergoglio, hoy papa Francisco, visitó a heridos en hospitales y cada tanto presidió misas durante el aniversario. Bergoglio también expresó su cercanía con el líder de Callejeros, Patricio Fontanet, a quien escribió en varias oportunidades o llamó al penal de Ezeiza, aún después de ser proclamado Papa.