El auge del neogolpismo

Por Juan Gabriel Tokatlian

Paraguay acaba de ser testigo del auge del neogolpismo en América latina del inicio del siglo XXI. Usualmente el golpe de Estado tradicional se desplegaba de manera violenta por parte de las fuerzas armadas (apoyado por sectores sociales), con impulso o tolerancia externa (por ejemplo, de Washington), se dirigía a reorganizar las ramas de poder y apuntaba a fundar un orden alterno.

El "nuevo golpismo" es formalmente menos virulento, está liderado por civiles (con soporte implícito o complicidad explícita de los militares), mantiene una cierta apariencia institucional, no involucra necesariamente a una potencia (Estados Unidos) y pretende resolver, al menos de entrada, una impasse social o política potencialmente ruinosa.

La sucesión neogolpista reciente es reveladora: la remoción "legal" de Jamil Mahuad, en Ecuador, en 2000; el derrocamiento "institucional" de Hugo Chávez, en Venezuela, en 2002; la "salida" forzada de Jean-Bertrand Aristide, en Haití, en 2004; la sustitución "constitucional" de Zelaya, en Honduras, en 2009, y el " putch " policial contra Rafael Correa, en 2010.

La "destitución" de Fernando Lugo por mal desempeño en sus funciones se inserta en la dinámica de presuntos "golpes benévolos", en los que sus autores se vieron "compelidos" a "salvar" la democracia.

Los seis "golpes de Estado" de nuevo tipo obedecen a situaciones nacionales específicas, pero tienen puntos en común. Los golpistas esgrimen ideas idénticas para justificar su conducta antidemocrática: preocupante "vacío de poder", "tendencia autoritaria" del mandatario, crisis política "autoinfligida", ambición presidencial "desmedida", intención de "perpetuación" en el Ejecutivo.

En la mayoría de los casos, el papel del Congreso es decisivo y la letra constitucional se invoca para otorgarle legitimidad al descabezamiento de la presidencia. Así, en el ejemplo paraguayo, el poder legislativo siguió lo contemplado en el artículo 225 de la Constitución: la Cámara de Diputados acusa y el Senado juzga, con los dos tercios de votos respectivos. Sin embargo, no es posible que un juicio político se realice sin debido proceso, sin derecho a la defensa, sin base probatoria y sin debate público.

El desafío para la Argentina, el Mercosur, la Unasur y la Organización de los Estados Americanos (OEA) es afín, aunque no idéntico. El silencio de la OEA la acercará a su irrelevancia: fracasada la Cumbre de las Américas y fundada la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), la OEA es el único sitio donde Washington tendrá para mostrar el alcance real de su voz.

La señal política que emita la Unasur será crucial: o continúa, como ocurrió con otras crisis en el área, por un sendero de efectividad o se agrieta su unidad con todo lo que ello pueda implicar. El reto para el Mercosur es mayor: por primera vez en este siglo se ha manifestado el neogolpismo en el Cono Sur con todas las reverberaciones que ello podría tener. La Argentina tiene que elevar significativamente el perfil en el caso paraguayo: se necesita una diplomacia sofisticada y constructiva para evitar que el espectro del nuevo golpismo se asiente definitivamente en América del Sur..


La sociedad excluyente

La sociedad excluyente, entrevista a Maristella Svampa
Todo un palo

Maristella Svampa, pasa revista a las transformaciones producidas durante la década del noventa como consecuencia de la instauración del modelo neolberal. Un diálogo con el ojo puesto en las potencialidades de las prácticas de los movimientos sociales como superadores de una lógica diseñada por los sectores dominantes para excluirlos de la escena.

Por Luis Iramain

 (…) “es necesario recordar que es a través de las luchas como nuevas brechas sociales y políticas se
han abierto en nuestro país, pese al cierre excluyente de nuestra sociedad; en definitiva es mediante las luchas y la acción colectiva como los sujetos han podido vislumbrar y apropiarse del sentido de lo político, concebido éste como autodeterminación y, a la vez, como creación de mundos alternativos.”  

Con estas palabras se cierra el libro “La sociedad excluyente”, de la socióloga Maristella Svampa, una consideración cargada de esperanza tras casi tres centenares de páginas donde se desmenuzan con claridad las transformaciones sociales, políticas, culturales, económicas, ocurridas (más bien padecidas) durante la década del noventa. Es a juicio de esta investigadora del Conicet, precisamente en esta década donde se da una suerte de vuelta de tuerca, al plan inaugurado con la dictadura militar. La resolución de una suerte de “empate social”, y el pasaje a una sociedad desmembrada en islotes y con una fuerte polarización son el signo de ésta época.
En una agobiante tarde de calor, Svampa dialogó con el Periódico Madres de Plaza de Mayo en su departamento, con el mate como compañía y la imagen de un plato roto desde la portada del libro, como telón de fondo de una Argentina arrasada por el capitalismo en su versión neoliberal.
-¿Sobre qué pilares se apoya y cuáles son los rasgos característicos de esta sociedad excluyente construida a lo largo de estos treinta años que analiza en el libro?
 -Yo tomé la noción de sociedad "excluyente" inspirándome en dos textos -uno de los uales es bastante anticipatorio y el otro, una buena síntesis desde el punto de vista de la sociología económica-. El primero es "La modernización excluyente" escrito en 1992 por Barbeito y Lo Vuolo, donde se analizaba cuales iban a ser las consecuencias de la puesta en marcha del modelo neoliberal; y el segundo un libro que escribió Basualdo en el 2000, Sistema político y modelo de acumulación" cuyo su subtítulo es "La consolidación de una sociedad excluyente", que analiza la dinámica político económica durante la época del menemismo. ¿Por que hablo de una "sociedad excluyente"? Porque lo que se consolidó es un tipo de sociedad atravesada por una dinámica de polarización social muy grande, algo que la diferencia notoriamente de otras épocas y también por un alto grado de heterogeneidad. La sociedad excluyente se manifiesta en que esta dinámica de polarización y heterogeneidad va cristalizando grandes desigualdades a nivel económico, social,cultural y político. Hasta los años setenta ésta fue una sociedad con rasgos de integración bastante fuertes y diferenciales respecto de otros países de América latina. Durante mucho tiempo, cuando desde las ciencias sociales se analizaba la sociedad argentina, hasta los años setenta, se hablaba de una suerte de empate social o hegemónico, lo cual daba cuenta del estado de las relaciones sociales. Por un lado estaban los sectores populares, que esignaban una experiencia de articulación entre clases populares y clases medias movilizadas, que contaba con poder de movilización, y una presencia en la scena nacional, más allá de los niveles de exclusión política, típicos de la dictadura militar. Por otro lado, estaban los sectores dominantes. El conflicto entre ambos polos no se había resuelto.  Pero en los ´90 que asistimos al definitivo pasaje del empate social a la gran asimetría. Esa asimetría social  nos muestra por un lado sectores dominantes hiperconcentrados y por otro lado vastos sectores de la población que tienen muy poco acceso y muy poca capacidad de decisión. Por supuesto, fue durante la dictadura militar donde se resolvió el empate social en favor de los sectores dominantes, pero la gran asimetría, esa distancia social que se expresa entre sectores dominantes y sectores populares que se da a través del empobrecimiento y la exclusión de franjas muy amplias de las clases medias y la casi totalidad de la clase trabajadora, es típico de los noventa.

 -En el libro hablás de la configuración de distintos tipos de ciudadanía, no solamente de la expulsión de la posibilidad de acceso a ciertos bienes por parte de grandes sectores de la sociedad. ¿Cuáles son esos tipos de ciudadanía?
 -A mi me parecía insuficiente hablar de despojo dela ciudadanía social, es decir del desmantelamiento de los derechos sociales que neficiaban ciertos sectores de las clases trabajadoras y medias. Sentí que había que analizar cómo se había reconfigurado la relación entre individuos-sociedad, porque lo que realmente se reconfiguró son los límites de pertenencia a la sociedad. Había que pensar cuáles eran las figuras de ciudadanía, más bien restringidas –esto es, no universales-, que había impulsado el neoliberalismo. Yo hablo de tres modelos básicos: el modelo de ciudadanía propietaria ,que es el típico del modelo liberal, y es tan antiguo como el capitalismo y consiste en definir la pertenencia y la posibilidad de acceso a los bienes básicos, restringida a aquellos que cuentan con recursos conómicos para hacerlo. Tomo como ejemplo de este modelo a aquellos que hicieron la opción de vivir en los countries y barrios privados. Este modelo de ciudadanía propietaria alcanza a sectores muy pequeños  de la sociedad. El segundo es el  modelo del ciudadano consumidor, que fue sin duda el más emblemático, a condición de señalar que hay dentro de este dos expresiones fundamentales. Por un lado, el modelo del consumidor puro, que fue la imagen que movilizó el menemismo, que cautivó a vastos sectores sociales y que ectivamente implicaba ignorar la dinámica excluyente que se había instalado en la sociedad (y por ende,  desarrollar una estrategia más bien individualista y
para nada solidaria para con los otros, los que quedaban fuera). Pero una vez
 agotado este modelo, lo cual sucede con la explosión del modelo de convertibilidad, el modelo de consumidor aparece más asociado a la figura del usuario,
 definido constitucionalmente (aunque no desarrollado), sobre todo a partir de la privatización de las empresas de ervicios públicos. El tercero está relacionado con los sectores populares, y lo llamo "asistencial participativo", basado en la exigencia de autoorganización comunitaria. Recordemos que el modelo neoliberal se caracteriza por la desregulación general de las relaciones económicas, lo cual implica una exigencia de autorregulación. Ahora bien, se autorregulan los que pueden, los que no pueden, los
 que no tienen recursos para autorregulares ni para acceder a los servicios básicos, ¿qué es lo que les sucede?. Entonces este modelo promete a aquellos que
 no pueden acceder a los servicios básicos porque no tienen soportes o recursos, la exclusión. Ahora bien, una vez dicho esto hay que ir más allá y tratar de analizar cuestiones que no son meros matices. Así podemos ver lo que el modelo neoliberal exige a los sectores excluidos es también una suerte de autorregulación que se manifiesta a través de la exigencia de la autoorganización comunitaria o colectiva. Esto va de la mano sin duda de la nueva política social focalizada que el Estado neoliberal, que siguiendo las pautas elaboradas en los organismos multilaterales, desarrolló en la Argentina.
-Esta autoorganización comunitaria conlleva cierta peligrosidad para el modelo neoliberal
-Efectivamente, lo que trato de hacer no es una lectura lineal de lo que yo llamo el modelo asistencial participativo, que trae consigo la exigencia de la organización comunitaria vía las políticas sociales y la presencia del Estado. Si uno lo analiza desde arriba, desde la óptica del Estado, lo que ve es pura política de dominación, funcional obviamente a la reproducción del sistema, y hay mucho de eso sin duda en el tejido comunitario argentino. Pero también hay que ver que la autoorganización comunitaria es producto de las luchas que se han desarrollado desde abajo por parte de organizaciones sociales. Si uno piensa en el 1997/1998, en los orígenes de las organizaciones piqueteras, y más recientemente en todas las cuestiones ligadas a emprendimientos productivos, ve que efectivamente la autoorganización comunitaria es un punto de partida para construir relaciones sociales diferentes. Para decirlo de otra manera, el modelo asistencial participativo se instala en una suerte de espacio de tensión en donde lo que hay que ver es que efectivamente desde arriba hay un objetivo preciso de reestablecer el control social ante el tejido social desarticulado, y desde abajo lo que hay es una voluntad por superar ese tipo de limitaciones y recrear desde otra perspectiva las relaciones sociales.

-¿El lugar del Otro es éste que mencionás, ubicado bajo el control social, o hay sectores que incluso ni siquiera son considerados por los sectores dominantes?
-Yo creo que en líneas generales, es éste el modelo que se propone, el de incluir al excluido como excluido. Pero efectivamente esto no siempre sale como se lo proponen desde los sectores dominantes. Siempre está la lucha que puede ser transformadora. No siempre uno ocupa el lugar que le asignan. Así hubo momentos de inflexión. En el 2001/2002 con la apertura del nuevo escenario político,creo que hubo una parte de la sociedad que se cuestionó este modelo excluyente. Fue un momento en el cual la sociedad se preguntó acerca del modelo social que ella quería. Luego, esta pregunta se  se desdibujó, sobre todo a partir del 2003/2004. En ese sentido, yo diría que se cerró ese espacio de oportunidad, pues la respuesta que se dio fue, en relación a los excluidos, que el único lugar que hay es que acepten su propia condición y lugar como excluidos. Esto se hizo visible en proceso de estigmatización de las organizaciones piqueteras, sobre todo a partir de la gran irritación que produjeron por su constante presencia en las calles de la cosmopolita ciudad de Buenos Aires. Para muchos resultaba claro que las organizaciones piqueteras debían volver a los barrios y seguir desarrollando ahí sus proyectos, sus emprendimientos productivos, ilustrando de manera mejor o peor ese modelo asistencial participativo, pero no aparecer como interpelando constantemente, realizando movilizaciones que pudieran “afectar” a la normalidad de la sociedad.

-A la luz de los sucesos en Francia de estos días, ¿es posible trazar relaciones con esta sociedad excluyente argentina, y anticipar similares reacciones aquí que allá?
-Son sociedades bastante diferentes. Hay niveles de exclusión en todas las sociedades hoy en día, aunque no es lo mismo hablar de las transformaciones que sufrieron las sociedades centrales desarrolladas –sobre todo aquellas donde el Estado cumple un rol central, que es el caso de Francia- que América latina donde el Estado fue reconvertido en función de un modelo de exclusión abierto. El modelo francés que todavía tiene un discurso universalista, y sin embargo Francia es de los pocos países europeos donde se crearon verdaderos ghetos, en donde viven mayoritariamente hijos de inmigrantes que no son considerados franceses, pese a que nacieron allí. En este sentido, hay qe comparar la situación con los ghetos norteamericanos, porque sin llegar a los niveles de estos, la lógica segregacionista es muy grande, para un país que insisto, tiene un discurso todavía integrador. En cambio, Estados Unidos no lo tiene, ya que es un país con uan visión liberal-individualista, donde las fallas y las desigualdades se adjudican siempre al individuo. Por eso, creo que la revuelta urbana fue algo muy específico del modelo francés, lo cual no quiere decir que no haya posibilidades que en otros países europeos donde la presencia de los hijos de inmigrantes es muy alta no se llegue a dar este tipo de explosión. Por otro lado, en Francia cuando uno mira los barrios suburbanos, observa que hay niveles bajos de organización social. En general, en Europa hay pocos movimientos sociales. Hay explosión y revuelta, pero la exclusión devela poca trama organizativa, algo  que en todo caso apunte a la reorganización de los lazos sociales. En América latina como hay mayor tradición autoorganizativa de parte de los sectores excluidos y menor presencia del Estado, el panorama es diferente. Entonces cuando uno compara estas rebeliones lo primero que se pregunta es si de ahí saldrán nuevas organizaciones, si los jóvenes van a poder o no articular en un lenguaje político sus demandas, además de pedir la destitución del ministros de interior. Creo que no hay una narrativa común en los jóvenes excluidos, más allá de la rabia.

-En las últimas palabras de tu trabajo mencionás con esperanza estas huellas de resistencia, que van abriendo brechas sociales y políticas en nuestro país. ¿Qué tipo de organizaciones se encuentran en este espacio, además de las organizaciones de descupados?
-Son muchas más organizaciones de las que uno piensa. La Argentina es un país atravesado por una multiplicidad de movilizaciones y movimientos. Muchos de ellos son rurales, campesinos, indígenas y también por supuesto y de manera cada vez mayor, urbanos. Esto último puede ser ilustrado por la emergencia de nuevas formas de acción sindical. Yo creo que la CTA ha tenido un rol importante durante los años noventa, como crítica del modelo neoliberal. No era fácil y la CTA efectivamente cumplió un rol fundamental. La Corriente Clasista y Combativa también. O sea que desde el punto de vista sindical hubo brechas que se abrieron también, diferente a lo que era el bloque sindical peronista que avaló las reformas neoliberales. Además de las desocupados, surgieron nuevas organizaciones campesinas, como APENOC en Córdoba, el MOCASE en Santiago del Estero, el MOCAFOR en Formosa, nuevas organizaciones indígenas que buscaban pelear por las tierras, nuevas organizaciones de derechos humanos ligadas sobre todo al tema del gatillo fácil. Por supuesto que hay organizaciones que tienen mayo centralidad, y en ese sentido la organizaciones de desocupados tuvieron la capacidad de interpelar en un momento determinado a toda la sociedad, de constituir algo novedoso y colocar en el centro a la figura misma del trabajador desocupado en términos positivos, ligado a la dignidad y a la posibilidad de un cambio social. Pero la centralidad que ellos tuvieron no tiene que hacernos olvidar que existieron y existen otros movimientos que contestaron el modelo neoliberal en los noventa. Yo no hablaría de un actor privilegiado, pero si que las organizaciones piqueteras han sido las más disruptivas a ese nivel.

-Muchas veces estas organizaciones dan el salto de la cuestión particular por la que se aglutinan a una cuestión más general. ¿Se está dando crees ese salto hoy?
-En realidad yo soy bastante pesimista  respecto a la situación que atraviesan hoy las organizaciones piqueteras. Yo creo que muchas de ellas se plantearon nueva una estrategia política, metodologías de construcción más o menos novedosas, pero ese campo heterogéneo que ya existía en el origen, se tornó mucho más heterogéneo y fragmentado a partir del 2003, con la entrada de Kirchner, que conllevó una redefinición de ese espacio piquetero. Así, hubo organizaciones que optaron por integrarse al gobierno y muchas otras, históricas, entendieron que debían seguir siendo críticas,  y otras ligadas a los partidos de izquierda creo que cometieron muchos errores de diagnóstico. En realidad es un panorama que hay que leer teniendo en cuenta distintos elementos, porque es muy complejo. En los dos últimos años el gobierno ha llevado a cabo una campaña antipiquetera feroz para deslegitimar a aquellos que no se integran al gobierno. Así, de ser un símbolo de la lucha contra el neoliberalismo, las organizaciones piqueteras pasaron a ser vistas como una consecuencia perversa del modelo neoliberal. Desde el gobierno y los sectores de poder se ha instalado un consenso antipiquetero en la sociedad y creo que no hay vuelta atrás en ese consenso, y esto hace necesario que las organizaciones piqueteras críticas -no las que se integraron al gobierno- deban replantearse cómo seguir, cómo trabajar, cómo desarrollar una línea política. Y no es fácil. En la Argentina no ha sido fácil la articulación entre lo social y lo político. Yo creo que en el 2001 hubo como una ilusión desde lo social, que las propias organizaciones sociales creyeron que podían crear una nueva institucionalidad política y eso no se tradujo en un resultado posterior, sino más bien, en la consolidación de una suerte de peronismo infinito, que busca “cerrar” tanto desde arriba como desde abajo. Las luchas que atravesaron el 2001/2002 han sido olvidadas, se han desdibujado sus demandas y el nuevo gobierno, que hoy goza de mucha popularidad, no las ha retomado en absoluto. En ese sentido, más allá ciertas rupturas, marca mucho  una continuidad con el modelo de dominación política que se instaló a partir de 1989.


¿De qué se ríe, Boudou?


Por Carolina Mantegari
       
  
Como narradores y poetas, Humberto Costantini y Mario Benedetti mantienen ámbitos comunes de pertenencia. Por la reconocida maestría en el coloquialismo urbano. Por cierto realismo tradicional, aún rescatable. Sobre todo por el fenómeno unificador, entre la obra literaria y la ciudad.

Montevideo, para Benedetti. Buenos Aires, para Costantini.
Ambos maestros también interpelaron el mero acto de reír. Benedetti lo hizo en “¿De qué se ríe?”.
Es una “Letra de Emergencia” transformada, con astucia, en canción. Fue magistralmente interpretada por Nacha Guevara.

Por su parte, Costantini interpela la risa burlona, en el dramático monólogo “¿De qué te reís?”. Adquirió el formato del cuento impecable, en primera persona. Ver “Una vieja historia de caminantes” (CEDAL).
Por suerte, los extintos Costantini y Benedetti nada tienen que ver con el vivo Amado Boudou. Ni desde el punto de vista vital, ni -menos- ideológico. Salvo que, a la distancia, desde la estética parecieran interpelarlo. Al verlo reírse tanto, respetuosamente Benedetti podría preguntarle.

“Señor vicepresidente, ¿de qué se ríe?”.
En confianza, canchero, conocedor de personajes semejantes, Costantini podría preguntarle:
“¿De qué te reís?”.
Agregaría, acaso, el adjetivo descalificador. Como aquel que le estampó Ergueta a Erdossain, en la novela de Roberto Arlt.
Sonatina

¿De qué, y de quién, se ríe Boudou?
Es la gran pregunta. La sociedad aún reclama la respuesta.
Al contrario de la princesa de Rubén Darío, en la “Sonatina” de Boudou, “El Descuidista está contento”.
“¿Qué tendrá El Descuidista?”.
Se lo puede ver radiante en el Salón Blanco. En cualquier acto televisado, con o sin cadena.
Al lado, en general, de Nuestra César. La Protectora. Siempre cerca. Sin perderle nunca el hilo sisal de la mirada.
Ella es: “La que te puso, no te olvides, yo te elegí”.
Se lo aclaró durante la explicable rabieta. Por lengua larga. Después de tildarlo “El Concheto de Puerto Madero”.
Aunque, cuando todo termine, si salen bien del presente verso, ambos serán consorcistas del mismo edificio.
En la Sonatina, El Descuidista depende totalmente de Nuestra César.
No está a tiro de decreto pero está a tiro de mirada. Basta con el olimpismo del gesto. Para que deje de reír.
Pero Nuestra César instruyó a los bonzos de la escudería cristinista. Para que salieran, aunque de mala gana, a defenderlo. Con convicción profesional. Con la fuerza del argumento equivocadamente inapelable.
“Hoy vienen por Amado y mañana vienen por mí”.
La recomposición

¿Se ríe, acaso, El Descuidista, porque zafó? ¿Salió del paso?
¿O se ríe con tranquilidad porque sabe que es un hombre naturalmente dotado por la suerte?
Al Pasadiscos de Sobremonte, en la vida, le fue bien. Veneración y felicitaciones. Ejemplo para inspirar a los inquietos atorrantes del suburbio.
Ríe, contagiosamente, el señor vicepresidente, porque logró torcer la tendencia decisoria. Aludía a la recetada “Línea Máximo”. Compartida, según nuestras fuentes, por Zanini.
El recurso pragmático de pedir una licencia.
“¿Me van a dejar caer?, ¿a mí? ¿por esto?”, cuenta la Garganta que soltó El Descuidista.
No reía cuando, según las fuentes, soltó el mensaje doliente.
“Si me dejan caer yo…”.
Triunfó, providencialmente, la sensatez. Dejarlo caer podía representar un imprevisto moral.
Entonces El Descuidista heroicamente se pudo recomponer. Costó. Fue al frente. Se batió solo.
Por lo tanto merece reírse. Porque le salió a la perfección aquel monólogo desastroso, que se tergiversó como “conferencia de prensa”, ante periodistas de látex.

Cuando deslizó delaciones ponderables. Describían, explícitamente, el estado de patológica excepción espiritual que se apoderó de la república corroída. Dormida, indignada y en banda.

Con un jefe de fiscales que todos creían históricamente intachable. Pero que, en el relato de El Descuidista, mantiene un estudio prestigioso, de donde pretendían anexarlo. Incorporarlo a la cartera de clientes. Ayudarlo porque “era nuevito”.

Con un presidente de la Bolsa de Comercio, siempre listo para aplaudir en el Salón Blanco, que le ofrecía amablemente la changa de hacer “un número”.
Con un Juez Federal que, en principio, “quería ayudar”. Después de componer un denso tratado sobre el Holocausto, el jurista iba a ser arrojado a las fieras, como cualquier cristiano medieval. Por la inveterada traición de diez mensajitos de texto.

Si se le pregunta cuánto costó, desde el punto de vista ético, iluminar los mensajitos, el señor vicepresidente, con seguridad, va a volver a reírse.
Eficiente Cooperativa de Crédito de 25 de Mayo.
La impunidad

Probablemente El Descuidista se ríe porque se cree totalmente invulnerable. Intocablemente impune.
Ríe porque se la puso hasta a los senadores de la oposición. Pero se ríe sobre todo porque Pichetto -pobrecito- tuvo que salir a batirse, por su honor.
Por el honor en el que nadie, en el bloque, cree.
Ríe El Descuidista, con infinita alegría, porque se la puso al “duhaldismo residual” de La Boldt.
Y porque se la puso también a la prensa hegemónica, a “la mafia de Magnetto”. Y hasta se la puso al “astrólogo” del Asís Digital.
Como tiene a Nuestra César de su lado, se nos ríe en la cara porque lo hizo volar al doctor Righi.
En su decadencia, Righi pasó, de ser expulsado por Perón, a caer en desgracia por El Descuidista. Para sucederlo, acaso, por un fan. Otro de los subyugados por la magia de la guitarrita. Con el pelo al viento que cautivó a Durán Barba, que tanto influye en Nuestra César.
Se ríe con ganas Boudou porque, a aquel Juez Federal de los mensajitos, lo despacharon para otras causas. Para que aprenda.
Sólo le falta hacerse al Fiscal. Pero según nuestras fuentes ya está por caer. Nadie más va a cometer la osada infamia de investigarlo.
Se comprende finalmente que El Descuidista tenga multiplicadas razones, después de todo, para reírse. Porque los billetes de cien pesos ya se cocinan en las parrillas de Ciccone.
A través de Vandenbroele, de Nariga y The Old Fund, El Descuidista puede -si aún no dominar el mundo- llevarse a la Argentina por delante. A los panzazos y las carcajadas.
Se ríe El Descuidista porque está eufórico, optimista y pleno, envidiablemente feliz. Sin importarle el hartazgo que crecientemente genera. Junto a Nuestra César. La arrastra. Pobre.
El señor vicepresidente se ríe porque es un vivo. En la sociedad de los giles que quieren ser vivos.
Ríe porque es el auténtico ganador. Debiera provocar la masiva admiración de los perdedores.

Mario Benedetti

¿De qué se ríe?

(Seré curioso)

En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible

vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

de su ventana
se ve la playa
pero se ignoran
los cantegriles

tienen sus hijos
ojos de mando
pero otros tienen
mirada triste

aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse

los estudiantes
y los obreros
ponen los puntos
sobre las íes

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países

ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles

cómo traicionan
el patrimonio
mientras el gringo
nos cobra el triple

cómo traicionan
usté y los otros
los adulones
y los seniles

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

aquí en la calle
sus guardias matan
y los que mueren
son gente humilde

y los que quedan
llorando de rabia
seguro piensan
en el desquite

allá en la celda
sus hombres hacen
sufrir al hombre
y eso no sirve

después de todo
usté es el palo
mayor de un barco
que se va a pique

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe.
 


Nacha Guevara - De que se ríe











Discurso Diputada Nacional María Virginia Linares

Discurso Diputada Nacional María Virginia Linares

6ª  REUNIÓN  -  Sesión Especial

Miércoles 2 de mayo de 2012

Expediente 29-S-12 por el cual se declara de utilidad pública y sujeto a expropiación el 51% del patrimonio de la empresa Yacimiento Petrolíferos Fiscales Sociedad Anónima - YPF S.A.

Orden del Día 288.


Sr. Presidente (Domínguez).- Tiene la palabra la señora diputada por Buenos Aires.

Sra. Linares.- Señor presidente: antes de que me pida que redondee, solicito la inserción de mi discurso en el Diario de Sesiones.

          Sin perjuicio de ello, quiero señalar que es verdad lo que hoy se ha dicho en el sentido de que éste es un día histórico, pero puede serlo para bien o para mal. De todas formas, uno entendería que es un día histórico para bien, en caso de que el Congreso hoy esté dando el primer paso para recuperar la soberanía energética perdida en la República Argentina. Sin embargo, este sería un mal día histórico si expropiáramos esta parte de YPF para obtener dividendos con el objetivo de destinar las divisas a fines que nada tienen que ver con la explotación de este tipo de recursos, aunque esta cuestión ya corresponderá al gobierno nacional.

          La recuperación de la soberanía nacional sobre nuestros recursos naturales y el autoabastecimiento energético que permita superar la crisis en la que se encuentra el sector, resultan una tarea prioritaria y urgente en la Argentina.

          Para ello debemos revisar todas las concesiones y derogar el esquema jurídico vigente. Sólo de esa manera el Estado nacional podrá retomar el control de la política hidrocarburífera que nunca debió perder.

          Debemos poner fin a un sistema perverso que permite que las empresas privatizadas sigan transfiriendo enormes ganancias a sus países de origen para sus colocaciones financieras sobre la base de la depredación de nuestros recursos naturales. Además, debemos auditar y controlar el 70 por ciento de la extracción y producción, que no controla YPF y sigue en manos privadas.

          Para esto, y como paso previo, es preciso realizar una auditoría integral de todas las áreas hidrocarburíferas revirtiendo las concesiones en las que se verifique subexplotación. Por cierto, nadie conoce estas reservas, ni siquiera el propio gobierno nacional,  siendo que las empresas extraen los recursos mediante una simple declaración jurada, es decir, sin ningún tipo de control estatal.

          Es verdad que Repsol llevó a cabo una feroz política extractiva, una sobreexplotación a corto plazo. No se invirtió para reponer las reservas, y por lo tanto, se produjo una caída brutal de éstas. Estamos hablando de un 32 por ciento de reservas de petróleo y de un 23 por ciento de reservas de gas. Así, se obligó a la Argentina a importar combustible, sobre todo fuel oil, gasoil y gas, a través de los buques regasificadores. Bien sabemos los bahienses que, junto con Escobar, estamos recibiendo alrededor de ochenta buques puestos de manera compulsiva, que desde el punto de vista de la seguridad dejan mucho que desear.

          ¿Nadie controló el vaciamiento de esta empresa? ¿Quiénes son los responsables de no haber controlado?

          Entendemos que también debemos discutir una estrategia de gestión que asuma una nueva empresa, un rol del Estado nacional y de los gobiernos provinciales en el mercado energético, así como también de los organismos de control y el Parlamento.

          Queremos que la participación de las regalías sea plena para todas las provincias. Hoy, algunos diputados por Buenos Aires nos dijeron que el 65 por ciento del crudo se destina a esa provincia, con el impacto ambiental que ello produce.

          Para concluir, deseo señalar que la recuperación de la soberanía energética no alcanza con la expropiación del 51 por ciento de la empresa. Por ello, es necesaria la reinversión de las futuras ganancias a los fines de diversificar la matriz energética, a través de energías alternativas renovables y no contaminantes, como aquí se dijo. Asimismo, deben ser ampliadas las redes de gas natural al 40 por ciento de los argentinos que no tienen. Estamos hablando de 15 millones de habitantes del NOA y fundamentalmente del NEA, que en un ciento por ciento carecen de gas natural.

          Creemos que estamos frente a la oportunidad de saldar una deuda histórica. Nosotros no privatizamos ni vaciamos YPF, y queremos volver a una YPF estatal. (Aplausos.)

Odio a los indiferentes

 Uno de los pensadores marxistas que aportó más modernidad a sus análisis fue el italiano Antonio Gramsci. Encarcelado por Mussolini murió en un hospital penitenciario el 27 de abril de 1937, uno de sus textos de juventud, escrito en 1917.


“Odio a los indiferentes. Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son bellaquería, no vida. Por eso odio a los indiferentes.


La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?


Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.


Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la consciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes”.

Cuatro mitos sobre YPF



Por Martín Tetaz *

Con motivo de la reciente decisión del Gobierno de expropiar el 51% de YPF, han circulado mitos y versiones que, en muchos casos tienen algún asidero, pero en tantas otras oportunidades se encuentran reñidas con la evidencia numérica o el testimonio de la historia. Me propongo en lo siguiente, sin ningún orden particular, debatir algunos de esos mitos aportando datos concretos.
Mito 1: “YPF se estatizó”
Incorrecto. Continúa siendo una sociedad anónima. Lo que hizo el Estado es comprar un porcentaje de las acciones, pero jurídica y económicamente se trata de una sociedad anónima.
Mito 2: “YPF se expropia para recuperar los recursos no renovables, el petróleo y el gas”
Veamos, la realidad es que YPF solo posee 583 millones de barriles de reservas, que significan el 23,17% del total de reservas del País. Puesto que se expropió el 51% de la empresa, el país recuperó el 11,8% de los recursos petroleros.
En gas, las reservas de YPF son 66.827 millones de m3, representando un 17,6% del total del país (378.862 mm3). Un 51% de ese monto significa tan solo el 9% del gas.
En la evidencia de los números entonces, el estado expropió (y deberá pagar por ello) el derecho de explotar el 11,8% del petróleo y el 9% del gas argentino, hasta el vencimiento de las concesiones.
Mito 3: “Ahora la renta petrolera quedará en nuestro país”
Técnicamente, se conoce como renta petrolera a la diferencia entre el precio del hidrocarburo y el costo de extracción del recurso, más un beneficio normal.
El petróleo WTI cotizó en promedio para el 2011 a 94,91 dólares por barril, pero la paridad de exportación, que es el monto que obtendría la Argentina si exportara el recurso (descontando los fletes y gastos de envío al mercado internacional) es un 10% menor haciendo un cálculo conservador (históricamente los costos de transporte, almacenaje, etcétera estuvieron entre los 3 y los 9 dólares por barril). En conclusión la paridad de exportación, que es el negocio de oportunidad del recurso estuvo en U$s 85,42 durante 2011, en promedio.
Sin embargo, según la Secretaría de Energía, los productores recibieron U$s 63,19 en mercado interno y U$s 42 si deseaban exportar el producto. De modo que suponiendo que no exportan (lo cual es la consecuencia directa de la resolución 394/07 del Ministerio de Economía) , pues por la regulación de precios internos sumada a las retenciones a las exportaciones, U$s 22,23 de la renta es apropiada por los consumidores argentinos.
Ahora bien, de acuerdo al último balance de YPF , las utilidades operativas del área de Exploración y Explotación (Upstream) fueron del 19,82% (bastante más baja que el 27% de los dos años anteriores), lo que implica un costo de producción de U$s 50,66 por barril (costo que incluye amortización de inversiones para reposición y descubrimiento de reservas, regalías de las provincias, salarios, etc).
La empresa estaría obteniendo así U$s 12,52 por barril, de ganancias operativas, sobre las que tiene que tributar el 35% de impuestos a las ganancias, quedándose por tanto con U$s 8,14 por barril. A eso luego habrá que descontarle los gastos de funcionamiento de la administración central de la empresa, atribuibles a la explotación, pero como no se encuentran discriminados, usaremos esa cifra como límite superior de nuestra estimación
Entonces, de Cada 100U$s dólares de petróleo que se producen en Argentina, 26,02 son apropiado por los consumidores, vía menores precios gracias a la regulación.
El gobierno se apropia de U$s 20,08 por impuestos (Regalías + retenciones + Ganancias, proporcional al peso del área de explotación en el total de las ganancias)
La empresa se queda con U$s 12.88. Si suponemos una “ganancia normal” de 5% sobre ventas, pues la renta apropiada por los empresarios corresponde s los U$s 7,88 remanentes.
Los costos de producción, netos de impuestos, son de U$s 41,07
En conclusión, 48% de la renta se la apropian los consumidores, 37% el Gobierno y 15% la empresa.
Pues bien, a partir de la expropiación el Gobierno ahora se quedará con un la mitad de la renta que antes se llevaba la empresa; o sea un 7,5% mas.
Mito 4: “Repsol estaba vaciando la empresa”
El Patrimonio neto de YPF era 2,16 veces su pasivo en 2007 y se redujo prácticamente a la mitad, siempre en relación al pasivo, en los últimos 5 años (hoy es un 51,1%).
Puesto en otras palabras, el Activo de la compañía puede ser financiado por dos fuentes: financiación propia (Patrimonio neto) o financiación de terceros (Pasivo). Ypf tenía sus activos financiados en un 66% (2/3 partes) por parte de sus accionistas y solo un 33% (1/3 partes) por parte de terceros, en 2007, pero con el ingreso del Grupo Petersen (Ezkenasi) en 2008 ese ratio se dio vuelta exactamente. Ahora los accionistas solo son “dueños netos” del 33% de los activos.
Este proceso se produjo porque en ese período de tiempo YPF distribuyó dividendos a sus accionistas por 24.193 millones de pesos, pero solo tuvo utilidades por 18.676 millones. Es decir que distribuyó un 29,54% más de lo que ganó. La operación se sustentó en el acuerdo entre Repsol y Petersen de distribuir el 90% de las utilidades, para que los Ezkenasi pudieran devolver el dinero que (entre otros, Repsol) les había prestado para comprar el 25% de la empresa en 2008. El gobierno apoyó y promovió el ingreso de Ezkenasi a YPF, bajo esas condiciones.
¿Pero, como lo hicieron? ¿De dónde salieron los 5.517 millones de más que repartió YPF? Existen dos caminos; podría haber liquidado los activos (vaciado la empresa) o podría haber incrementado los pasivos. Se hizo lo segundo.
Ahora bien, el endeudamiento de una empresa no es per se ni malo ni bueno. No es necesariamente algo que limita la capacidad de producción ni la rentabilidad de una firma. Por el contrario, bien podría darse el caso de que se endeude para financiar inversiones, cuya tasa de retorno sea superior a la tasa de interés que debe pagar por esa deuda.
El problema es que ese incremento del pasivo, no tuvo una contraparte en el activo y por lo tanto se hizo a expensas del patrimonio de la firma, que aumentó su exposición de deuda sin el consiguiente incremento de la capacidad productiva.
Si ese deterioro de solvencia no se notó en la cotización de la acción en los mercados bursátiles fue porque el precio del barril de petróleo WTI pasó de 72 a 95 dólares por barril en ese período y los productores domésticos pasaron de recibir 42,57 dólares por barril en 2007 a embolsar 63,19 en el 2011.
Es importante notar, no obstante, que aún si hubiera continuado ese proceso ad infinitum, la empresa podría haber seguido produciendo sin problemas. Técnicamente, llegado un punto, se habría reducido a cero el valor patrimonial (el valor libros de la empresa), los accionistas no se verían perjudicados porque habrían retirado su posición patrimonial en la forma de dividendos, e incluso la acción conservaría un valor de mercado por las expectativas sobre descubrimientos y beneficios futuros.
* Economista especializado en Economía del Comportamiento, Profesor de la UNLP y la UNNoBA, investigador del IIL e investigador visitante del CEDLAS. Autor de blog Economía y Comportamiento