Sobre el Acuerdo con los Fondos Buitres









* Por: Lic. Francisco Barberis Bosch 



Antes de empezar conviene hacer algunas aclaraciones. Primero, donde hay dos economistas hay tres opiniones. Segundo, hay que saber de economía para no ser engañado por los economistas, como decía Joan Robinson, discípula directa de Keynes. Tercero, la economía es (intenta ser, no con demasiado éxito) una ciencia, social, donde los números son importantes, pero mucho más es el cómo se los interpreta. Y acá los juicios de valor juegan, y mucho. Y como son inevitables, lo importante es no tratar de ocultarlos bajo una capa de neutralidad técnica que nunca es tal.
Sí basarse en datos y hechos, y tomar toda la evidencia disponible, no sólo una parte.

¿Que es un fondo buitre? Imagínese un banquero que le cae mal a los banqueros. Un narco con mala fama entre los narcos. Eso es un fondo buitre. Si bien se merecen su propio artículo (y un montón de enfermedades venéreas, para empezar), podemos intentar explicar lo que son en algunos renglones.
 
Los países, para pedir plata prestada, hacen lo que se llama emitir deuda. Emiten bonos de deuda que son papeles que dicen algo así como “le voy a pagar al que tenga este papel, 100 dólares en el 2020, y además le voy a pagar el 8% anual”. Eso por ejemplo es básicamente el Bonar 2020, un bono emitido en octubre de 2015 (sí, la deuda no es nueva, lo nuevo es que se hable de ella).
Ahora entonces, el país arma un bono de esos, imprime un montón y sale a venderlos a ese lugar extraño que es la bolsa de valores. Y si es negocio, la gente con plata los compra, o sea que el país recibe la plata en ese momento, y tiene que pagar el 8% todos los años y además los 100 dólares cuando sea el vencimiento, en este caso en el 2020. O sea, el país se endeudó. Hasta ahí todo bien. Ahora bien, el loco que compró uno de estos bonos, puede quedárselo hasta el 2020 y cobrarlo, o puede jugar al monopoly y tratar de venderlo, si hay muchos intersados en comprarlo y por tanto lo puede vender más caro de lo que lo compró. Y así sucesivamente, el nuevo dueño lo puede comprar y vender, y así se compran y venden los bonos y acciones en la bolsa de valores, acá y en todo el mundo. Obviamente todos quieren comprar barato y vender caro, pero no todos lo consiguen, en fin, eso es otro tema. 

Lo que sí importa es que cuando un país como el nuestro entra en recesión, como hubo desde 1998 hasta la crisis de 2001, los que tienen esos papeles empiezan a desconfiar de que el país pueda pagar los intereses y mucho menos el capital al vencimiento de los bonos, entonces prefieren venderlos cuanto antes para quedarse con la plata y no clavarse con un bono de un pais que puede quebrar. Pero como todos piensan mas o menos lo mismo, todos los que tienen esos bonos quieren venderlos, y nadie quiere comprarlos, entonces bajan mucho de precio. Porque el que compra sólo los compra muy baratos, sino no es negocio, es mucho riesgo digamos.

Ahora bien, hay algunos Fondos de Inversión (el nombre elegante para una sociedad donde alguien administra mucha plata de mucha gente con poca o mucha plata) que se dedican a hacer lo siguiente: cuando un país entra en crisis, y se declara en default (como argentina en 2001), es decir cuando dice que no va a pagar sus deudas, básicamente porque no puede, esos papeles de los que hablábamos pasan a valer casi nada, porque nadie los quiere comprar y todos los quieren vender. Entonces aparecen estos muchachos buitres, y compran por ejemplo por dos dólares un bono que iba a pagar 100 al vencimiento, y se los quedan. Y el país quebrado hace lo que se llaman re-estructuraciones de deuda, como cuando una empresa va a quebrar y hace convocatoria de acreedores, que es llamar a toda la gente a la que le debe plata y decirles “bueno si quiebro no cobran nada, así que mejor arreglemos las deudas, les voy a pagar menos de lo que les debo, y voy a tardar más”. Y la mayoría acepta porque es mejor eso que no cobrar nada.
 
Y la mayoría de los acreedores de la Argentina entró a los dos canjes que se hicieron, por las mismas razones.
 
Pero estaban los buitres, que no se habían clavado con papeles de un país que quebró, sino que esperaron a que el país quiebre y después fueron a comprarlos por dos monedas. Y no entraron a la convocatoria de acreedores, porque eso no es su negocio. Lo que hicieron fue ir a la justicia (de EEUU, porque esos bonos decían que ante un problema había que acudir a esa justicia), para cobrar los 100 que están escritos en el bono, que el país ya dijo que no iba a pagar porque había entrado en crisis. Y que si pagaba, nunca iba a salir de la crisis. Entonces, en resumen, compran por 2 un bono que valía 100, y van a la justicia a exigir los 100. Un negocio redondísimo. Salvando las consideraciones éticas de hacer negocios a costa de las crisis de los países, que cuestan en pobreza, hambre, muertes, etc. Consideraciones que los buitres no hacen, porque los buitres son justamente animales de carroña: se alimentan de los muertos. Y a diferencia de los carroñeros de la naturaleza, éstos no contribuyen en nada al sistema. Al contrario, ponen en peligro hasta al mismo sistema financiero (que no está formado por carmelitas descalzas, que digamos) porque pueden impedir que un país salga de una crisis/recesión y por tanto vuelva a estar en condiciones de pedir prestado y pagar, esenciales para que todo el sistema siga andando. Por eso es tan importante que se trate de impedir esa actividad, que es algo así como un resquicio del sistema, que puede destruirlo. De un sistema que tampoco es una joyita. 
 
Como Windows digamos. Son como un virus en tu Windows. Tratás de sacarlo antes de que rompa la compu, aunque sabés que en realidad deberías dejarte de joder y sacar el windows entero.


 
Ahora que sabemos qué son los fondos buitres, nos vamos acercando al centro de la cuestión. Acordar sí o no, bueno o malo, blanco o negro. Como la vida, la economía está llena de metáforas sin sentido. Así que vamos a intentar prescindir lo más posible de ellas (fuera de joda, algunas sirven, pero muchas se usan para explicar cosas al revés de como son).

¿Para qué sirve el acuerdo? Los que lo defienden, dicen básicamente que para volver a crecer, a traer inversiones extranjeras, poder volver a tomar deuda (barata), y evitar el ajuste (de golpe) o la hiperinflación.

El crecimiento y las inversiones dependen de muchas variables, no de una sola. Lo más importante de todo es que acordar abre la posibilidad de volver a tomar deuda en el exterior (y más barata que ahora, o sea, pagando menos intereses). Entonces resumiendo, y esto no es noticia, hablar de acuerdo con los buitres en realidad es hablar de poder volver a tomar deuda a gran escala. Alrededor de esto giran las discusiones de fondo. 
 
Entonces, cambiando las preguntas: ¿Es malo endeudarse? ¿Es bueno? 
La respuesta fácil sería decir “Es malo. Nos fue bien sin endeudarnos”. Y entonces viene la re-pregunta: “¿Sin endeudarnos”? Mirando algunos datos, oficiales, vemos que la Deuda pública Total entre 2005 (año del canje y el pago al FMI) y 2015 aumentó en algo más de US$ 111.000.000.000 (ciento once mil millones de dólares estadounidenses) -Fuente: Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas de la Nación-. O sea, aumentó un poco más del 86%.
 
Esto no es un ataque al gobierno anterior ni una defensa del actual. Me puedo considerar científicamente neutral, ya que, en términos formales, me fregan los dos.
 
Volviendo, alguien podría decir “pero cambió la composición de la deuda”. Y es verdad, cambiaron plazos, condiciones, tenedores y monedas de parte importante de la deuda. Pero no es lo central de este post, y no contradice el hecho de que la deuda total aumentó hasta casi duplicarse en 10 años. ¿Y por qué no se siente el peso de esa deuda? Porque por suerte la economía también creció, entonces tenemos más capacidad de pagarla y no es un problema grave, como fue en otras épocas. Después hay gente que discute cuánto crecimos realmente, y si la gran quita de la deuda no fue tan grande, pero eso son otros berenjenales en los que no nos vamos a meter en este post.


Entonces, ¿es bueno? La respuesta es “depende”. O más bien, no es ni bueno ni malo, es una herramienta, una opción. ¿Es bueno un destornillador? Si tenés que atornillar algo, seguramente. Si tenés que cortar una madera, no te va a solucionar el problema.
 
Entonces, depende de para qué se endeude uno. Y un país como el nuestro se puede endeudar básicamente para dos cosas: Para pagar gastos (de distinto tipo) que no podría pagar sólo con los ingresos que tiene ahora (igual que uno se endeuda con la tarjeta de crédito porque puede hacer un gasto grande en cuotas pero no todo junto); y para conseguir dólares, que siempre faltan por un problemita que tienen los países sub-desarrollados y que en economía se llama “Restricción Externa”. 
 
La necesidad de endeudarse hoy viene por los dos motivos, pero el más urgente es no tanto el tema de financiar grandes gastos, sino de traer dólares para que el Banco Central no se quede sin reservas, y se puedan seguir importando los insumos que la industria necesita para poder seguir produciendo. Lo más grave del Cepo no fue que no te podías ir de viaje con un montón de dólares, sino que la industria no tenía suficientes dólares para importar maquinarias, materias primas e insumos. Y si la industria se va parando, deja de contratar gente, el desempleo deja de bajar (y puede subir). Y la economía se va frenando, cosa que efectivamente sucedió (ver gráfico).
 
Gráfico 1: Tasas de crecimiento del PBI últimos años.
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC. Nota: PBI en base 2004. *Los datos de 2015 corresponden a los dos primeros trimestres.

Como se ve en el gráfico, por varias razones, post 2011 (año en que se instaura el cepo) se terminan los años de crecimiento a tasas chinas. 
 
Y si no me creen, pueden ver este gráfico prestado de CIFRA-CTA, no exactamente opositores al gobierno anterior, que sin embargo muestra que las mejoras en los niveles de pobreza se hacen más lentos, y se empiezan a revertir en los últimos años:

Gráfico 2: Evolución de la pobreza e indigencia.
Fuente: Cifra-CTA.

Todo este problema de la falta de dólares merece un post aparte, y más que un post, porque hay un montón de investigaciones sobre estos temas, que surgieron de la única corriente de pensamiento económico propiamente latinoamericana: el Estructuralismo.

Por supuesto, endeudarse no es la única manera de conseguir dólares. Las otras maneras principales son las exportaciones (venderle cosas a otros países, y por lo tanto nos pagan con dólares) y las inversiones que vienen de otros países (o sea, que traen dólares para montar una fábrica, por ejemplo). Ahora, para aumentar los dólares que entran por exportaciones hay que exportar más, o que mejore el precio de esas exportaciones. El precio no lo manejamos nosotros, y salvo algunas épocas extraordinarias como los años del boom de la soja, en general siempre los precios de los productos que exportamos empeoran en relación a los precios de los productos que tenemos que importar. Ese es otro conocido y estudiado problemita que se llama problema de los términos del intercambio”.

Después del boom, los precios de los productos primarios bajaron y nunca recuperaron los máximos anteriores. Tampoco es fácil aumentar las cantidades exportadas, porque por un lado ya hay soja hasta en las terrazas, y por otro, se necesita mucha tecnología e innovación para competir con otros países y ganarles mercados, en distinto tipo de productos, industriales por ejemplo.
La otra opción era aumentar la entrada de dólares por eso que se llama Inversión Extranjera Directa (IED). A eso también apunta el gobierno, pero tampoco es una variable que se pueda manejar directamente. De cualquier forma, hay muchísima tela para cortar en cuanto a la inversión extranjera, que tiene ventajas y desventajas. Por ejemplo tiene la ventaja de que no hay que pagar intereses, y de que genera producción, empleo, etc. Pero la desventaja de que después la empresa se lleva sus ganancias (en dólares) al exterior. Y tampoco es lo mismo que se instale una fábrica de Fórmula 1, a que se instale una minera que se lleva recursos y te deja cianuro. Nada es tan simple como parece. Si no, ya seríamos Coruscant. 


Entonces, sí, tarde o temprano (más temprano que tarde) había que resolver el temita de los buitres para tener la posibilidad de volver a conseguir los dólares que no están apareciendo por otro lado. Y no es que lo diga yo solo, en general los que están a cargo del país son los que se preocupan por esos temas. Por eso cuando se empezaron a acabar los dólares del Banco Central (mejor dicho: cuando no entraban suficientes dólares por exportaciones, ni inversiones, ni préstamos, y ese agujero ya no se pudo tapar con dólares del Central, porque se hizo hasta que se empezaron a terminar) empezó el apuro para “volver al mundo”, “cerrar el frente externo”, “salir del default”. Todos sinónimos para esto que estamos discutiendo hoy, volver a tener la posibilidad de pedir prestado afuera y barato.
Si no me creen, vean las fechas de las cosas que les digo:

Gráfico 3: Evolución de las reservas.

Fuente: Elaboración propia en base a BCRA.


Como se desprende del gráfico, se puso el cepo ante una caída de las reservas, que se pudo contener por algún tiempo. Pero después, aún con cepo salían más dólares de los que entraban. A fines de 2012 llega el primer fallo de Griesa, que no era tan importante porque había esperanzas de apelarlo. Mientras tanto las reservas siguieron cayendo, o sea, no nos endeudamos pero nos consumimos los dólares acumulados. Pero como se seguían yendo más rápido de lo que entraban, vinieron en la primera mitad de 2014 los dos acuerdos con esa gente con la que nunca íbamos a acordar: los muchachos del Club de Paris y los de Repsol. Con eso se buscaba volver a conseguir dólares prestados, ni más ni menos. Pero es entonces en junio de 2014 cuando la decisión de la Corte Suprema de EEUU deja firme el fallo de Griesa y se nos cierra esa posibilidad. Nos impide en definitiva terminar de salir del default, o sea dejar de tener el cartelito de país en quiebra y por tanto poder pedir prestado a tasas de interés más bajas, más parecidas a las de nuestros vecinos.

En economía, como en la vida, la suerte también juega. Quizás Pappo debería estár más acá y Griesa más allá.

Pero en fin. Haber arreglado antes, con más reservas (y por tanto menos necesidad de dólares urgentes) hubiese implicado negociar en una posición más fuerte, tener un mejor acuerdo, y ahorrarse años de intereses punitorios que son muy caros. Además de ahorrarnos varios problemas derivados de la falta de dólares, que limitan el crecimiento de la economía, del empleo, etc.

Por otra parte, seguro que el acuerdo logrado fue más caro de lo que podría haber sido. Y seguro que negociamos en una posición más débil aún, porque sacar el cepo implica dejar de controlar la salida de dólares, y que éstos se vayan más rápido. O sea, implica que necesitamos más dólares y con más urgencia que antes. En cambio los buitres pueden esperar, total hacen negocio igual. Otro dato no menor es que pagar en efectivo es algo raro en términos del sistema financiero, (raro por no decir medio una locura) porque el efectivo tiene mucho valor. Así como todos los empresarios tratan de cobrar rápido pero cuando tienen que pagar emiten cheques a 180 días, en las grandes finanzas internacionales pasa lo mismo. Vale más la plata ahora que en el futuro. No es la primera vez que cancelamos una deuda en efectivo, pero eso no significa que esté bien.

Entonces, recapitulando un poco. ¿Había que acordar? Sí, porque había un fallo firme de la justicia. Lo único a discutir era cómo arreglar, pero lo otro ya no tenía vuelta atrás. Si se pudiera desconocer una deuda eternamente, ya tendríamos que haber revisado y dejado de pagar la deuda tomada por la última dictadura. No es que no se hizo por falta de huevos, no se hizo por una simple razón: el costo sería (muchísimo) más grande que el beneficio. ¿Es una cagada? Sí. Pero madurar implica darse cuenta de que a veces tenés que jugar con las cartas que tenés, y no con las que te gustaría.

Ahora bien, ¿Este arreglo es el mejor posible? Seguro que no. ¿Había que arreglar rápido? Sí, bastante.  ¿Es la solución mágica? No, no va a traer mágica ni rápidamente un montón de inversiones, ni un montón de dólares baratísimos. Pero es el comienzo de un camino. En economía los procesos llevan tiempo, para este caso mínimo varios meses, probablemente más de un año para empezar a ver los resultados. Que además dependen de un montón de otras cosas.

De cualquier manera, como habíamos dicho más arriba, lo central no es el acuerdo sí o no. Lo central es que se discuta para qué acordamos. Para poder tomar deuda. Entonces lo central es discutir: ¿para qué nos vamos a endeudar? y ¿cuánto?. Endeudarnos sólo para traer dólares es mirar la mitad del problema. Esos dólares hacen falta, pero lo importante es qué se va a hacer con ellos. ¿Van a financiar ferrocarriles para que baje el costo del transporte de mercaderías y seamos más competitivos en el mundo? ¿Van a financiar rutas y hospitales para que se muera menos gente? ¿Van a financiar obras de energía para que el crecimiento de la industria no implique cortes de luz? ¿Van a financiar una transformación de la estructura productiva para dejar de depender de la soja? ¿Una mejora en la calidad de la educación? ¿Una reforma impositiva que sea progresiva?

O quizás, como pasó otras veces en la historia, ¿van a financiar obras públicas con sobreprecios como las que se destaparon con el escándalo de Petrobras? ¿Gastos corrientes que hay que pagar todos los años, y que cuando no podemos endeudarnos más hay que seguir pagándolos, y además pagar los intereses y las deudas? ¿Viajes baratos de argentinos al exterior, diciendo “deme dos”? ¿Compras de productos chinos baratos porque el dólar está artificialmente barato?

Que volvamos a los noventa o no, depende de muchas cosas, entre ellas, de lo que se haga con los dólares que se consigan. Volver al pasado o avanzar al futuro no depende de un sólo gobierno, depende en última instancia de todos. Y para eso lo mínimo es dar una discusión realista, con datos, respeto, y fundamentos. Nadie nos garantiza el futuro, y sería muy tonto creer en promesas, sean de quien sean. No se desarrollan los pueblos que creen o descreen de las promesas de sus gobernantes.
Se desarrollan los que generan políticas de estado en lugar de parches. Los que discuten, diagraman y ejecutan una estrategia de desarrollo que considera las particularidades de la economía del país, y no los que aplican recetas importadas cuyos resultados ya son conocidos. En esta tarea es que la discusión de los grandes problemas nacionales cobra particular importancia, y además es sana y enriquecedora cuando se hace con fundamentos y respeto. Esperamos que esta contribución al debate sirva para eso.

Fuentes:

¿De qué sirve el profesor?

Por Umberto Eco
¿En el alud de artículos sobre el matonismo en la escuela he leído un episodio que, dentro de la esfera de la violencia, no definiría precisamente al máximo de la impertinencia... pero que se trata, sin embargo, de una impertinencia significativa. Relataba que un estudiante, para provocar a un profesor, le había dicho: "Disculpe, pero en la época de Internet, usted, ¿para qué sirve?"
El estudiante decía una verdad a medias, que, entre otros, los mismos profesores dicen desde hace por lo menos veinte años, y es que antes la escuela debía transmitir por cierto formación pero sobre todo nociones, desde las tablas en la primaria, cuál era la capital de Madagascar en la escuela media hasta los hechos de la guerra de los treinta años en la secundaria. Con la aparición, no digo de Internet, sino de la televisión e incluso de la radio, y hasta con la del cine, gran parte de estas nociones empezaron a ser absorbidas por los niños en la esfera de la vida extraescolar.
De pequeño, mi padre no sabía que Hiroshima quedaba en Japón, que existía Guadalcanal, tenía una idea imprecisa de Dresde y sólo sabía de la India lo que había leído en Salgari. Yo, que soy de la época de la guerra, aprendí esas cosas de la radio y las noticias cotidianas, mientras que mis hijos han visto en la televisión los fiordos noruegos, el desierto de Gobi, cómo las abejas polinizan las flores, cómo era un Tyrannosaurus rex y finalmente un niño de hoy lo sabe todo sobre el ozono, sobre los koalas, sobre Irak y sobre Afganistán. Tal vez, un niño de hoy no sepa qué son exactamente las células madre, pero las ha escuchado nombrar, mientras que en mi época de eso no hablaba siquiera la profesora de ciencias naturales. Entonces, ¿de qué sirven hoy los profesores?
Caricatura:Kovensky
He dicho que el estudiante dijo una verdad a medias, porque ante todo un docente, además de informar, debe formar. Lo que hace que una clase sea una buena clase no es que se transmitan datos y datos, sino que se establezca un diálogo constante, una confrontación de opiniones, una discusión sobre lo que se aprende en la escuela y lo que viene de afuera. Es cierto que lo que ocurre en Irak lo dice la televisión, pero por qué algo ocurre siempre ahí, desde la época de la civilización mesopotámica, y no en Groenlandia, es algo que sólo lo puede decir la escuela. Y si alguien objetase que a veces también hay personas autorizadas en Porta a Porta (programa televisivo italiano de análisis de temas de actualidad), es la escuela quien debe discutir Porta a Porta. Los medios de difusión masivos informan sobre muchas cosas y también transmiten valores, pero la escuela debe saber discutir la manera en la que los transmiten, y evaluar el tono y la fuerza de argumentación de lo que aparecen en diarios, revistas y televisión. Y además, hace falta verificar la información que transmiten los medios: por ejemplo, ¿quién sino un docente puede corregir la pronunciación errónea del inglés que cada uno cree haber aprendido de la televisión?
Pero el estudiante no le estaba diciendo al profesor que ya no lo necesitaba porque ahora existían la radio y la televisión para decirle dónde está Tombuctú o lo que se discute sobre la fusión fría, es decir, no le estaba diciendo que su rol era cuestionado por discursos aislados, que circulan de manera casual y desordenado cada día en diversos medios -que sepamos mucho sobre Irak y poco sobre Siria depende de la buena o mala voluntad de Bush. El estudiante estaba diciéndole que hoy existe Internet, la Gran Madre de todas las enciclopedias, donde se puede encontrar Siria, la fusión fría, la guerra de los treinta años y la discusión infinita sobre el más alto de los números impares. Le estaba diciendo que la información que Internet pone a su disposición es inmensamente más amplia e incluso más profunda que aquella de la que dispone el profesor. Y omitía un punto importante: que Internet le dice "casi todo", salvo cómo buscar, filtrar, seleccionar, aceptar o rechazar toda esa información.
Almacenar nueva información, cuando se tiene buena memoria, es algo de lo que todo el mundo es capaz. Pero decidir qué es lo que vale la pena recordar y qué no es un arte sutil. Esa es la diferencia entre los que han cursado estudios regularmente (aunque sea mal) y los autodidactas (aunque sean geniales).
El problema dramático es que por cierto a veces ni siquiera el profesor sabe enseñar el arte de la selección, al menos no en cada capítulo del saber. Pero por lo menos sabe que debería saberlo, y si no sabe dar instrucciones precisas sobre cómo seleccionar, por lo menos puede ofrecerse como ejemplo, mostrando a alguien que se esfuerza por comparar y juzgar cada vez todo aquello que Internet pone a su disposición. Y también puede poner cotidianamente en escena el intento de reorganizar sistemáticamente lo que Internet le transmite en orden alfabético, diciendo que existen Tamerlán y monocotiledóneas pero no la relación sistemática entre estas dos nociones.
El sentido de esa relación sólo puede ofrecerlo la escuela, y si no sabe cómo tendrá que equiparse para hacerlo. Si no es así, las tres I de Internet, Inglés e Instrucción seguirán siendo solamente la primera parte de un rebuzno de asno que no asciende al cielo.
(Traducción: Mirta Rosenberg)
La Nacion/L'Espresso (Distributed by The New York Times Syndicate)

El granadero que defendió a Illia

Por Andrés Bufali 

En 1963, el radicalismo había ganado la elección presidencial con sólo el 25,1% de los votos. El peronismo había sido proscripto una vez más y tuvo que votar en blanco. Si le hubiera dado su caudal a cualquiera de los dos candidatos opositores a Illia, que eran Pedro Eugenio Aramburu y Oscar Alende, el radicalismo no hubiera triunfado. Illia llegó así a la presidencia de la Nación con una posición política tan endeble como la que había tenido Frondizi cinco años atrás. Su única esperanza provenía del Ejército, que había prometido no dificultar su gobierno. Onganía, el comandante en jefe, quería fuerzas armadas profesionales, no políticas; para eso había peleado como "azul" (nacionalista) contra "los colorados" y la Armada, las dos facciones liberales que querían gobernar contra los políticos y, especialmente, contra el peronismo.

El radicalismo desechó el apoyo que le ofrecieron Aramburu, Alende y el peronismo. Quería gobernar solo. Planeaba también, de a poco, reincorporar oficiales "colorados" retirados o dados de baja, con quienes tenía contacto fluido desde la presidencia de Frondizi. Pero Onganía no admitiría la reincorporación de sus rivales en el Ejército, y no permitiría la política en las filas militares.


                                          A fines de 1965 renunció el coronel Avalos, secretario de Guerra. Facundo Suárez, el ministro de Defensa, le propuso a Onganía la designación del general Castro Sánchez. Onganía no la aceptó y renunció. Lo reemplazó el general Pascual Pistarini. El general Julio Alsogaray (hermano de Alvaro y padre de un futuro guerrillero), apenas asumió Pistarini, le pidió a un conocido periodista que preparara el primer decreto que sancionaría la Junta Militar cuando se derrocara al gobierno constitucional.

El doctor Arturo Illia, derrocado por un golpe militar, abandona la Casa de Gobierno el 28 de junio de 1966
El doctor Arturo Illia, derrocado por un golpe militar, abandona la Casa de Gobierno el 28 de junio de 1966.Foto:Archivo

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El lunes 13 de febrero de 1826, los porteños se quedan con la boca abierta ante una espectral aparición. Llegan, diezmados y en harapos, los granaderos de San Martín, los que han liberado toda la América del Sur, los que han combatido en 110 batallas, los que han sufrido hambre, frío, sed, miedo y pesadillas. Nadie ha ido a esperarlos. No hay una formación especial que salude a los héroes. El regimiento quedará en el olvido hasta 1903, cuando se dispuso su nueva creación, ordenándose que sus granaderos debían tomar la derecha en todas las formaciones del Ejército argentino y ser la custodia de todos los presidentes.
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                                    Llega el fatídico lunes 27 de junio de 1966. Poco antes de las 20, los comunicados militares inundaron las radios y los canales. En la mañana de ese lunes comenzó el golpe a Illia. El general Mario Fonseca le informó al jefe de la Policía Federal que estaba relevado de su cargo. Los militares se apoderaron de los medios de comunicación. El próximo objetivo era la Casa Rosada. El ministro de Defensa, general Castro Sánchez, le informó al presidente de la Nación que no contaba con fuerzas leales. Y las tropas del Ejército avanzaron para ocupar la Casa de Gobierno.
El día del golpe, el jefe de guardia en la Casa Rosada era el teniente granadero Aliberto Rodrigáñez Ricchieri, un hombre de baja estatura. Tenía entonces 24 años, era soltero y su pasión era la música clásica, que oía frecuentemente en el Teatro Colón. Su tatarabuelo paterno había integrado el Ejército de los Andes y murió en acción, siendo su caballo el único que regresó vivo de los miles que salieron desde Mendoza y cruzaron la cordillera; por la rama materna, estaba emparentado con el teniente general Pablo Ricchieri, nacido en San Lorenzo, que fue ministro de Guerra de Julio Argentino Roca, artífice de la organización del Ejército y el hombre que hizo recrear el Regimiento de Granaderos, en mayo de 1903.
Cuando Rodrigáñez Ricchieri advirtió que había tropas del Ejército que se le venían encima. Tenía apenas treinta granaderos armados con sable corvo, fusiles y dos ametralladoras, pero no vaciló. Hizo colocar las ametralladoras en posición y ordenó cerrar las puertas de la Casa de Gobierno. También le avisó al jefe de la tropa que avanzaba que abriría el fuego si no se detenía. Los sitiadores se miraron entre sí. Uno dijo: "¡Ese teniente de Granaderos está loco! ¡Treinta hombres contra todo el Ejército!"
El general Alsogaray telefoneó al coronel Marcelo de Elía, el jefe de Granaderos, que era amigo suyo y había compartido con él cuatro años de prisión en el penal de Rawson por decisión de Perón. El coronel le dijo al general que tenía razón, que el teniente estaba loco, pero que también estaba cumpliendo con su deber, con la tradición del regimiento, y que iba a defender al presidente de la Nación hasta el último cartucho y luego con los sables. Aún más: le aclaró que aunque la resistencia fuera inútil, no sólo no iba a ordenarle al teniente que se rindiera, sino que también él mismo, el propio coronel, marcharía en auxilio del teniente apenas sonara el primer disparo. Alsogaray se quedó mudo. Sabía que ordenar el ataque sería una masacre de granaderos y civiles que resultaría contraproducente. Entonces ordenó suspender las operaciones.

Dentro de la Casa Rosada, en tanto, el brigadier Pío Otero, jefe de la Casa Militar de la Presidencia de la Nación, intentó convencer al doctor Illia de que renunciara. Le señaló que igual sería tomada la sede gubernamental, pero con treinta muertos. El presidente radical sólo aceptó que se fuera el personal administrativo. Otero habló con el general Alsogaray. Le pidió que por nada se contestara con fuego a un balazo que saliera de la Casa Rosada, que él intentaría convencer a otros personajes radicales de que hicieran razonar a Illia. Cuando Otero volvió, Ricardo Balbín y Carlos Perette ya no estaban. Alrededor del Presidente, jóvenes radicales habían llenado su despacho. De pronto, Illia fue hacia el dormitorio presidencial. Todos coincidieron en un pensamiento: "¡Como Alem, se va a pegar un tiro!" Con emoción, comenzaron a cantar el Himno. Illia le pidió su arma al edecán militar, pero éste se la negó y le dijo: "Señor, mi primer deber es interponerme entre el presidente de la Nación y la muerte.
El general Alsogaray, descendiente de un héroe de la Vuelta de Obligado, sintió que el Ejército se estaba hundiendo en el ridículo. Y le dijo al brigadier Otero que iría personalmente a pedirle la renuncia a Illia. Otero le hizo notar que eso era peligroso, que muchos jóvenes radicales estaban armados. Alsogaray replicó que era un riesgo que debía afrontar. Antes de entrar al despacho presidencial, le ordenó la rendición al teniente Rodrigáñez Ricchieri. Este respondió: "Lo siento, mi general. Mi obligación es defender al presidente de la Nación." Alsogaray entró en el despacho presidencial y le exigió la renuncia al Presidente. Illia no le contestó y el general se retiró. Tras mucho hablar, el brigadier Otero logró al fin convencer al Presidente de que relevara a los granaderos de la suicida misión de defenderlo. Illia aceptó. Otero se apresuró a comunicarle la decisión a Rodrigáñez Ricchieri. Luego, informó al general Alsogaray que no habría resistencia militar.
A la madrugada del 28 de junio de 1966, el coronel Luis César Perlinger -que en la década siguiente asesoraría a guerrilleros y sufriría prisión por ello- fue elegido para dirigir la evacuación de la Casa Rosada. Integrantes de la Guardia de Infantería recibieron la orden de desalojar, pero sin tocar al Presidente, que no había renunciado. Esos policías rodearon a los jóvenes radicales que habían hecho un cerco alrededor de Illia, y los fueron llevando hacia la salida.
Illia despreció el coche presidencial y también rechazó un auto oficial. A cambio, detuvo un taxi que pasaba. Tanto su conductor como todos los que miraban la escena se quedaron estupefactos. El presidente constitucional recién derrocado subió al taxi y desapareció entre las sombras de esa triste madrugada.
Años después, muchos de los argentinos que no defendieron a Illia en aquel crucial momento tiraron flores y lloraron ante el paso de su cortejo. En 1988, Rodrigáñez Richieri pidió el retiro siendo coronel del Ejército y un eximio ejecutante de violín.
El último libro del autor es Secretos presidenciales.

15 expertos en educación cuentan los pros y contras del uso del móvil en el aula

Móvil en el aula



Uno de los mayores dilemas a los que nos enfrentamos en nuestra vida familiar es plantearnos a qué edad permitiremos a nuestros hijos tener su propio móvil. Pensar que se lo llevarán al colegio y que lo usarán a todas horas no ayuda mucho en la decisión. Pero hay un grupo emergente de expertos en educación que han sabido cómo sacar partido de este dispositivo en el desarrollo de sus clases, aunque sus planteamientos no dejan de crear polémica entre padres y educadores.
Para poder posicionarnos sobre el tema hemos reunido a 15 profesores y expertos en educación 2.0 de España y Latinoamérica para que nos respondan a esta pregunta: ¿Estás a favor o en contra del uso del móvil en el aula y por qué? Estas son sus respuestas:
Dolors Reig: “Los móviles (‘smartphones’) se han convertido en un instrumento fundamental para el ‘cyborg’ (ser humano aumentado) de nuestros tiempos. Eliminarlos en el aula resulta artificial y contraproducente desde el punto de vista de que perdemos la oportunidad de orientar su uso con fines educativos o incluso de autocontrol de la propia conectividad. Resulta absurdo, además, cuando los usos lúdicos que pretendemos evitar pueden realizarse en ordenadores o ‘tablets’ que a veces sí permitimos. Las tendencias tecnológicas avanzan hacia ‘smartphones’ de pantalla cada vez más grande, así que pueden resultar incluso herramientas para tomar apuntes, consultar temas, etc. Evidentemente, hablo de educación superior, así que sí tendría algún sentido eliminarlos en el caso de niños y para la realización de actividades concretas. En el resto de casos es mejor educar su uso”.
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@dreig es psicóloga social y editora principal de El caparazón, uno de los blogs en lengua española más influyentes en el ámbito de la innovación, la educación y la tecnología.

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José Luis Orihuela: “Al dedicarme a la comunicación digital y a los medios sociales, en mis clases de grado, posgrado y conferencias siempre permito y aliento el uso de móviles, tabletas y portátiles. Además, animo a los participantes a tuitear las sesiones. La docencia en el campo de la Comunicación no puede prescindir de la cultura de la conectividad en la que viven los estudiantes. Hay que construir la formación a partir de sus múltiples destrezas comunicativas y no contra ellas. El problema no es la tecnología que usen los alumnos para distraerse, sino la metodología y los contenidos temáticos que pretendemos imponerles”.
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@jlori es profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra y autor de eCuaderno.com. Entre sus libros: Mundo Twitter (2011), 80 claves sobre el futuro del periodismo (2011) y La revolución de los blogs (2006). Como conferenciante y profesor invitado ha desarrollado actividades profesionales en 26 países.

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Tíscar Lara: “Estoy completamente a favor, no solo porque es una herramienta de comunicación digital y producción multimedia que debemos incorporar y aprovechar, sino también porque es parte de nuestra realidad y especialmente de la de los más jóvenes. A estas alturas podríamos decir que de ser una oportunidad ha pasado a ser prácticamente una obligación para la Escuela. Además del proyecto Mlearning EOI en Educación Superior, recomiendo explorar las experiencias de aula de otros niveles educativos desarrollados por profesores como César Poyatos o Charo Fernández con los proyectos Physicsonthego yFitoAtocha“.
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@tiscar es directora de Comunicación de la Escuela de Organización Industrial, donde implantó el proyecto pionero en España Mobile Learning EOI en 2009. Como profesora de comunicación y experta en alfabetización digital, escribe regularmente sobre estos temas entiscar.com y en Twitter.

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Eduardo Amos: “El ‘m-learning’ es una de las herramientas más poderosas de enseñanza y aprendizaje, con un potencial excepcional para romper las barreras que separan a profesores y estudiantes. La mejor experiencia que tuve en ese sentido fue con un pequeño proyecto realizado por un grupo de alumnos de Secundaria en Bezerros, Pernambuco (Brasil). La distancia de más de 2.500 kilómetros que nos separaba desapareció cuando durante una clase estos alumnos intercambiaron más de 50 SMS conmigo, que soy uno de los autores del libro de texto que utilizaban. Fueron 50 minutos muy intensos en el que practicaron el género textual del SMS para conocer un poco más acerca de mi trayectoria profesional, mis obras y mi vida personal. Cuando fueron transcritos, nuestros mensajes dejaron de ser textos frágiles y efímeros para convertirse en un material didáctico. La barrera de la distancia se rompió y la motivación aumentó de modo espectacular”.
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Eduardo Amos desarrolla desde hace 34 años material didáctico en lengua inglesa para Secundaria y Bachillerato. Es coautor de más de 40 libros e imparte formación a profesores.

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Viviana Araya: “Una clase podrá ser altamente exitosa en conexiones neuronales si, mientras el docente explica, el alumno investiga en Internet, saca fotos del material, graba algún procedimiento, se ubica espacio temporalmente en mapas interactivos, toma apuntes en herramientas como Evernote para luego compartir e intercambiar el material con sus compañeros y entre todos armar un mural con sus conclusiones o debates del tema que se publicarán en el blog del aula o en un documento compartido. Pero una clase también puede ser un fracaso estrepitoso si, mientras el docente explica, el alumno se dedica a poner al día sus redes sociales. Por lo tanto, más allá de responder con un sí o un no al uso del móvil en el aula, primero debemos preguntarnos cómo, por qué y para qué lo incorporaríamos a nuestras clases. Una vez que tengamos las respuestas, debemos planificar la clase en torno a ellas para lograr una experiencia educativa, creativa y gratificante para todos los involucrados”.
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@araya_viviana es licenciada en Tecnología Educativa (UTN), especialista en implementación de tecnologías educativas en el aula, coordinadora de proyectos digitales con capacitación a docentes y coordinadora TIC en Colegio Norbridge y Colegio Bricktowers de Buenos Aires, Argentina.

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Graciela Bertancud: “El mayor reto es enseñar a los niños y jóvenes acerca del uso correcto del móvil, sobre todo lograr que el dispositivo esté en silencio en los momentos en los que se necesite estar concentrado. A veces esto es un tanto difícil de entender, dado que han nacido conectados y no saben que se puede vivir sin tanta conexión y que prescindir de ella no es el fin del mundo.  Como en todo proceso de aprendizaje, es importante la motivación, la adhesión a la propuesta. En lo personal, cuando pautamos silenciar los celulares con mis estudiantes, lo hacemos sin ningún gesto y convencidos de que es lo mejor para nuestro rendimiento;  con esto no quiero decir que no lo utilicemos durante el trabajo y lo consultemos cuando es necesario. En realidad, no creo conveniente consultar el móvil cada dos segundos y abandonar, de ese modo, el control de nuestra vida para ver qué ha publicado tal o cual persona en sus redes y alejarnos, en cierta medida, de las personas que estén a nuestro alrededor. Este, considero, es el desafío más importante”.
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Graciela Bertancud es coordinadora de TIC y directora del Colegio Tomás Alva Edison de Guaymallén, Mendoza (Argentina).

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Mariela Duarte: “Creo que el uso del celular dentro del aula, con fines obviamente didácticos, incentiva la creatividad, la imaginación y la conectividad. En el Instituto Ballester trabajamos con Google Apps for Education. Los alumnos en su celular pueden recibir mails individuales y del curso, consultar su calendario individual y del curso, utilizar Hangout para conectarse en forma sincrónica a través de mensajes o de videoconferencia, usar el traductor, buscar información, crear documentos y guardar archivos en Drive, ingresar a Classroom, grabar vídeo, audio, etc. y bajar otras aplicaciones educativas”.
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Mariela Duarte es coordinadora y asesora pedagógica de Informática y profesora de Informática en el Instituto Ballester Deutsche Schule de Buenos Aires, Argentina.

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Patricia Escalante: “El móvil ya es una herramienta imprescindible en nuestras vidas, así que no hacerlo partícipe del proceso de enseñanza-aprendizaje es impensable. Como docentes, debemos apropiarnos de su uso y aprender a sacar todo el provecho del mismo. Nuestros jóvenes han venido adaptando su cotidianidad a las nuevas tecnologías, en ocasiones con buenas prácticas y en otras no tan buenas. Debemos vencer nuestros miedos, para llegar a ser los mediadores tecnológicos que nuestros estudiantes necesitan. La clave del adecuado uso de la tecnología radica en la apropiada orientación que brindemos sobre las mismas. No necesitamos ser expertos, sino dedicarnos a lo que hacemos mejor: mediar con pedagogía. Cuanto más logremos integrar el trabajo del aula con el buen uso de herramientas tecnológicas como el móvil, antes estrecharemos la brecha entre educación y tecnología. Podríamos empezar con el uso del calendario para programar los trabajos y las evaluaciones de nuestros estudiantes, ya que siempre nos quejamos de su falta de planificación. ¿Qué tal una alarma para recordarles que deben comenzar a leer el libro que será evaluado en un par de semanas?”.
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Patricia Escalante Acevedo es licenciada en Español y Lenguas, máster en Educación y cuenta con experiencia docente en educación preescolar, básica y media. Actualmente es editora en Santillana Educación Colombia.

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Tânia Knittel: “Durante la investigación que realicé para mi doctorado, comprobé que los teléfonos móviles pueden ser un recurso pedagógico, pero para ello el profesor debe jugar un papel fundamental como mediador. Por otro lado, en el día a día observamos que, pese a que los dispositivos móviles forman parte de la vida cotidiana de los alumnos, muchos de ellos no los ven como recursos que se pueden usar en la escuela. Es necesario que esa herramienta se transforme porque lo cierto es que los alumnos están preparados para asimilar nuevas formas de acceder a la información y de construir el conocimiento. Pero para eso, los educadores deben crear experiencias significativas y facilitar recursos e información en tiempo real a los estudiantes”.
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@tfkni es profesora de Informática Educacional en el Colegio Emilie de Villeneuve de São Paulo/Brasil.

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Rosa Liarte: “Estoy a favor del uso del móvil en el aula porque es una herramienta de aprendizaje ubicuo y potencia la autonomía e iniciativa personal del alumnado. Usarlo en mi clase para aprender sobre latitud y longitud junto con Google Maps, coevaluar con Rúbricas a través de formularios de Google, o usar numerosas apps, es el día a día en mi clase. En mi centro está aprobado el uso de móviles en el aula, nuestro alumnado ha elaborado las normas de su buen uso y todo transcurre con normalidad. ¿Hasta cuando en un mundo conectado, los centros educativos van a dejar de estar desconectados?
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@rosaliarte es profesora de Geografía e Historia y miembro del Equipo Directivo del IES Cartima (Estación de Cártama) de Málaga, España.

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Priscila Oliveira: “¿Es el móvil el gran villano en las clases? Muchos colegios y profesores consideran este pequeño aparato como una amenaza, pero en realidad puede convertirse en un aliado con múltiples utilidades si se establecen estrategias pedagógicas para utilizarlo. De hecho, en la escuela donde doy clases, en São Paulo, hay situaciones en las que se permite su uso, como, por ejemplo, para buscar en los diccionarios online el significado de palabras, para hacer los ejercicios digitales de la colección Ventana al español cuando se olvidan el libro en casa o para realizar actividades con vídeos de canciones utilizando sus móviles y los auriculares, lo que facilita la comprensión auditiva de la lengua. Por eso, lo veo como un recurso muy útil y que ya forma parte de las clases”.
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Priscila Oliveira Vieira es profesora de español de Educación Secundaria en el colegio Mary Ward de São Paulo/Brasil.

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Melania Ottaviano: “Si algunas instituciones, directivos o docentes se dieran cuenta de lo útil que sería contar con el móvil del alumnado en el aula, en lugar de un PC por cada uno o una sala de computación, sería no solo un ahorro en inversión de equipamiento importante, sino también una forma de reconocer que el cuaderno digital del alumno ya podría tener lugar en un móvil o celular, con la carpeta didáctica guardada en un drive o en la nube y libros digitales de las diferentes materias. También contaríamos con un recurso que los alumnos usan de forma natural y que podríamos emplear como red social privada de intercambio y de colaboración entre docentes y alumn@s a través de grupos de WhatsApp, Telegram u otras mensajerías; o bien utilizar apps para generar actividades multimedia o editar vídeos, algo que puede ser de gran utilidad en clase. La clave, sin duda, es la preparación o capacitación del docente y de las instituciones educativas para tomar las decisiones adecuadas y generar un cambio cultural de este tipo. Los alumn@s ya están preparados”.
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@melaniao trabaja en el desarrollo de instancias de formación virtual desde 2004 para Fundación Telefónica y el Ministerio de Educación de La Nación Argentina. También es coordinadora de Informática Educativa y del campus virtual del colegio Benito Nazar e integrante del equipo de formación del programa Primaria Digital del Ministerio de Educación de la Nación Argentina en Aulas virtuales.

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Yolanda Quiazua: “¡Es una gran oportunidad! Pero está claro que la tecnología, por ella misma, no propicia el éxito educativo, sino que es necesario que el docente establezca una adecuada política de uso, con un sentido de responsabilidad en la producción y oferta de contenidos desde los aspectos pedagógicos. Las ventajas de incluir los dispositivos móviles en el aula son numerosas, ya que ponen a  nuestro alcance opciones para la enseñanza-aprendizaje investigando, leyendo, analizando, escuchando, conversando, creando y comunicando. Casi de forma sistémica permite visibilizar el pensamiento y las ideas de todos los estudiantes. Los propios alumnos remarcan que si no usan los dispositivos en clase se quedan atrás, perdiendo la oportunidad de explorar un mundo que no está en el aula”.
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@YQuiazua es docente magister en pedagogía y actualmente trabaja como profesional especializado para el portal educativo Colombia Aprende, del Ministerio de Educación Nacional de Colombia.

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Ricardo Silva: “Estoy a favor de un uso adecuado del móvil en las clases, sobre todo teniendo en cuenta la realidad social en la que vivimos, donde las tecnologías móviles digitales forman parte de la vida cotidiana de niños, jóvenes y adultos, tanto para el entretenimiento como para la comunicación y la investigación. Por lo tanto, ¿por qué no usarlas también a la hora de estudiar? Como investigador en el área de Educación Tecnológica, realizo informes sobre computación ubicua, clases invertidas y aprendizaje con dispositivos móviles en los que pongo de manifiesto la necesidad de que el docente se apropie del aprendizaje mediado a través de tecnologías digitales móviles. Y, en concreto, el teléfono móvil ya forma parte del día a día del aprendizaje”.
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Ricardo Silva es educador, investigador y especialista en Gestión de Tecnologías de la Información aplicadas a la Educación.

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Cristina Velázquez: “El éxito del aprendizaje móvil dependerá de nuestra capacidad para aprovechar al máximo las ventajas pedagógicas que ofrecen los dispositivos, por lo que es muy importante capacitarnos técnica y pedagógicamente en su uso, explorar aplicaciones educativas y, además, compartir las buenas prácticas para que puedan ser adaptadas, mejoradas y replicadas en otros contextos educativos.
Algunas de las ventajas del uso del móvil como herramienta para el aprendizaje son: la posibilidad de organizarse mejor, comunicarse y trabajar colaborativamente con sus compañeros y profesores, así como aprender contextual e informalmente mediante diferentes aplicaciones, algunas de las cuales han sido desarrolladas especialmente, con fines educativos. Las desventajas serían un uso inadecuado que puede generar distracciones en el estudio, pero hay métodos que pueden regularlo y soluciones que pueden ser acordadas por consenso entre el docente y sus alumnos para optimizar sus posibilidades educativas”.
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Cristina Velázquez es coordinadora pedagógica del Programa e-ducadores Online de la INSPT – Universidad Tecnológica Nacional de Buenos Aires, Argentina.

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