Inundaciones y Modelo Productivo

Por Pedro Perettiex Director Titular de la Federación Agraria 
El modelo productivo agrario argentino, que desde la Grito de Alcorta,  definimos como de monocultivo inducido con concentración de tierras y rentas, es el principal responsables de las cada vez más graves y reiteradas inundaciones que padecemos todos los argentinos, especialmente los más pobres y vulnerables, donde las inundaciones pegan más.Pero…no solo lo decimos nosotros, porque  lo vemos, percibimos y sufrimos en los territorios que habitamos y laboramos. Lo dicen y certifican los técnicos del INTA.  Nicolás Bertram, ingeniero agrónomo, del INTA Marcos Juárez, que estudia las cuestiones referidas al agua desde hace más de una década, certifica las comprobaciones empíricas que hacemos los chacareros. Veamos. Según Bertram, las napas que en la pampa húmeda estaban hace una década a 10 metros de profundidad hoy están entre 1 y 0,50 cm, los suelos están saturados no pueden absorber mas. Las causas de esa saturación son dos, las deforestaciones indiscrimidas y la “liquidación” de casi 200.000 chacras mixtas desde los 90 para acá, lo que determinó que la soja le sacara a la ganadería “sólo” en la pampa húmeda 10.000.000 de hectáreas.Además la soja le arrebato a los montes naturales poco más de 4.000.000 de hectáreas…. El amigo lector se preguntara que vinculación tiene una cosa con la otra….según los técnicos, el monte nativo absorbe 300 milímetros la hora, un campo ganadero, 100mm y la soja apenas 30mm..Imaginen que anualizado, los bosques y pasturas consumen entre 1500 a 2000 mm anuales y la soja de 400 a 600mm año. El suelo absorbió todo lo que podía absorber por eso las napas freáticas subieron, al no poder “chupar” más el agua escurre hacia canales y ríos. Si a eso le sumamos el mal manejo de las lagunas, que productores irresponsables, llenan los campos de canales clandestinos para sacarse el  agua ellos y mandársela al vecino; nos encontramos con este panorama desolador. Que no es solo por causa de la falta de obras, que por cierto faltan , lo esencial es el modelo productivo que adoptamos,  sus  características extractivas, cuasi mineras, que saca, y no repone ni absorbe;  ha producido un verdadero desastre ambiental… siempre va a drenar  más agua de la que puede absorber lo que siembra…..La depredación ambiental tiene las características de la  universalidad, no solo se sufre en el lugar donde se ejecuta, sino que la padecen todos… aun los más distantes del lugar depredado.Una aclaración, para evitar que los defensores del modelo de sojización embarren la cancha. La siembra directa es un método de labranza, que solo indica la forma en que se pone la semilla en la tierra,  “solo siembra”, no decide, ni marca, ni caracteriza, por si misma el modelo… no lo define.  Con ella se  puede sembrar no solo soja, también  maíz, cebada, trigo, girasol, y pasturas, lo que sea; es solo eso, una técnica para labrar la tierra sin roturarla. El modelo productivo es el “todo”, incluye el cómo se hace, pero también, quién lo hace, qué se hace, dónde se hace, y cómo  se siembra,  transporta y vende.. Acá manda el mercado…volver a la chacra mixta es la medida más sana y eficaz. Esa fue la chacra tradicional, de la colonización agraria, la que diversificó la producción, ocupó geopolíticamente el territorio, generó una cultura y una economía como lo fue la chacarera; que la sojización vino a barrer y transformó a auténticos productores agropecuarios  en rentista agrarios y puso la producción en manos de un reducido grupo de megaempresa integradas verticalmente, que son una autentica amenaza  para la soberanía y seguridad alimentaria de la nación...salud y cosechas...

El tope de edad para los jueces de la corte


Por Carlos Baeza
"Estamos hechos de tiempo", sentenció Borges y esa materia es analizada por el constitucionalista bahiense a raíz del amparo presentado para que una integrante de la Corte Suprema de Justicia permanezca en el cargo luego de los 75 años de edad.
El reciente amparo presentado por la Dra. Highton de Nolasco, integrante de la Corte Suprema de Justicia, tendiente a permanecer en el cargo no obstante haber alcanzado la edad de 75 años fijada como tope por el art. 99 inc 4° de la Constitución Nacional, ha reavivado la cuestión en torno a la nulidad de dicho precepto con base en el caso “Fayt”.
1° La primera cuestión a considerar es que nuestros constituyentes, siguiendo el modelo de los EE.UU, dotaron al Poder Judicial de la garantía de inamovilidad en el cargo (art. 110 C.N). Ello significa que, a diferencia de los integrantes de los poderes Ejecutivo y Legislativo que tienen un mandato temporal fijado en el propio texto con posibilidad de reelección (arts. 50, 56 y 90 C.N.) los miembros del Poder Judicial permanecen en sus cargos mientras dure su buena conducta. El fundamento de esta garantía es explicado por Hamilton para quien de los tres poderes, el Judicial “será siempre el menos peligroso para los derechos políticos de la Constitución, porque su situación le permitirá estorbarlos o perjudicarlos, en menor grado que los otros poderes. El Ejecutivo no sólo dispensa los honores sino que posee la fuerza militar de la comunidad. El legislativo no sólo dispone de la bolsa, sino que dicta las reglas que han de regular los derechos y los deberes de todos los ciudadanos. El judicial, en cambio, no influye ni sobre las armas, ni sobre el tesoro; no dirige la riqueza ni la fuerza de la sociedad y no puede tomar ninguna resolución activa” Ello “demuestra incontestablemente que el departamento judicial es, sin comparación, el más débil de los tres departamentos del poder; que nunca podrá atacar con éxito a ninguno de los otros dos, y que son precisas toda suerte de precauciones para capacitarlo a fin de que pueda defenderse de los ataques de aquéllos”
2° Un segundo aspecto es el vinculado al proceso de reforma de la Constitución Nacional. Según el art. 30 ello exige dos pasos: que el Congreso sancione una ley declarando la necesidad de enmienda y las cláusulas a reformar y que luego una Convención reunida al efecto lleve a cabo la modificación. Sin embargo y no obstante que en apariencia la Convención parecería soberana, ello es cierto sólo en cuanto a la posibilidad de reformar todas las cláusulas sometidas a consideración; modificar solo algunas o no producir enmienda alguna. Pero, en cambio, no le es dable abordar cuestiones no incluidas en la norma emanada del Congreso, tal como enfáticamente lo sostuviera el convencional Romero en el seno de la Constituyente de 1898. Quiere ello decir que si la Convención se extralimitara en su cometido y sancionara reformas no autorizadas por la norma limitativa dictada por el Congreso, las mismas no serían válidas dentro del ordenamiento constitucional. No obstante, el problema decisivo era que no existía vía idónea para impugnar esa anomalía, toda vez que la Corte Suprema de Justicia nacional, fundada en la doctrina de las cuestiones políticas no justiciables (political question), ya había sostenido en “Soria de Guerrero c./Bodegas y Viñedos Pulenta” que no correspondía al Poder Judicial examinar el procedimiento seguido por la Convención Constituyente  -se refiere a la reunida en 1957-  en su específico cometido; salvo que se demostrara “la falta de concurrencia de los requisitos mínimos e indispensables que condicionan la creación de la ley”; argumento este que habilitaría, según la misma Corte, el cambio radical operado en el fallo en examen.
3° La ley 24.309 que posibilitó la reforma de 1994, limitó explícitamente, las facultades de la Convención reformadora al disponer que “serán nulas de nulidad absoluta todas las modificaciones, derogaciones y agregados que realice la Convención Constituyente, apartándose de la competencia establecida en los arts. 2° y 3°...” (art. 6°) Sin embargo, la convención incluyó dentro del art.99 que trata las atribuciones del Presidente, la cláusula según la cual, los magistrados que alcanzaran los 75 años de edad, cesarían en sus funciones, salvo que obtuvieran un nuevo nombramiento (inc.4°), violentando así el principio de inamovilidad de los jueces mientras dure su buena conducta (art.110), precepto este que no fuera contemplado en la ley 24.309. En consecuencia, la inclusión de esta cláusula resultaba nula al haberse excedido el marco fijado por la propia norma que declarara la necesidad de enmienda.
La pregunta es entonces ¿por qué la Convención obró así, a sabiendas que estaba violando el proceso de reforma sancionando una cláusula que la ley fulminaba de nulidad absoluta? Para ello es útil recurrir al Diario de sesiones de la Convención del que resulta que en la sesión del 19 de agosto de 1994, y mientras se debatía acerca del derecho a la vida, el convencional Bava se refirió al tope de los 75 años para los magistrados, sosteniendo que ello obedecía al hecho “de quitar del medio al doctor Levene” (entonces juez de la Corte). En la misma sesión, el convencional Vázquez se preguntaba:” ¿Cómo es posible que ese proyecto esté firmado por el doctor Barra...quien dejó la Corte para facilitar un acuerdo político previo al Pacto de Olivos? Si no es así, que me desmienta el doctor Barra y que lo haga también el doctor Masnatta  -convencional de la Nación-; que digan si no es cierto que se está esperando el relevo del doctor Levene para que el doctor Masnatta ingrese al superior tribunal de la República”. A su turno, el convencional Maeder dijo que por más explicaciones que se pretendiera dar, “siempre queda la duda de que eventualmente se puede afectar a personas con nombre y apellido; y por otra parte, se trata de casos que se han hecho públicos a través del periodismo”; agregando que se trataba de un tema no habilitado por la ley, argumento que también alegara el convencional Cullen.

4° Con este fundamento, el Dr. Carlos S. Fayt planteó la nulidad del citado tope de edad y el mismo fue acogido por la Corte Suprema de Justicia (Fallos 322:1616 del 19/8/99) la cual argumentó que no obsta que “el contenido de una reforma constitucional haya sido atribuido válidamente a un poder distinto del judicial, pues aún en tales hipótesis siempre este Departamento, a la luz de la Constitución, está habilitado para juzgar en los casos que se le planteen, si el acto impugnado ha sido expedido por el órgano competente, dentro del marco de sus atribuciones y con arreglo a las formalidades a que está sujeto”. Y ello, por cuanto como el mismo Tribunal lo viene sosteniendo desde antiguo, no hay otro poder por encima de la Corte en cuanto intérprete final de la Constitución. De esta forma se concluyó en que la facultad de reformar la Ley Fundamental no podía exceder el marco de la regulación en que descansa y que por ende, no era admisible que con motivo de la enmienda que sí se habilitara en cuanto a las atribuciones del Poder Ejecutivo en materia de designación de magistrados, se incorporara una cláusula totalmente extraña a las potestades del Presidente, ya que “todo lo concerniente a la inamovilidad de los jueces es inherente a la naturaleza del Poder Judicial”. Todo lleva, entonces, a suponer que en el caso de Highton de Nolasco un eventual y definitivo fallo de la Corte será en el mismo sentido que en el precedente de “Fayt”, en el cual el Alto Tribunal no hizo más que ejemplificar lo que manifestara el ex presidente de la Corte Suprema de los EE.UU, Charles Hughes: “Nos regimos por una Constitución, pero la Constitución es lo que los jueces dicen que es”.

'Ustedes me invitan a callar y yo no acepto su ofensiva invitación'

'Ustedes me invitan a callar y yo no acepto su ofensiva invitación'

Nota: Eugenia Guzman 



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Raly Barrionuevo le responde a la Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona, quien emitió un duro comunicado contra él y el pintoresco personaje de Doña Jovita quienes manifestaron su apoyo a la lucha contra la modificación de la Ley de Bosques.-

El cantautor folclórico friense Raly Barrionuevo publicó en sus redes sociales un Comunicado de Prensa en respuesta a las acusaciones de La Confederación de Asociaciones Rurales de la Tercera Zona, quienes lo consideraron, al igual que al humorista cordobés José Luis Serrano -Doña Jovita- artistas que "muestran atracción por el aplauso fácil de un público condescendiente", por su manifiesto a la lucha contra la modificación de la Ley de Bosques.

A continuación compartimos textual y sin recorte lo publicado por el músico:

A los señores que me invitan a callar:
Unquillo, Córdoba, 14 de Enero de 2017

A ustedes, señores, que me piden que no hable de cosas que no sé, de cosas que, según su criterio, estoy desautorizado a opinar."

"Pues deben saber ustedes que hablo de ese monte que tantas veces recorrí de la mano de mi madre, una mujer nacida y criada bajo los algarrobos blancos y negros, quebrachos, tinti takos, tuscas e innumerables plantas de nuestra tierra; ese monte que canta por mi garganta y hace música a través de mis manos."

"Claro, seguramente para ustedes esto no significa absolutamente nada, pero para mí y para tantos paisanos significa la vida misma. Ustedes me invitan a callar y yo no acepto su ofensiva invitación. ¿Saben por qué? Porque mis canciones y las de mis compañeros vienen de allí, de ese lugar que ustedes detestan porque les impide seguir engordando sus cuentas bancarias en nombre de un supuesto progreso. Ese lugar, el bosque nativo, el que siempre nos dice la verdad."

"Ustedes ofenden mi historia y a mi gente, al decir que busco el aplauso fácil. Eso es algo, señores, que ni yo ni ustedes podremos juzgar, solo el tiempo lo hará. Sí me veo en el deber de transmitirles humildemente que si buscara el aplauso fácil, sería la falta de respeto mayor que podría hacerle a mi tierra y a mi pueblo. La tierra canta, llora, recuerda, camina, se manifiesta y nosotros la honramos como nuestra madre total, mientras que ustedes la castigan con sus topadoras y sus venenos 'milagrosos'."

"Son, según se ve, miradas opuestas del mundo y de la vida. Ustedes me acusan de generar “confusión en la opinión pública” y de llevar la discusión 'al ámbito de las ideologías extremas”. Dicen que eso “es lo que se pretende superar'. Desde hace mucho tiempo que otros señores como ustedes vienen vaticinando el fin de las ideologías. Quiero decirles que los desmontes irracionales que viene sufriendo nuestra tierra no son otra cosa que el resultado de una ideología extrema, la de ustedes. La verdad es que lo que 'sorprende y preocupa' es la 'escasa valoración' que ustedes tienen por la opinión de muchos científicos serios y honestos, por el monte y por el campesinado. ¿Ustedes me piden argumentos científicos para sostener mi postura? Hay cientos de ellos, uno más contundente y fehaciente que otro, hay tantos que no cabrían en esta pequeña carta. Les cuento, por si no están al tanto, que muchos de estos argumentos fueron aportados por prestigiosas instituciones a las autoridades legislativas. En algún cajón deben estar. Y tengo de los otros, de los que veo todos los días, los de la gente destrozada en lo más profundo de sus sueños, los de los pueblos inundados de preguntas y sin una sola respuesta, los de las manos lastimadas por las esquirlas de un sistema voraz y sangriento, los de tantos campesinos despojados de sus noches puras y de su medicina ancestral, en fin, los de una Córdoba desbastada en su naturaleza como pocos lugares en el mundo."

"El monte nos enseña, todos los días alguna lección nos da, nos purifica el alma y el camino. Es por eso, señores, que para arrasar con el monte que nos queda, digo, tendrán que mirar a sus hijos a la cara y luego pasar sobre nosotros."

Firmado por Raly el comunicado de forma viral y genera apoyo a los artistas ante la crítica de los miembros de la Cartez quienes manifestaron: “instamos a los referentes sociales a no propiciar divisiones ideológicas que tanto daño han ocasionado a lo largo de los últimos años, sino a contribuir a la generación de consensos que permitan superar tantos desencuentros”.-

El Grupo Benetton ES EL MAYOR TERRATENIENTE DE ARGENTINA



Mapa identificando las propiedades del Grupo Benetton en Chubut y Río Negro. Ver el mapa con las referencias en el interior del artículo.
El mayor propietario privado superficiario de la República Argentina es el Grupo Benetton, a través de la Compañía de Tierras Sud Argentino S.A. (CTSA). Posee 844.200 hectáreas de tierra en las provincias de Buenos Aires, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz. Es una superficie mayor a la de cualquier parque nacional existente en el país.

Por Federico Soria
En estas tierras hay aproximadamente 280.000 ovejas, que producen 1.300.000 kilos de lana por año, 16.000 vacas, 8.500 hectáreas plantadas con soja, 24.600 hectáreas de pino ponderosa, 4.600 hectáreas de pino murrayana y oregon, 1.100 hectáreas de forraje con riego por aspersión.
Además, el Grupo Benetton es dueño de una corporación megaminera denominada Minsud, con sede central en Toronto, Canadá; la cual posee 80.000 hectáreas de concesiones mineras en las provincias de San Juan, Río Negro, Chubut y Santa Cruz. Algunos proyectos megamineros metalíferos de Minsud presentan alto grado de avance. El más importante de ellos el el Proyecto Chita Valey, en San Juan, ya está en condiciones de ser explotado y cuenta con todas las autorizacioes del gobierno de esa provinca para empezar a explotar. Además posee 3 proyectos más en avance intermedio (la mina Carlos, en Chubut y las minas San Antonio y La Rosita, en Santa Cruz).
BREVE HISTORIA (fuente: patagoniaargentina.8m.com, con agregado de datos propios):
▪ La “Compañía de Tierras del Sud Argentino S. A.”, fue originalmente inglesa y se conformó el 1 de mayo de 1889, fundada en Londres, bajo el nombre “The Argentinian Southern Land Company Ltd”. Fue creada para administrar los campos de varios lores ingleses, terratenientes en el país, que habían recibido esas tierras como parte de pago del Estado Argentino a la Corona Británica, por haber financiado, 10 años antes, la campaña militar conocida como “Conquista del Desierto”, mediante la cual se le arrebató la Patagonia a los Pueblo-Nación Mapuche, Aonikenk y otros, para incorporarlas al territorio de la República Argentina.
▪ El 3 de Julio de 1975, la “Great Western”, (empresa off-shore radicada en el paraíso fiscal de Luxemburgo, que por ese entonces, estaba en manos de la burguesía terrateniente argentina, conformada por los “Menendez Hume, Ochoa & Paz Repetto”), compra el paquete accionario de la “The Argentinian Southern Land Company Ltd”. La “Great Western”, era además accionaria en otra compañía inglesa: “The Patagonian Sheep Farming Company Ltd.”, la dueña de las ovejas que pastaban en esos campos.
▪ El 26 Mayo de 1982, en una reunión de accionistas, se decidió cambiar el nombre por “Compañía de Tierras del Sud Argentino S. A.” (era la época de la Guerra de Malvinas, y el nuevo nombre “sonaba mas criollo”). En ese entonces, la empresa se radicó en Argentina.
▪ El 21 de Agosto de 1991, el paquete accionario de “Compañía de Tierras del Sud Argentino S. A.” (incluidas todas las tierras y las ovejas) pasa a manos de “Edizione Holding International N.V.”, pantalla financiera del Grupo Benetton, por unos 50 millones de dólares. El intermediario en esa operación es el agente inmobiliario local Nicolás Van Dittmar. Los directivos de la CTSA eran: Carlo Benetton (Presidente), D.E. Perazzo (VP), F. Acoroni (Director) y Ana M. Halassy (Directora.)
▪ El 14 de Agosto de 1996, una reunión de accionistas de CTSA, modifica el propósito de la Compañía (agricultura, ganadería, industrial, comercial, financiero, inmobiliario), para agregar un prometedor propósito: la minería. Posteriormente se crea Minsud, incorporando participación accionaria minoritaria y gerenciamiento por parte de ejecutivos canadienses de otras grandes empresas del rubro a nivel internacional.
▪ Desde que fue adquirida por el Grupo Benetton hasta la actualidad (25 años), CTSA ha duplicado su capital, casi exclusivamente con las ganancias generadas por la venta de lana, sin embargo esta empresa representa menos del 4% del conglomerado Benetton en todo el mundo.
▪ En la rama forestal, CTSA ha suscripto un convenio con el INTA y la Universidad del Comahue, para “mejora de la calidad genética” de sus cultivos. Si bien no está explicitado, el objetivo final de estos estudios conjuntos es experimentar y desarrollar variedades de pinos transgénicos.
▪ En el rubro forestal, Benetton lleva invertidos 7 millones de dólares, de los cuales 2,6 millones son subsidios otorgados por el Estado.
EL GRUPO BENETTON:
▪ Tiene sede en la ciudad de Triveso, Italia, de donde es oriunda la familia, compuesta por los hermanos Luciano, Gilberto, Carlos y Giuliana. Fue fundado en 1965 y actualmente posee un capital cercano a los 4 mil millones de dólares.
▪ Además de las ya mencionadas corporaciones que operan en Argentina, a nivel internacional, el Grupo Benetton posee las siguentes marcas textiles: United Colors of Benetton, Playlife y Sisley, las cuales presentan diferentes líneas de indumentaria, perfumes y merchandising Si bien la mayor parte de su producción textil proviene de Argentina, también posee intereses en Nueva Zelanda y Australia. En este último país realiza la mayoría de sus operaciones comerciales en sociedad con la Australian Agriculturan Company, otra empresa que era de la Corona Británica y actualmente pertenece al Grupo Tavistock (Joe Lewis).
▪ El Grupo Benneton, además, ha regenteado marcas deportivas: una escudería de Fórmula 1 y equipos de basquet, rugby y voley en las primeras ligas italianas.
▪ Como pantalla de “Responsabilidad Social Empresaria” y para desgravar impuestos en diversos países, el Grupo Benetton posee, entre otras, las siguentes fundaciones en diferentes lugares del mundo: Fondation Sisley-D’Ordation (Francia), Unhate Fundation (EEUU), Fundazione Studi Ricerche (Italia), Fundación Museo Leleque (Argentina), etc.
▪ Conviene mencionar también que los Benetton son de los coleccionistas privados de arte más grande del mundo que hay. También poseen un instituto de estudios en comunicación y publicidad, denominado “Fábrica” cuya sede central es un complejo arquitectónico ubicado en la ciudad de Treviso, Italia.
A este mosntruo se enfrentó la Comunidad Mapuche Santa Rosa de Leleque y le ganó. A este monstruo se están enfrentando las Pu Lof en Resistencia del Departamento Cushamen y también le está ganando; a pesar de que su lonko weichafe, Facundo Jones Huala está detenido en calidad de preso político.
Acá se presenta el mapa de las propiedades que posee el Grupo Benetton en la Provincia del Chubut, realizado en base a la plantilla del Sistema de Información Territorial del Gobierno del Chubut.
Gracias por el disparador inicial La Minga de Alas.

BENETTON EN CHUBUT
Enlace de publicaciòn: http://noalamina.org/informacion-general/item/15897-el-grupo-benetton-es-el-mayor-terrateniente-de-argentina

Noam Chomsky explica de qué manera los grupos mediáticos pusieron a Macri como presidente




1. La estrategia de la distracción.
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción, consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación continua de distracciones e informaciones insignificantes. La estrategia de la distracción es indispensable para impedir al público interesarse por los conocimientos esenciales, en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética. ”Mantener la Atención del público distraída, lejos de los problemas sociales de verdad y cautivada por temas sin importancia real. Mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin tiempo para pensar; de vuelta a la granja como los otros animales (cita del texto ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
2. Crear problemas y después ofrecer las soluciones.
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar la reacción en el público, a fin de que éste sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad. O por ejemplo: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
3. la estrategia de la implantación gradual.
Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, poco a poco, por años consecutivos. Es de esa manera que condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez.

4. la estrategia de diferir.

Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar de forma ingenua que “todo irá a mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarlo con resignación cuando llegue el momento.
5. dirigirse al público de forma infantil.
La mayoría de la publicidad dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? “Si uno se dirige a una persona como si tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menor aun (ver “Armas silenciosas para guerras tranquilas”)”.

6. utilizar el aspecto emocional más que la reflexión.

Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, el uso del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos.
7. mantener al público en la ignorancia y en la mediocridad.
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea, y permanezca, imposibles de alcanzar para las clases inferiores (ver ‘Armas silenciosas para guerras tranquilas)”.
8. estimular al público a ser indulgente con la mediocridad.
Promover al público a creer que es moda el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…
9. reforzar la autoculpabilidad.
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades, o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay revolución!
10. conocer a los individuos mejor que ellos mismos.
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos del público y aquellos conocimientos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado del conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológica. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un gran control y mayor poder sobre los individuos, es mas, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Candidato rico, votantes pobres

EXITO. El paso de Trump por el popular mundo de la autoayuda financiera en su país, explica, en parte, el triunfo electoral

Por Daniel Fridman
La victoria de Donald Trump en noviembre pasado y las semanas posteriores de transición dieron lugar en Estados Unidos a una discusión sobre los conflictos de interés que tendrá el nuevo presidente. Estos conflictos no son algo nuevo en la política de ese país, pero nunca habían alcanzado una dimensión tan importante. Nunca un presidente había tenido intereses financieros personales de tal magnitud alrededor del mundo. Sin embargo, hasta el momento Trump no se mostró preocupado por las sospechas de que podría usar la presidencia para beneficiarse económicamente.
Para entender esta falta de preocupación, es preciso analizar el modo en que Trump usó su propia fortuna para apelar a votantes de infinitamente menos recursos económicos que él. ¿Cómo hizo un multimillonario que vive en un pent-house con muebles de oro en pleno Manhattan, y que viaja en jet privado a su mansión de Florida, para conectarse con amplias franjas del electorado estadounidense?
Una clave para entender la atracción que ejerció Trump se puede encontrar en su paso por el popular mundo de la autoayuda financiera. Como autor y orador en el circuito de libros de éxito financiero, Trump aprendió algo de "la gente común" que aspira a obtener libertad financiera y que venera a los ricos. Fue en este mundo donde Trump perfeccionó ante miles de personas su performance carismática que luego desplegó en sus actos políticos cuando se lanzó por la presidencia.

"Ingresos pasivos"

Trump publicó dos de sus libros junto con Robert Kiyosaki, el autor del best seller Padre rico, padre pobre. Durante dos años, estudié a lectores de Kiyosaki en Estados Unidos y la Argentina que intentan poner en práctica sus consejos financieros. Participé de sus reuniones, jugué con ellos a un juego de mesa llamado Cashflow y los entrevisté. Kiyosaki, que nació en Hawái y reside en Arizona, es el autor de autoayuda financiera más exitoso del mundo, y sus libros fueron traducidos a más de diez idiomas. Su idea central es que sus lectores se conviertan en inversores que obtienen "ingresos pasivos" que no requieran de su trabajo. Según Kiyosaki, las personas tienen que cambiar internamente y desarrollar otro tipo de inteligencia financiera (que no se aprende en la escuela) para asegurarse la libertad económica.
Los lectores de autoayuda financiera aprenden que el éxito económico no debe ser producto de estudiar y tener un empleo, sino que requiere obtener ingresos sobre la base del trabajo y el tiempo de otras personas, haciendo que "el dinero trabaje para uno". Factores estructurales como la globalización, las crisis económicas, el mercado de trabajo o las desigualdades son vistas en esa literatura como poco más que excusas para quienes no se animan a tomar riesgos y no invierten en su inteligencia financiera.
La mirada sobre los ricos que propone esta literatura ayuda a entender algo de la atracción de Trump. En su campaña presidencial, Trump movilizó (entre otras cosas) el descontento que muchos votantes tenían con la situación económica, pero relevando cuidadosamente a las elites económicas o a la concentración del ingreso de toda responsabilidad en los problemas del país (y depositando toda la culpa en políticos ineptos). Éste es un tema habitual en la autoayuda financiera. Los ricos, incluso aquellos que venden libros y seminarios a quienes aspiran a la libertad financiera, son merecedores de su posición porque son financieramente inteligentes y saben reconocer oportunidades.
En el primer debate presidencial, Hillary Clinton atacó a Trump por no haber pagado impuestos por casi dos décadas. Si bien el candidato republicano nunca dio a conocer su declaración de impuestos, la información que se filtró a la prensa mostraba que las pérdidas que Trump declaró por sus negocios inmobiliarios fallidos en los años 90 le permitieron evitar pagar impuestos desde entonces. Trump interrumpió a Clinton no para negar la acusación, sino para decir que si no había pagado impuestos, eso precisamente lo hacía más inteligente. Muchos pusieron el grito en el cielo, pero este tipo de argumento es muy común en la autoayuda financiera: los ricos se benefician de los resquicios legales del sistema impositivo porque poseen inteligencia financiera. El propio Kiyosaki defendió a Trump al decir que no pagar impuestos era inteligente y hasta patriótico.
Que Trump respondiera con tanta comodidad en un tema tan controversial, admitiendo y jactándose de no pagar impuestos aun siendo multimillonario, nos dice algo sobre él y sobre el lenguaje de la autoayuda financiera que cultivó a lo largo de los años. Los lectores de este género por lo general admiran a los ricos y no les molesta que los propios autores se beneficien vendiéndoles libros, seminarios y otros productos y servicios. Para ellos, el éxito en el propio negocio de la autoayuda financiera no puede sino confirmar que aplican lo que predican y que sí tienen inteligencia financiera. No les parece mal que una parte importante de los ingresos de los autores provenga de sus fans, o que muchas de las historias que aparecen en los libros no sean verdaderas, siempre y cuando encuentren agradables y útiles sus ideas y consejos.
En su libro Queremos que seas rico, Trump y Kiyosaki argumentaban que como ellos ya eran ricos, no tenían necesidad de ganar dinero y por lo tanto podían ser verdaderamente generosos y compartir su sabiduría, a diferencia de asesores financieros menos prósperos, que debían anteponer sus intereses a los de sus clientes. Pero los fans no suelen ver grandes contradicciones entre ese mensaje y que los autores hagan dinero con la venta de libros y cursos. Admiran tanto el éxito económico de los autores como su astucia de aprovechar una nueva oportunidad de vender.

Soy rico, soy libre

Trump trasladó algo de esto a la política: un argumento central de campaña fue que, como ya era millonario, estaría protegido de la influencia y los intereses de distintos sectores. Ser rico le daría libertad. Y también prometió trasladar sus supuestas habilidades personales para "negociar" hacia el mundo de la política. Si esas habilidades las usa también en beneficio propio, para una parte de los estadounidenses será una muestra más de su sagacidad financiera, en tanto encuentren agradables y beneficiosas las acciones del presidente.
Trump aprendió que, para muchos, sus conflictos de interés no importarían demasiado. A pocos días de las elecciones, el programa de TV 60 Minutes entrevistó a Trump con toda su familia. A pocas horas de la entrevista, la pulsera que lució su hija Ivanka, parte de la colección que lleva su marca, se publicitaba por más de diez mil dólares. Para muchos, eso es apenas una prueba de la habilidad y visión para los negocios de la familia Trump, una de las razones por las que fue votado.
La personalidad y las conductas de Trump han sido el centro de atención y crítica por excelentes razones, pero no lo afectaron en el camino a la presidencia (al menos no lo suficiente como para costarle la elección). Para entender por qué ciertas cosas no afectan a Trump, es necesario mirar también hacia los fenómenos culturales más amplios que lo hacen posible. Trump se benefició de cierta admiración por los millonarios, y del mito de que las grandes fortunas reflejan simplemente la "inteligencia financiera", que además no debe ser considerada junto con sus implicaciones éticas para el bien común.
El autor es profesor en el Departamento de Sociología y el Instituto Teresa Lozano Long de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Texas Austin. Es autor de Freedom from Work: Embracing Financial Self-Help in the United States and Argentina (Stanford University Press).

Dos libros

QUEREMOS QUE SEAS RICO. Donald Trump y Robert Kiyosaki, Aguilar
EL TOQUE DE MIDAS. Donald Trump y Robert Kiyosaki, Aguilar

Estados y regulación a las empresas transnacionales

Rolf Zünnemann


La forma en que operan actualmente las redes y estructuras complejas de las corporaciones transnacionales requieren que se imponga un nuevo tipo de obligaciones a los Estados, para que estos –individual o conjuntamente– regulen a dichas empresas de una manera más efectiva.

Los Estados tienen obligaciones más allá de sus fronteras –llamadas obligaciones extraterritoriales – de carácter bilateral, multilateral y global. Los Principios de Maastricht sobre las Obligaciones Extraterritoriales de los Estados en el Área de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales presentan una visión sistemática de esas obligaciones, derivada del derecho internacional.[1]

Las obligaciones extraterritoriales incluyen obligaciones de los Estados de proteger –individual y conjuntamente– a la gente de los daños causados por las empresas transnacionales y de proveer recursos efectivos para los crímenes cometidos por las corporaciones.  Es urgente que las obligaciones extraterritoriales se aclaren, se tornen operacionales y se hagan efectivas.  El tratado de derechos humanos sobre empresas transnacionales y otras empresas que está siendo preparado por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, además de especificar los crímenes contra los derechos humanos que deben ser regulados, deberá estipular obligaciones claras para que todos los Estados involucrados cooperen en la regulación, protección, reparación y sanción de crímenes contra los derechos humanos cometidos por las empresas transnacionales.

El futuro instrumento debería ir más allá del entendimiento estricto de los “Estados de origen” de las empresas transnacionales.  En línea con los Principios de Maastricht, debería definir el estado de origen de una empresa transnacional como aquel en el cual “la empresa, la compañía matriz o la sociedad que ejerce el control, tiene su centro de actividad, está registrada o domiciliada, o tiene su sede principal de negocios o desarrolla actividades comerciales sustanciales.”[2] Bajo este entendimiento, las empresas transnacionales pueden tener varios Estados de origen, todos ellos bajo la obligación de regular y cooperar en la regulación de las empresas transnacionales.



Los Estados deben respetar el disfrute de los derechos humanos extraterritorialmente.[3] Esta obligación requiere, por ejemplo, que los Estados se abstengan de adoptar leyes y políticas favorables a inversiones por parte de empresas bajo su jurisdicción o en el extranjero, que menoscaben los derechos humanos, actuando de esa manera en complicidad con las empresas transnacionales involucradas.[4]

La conducta de los Estados en el seno de las organizaciones internacionales debe ser coherente con sus obligaciones extraterritoriales.  Además, los Estados deben elaborar, interpretar y aplicar los acuerdos internacionales coherentemente con sus obligaciones de derechos humanos, por ejemplo en las áreas del comercio, inversión, finanzas, impuestos, desarrollo, seguridad y el respecto a la Madre Tierra.

Cuando sea posible, los Estados deben adoptar medidas por separado y conjuntamente, en cooperación entre sí, para regular a las empresas transnacionales, asegurándose de que no impidan el disfrute de los derechos humanos.  Aún en situaciones donde los Estados no estén en condiciones de regular a una empresa transnacional, deben ejercer influencia sobre su conducta, por ejemplo a través de su sistema de contratación pública o de la diplomacia internacional.[5]

La regulación requiere la adopción y la ejecución de medidas legales. Se considera a un Estado bajo la obligación de regular si:

a) el daño o la amenaza de daño se origina u ocurre en su territorio;

b) el actor no estatal tiene la nacionalidad del Estado en cuestión;

c) en lo referente a empresas comerciales, cuando la empresa, la compañía matriz o la sociedad que ejerce el control, tiene su centro de actividad, está registrada o domiciliada, o tiene su sede principal de negocios o desarrolla actividades comerciales sustanciales en el Estado en cuestión;

d) cuando hay un vínculo razonable entre el Estado en cuestión y la conducta que pretende regular, incluyendo cuando aspectos relevantes de las actividades del actor no estatal son llevadas a cabo en el territorio de ese Estado. Ejemplos de un vínculo razonable pueden ser cuando:

  • La empresa tiene a sus activos en ese país que pueden ser incautados para ejecutar una sentencia judicial.
  • Hay prueba o testigos en el país.
  • Los funcionarios de la empresa acusados se encuentran en el país.
  • La empresa llevó a cabo parte de las operaciones incriminadas en ese país.

e) cuando cualquier conducta que menoscabe los derechos económicos, sociales y culturales constituya una violación de una norma imperativa del derecho internacional. Cuando tal violación también constituya un crimen en el derecho internacional, los Estados deben ejercer jurisdicción universal sobre los responsables o transferirlos legalmente a una jurisdicción adecuada.

Es importante aclarar y especificar aún más estas obligaciones extraterritoriales. Es inminente introducir estándares y mecanismos adecuados de implementación y monitorear su implementación.

Nos encontramos en un momento clave, en el cual es necesario pasar de principios generales a regulaciones jurídicas más específicas que pueden ser ejecutadas en contra de las empresas transnacionales que menoscaben el goce de los derechos humanos en donde quiera que estas operen y desarrollen sus operaciones.

Un futuro tratado de derechos humanos sobre empresas transnacionales y otras empresas es un instrumento urgente para finalmente llenar los vacíos regulatorios más allá de las fronteras, que permiten que se perpetúe la impunidad  de aquellas corporaciones transnacionales que obtienen el lucro con actividades que menoscaban el disfrute de los derechos humanos y afectan la dignidad humana.



Rolf Zünnemann es integrante de FIAN Internacional.
 

[1] Los Principios de Maastricht están disponibles en varios idiomas.http://www.etoconsortium.org/nc/en/main-navigation/library/maastricht-pr...
[2] Principios de Maastricht sobre las Obligaciones Extraterritoriales de los Estados en el Área de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, Principio 25 (c)
[3] Principios de Maastricht 19 – 21. 
[4] Principio de Maastricht 21
[5] Principio de Maastricht 26

Tres etapas de la visión metrópoli satélite


Claudio Katz


André Gunder Frank fue un conocido intelectual que en los años 60 participó en la gestación de la teoría marxista de la dependencia. Buscó dilucidar las peculiaridades de la relación centro-periferia analizando los orígenes y las características del capitalismo.

Frank adoptó sucesivas visiones centradas en el atraso latinoamericano, la dinámica del sistema mundial y el protagonismo internacional de Asia. En cada abordaje suscitó intensas polémicas por su tendencia a radicalizar la discusión contradiciendo sus planteos previos. Su evolución fue muy ilustrativa de los distintos perfiles que asumió el debate sobre el subdesarrollo.




VARIEDAD DE ENFOQUES

El primer Frank en los años 60 afirmó que América Latina padecía una gravosa apropiación de excedentes por su inserción subordinada en el mercado mundial. Señaló que esas confiscaciones perpetuaban el estancamiento de la región.

Remontó el origen de ese sometimiento a la época colonial y recordó que Iberoamérica se integró en forma dependiente al capitalismo mundial. Por eso quedó encadenada a un circuito que favoreció primero a los centros metropolitanos (España, Portugal) y luego a la potencia dominante (Gran Bretaña).

Con ese presupuesto de capitalismo de larga data, Frank postuló que el subdesarrollo era inherente a un sistema, que operó en forma polarizada desde su nacimiento. Subrayó que el capitalismo era sinónimo de atraso para el pasado, presente y futuro de América Latina (Frank, 1970: 8-24).

A principios de los 70 Frank reformuló su concepción en sintonía con la teoría del sistema mundial, que acababa de emerger como una concepción de peso en las ciencias sociales. Afirmó que la visión de Wallerstein jerarquizaba la problemática global y superaba los estudios parcializados del subdesarrollo.

Con este nuevo enfoque estimó que por sí misma la teoría de la dependencia ya no aportaba alternativas factibles. Resaltó la omnipresencia de la economía mundial y remarcó la obsolescencia del desenvolvimiento nacional autónomo (Frank, 1970: 305-327, 1991:10-62).

En este segundo periodo el pensador germano reafirmó la preeminencia del capitalismo en América desde la colonización, pero desde una perspectiva de economía-mundo. Por eso enmarcó su investigación de la relación metrópoli-satélite en el contexto más general de los ciclos seculares del capitalismo. Este giro lo indujo a reconsiderar todas las conexiones entre el sometimiento de la periferia y el funcionamiento del sistema (Frank, 1979: 54-142).

A principios de los 90 el escritor alemán manifestó una nueva insatisfacción con sus tesis y propuso una tercera concepción centrada en la gravitación del continente asiático. Cuestionó la escasa relevancia asignada a esa región y rescató la antigua supremacía global de Oriente (Frank, 2009: 115-130).

Con esta nueva óptica polemizó con las concepciones que subrayaban la centralidad europea en la gestación del capitalismo. Estimó que Occidente sólo usurpó transitoriamente una primacía de China que volvía a emerger a fin del siglo XX.

De esa caracterización dedujo también la existencia de una temporalidad milenaria del capitalismo. Reinterpretó a este sistema como un régimen con fundamentos mercantiles, continuidades cíclicas, pilares asiáticos y orígenes inmemoriales (Frank, 2009: 110-115).

En este último modelo introdujo cambios en los protagonistas del esquema metrópoli-satélite. China quedó ubicada en la cúspide, India en un rol intermedio y Europa en un papel subordinado. En las tres etapas de su evolución Frank mantuvo preocupaciones semejantes, pero sus cambiantes definiciones generaron fuertes cuestionamientos.



CONTROVERSIAS SOBRE LA COLONIZACIÓN

Frank fundamentó su teoría inicial del subdesarrollo en el carácter capitalista de América Latina desde la colonización. Estimó que una conquista liderada por el sector comercial de la península ibérica generó desde el siglo XVI producciones reguladas por el mercado y orientadas hacia la exportación (Frank, 1970: 31-39, 167-168). Retomó la visión de los historiadores (Bagu, 1977: 62-64, 75-86), que resaltaban la precocidad de la acumulación en una economía abierta.

También polemizó con los teóricos de la colonización feudal y suscribió las miradas de los autores que señalaban la carencia de auto-suficiencia rural, la primacía del desarrollo urbano y la prioridad exportadora en la utilización del trabajo forzado (Peña, 2012: 69-70). Por eso convalidó las descripciones del encomendero, el latifundista y el plantador como artífices del capitalismo comercial.

Frank cuestionó la presentación del sistema colonial como una economía de subsistencia. Rechazó las tesis de los pensadores que contraponían la introducción inglesa de gérmenes de capitalismo, con la transmisión española de taras medievales (Mariátegui, 1984: 13-16, 50-64).

Discrepó, además, con los historiadores que interpretaban la preeminencia de formas de explotación serviles o esclavistas como evidencias de feudalismo (Puiggrós, 1965). Objetó frontalmente los estudios que observaban indicios de ese sistema en el peso del latifundio o la gravitación de la renta (Fernández; Ocampo, 1974). Su mirada subrayó en forma categórica la supremacía del mercado y la inversión desde la llegada de Cristóbal Colón (Frank, 1965).

Este enfoque sintonizó con la visión de Sweezy en una controversia análoga sobre el pasaje del feudalismo al capitalismo en Europa. En ese caso se discutían las fuerzas motrices del nuevo sistema y no los protagonistas de la colonización de ultramar. Pero el contenido del debate era semejante.

Sweezy estimaba que el comercio a distancia y el auge urbano determinaron el declive del feudalismo en el Viejo Continente, al obligar a la nobleza a compensar sus pérdidas con mayor explotación de los campesinos (Sweezy, 1974: 15-34, 114-120). Esa presión generó escasez de mano de obra rural, acentuó la huida de los siervos hacia las ciudades y transformó la renta de productos en dinero. Los mismos mercados que para Sweezy debilitaron a la nobleza, fueron determinantes para Frank de la configuración inicial de América Latina.

Esa caracterización fue rechazada por Dobb, que atribuyó la transición de Europa al capitalismo a la erosión de las estructuras agrarias desafiadas por las rebeliones campesinas. Estimó que el feudalismo fue internamente corroído por ese conflicto (Dobb, 1974: 12, 52-55).

Otros autores cuestionaron la presentación de ese sistema como un modo de producción estable y divorciado de la vida urbana. Subrayaron la incidencia de las crisis endógenas, que forzaron el aumento de los tributos y acentuaron la competencia entre los nobles. Ilustraron cómo ese proceso alumbró una capa de campesinos ricos, que empleó trabajo asalariado e inauguró la agricultura capitalista (Hilton, 1974: 123-135).

En los debates europeos y latinoamericanos se indagaron dos polos del mismo proceso, que generó desarrollo en una región y atraso en otra. Las controversias buscaban esclarecer por qué razón el capitalismo despuntó en Inglaterra y condujo al estancamiento dependiente de América Latina.




RESPUESTAS MÁS ELABORADAS


La profundización del análisis historiográfico modificó a fines de los 70 los términos de la discusión. Varios estudiosos incorporaron el concepto de formación económico-social para indagar amalgamas de modos producción, con distinto grado de preeminencia de un sistema sobre otro (Anderson, 1985: 74-76).

Esa noción sustituyó las interpretaciones puramente económicas por evaluaciones más abarcadoras de los procesos sociales (Aricó, 2012: 134-179). Se clarificó la forma específica que asumió el feudalismo y el capitalismo en cada época y región, observando las formas mixturadas de sistemas dominantes y secundarios.

Con este abordaje se priorizó el estudió del abrupto corte que introdujo la colonización en los regímenes pre-colombinos (Cardoso, 1973). La destrucción de esas civilizaciones dio lugar a un sistema colonial asentado en el trabajo servil, que proveían las estructuras sobrevivientes del universo indígena. Las comunidades más desarrolladas quedaron sometidas a esa prestación y las más atrasadas fueron exterminadas (Vitale, 1984).

La corona, la iglesia y los conquistadores asociaron a la aristocracia indígena al cobro de tributos, la gestión rotativa de trabajo y el traslado masivo de la población. Esta simbiosis fue tan ajena al feudalismo hispánico como al capitalismo comercial. No generó el escenario homogéneo concebido por los intérpretes de ambas variantes de la colonización.

El trabajo forzado en las haciendas fue muy distinto a la servidumbre feudal e impidió la gestación de la pequeña propiedad agro-capitalista. Las mismas singularidades prevalecieron en otros modelos económicos de la era colonial (Cardoso, Pérez Brignoli, 1979: T I, 177-178, 186-192, 212-222).

En las zonas de plantación se generalizó la esclavitud para cultivar azúcar, cacao o algodón. Esta combinación de modalidades laborales coercitivas para satisfacer la demanda mercantil europea fue otra peculiaridad del hemisferio.

En el tercer esquema de economía de frontera prevaleció el usufructo de las rentas ganaderas. Tampoco esa variante se amoldó a la tosca clasificación de feudalismo versus capitalismo.

El análisis de estas haciendas, plantaciones y latifundios tomó en cuenta el mercado mundial jerarquizado por Frank, pero con otro razonamiento. En lugar de puras exacciones externas propició la indagación de relaciones de propiedad y formas de explotación del trabajo (Cardoso, Pérez Brignoli, 1979: T II, 9-14).

Esta mirada ilustró cómo América Latina se integró al comercio internacional con una amplia variedad de relaciones pre-capitalistas. No prevaleció la esclavitud usual (por la entrega de tierras para garantizar la auto-alimentación), tampoco el siervo feudal (por la persistencia de comunidades indígenas) y menos aún el minoritario o excepcional trabajo asalariado.

La visión “pan-capitalista” de Frank ignoró estas combinaciones. Señaló correctamente que América Latina quedó enlazada al capitalismo naciente, pero desconoció que esa conexión se consumó a través de estructuras esclavistas, serviles y oligárquicas.

Estas formaciones quedaron a su vez articuladas con tipos de producción secundarios (campesinos o patriarcales), en esferas pre-monetarias y agriculturas pre-capitalistas. De esta variedad emergió el subdesarrollo desigual que caracterizó al capitalismo dependiente del siglo XIX (Cueva, 1982).



CAPITALISMO COMERCIAL

En este primer periodo de su evolución intelectual, Frank no ofreció respuestas satisfactorias a las críticas que suscitó su teoría del capitalismo comercial. Supuso que ya regía en América Latina un sistema económico que recién despuntaba en Europa. Definió al modo de producción por el grado de extensión del intercambio olvidando la centralidad del trabajo, que en América Latina involucraba distintas modalidades laborales coercitivas.

Los teóricos de la colonización feudal señalaron estos problemas, pero supusieron un simple traslado a Latinoamérica de los sistemas productivos europeos. Desconocieron que esas formaciones no eran simplemente exportables. Su asentamiento dependía de condiciones locales muy diferentes a las imperantes en el Viejo Mundo.

En América prevaleció el virreinato y no las soberanías fragmentadas del feudalismo. No se verificó el señorío, la fidelidad a cambio de protección, la reconfiguración territorial a partir de alianzas parentales o los típicos conflictos entre nobles y siervos. Los errores de Frank no se corregían forzando la presentación de la conquista como un emprendimiento feudal.

Los autores que estudiaron las formaciones económico-sociales evitaron esos equívocos. Indagaron el origen del capitalismo y la colonización en la esfera productiva, resaltaron las contradicciones internas de los modos de producción y asignaron una gravitación definitoria a la lucha de clases. Esa mirada confirmó que la presencia del capital comercial era compatible con varios sistemas sociales y no singularizaba al capitalismo (Laclau, 1973).

Frank soslayó estos problemas y jerarquizó la esfera de la circulación en desmedro de la producción. Por eso su modelo sólo registró expropiaciones de excedentes a través de circuitos comerciales y movimientos monetarios.

El esquema metrópoli-satélite concebía, además, una relación mecánica del devenir latinoamericano con los procesos externos. Prestaba poca atención a lo ocurrido en las estructuras internas y en los intercambios locales de la economía colonial (Assadourian, 1973).

Ese universo agrario tenía alta incidencia en una región con abundancia de tierras y carencia de mejoras productivas. Las transformaciones rurales -que en Europa anticiparon el surgimiento del capitalismo- no se registraron en ningún punto de Iberoamérica.

Con una óptica de puras continuidades capitalistas Frank no percibió ese contraste. Tampoco observó la incidencia de los grandes cambios políticos generados por las guerras de la Independencia.

Su enfoque tendía a resaltar sucesiones de un mismo subdesarrollo, sin registrar la diferencia que separa la formación a la maduración del capitalismo. Mientras que el debate sobre la colonización correspondía al primer periodo, las modalidades contemporáneas de la dependencia debían ser conceptualizadas a partir del siglo XIX.

Frank notó que la conquista de América fue un momento clave de la constitución del mercado mundial, pero identificó ese acontecimiento con la vigencia plena del capitalismo. Omitió el largo proceso de transición que enlazó la des-acumulación originaria padecida por América, con la acumulación de capital protagonizada por Europa (Vitale, 1992: cap 4, 6). En su modelo de metrópolis-satélites esa diversidad de etapas quedó disuelta en totalidades indistintas.

Este abordaje fue consecuencia de la primacía otorgada a los componentes exógeno-comerciales frente a los elementos endógeno-agrarios. Frank formuló todas sus explicaciones del subdesarrollo en términos de exacción colonial. Subrayó el gran impacto del pillaje, que ciertamente devastó al Nuevo Mundo para nutrir las reservas de la acumulación europea.

Pero al observar sólo este costado, olvidó que el curso contrapuesto de ambas regiones quedó definido por procesos más estructurales de prosperidad y estancamiento agrícola. Ese efecto de largo plazo tuvo enorme impacto en la consolidación de las estructuras rurales pre-capitalistas (Cardoso, Pérez Brignoli, 1979: T I, 100-102).

La carencia de farmers o arrendatarios fue determinante del subdesarrollo latinoamericano. Esa adversidad se recreó en el siglo XIX con la disolución de las plantaciones esclavistas, que fueron sucedidas por latifundios rodeados de economías campesinas con baja productividad.

El mismo proceso se verificó en la concentración de propiedades y en la supresión de comunidades que acompañaron a la remodelación de las haciendas. En las zonas de frontera, el acaparamiento de territorios por parte de oligarquías parasitarias fue más acelerado.

El modelo de capitalismo comercial de cinco siglos no permitía notar cómo ese atraso agrario afectó el surgimiento ulterior de la industrialización.



SIMPLIFICACIONES POLÍTICAS

Frank enfatizó la naturaleza capitalista de la gestación latinoamericana para demostrar el agotamiento de un sistema con cinco siglos de historia. Subrayó esa madurez con la intención de remarcar la necesidad inmediata del socialismo. Por eso rechazó la tesis de la colonización feudal y objetó las demoras en la acción revolucionaria, que eran justificadas por la persistencia de rasgos pre-capitalistas.

La teoría de la colonización capitalista fue expuesta para criticar la estrategia del socialismo por etapas. Esa motivación indujo a demostrar la antigua raíz capitalista del subdesarrollo dependiente. Con ese diagnóstico se postuló, además, la inconveniencia de alianzas con la burguesía nacional.

Esos planteos apuntalaban las críticas a la propuesta de transitar por la prolongada etapa democrático-burguesa que auspiciaban los partidos comunistas. Ese mismo propósito perseguía el gran número de estudios sobre plantaciones, haciendas y latifundios que floreció durante esa época.

El primer Frank se ubicó en el espacio de la izquierda revolucionaria. Pero ese posicionamiento no requería argumentos remontados a la era colonial. La temporalidad de una transición socialista contemporánea no dependía del carácter asumido por la colonización. Ese curso era el mismo con raíces feudales o capitalistas de la conquista hispano-portuguesa. El pensador alemán buscó respuestas a los problemas del siglo XX en lo acontecido cuatro centurias antes.

Con esa mirada ignoró la diferencia cualitativa entre interrogantes políticos e historiográficos. El debate sobre las posibilidades socialistas abiertas por la revolución cubana difería de la controversia sobre lo ocurrido con la llegada de Colon. Tampoco la constatación del comportamiento conservador de las burguesías nacionales requería evaluar lo sucedido en el siglo XVI.

Frank sobredimensionó la polémica estableciendo una familiaridad directa entre feudalistas históricos y etapistas políticos. No registró que varios teóricos comunistas (como el chileno Teitelbaum o el brasileño Caio Prado) defendían la tesis de la colonización capitalista, suscribiendo las estrategias políticas de sus organizaciones.

Ese esquematismo no fue compartido por los teóricos marxistas de la dependencia, que rechazaron la equiparación de la situación colonial con el contexto posterior (Marini, 1973:19-20). Cuestionaron la exageración del rol del comercio y la presentación de una economía capitalista desde la cuna latinoamericana (Dos Santos, 1978: 303-304, 336-337).

En la plenitud de estas controversias Frank declaró que abandonaba el debate historiográfico y la propia teoría de la dependencia. Con esa declaración cerró la primera etapa de su pensamiento.



EL GIRO HACIA LA ECONOMÍA-MUNDO

El teórico alemán inició su nuevo período estimando que el dependentismo flaqueaba por carencia de horizontes mundiales. Proclamó el agotamiento de esa concepción y la consiguiente necesidad de superarla con una visión más abarcadora del marco global. Encontró esa mirada en la teoría del sistema mundial, que en cierta medida extendía y radicalizaba su enfoque precedente.

Existían varias áreas de afinidad entre Wallerstein y Frank. La visión de la economía-mundo presenta una caracterización del capitalismo histórico muy semejante al capitalismo comercial. Considera que ese sistema se forjó al mercantilizar la actividad productiva con mecanismos globales de competencia, expansión de mercados y desplazamiento de firmas ineficientes.

Wallerstein coincidió explícitamente con el diagnóstico de colonización capitalista de América Latina expuesta por Frank (Wallerstein, 1984: 204-216). Postuló que luego de emerger en Europa, ese régimen ya operaba a escala global cuando Colon arribó al Nuevo Mundo. La incorporación de ese hemisferio consolidó el sistema mundial y anticipó su absorción de otras áreas del planeta (Wallerstein, 1988: 1-8).

Los dos pensadores convergieron, además, en estimar que la trayectoria seguida por las periferias siempre estuvo determinada por el mercado mundial. Describieron desenvolvimientos históricos centrados en el impacto de las fuerzas mundiales. Señalaron que en cada etapa del sistema esas tendencias externas definieron el status de las potencias vencedoras y de las economías subdesarrolladas (Katz, 2016).

Los parentescos se extendieron a otras esferas, pero la coincidencia historiográfica fue clave para la confluencia del modelo metrópoli-satélite con el sistema mundial. Wallerstein aportó nuevos argumentos a la teoría del capitalismo comercial y situó el debate sobre la colonización en un terreno más conceptual.

Este abordaje suscitó nuevas polémicas sobre el origen del capitalismo en tres terrenos poco explorados en la controversia anterior: la significación del trabajo asalariado, la duración de las transiciones y el papel de los sujetos. En esos terrenos Wallerstein desenvolvió las mismas pistas analíticas sugeridas por Frank.

DEBATES SOBRE EL PROLETARIADO

Al igual que Frank, Wallerstein tomó partido a favor de Sweezy contra Dobb en la jerarquización del comercio sobre el agro, como principal fuerza motriz del capitalismo. Pero a diferencia de Sweezy cuestionó la relevancia del trabajo asalariado en ese proceso.

El teórico del sistema mundial rechazó la preeminencia de esa modalidad laboral, señalando que ese rasgo no era determinante de una economía-mundo ensamblada en forma comercial y regida por la maximización del beneficio (Wallerstein, 1984: 180-201, 2005: cap 1).

Al presentar al capitalismo como un régimen de coordinación de mercados, Wallerstein entendió que las plantaciones esclavistas y las haciendas serviles no desmentían la vigencia de ese sistema.

Brenner objetó esta caracterización recordando que el capitalismo surgió de una acumulación originaria, que alumbró una clase explotadora asentada en la extracción de plusvalía. Retomó los argumentos de Dobb y señaló que sólo en ciertas condiciones y países, el comercio contribuyó a disolver las viejas relaciones sociales. Cuando consolidó el poder de los nobles (Europa Oriental) afianzó las estructuras pre-capitalistas y generó una segunda servidumbre (Brenner, 1977, 1988: 39-44, 381-386).

A diferencia de Sweezy -que observaba al comercio como la fuerza originadora de un régimen capitalista asentado en la extracción de plusvalía- Wallerstein negó la relevancia del proletariado como dato constitutivo de ese sistema. Afirmó que los “marxistas ortodoxos” sobredimensionaban ese factor, convirtiendo la estructura fabril en el único determinante del despunte capitalista.

Atribuyó esa postura a razonamientos atados al marco nacional y señaló que el capitalismo extrae plusvalía de una amplia variedad de explotados, sin discriminar su status de obreros, siervos o esclavos. Destacó que la economía-mundo funciona mediante el control que ejercen los capitalistas de esa sujeción (Wallerstein, 2005: cap 11, 2011).

Pero este enfoque no esclareció cuáles son las diferencias que separan al capitalismo de los modos de producción que lo precedieron. Esta distinción surge de la existencia de una plusvalía generada específicamente por los trabajadores asalariados. Sólo la reinversión de ese excedente apropiado por la burguesía alimenta la acumulación.

La gravitación del trabajo asalariado radica en que sólo el capitalismo introduce una forma de coerción económica, que no se asienta en explícitas coacciones forzosas. El trabajo libre de los asalariados es lo que tipifica el sometimiento contemporáneo a la tiranía del mercado.

Esta peculiaridad es incluso resaltada por los autores que coinciden con Wallerstein en la conveniencia de extender la caracterización del capitalismo, más allá del status de los explotados y la modalidad que asume el plus-trabajo (Amin, 2008: 198- 200).



LARGAS TRANSICIONES

Frank estimaba que el capitalismo vigente en el siglo XVI definió el tipo de colonización predominante en América Latina. Wallerstein amplió esa mirada, destacando que este sistema debía ser concebido como una totalidad mundial desde su inicio. Consideró que no existen razones para suponer que se gestó en largos periodos de maduración (Wallerstein, 1984: 8-10, 43). Pero no aportó justificaciones de ese postulado de abruptos saltos de un régimen a otro.

Sus críticos observaron que confundió -como Frank- el origen con la formación del capitalismo. Colocó en un mismo paquete dos estadios diferentes, al no diferenciar el nacimiento en el agro del desenvolvimiento en la industria. Wood señaló que en la primera etapa (siglo XVI-XVII) prevaleció la actividad primaria y en la segunda (desde el siglo XVIII) los procesos fabriles.

Esta distinción destaca, además, que la fase inicial no involucró la generalización del trabajo asalariado, sino tan sólo la preeminencia de nuevas reglas de coerción mercantil. Esas normas implicaron presión competitiva, maximización del beneficio y compulsión a reinvertir los excedentes para mejorar la productividad.

De esa forma se generaron condiciones para un debut del capitalismo, que no entrañó la plena utilización de obreros cobrando salarios. La masificación de esa modalidad laboral fue un resultado y no un anticipo del capitalismo (Wood, 2002: 36-37).

Este abordaje contribuye a superar las discusiones sobre la colonización de América, sólo centradas en dirimir la primacía del trabajo asalariado o servil. Lo determinante en la gestación del capitalismo en el agro fue la generalización de normas de competencia y ganancias y no la masificación de la explotación obrera.

Esta distinción entre el surgimiento y la consolidación del sistema facilita el registro del largo proceso de transición omitido por el enfoque de Frank-Wallerstein. Como señaló Mandel, ese pasaje incluyó en Europa fases de acumulación primitiva y corriente, con gravitaciones diferenciadas de la expropiación campesina y el pillaje colonial (Mandel, 1969: 71-74, 1971: 153-171).

Esa prolongada transición implicó la articulación del mercado mundial en torno a diversos procesos nacionales, que combinaron formas capitalistas, semicapitalistas y pre-capitalistas. El intercambio global ordenó esa variedad de relaciones híbridas.

Es cierto que la dimensión internacional del capitalismo fue descollante, pero tan sólo como referente de distintos procesos nacionales de acumulación (Mandel, 1977, 1978: cap 2). No sustituyó ese protagonismo, ni eliminó la presencia de formaciones económico-sociales con componentes pre-capitalistas.

Esta mirada permite otra visión de la relación centro-periferia. Parte de la economía mundial sin forzar la existencia de un sistema global desde el siglo XVI. Define etapas en contraposición al puro continuismo de Wallerstein y resalta diferencias entre las periferias, contra el invariante esquema de metrópolis- satélites de Frank.

En lugar de una simple primacía del capitalismo en la generación del subdesarrollo, describe las amalgamas de formas atrasadas y avanzadas, aplicando un razonamiento de desarrollo desigual y combinado (Wolf, 1983: 38; Trimberger, 1979).

Mandel reconoció la incidencia del colonialismo, sin otorgarle una determinación absoluta en el surgimiento del capitalismo. Destacó que el capitalismo, tuvo un origen nacional condicionado por los dictados del mercado mundial, pero sólo alcanzó una conformación internacional completa en la era contemporánea.

EL SUJETO OMITIDO

Frank nunca explicó la ausencia de sujetos sociales en su presentación de la historia latinoamericana. Wallerstein introdujo parcialmente esos actores, pero sostuvo que en el pasado los sectores populares no podían torcer el rumbo de la economía-mundo. Con distintos fundamentos ambos enfoques prescindieron de la lucha de clases.

En cambio otros historiadores buscaron conceptualizar el impacto de esas confrontaciones sociales sobre el surgimiento del capitalismo. Especialmente Brenner describió cómo influyeron los conflictos entre campesinos y nobles en debut. No retrató un proceso lineal de mayor disolución del feudalismo frente a batallas sociales más intensas (o victoriosas) de los oprimidos, sino un curso pleno de corolarios inesperados (o indeseados).

Ese enfoque consideró que el capitalismo despuntó en Inglaterra por la peculiar combinación de colapso de la servidumbre, consolidación de la gran propiedad y extensión del arrendamiento. Esa mixtura generó una estructura de nobles, contratistas burgueses y asalariados, que impulsó la productividad agraria y el comienzo de la industrialización.

Un estado menos sólido que el imperante en España o Francia, pero más unificado y con mayor capacidad para eliminar las soberanías de los nobles, propició una amplia red de caminos y mercados. Pero lo determinante fue la resistencia campesina.

Esas revueltas no impidieron el afianzamiento de la gran propiedad, pero obligaron a los señores a recurrir al arrendamiento y al cobro de rentas monetarias. Ambos procesos facilitaron la aparición de un próspero capitalismo rural (Wood, 2002: 50-55).

Brenner contrastó este modelo agrario con Francia, dónde la resistencia de los campesinos impuso una gran división de la propiedad. Esa fragmentación consolidó un modelo de subsistencia y baja productividad. La alianza del estado absolutista con los agricultores para limitar el poder los nobles, reforzó adicionalmente el retardo del capitalismo e incubó la mayor revolución de la época. La lucha de clases obstruyó en Francia el proceso de acumulación que incentivó en Inglaterra (Brenner, 1988: 62-81).

Esos conflictos también determinaron la descapitalización de Europa Oriental, con el resurgimiento de la servidumbre para exportar alimentos a Occidente. La nobleza reforzó el cobro de rentas a los campesinos, que no contaron con el legado de triunfos obtenidos por sus pares de Prusia Occidental, durante las grandes guerras del siglo XV-XVI.

La misma gravitación de la lucha social se corroboró en el Nuevo Mundo. La resistencia de los pobladores a cualquier forma de coerción extraeconómica, favoreció inicialmente en las 13 colonias de Estados Unidos, la introducción de una producción ajena a las reglas del mercado.

Los colonos aprovechaban la facilidad para obtener las tierras que expropiaban a las tribus indígenas. Cuando las compañías comerciales, los bancos y las elites forzaron la compra de terrenos y el endeudamiento para la siembra, se impuso el pasaje a una agricultura capitalista (Post, 2011: 67-84, 98-103). El desenlace de la lucha social definió también aquí la modalidad de gestación del capitalismo.

En todos los casos esa batalla determinó capacidades diferenciadas de la aristocracia para adaptarse a la nueva época. No hubo automática aceleración del capitalismo en función de la pujanza o pasividad de los oprimidos, sino una amplia variedad de escenarios con resultados contingentes.

Los complejos efectos de la confrontación social sobre la intensidad de la acumulación, que Brenner indagó para el origen del capitalismo fueron también considerados por Mandel en su teoría de las ondas largas. Relacionó distintos cursos de prosperidad y estancamiento con el desenlace de la lucha de clases. Incluso en Cueva pueden rastrearse algunas conexiones del mismo tipo, en su explicación de las especificidades del capitalismo latinoamericano durante el siglo XIX.

En los tres casos la introducción de los sujetos en la historia no apuntó sólo a clarificar las singularidades del desarrollo capitalista. También buscó evaluar la incidencia de esa acción sobre las tradiciones de emancipación popular. El enfoque de Wallerstein-Frank ofrece poco espacio para esta problemática.



POLÉMICAS SOBRE ORIENTE

En los años 90 Frank quedó impactado por un nuevo acontecimiento: el crecimiento del Sudeste Asiático y la impetuosa expansión de China. Al estudiar ese despegue, encontró causas históricas que chocaban con la primacía asignada a Europa por la teoría del sistema mundial. Consideró que esa centralidad había correspondido siempre a Oriente y que el liderazgo internacional del Viejo Continente apareció sólo en el siglo XIX, durante un transitorio estancamiento de China.

Frank afirmó que en las centurias precedentes, las famosas especias reflejaban la mayor productividad de Asia. Estimó que Europa sólo pudo tomar una ventaja intermediando con el oro y la plata obtenidos en América, pero no logró revertir el carácter subordinado de su proceso de acumulación. Señaló que los pequeños países de Occidente (Portugal, Holanda, Inglaterra) nunca llegaron a ejercer la dominación mundial.

El pensador germano polemizó con los mitos de la excepcionalidad europea, resaltando el carácter ficticio de sus pilares en el Renacimiento y la tradición griega. También consideró que esas falacias tendían a diluirse a fines del siglo XX, ante el resurgimiento asiático y el agotamiento de la usurpación occidental (Frank, 2009: 114-120).

Este viraje intelectual disgustó a sus colegas, que expusieron varias objeciones a la primacía de Oriente en el surgimiento del sistema mundo. Wallerstein subrayó la incongruencia de postular una superioridad estructural de Asia durante largos e imprecisos lapsos, aceptando al mismo tiempo el éxito de Europa sobre su rival en el siglo XIX. Afirmó que todo el razonamiento de Frank se desplomaba a la hora de explicar cómo pudo el Viejo Continente lograr esa repentina ventaja (Wallerstein, 2006-07: 1-14).

Arrighi recurrió a una refutación semejante. Señaló que Frank no aclaraba de qué manera, un relegado continente europeo pudo en 1800 desplazar a China de la conducción económica mundial (Arrighi, 2006: 1-18).

Amin fue más categórico. Cuestionó la revisión de la historia propuesta por Frank, subrayando la total inexistencia de indicios de hegemonía china. Señaló que un milenario periodo pre-capitalista de sociedades tributarias centrales y periféricas fue sucedido -durante el ascenso del capitalismo- por una relativa paridad entre Europa y China, que se zanjó a favor del primer contendiente.

Esa ventaja obedeció a la singular existencia de un sistema feudal manejado por nobles, que extraían directamente sus rentas de los campesinos, en contraposición al modelo de grandes burocracias estatales predominantes en Oriente.

La flexibilidad de un régimen privatizado de nobleza facilitó una acumulación originaria, que se mantuvo bloqueada en Asia. China preservó un retraso perdurable frente a Europa y su desarrollo previo sólo le permitió escapar del status colonial, que afectó al resto de la periferia durante el cenit de la expansión occidental (Amin, 2006: 5-22).

En contraposición a la preponderancia sustancial de China que imaginó Frank, Amin postuló el nacimiento precoz del capitalismo en Europa. Señaló que ese debut fue consecuencia de la fragilidad periférica de esa región, frente a las sociedades más avanzadas de India, China o el imperio otomano. Las prerrogativas políticas de los nobles y la descentralización generada por el primitivismo de esa formación, aceleraron los procesos de acumulación en el Viejo Continente (Amin, 2008: 198-213).

PROBLEMAS DEL “ASIA-CENTRISMO”

Frank justificó su tesis de la primacía oriental, señalando que China mantuvo durante la mayor parte de su historia una balanza comercial superavitaria y un flujo positivo del movimiento de dinero. Recordó la conversión del país en sumidero final de la plata circulante en otras economías y presentó esa captación de metálico como una prueba incontrastable de la supremacía oriental (Frank, 2009: 108-111).

Wallerstein objetó empíricamente este argumento señalando que el acervo de plata per cápita siempre fue superior en Europa. Cuestionó, además, el uso de ese indicador como parámetro de superioridad económica. Recordó que los dependentistas siempre subrayaron que el déficit comercial de Inglaterra con el resto del mundo, no contradecía su primacía colonial (Wallerstein, 2006-07).

Señaló, además, que un posicionamiento hegemónico no se verifica sólo en índices comerciales o financieros. Recordó especialmente que el viejo consenso sobre el rol dominante de Occidente expresaba abrumadoras evidencias y no simples mistificaciones.

Pero también observó que Frank no aportaba ningún dato de superioridad china en el terreno de la productividad industrial. Sólo evaluaba el destino de los recursos monetarios circulantes en largos períodos de la historia.

En esta caracterización de un liderazgo exclusivamente basado en la absorción de excedentes monetarios o superávits comerciales se corrobora el defecto “circulacionista”, que reiteradamente subrayaron los críticos del primero y segundo Frank.

La escasa relevancia que el teórico alemán asignó a las dimensiones productivas, se extiende a un registro de ventajas chinas sólo asentadas en flujos de intercambio y movimientos de capitales. Frank adoptó una nueva óptica “sino-centrista”, pero continuó privilegiando la esfera del comercio o las finanzas para evaluar las hegemonías mundiales.

La misma continuidad de problemas se verifica en el “externalismo” de un razonamiento que privilegia las transferencias de recursos, desconsiderando los procesos endógenos. En el libro Reorient del teórico alemán hay una total omisión de la esfera geopolítica y militar. No analiza la competencia que en ese terreno enfrentó a China con las potencias europeas. La prescindencia de los sujetos también indica que el tercer Frank mantuvo el determinismo estructuralista de sus primeros trabajos.



CAPITALISMO IGNORADO

Frank respondió duramente a los cuestionamientos de sus correligionarios. Señaló que no percibían la primacía histórica de China por su atadura a viejas nociones de capitalismo. Estimó que la búsqueda de singularidades de ese sistema era una obsesión heredada de Marx. Propuso revisar ese legado destacando que el capitalismo siempre existió entremezclado con otras modalidades productivas (Frank, (2005b).

Pero más allá de esa generalidad no aportó pistas para esclarecer cómo debía ser encarada la reformulación del capitalismo. Sólo aludió a su vigencia desde tiempos lejanos y a su identificación con el mercado.

Wallerstein observó en esta reconsideración un retorno a las viejas ingenuidades del economista liberal. Amin interpretó el viraje como una recaída en vulgaridades neoclásicas de eternidad capitalista. Ciertamente Frank perdió la brújula al buscar una centralidad perdurable de China en el sistema mundial. Olvidó los principios básicos de caracterización del capitalismo.

También aquí extremó su rechazo previo a definir ese modo de producción en función de la explotación del trabajo asalariado. Nunca aceptó que el capitalismo es un régimen de competencia por beneficios surgidos de la extracción de plusvalía. Las erróneas definiciones anteriores centradas en el comercio se transformaron en una negación de la transitoriedad histórica de ese sistema.

Este equivoco se consumó extendiendo la espacialidad del capitalismo. El tercer Frank ya no concibió un sistema-mundo alumbrado por Europa, que sucede y destrona a los imperios-mundo de otras regiones. Postuló la vigencia milenaria de una sola estructura global encabezada por China.

Como resulta difícil corroborar ese liderazgo, el teórico alemán disolvió la propia existencia del capitalismo, presentando a ese sistema como un simple dato perdurable y subyacente.

La errónea dimensión planetaria que Frank asignó al capitalismo desde un origen indescifrable, puso también de relieve los inconvenientes de razonar ese nacimiento en términos mundiales.

Arrighi recurrió a un calificativo irónico (“globo-lógico”) para objetar la exagerada utilización de criterios internacionales. Pero subrayó un problema que se extiende a la propia teoría del sistema mundial. En el superholismo de Frank aparecen muchas dificultades de la “tiranía de la totalidad” que impera en ese abordaje.

La disolución del capitalismo que apareció en el último Frank complementa la primacía supra-temporal de China. Pero al remontar el nacimiento de ese sistema a una fecha indefinida se diluyen sus singularidades. En ese retrato milenario del capitalismo son inhallables los mecanismos de gestación del trabajo asalariado.

Los problemas de un sistema mundial surgido en 1500 en el norte de Europa (Wallerstein) o en 1200 en las ciudades italianas (Arrighi), se transformaron con la primacía china en un dilema sin solución. Ese inconveniente es otra consecuencia de razonar con patrones comercial­es y mundiales los procesos nacionales de acumulación.

Frank proyecta hacia atrás todos los rasgos contemporáneos del capitalismo. Por eso recae en supuestos de eternidad del sistema. Supone que a principios del milenio pasado ya se registraban las características actuales de este régimen. Con este abordaje no hay forma de entender las especificidades y mutaciones del capitalismo.

INFLUENCIAS CONTEMPORÁNEAS

El tercer Frank mantuvo la vehemencia polémica de sus trabajos anteriores. Rechazó la teoría del sistema mundial que había absorbido contra el dependentismo, cuestionando la “vanidad euro-centrista” de esa visión y su empeño en postular la primacía del Viejo Continente desde 1500 (Frank, 2009: 130-136).

Sus críticos se burlaron del uso de ese calificativo, recordando que el propio Frank atribuyó a Europa un inexplicable poder para dominar súbitamente a China en el siglo XIX. En realidad no fue muy sensato acusar de euro-centrista a Wallerstein, que ha sido un acérrimo objetor de la identificación liberal del Viejo Continente con el progreso o la civilización (Wallerstein, 2004: cap 23).

Más desubicado fue ubicar a Amin en ese casillero. El economista egipcio ha polemizado reiteradamente con todas las creencias de supremacía occidental. Demostró que se inspiran en falsos supuestos de ventajas milenarias de Europa, olvidando que el capitalismo surgió en esa región por el retraso (y no la luminosidad) de una formación tributaria (Amin 2008: 198-213).

A lo sumo se podría afirmar que la prédica euro-centrista aparece en el rescate del modelo comercial smithiano, que atribuye al Viejo Continente excepcionales habilidades para el intercambio y la consiguiente gestación del capitalismo (Wood, 2002: 21-33).

Pero un cuestionamiento de ese tipo afectaría al propio Frank, que siempre privilegió la esfera de la circulación. En realidad, el euro-centrismo es un ingrediente del pensamiento liberal tan ajeno al marxismo como a la visión sistémica.

Frank disparó críticas al euro-centrismo para realzar el protagonismo asiático, sin notar su simétrico deslizamiento hacia el enaltecimiento del mundo oriental.

Su interpretación de la gravitación milenaria de China tuvo igualmente una llamativa influencia. Especialmente Arrighi reformuló esa tesis como una contraposición de senderos de desarrollo. Contrastó el modelo económico defensivo de Oriente con la estrategia imperial expansiva de Occidente y retomó ideas de Frank para explicar las ventajas del esquema mercantil-cooperativo de China (Arrighi, 2007: cap 3, 8 y 11).

El teórico germano inauguró en la izquierda, la secuencia de miradas favorables al rumbo seguido por el gigante asiático. Pero ese enfoque exige asumir también los supuestos de eternidad o continuidad cíclica del capitalismo, que adoptó el tercer Frank.



SIN RESPUESTA A LA DEPENDENCIA

El economista alemán interpretó el ascenso económico de Oriente como un acontecimiento de gran relevancia. Esa conclusión coronó la revisión de la problemática del subdesarrollo que inició con la revalorización de la expansión de Sudeste Asiático. Primero estimó que ese crecimiento afectaba seriamente a la teoría de la dependencia y luego corroboró esa impresión con sus caracterizaciones de China.

En esta exploración conceptual Frank no logró encontrar una reformulación satisfactoria de la dinámica centro-periferia. Transitó por sinuosos caminos de vacilaciones y preguntas sin respuestas. El traspié inicial de ese recorrido fue su distanciamiento del dependentismo, cuestionando la atadura de esa concepción a los razonamientos en términos nacionales.

Al objetar la “quimera” de un crecimiento autónomo dentro del sistema capitalista mundial, el teórico alemán se enredó en inconsistentes objeciones (Frank, 1973, 1991: 61). Olvidó que la teoría marxista de la dependencia nunca concibió, ni propuso un desenvolvimiento del capitalismo en la periferia. Tampoco identificó la denominada “desconexión” con ese proyecto. Esa estrategia era el objetivo de otras corrientes como la CEPAL o los Partidos Comunistas.

El esquema metrópoli-satélite del primer Frank contenía varias unilateralidades pero definía relaciones de dependencia. El segundo Frank disolvió esas conexiones en el mundialismo extremo y el tercer Frank diluyó ese entramado en el “asiacentrismo”. Este recorrido acompañó sus caracterizaciones sucesivas del capitalismo en términos comerciales, mundiales y seculares.

De estos enfoques emergieron cambiantes observaciones de la relación centro-periferia. Frank ratificó la persistencia de la dependencia a la luz de la degradación padecida por la economía latinoamericana en los años 80-90. Pero también remarcó la ausencia de propuestas para resolver el problema. Con cierta amargura se limitó a señalar que “no pudimos acabar con la dependencia” (Frank, 2005a).

Sus escritos atrajeron muchos lectores cautivados por el tono irreverente de sus exposiciones (Ouriques, 2005) y por el cambiante itinerario de su trayectoria (Martins, 2009). Pero con ese cúmulo de contradicciones, Frank aportó ideas significativas a los debates sobre el subdesarrollo. Su etapa dependentista suscitó tantas polémicas, que terminó concentrando todos los dardos del anti-dependentismo. En nuestro próximo texto analizaremos esos cuestionamientos.


RESUMEN

Frank indagó la relación centro-periferia con distintas visiones del capitalismo. Subrayó primero la perpetuación del subdesarrollo latinoamericano, luego la polarización de la economía-mundo gestada en Europa y finalmente la centralidad de Oriente en un sistema milenario.

Resaltó el carácter capitalista de la colonización para destacar la primacía del mercado mundial. Pero enfatizó el rol del intercambio sin tomar en cuenta las formas de explotación y el atraso del agro. Con erróneos argumentos historiográficos impugnó acertadamente las alianzas con la burguesía nacional.

Posteriormente reconsideró la dependencia desde la teoría del sistema mundial, sin aceptar la relevancia del trabajo asalariado en la definición del capitalismo. No tuvo en cuenta el cimiento nacional, la prolongada gestación de ese sistema y el impacto de la lucha de clase sobre la acumulación.

Finalmente reivindicó la centralidad histórica de Asia con argumentos comerciales y monetarios. Postuló el origen remoto del capitalismo y su identificación con el mercado. Con críticas al euro-centrismo propició el redescubrimiento contemporáneo de China. No ofreció respuestas a la dependencia pero enriqueció el debate sobre el subdesarrollo.



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Claudio Katz
Economista, investigador del CONICET, profesor de la UBA, miembro del EDI. Su página web es: www.lahaine.org/katz